} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: VISIÓN AMPLIADA CON MAYOR CLARIDAD

martes, 30 de marzo de 2021

VISIÓN AMPLIADA CON MAYOR CLARIDAD

 

 

Mat 16:13  Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Mat 16:14  Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

Mat 16:15  El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Mat 16:16  Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Mat 16:17  Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Mat 16:18  Y yo también te digo, que tú eres Pedro,[a] y sobre esta roca[b] edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

Mat 16:19  Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

Mat 16:20  Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.

 

 Aquí tenemos el relato de otra vez que Jesús Se apartó de la gente. Su fin estaba muy próximo, y Jesús necesitaba todo el tiempo con que pudiera contar para estar a solas con Sus discípulos. Le quedaba mucho qué decirles y que enseñarles, aunque todavía ellos no parecían estar preparados para recibirlo o entenderlo.

Con ese fin Se retiró con ellos a la región de Cesarea de Filipo. Cesarea estaba a unos cuarenta kilómetros al Nordeste del Mar de Galilea. Estaba fuera del dominio de Herodes Antipas, que era el gobernador de Galilea, y dentro del área del tetrarca Felipe. La población era principalmente gentil, así es que Jesús podría tener allí paz para enseñar a los Doce.

 

Jesús se enfrentaba entonces con un problema supremo y perentorio. Le quedaba poco tiempo; Sus días en la carne estaban contados. El problema era: ¿Había alguien que Le hubiera entendido? ¿Alguien que Le hubiera reconocido como el Que era? ¿Había personas que, cuando Él ya no estuviera en la carne, pudieran continuar Su obra, y trabajar para Su Reino? No cabe la menor duda de que ese era un problema crucial, que implicaba la supervivencia de la fe cristiana. Si no había nadie que hubiera captado, ni siquiera intuido, la verdad, entonces toda Su obra se había perdido; si había algunos pocos que se daban cuenta de la verdad, Su obra estaba a salvo. Así es que Jesús decidió hacer la prueba en intensidad, y preguntarles a Sus seguidores quién creían que era Él.

Es del máximo interés dramático ver dónde escogió Jesús hacerles la pregunta clave. Puede que hubiera pocos lugares en Palestina que tuvieran más asociaciones religiosas que Cesarea de Filipo.

(i) Toda la zona estaba jalonada con templos del dios sirio Baal. Thomson, en La Tierra y el Libro, enumera no menos de catorce tales templos que había en los alrededores. Aquella era una zona cuya atmósfera era el aliento de la antigua religión, que estaba toda ella a la sombra de los dioses antiguos.

(ii) Pero no eran los dioses de Siria los únicos que se adoraban allí. En las proximidades de Cesarea de Filipo se erguía una gran colina en la que había una profunda caverna que se decía que había sido el lugar de nacimiento del gran dios Pan, el dios de la naturaleza. Hasta tal punto estaba identificada Cesarea de Filipo con ese dios que su nombre original había sido Paneas, y hasta hoy en día se la conoce como Bániyás. Las leyendas de los dioses de Grecia se concentraban en torno a Cesarea de Filipo.

(iii) Además, esa cueva se decía que era donde nacía el río Jordán. Josefo escribió: «Hay una cueva muy hermosa en la montaña bajo la cual hay una gran cavidad en la tierra; y la caverna es abrupta, y prodigiosamente honda, y llena de agua en calma. Sobre ella se eleva una gran montaña, y por debajo de la caverna surge el río Jordán.» La sola idea de que ese era el nacimiento del río Jordán haría que rezumara todas las memorias de la historia de Israel. La antigua fe del judaísmo estaría en el aire para cualquier judío devoto y piadoso.

(iv) Pero había allí algo más. En Cesarea de Filipo había un gran templo de mármol blanco dedicado a la divinidad del césar. Lo había construido Herodes el Grande. Josefo dice: "Herodes decoró el lugar, que ya era sobresaliente, aún más con la edificación de este templo dedicado a César.» En otro lugar, Josefo describe la cueva y el templo: «Y cuando César le concedió a Herodes otro país más, construyó también allí un templo de mármol blanco, cerca de las fuentes del Jordán. El lugar se llama Panium, donde hay una montaña de altura inmensa, en cuya ladera, por debajo de ella o en su base, se abre una cueva oscura; allí hay un horrible precipicio que se proyecta abruptamente a una gran profundidad. Contiene una inmensa cantidad de agua estable; y cuando se hace bajar algo para medir a qué profundidad está el fondo, no se puede alcanzar este.» Más tarde Felipe, el hijo de Herodes, hermoseó y enriqueció aún más el templo, cambiándole el nombre al lugar por el de Cesarea -es decir, la Ciudad de César-, y añadiéndole su propio nombre Philippi, que quiere decir de Felipe-, para distinguirla de la Cesarea que está en la costa del Mediterráneo. Aún más tarde, Herodes Agripa había de llamar al lugar Neroneas, en honor del emperador Nerón. Cuando se miraba Cesarea, aun desde una distancia considerable, se veía la mole de mármol reluciente y se pensaba en el poder y en la divinidad de Roma.

Este fue el dramático escenario. En él se encuentra un Carpintero galileo sin dinero y sin hogar, con doce hombres corrientes a Su alrededor. Ya entonces, los judíos ortodoxos están programando y conspirando para destruirle como hereje peligroso. Se encuentra en un área jalonada de templos de dioses sirios, en un lugar bajo la sombra de los dioses griegos, en el que también se daba cita toda la historia de Israel, en el que el esplendor de mármol blanco de la sede del culto al césar dominaba el paisaje y sojuzgaba la vista. Y allí, tenía que ser precisamente allí, ese extraordinario Carpintero se dirige a los otros hombres y les pregunta quién creen que es Él, esperando la respuesta: «¡El Hijo de Dios!» Es como si Jesús Se colocara contra el trasfondo de las religiones del mundo con toda su historia y esplendor, y demandara que se Le comparara con ellas y recibir un veredicto a Su favor. Habrá pocas escenas en las que brille con luz más deslumbradora la conciencia que Jesús tenía de Su propia divinidad.

 

Así es que en Cesarea de Filipo Jesús decidió demandar el veredicto de Sus discípulos. Tenía que saber, antes de ponerse en camino a Jerusalén y a la Cruz, si alguien había captado, aunque fuera ligeramente, Quién y qué era él. No hizo la pregunta directamente; la fue delineando. Empezó por preguntar lo que la gente decía de Él y por quién Le tomaban.

(i) Algunos decían que era Juan el Bautista. Herodes Antipas no era el único que creía que Juan el Bautista era una figura tan extraordinaria que bien podía haber vuelto a la vida.

(ii) Otros decían que era Elías. De esa manera estaban diciendo dos cosas acerca de Jesús: Que era tan grande como el mayor de los profetas, porque consideraban a Elías la cima y el príncipe de la línea profética; y también que Jesús era el precursor del Mesías. Según Malaquías, Dios había prometido: "Yo os envío al profeta Elías antes que venga el día grande y terrible del Señor» (Mal_4:5 ). Hasta hoy día los judíos siguen esperando la vuelta de Elías antes de la venida del Mesías, y dejan una silla vacante para él cuando celebran la Pascua. Así es que algunos veían en Jesús al heraldo del Mesías y el precursor de la directa intervención de Dios.

(iii) Otros decían que Jesús era Jeremías. El profeta Jeremías ocupaba un lugar importante y curioso en: las expectaciones del pueblo de Israel. Se creía que, antes de que el pueblo fuera al exilio, Jeremías había tomado el arca y el altar del incienso del templo y los había escondido en una cueva solitaria del monte Nebo; y que, antes que viniera el Mesías, volvería a recuperarlos, para que volviera a brillar l gloria de Dios sobre Su pueblo otra vez (2 Macabeos 2:1-12),1 En 2 Ezr_2:17  se presenta otra promesa de Dios: "En tu ayuda mandaré a mis siervos Isaías y Jeremías.»

Hay una extraña leyenda de los días de las guerras de los  Macabeos. Antes de la batalla con Nicanor, en la que el general judío fue el gran Judas Macabeo, Onías, el hombre bueno que -había sido sumo sacerdote, tuvo una visión cuando estaba orando por la victoria: «Hecho esto, se le apareció la semblanza de un hombre de pelo blanco y sumamente glorioso, de excelente y extraordinaria majestad. Entonces Onías se dijo: "Este es uno que ama a los hermanos, que ora mucho por el pueblo y por la santa ciudad, es decir, Jeremías, el profeta de Dios." A lo cual Jeremías, tendiéndole la mano, le dio a Judas una espada de oro, y al dársela le dijo: "Toma esta espada santa, un don de Dios, con la que herirás a los enemigos de Mi pueblo Israel"» (2 Macabeos 15:1-14). Jeremías había de ser también el precursor de la venida del Mesías, y el ayudador del pueblo de Israel en tiempos de angustia.

Cuando la gente identificaba a Jesús con Elías y con Jeremías, según la luz que habían recibido, estaban haciéndole un gran elogio y colocándole en un nivel muy alto, porque Jeremías y Elías eran nada menos que los esperados precursores del Ungido de Dios. Cuando ellos se presentaran, el Reino de Dios había de estar ya muy cerca.

Cuando Jesús oyó los veredictos de la multitud, les dirigió a Sus discípulos la preguntó:-más importante: "Y vosotros, quién decís que soy?» Puede que se produjera un instante de silencio, mientras pasaban por las mentes de los discípulos pensamientos que casi les daba miedo expresar en palabras; y entonces Pedro hizo el gran descubrimiento y la gran confesión; y Jesús supo que Su obra estaba a salvo, porque había por lo menos uno que comprendía.

Es interesante comprobar que cada uno de los evangelios sinópticos nos da su versión particular del dicho de Pedro. Mateo dice: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» Marcos es el más breve: "Tú eres el Cristo» (Mar_8:29 ). Y Lucas, el más claro: "Tú eres el Cristo de Dios» Luc_9:20 ).

Jesús sabía entonces que había por lo menos alguien que Le había reconocido como el Mesías, el Ungido de Dios, el Hijo del Dios viviente. Las palabras Mesías, en hebreo, y Cristo, en griego, quieren decir lo mismo, Ungido. Los reyes empezaban a reinar cuando eran ungidos, como aún sucede en muchos países. El Mesías, el Cristo, el Ungido, es el Rey de Dios sobre la humanidad.

En este pasaje hay dos grandes verdades:

(i) En esencia, el descubrimiento de Pedro fue que las categorías humanas, hasta las más elevadas, son inadecuadas para describir a Jesucristo. Cuando la gente describía a Jesús como Elías o Jeremías u otro profeta creían que estaban colocándole en la más alta categoría que existe. Los judíos creían que hacía cuatrocientos años que la voz de la profecía estaba callada; pero que en Jesús se había vuelto a escuchar la voz directa y auténtica de Dios. Estos eran grandes elogios; pero no bastaban para contener toda la verdad, porque no hay categorías humanas que sean adecuadas para describir a Jesucristo.

Una vez Napoleón dio su veredicto acerca de Jesús: «Yo conozco a los hombres, y Jesucristo es más que un hombre.» Sin duda Pedro no sabía exponer teológicamente ni expresar filosóficamente lo que quería decir cuando dijo que Jesús era el Hijo del Dios viviente; de lo único que Pedro estaba completamente seguro era que ninguna descripción puramente humana era adecuada para aplicarse a Jesús.

(ii) Este pasaje enseña que el descubrimiento de Jesucristo tiene que ser un descubrimiento personal. La pregunta de Jesús fue: «Vosotros, ¿qué pensáis vosotros de Mí?» Cuando Pilato le preguntó a Jesús si era el rey de los judíos, Jesús le contestó: " ¿Dices eso por ti mismo, o te lo han dicho otros de Mí?» (Jn_18:33  s).

Nuestro conocimiento de Jesús no debe ser de segunda mano. Puede que uno sepa todo lo que se ha dicho acerca de Jesús, que conozca todas las cristologías que se han enseñado y que sea capaz de hacer un resumen de lo que han dicho los grandes teólogos acerca de Jesús... y, sin embargo, no ser cristiano. El Cristianismo no consiste en saber acerca de Jesús, sino en conocer a Jesús. Jesucristo demanda un veredicto personal. No solo a Pedro, sino igualmente a cada uno de nosotros: «Tú, ¿qué piensas tú de Mí? »

Este pasaje Mateo 16; 18-19 es uno de los centros neurálgicos de la interpretación del Nuevo Testamento. Desde la Reforma, siempre ha sido difícil enfrentarse con él tranquilamente y sin prejuicios, porque para la Iglesia Católica Romana es la base de su posición acerca del Papa y de la Iglesia. La Iglesia Católica Romana interpreta que se le dieron a Pedro las llaves para admitir o excluir a las personas del Cielo, y para absolver o no a las personas de sus pecados. Además, la Iglesia Católica Romana deduce que Pedro, con este tremendo derecho, llegó a ser el obispo de Roma; y que este poder se transmitió a todos los obispos de Roma, y que está personificado hoy en el Papa, que es el cabeza de la Iglesia y el obispo de Roma.

Es fácil comprender que tal doctrina es inaceptable para un creyente protestante; y también que, tanto protestantes como católicos Romanos, se acercan a este pasaje, no tanto con un deseo sincero de descubrir su significado, sino con la firme voluntad de no ceder nada de su propia posición; sino, si les es posible, destruir la posición del otro. Hagamos un esfuerzo sincera y honradamente para descubrir el verdadero sentido de este pasaje.

Aquí hay un juego de palabras. En griego Pedro es Petros, y una roca es petra. La forma aramea del nombre de Pedro era Kefa, que significa en arameo una roca. En las dos lenguas hay aquí un juego de palabras. Pedro es la palabra griega “petros”, un NOMBRE MASCULINO. Se relaciona con una pequeña roca que se desprende de otra mayor. ¡En gran parte de su vida fue simplemente una “roca”!

- “…esta piedra” Es la palabra griega “petra”, un NOMBRE FEMENINO. Se refiere a la roca base. Ambas palabras (petros y petra) no pueden relacionarse gramaticalmente por su GÉNERO. Los discípulo no lo entendieron como la

superioridad de Pedro, ya que seguían argumentando quién era el mayor (Mt 18:1, 18; Juan 20:21). Los términos se relacionan mínimamente en griego. Es obvio que aquí hay un juego de ideas entre la fe de Pedro y la de los apóstoles. Sin embargo, en el arameo sólo existe un vocablo “kepha” (Cefas, Juan 1:42; 1ra. de Corintios 1:12; 3:22; 9:5; 15:5) que equivale a “roca” en los vocablos griegos. Jesús habló arameo, peo Sus discursos fueron narrados por escritores griegos inspirados; por tanto, debemos analizarlo como un texto griego, no como una afirmación aramea. En cuanto Pedro hizo su gran descubrimiento y su confesión, Jesús le dijo: «Tú eres petros, y sobre esta petra edificaré Mi Iglesia.»

En primer lugar, esto era un elogio tremendo. Es una metáfora en nada extraña ni inusual al pensamiento judío.

Los rabinos le aplicaban la palabra roca a Abraham. Tenían el siguiente dicho: «Cuando el Dios Santo vio que Abraham iba a levantarse, le dijo: "Mira, he descubierto una roca (petra) para edificar el mundo encima." Por tanto, Dios llamó a Abraham roca (tsúr), como está escrito: "Mirad a la roca de la que fuisteis cortados, al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados"» (Isaías 51:1). Abraham era la roca en la que se fundaban la nación y el propósito de Dios.

Pero con mucha más frecuencia se le aplica la palabra roca (tsúr) a Dios mismo. "Él es la Roca, Cuya obra es perfecta» (Deu_32:4 ). «Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca» (Deu_32:31 ). "No hay roca como nuestro Dios» (1Sa_2:2 ; R-V.- «refugio»). "El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador» (2Sa_2:22 ). La misma frase aparece en Salm_18:2 . «¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?» (Salm_18:31 ). La misma frase está en 2Sa_22:32 .

Una cosa está clara. El llamar a alguien roca era el más grande de los elogios; y ningún judío que conociera el Antiguo Testamento podía usar nunca la frase sin que su pensamiento se volviera hacia Dios, Que era la única Roca de su defensa y salvación. Entonces, ¿qué quiso decir Jesús cuando usó la palabra roca en este pasaje?  Por lo menos cuatro contestaciones se han propuesto a esta pregunta.

(i) Agustín tomó que la roca se refería a Jesús mismo. Es como si Jesús dijera: " Tu eres Pedro; y en Mí mismo como la Roca fundaré Mi Iglesia; y llegará el día en que, como recompensa por tu fe, serás grande en la Iglesia.»

(ii) La segunda explicación es que la roca es la verdad de que Jesucristo es el Hijo del Dios viviente. A Pedro le había sido revelada divinamente esa gran verdad. El hecho de que Jesucristo es el Hijo de Dios es sin duda la piedra fundamental de la fe de la Iglesia; pero esta interpretación apenas saca a luz el juego de palabras que hay aquí.

(iii) La tercera explicación es que la roca es la fe de Pedro. En la fe de Pedro está fundada la Iglesia. Su fe fue la chispa que inflamó la fe de la Iglesia Universal. Fue el impulso inicial que habría de llamar a la existencia un día a la Iglesia Universal.

(iv) La última interpretación es la mejor. Es que Pedro mismo es la roca, pero en un .sentido especial. No es la roca en que se funda la Iglesia; esa Roca es Dios. Pedro es la primera piedra de toda la Iglesia. Pedro fue la primera persona que descubrió Quién era Jesús; la primera persona que dio el salto de la fe y vio en Jesús al Hijo del Dios viviente. En otras palabras: Pedro fue el primer miembro de la Iglesia y, en ese sentido, toda la Iglesia se construyó sobre él. Es como si Jesús le dijera a Pedro: " Pedro, tú eres la primera persona que ha comprendido Quién soy Yo; por tanto, tú eres la primera piedra, la piedra fundamental, el verdadero principio de la Iglesia que Yo estoy fundando.» Y a partir de entonces, todos los que hacen el mismo descubrimiento que Pedro son piedras vivas añadidas al edificio de la Iglesia de Cristo.

 

Hay dos cosas que nos ayudarán a clarificar la idea.

(i) A menudo la Biblia usa imágenes para poner algo en claro. No hay que fijarse mucho en los detalles de la imagen; solo hay una enseñanza principal. En relación con la Iglesia, el Nuevo Testamento usa repetidas veces la imagen del edificio, pero la usa en muchos sentidos y desde muchos puntos de vista. Aquí Pedro es la piedra fundamental, en el sentido de que él es la primera persona sobre la que se ha seguido construyendo toda la Iglesia, porque él fue la primera persona que descubrió Quién era Jesús. En Efs_2:20 , los profetas y los apóstoles se dice que son el fundamento de la Iglesia. Fue sobre su trabajo, testimonio, fidelidad, sobre lo que depende, humanamente hablando, la Iglesia de la Tierra. En ese mismo pasaje, se dice que Jesucristo es la principal piedra angular; Él es la fuerza que mantiene unida a la Iglesia. Sin él, todo el edificio se desintegraría y derrumbaría. En 1Pe_2:4-8 , todos los cristianos somos piedras vivas que se van usando en la edificación de la fábrica de la Iglesia. En 1Co_3:11 , Jesús es el único fundamento, y nadie puede poner otro. Está claro que los autores del Nuevo Testamento tomaron la imagen del edificio, y la usaron de muchas maneras. Pero detrás de todas ellas está siempre la idea de que Jesucristo es el verdadero cimiento de la Iglesia, y el único poder que la mantiene unida. Cuando Jesús le dijo a Pedro que edificaría Su Iglesia sobre él, no quiso decir que la Iglesia dependiera de Pedro, porque depende del mismo Jesucristo y de Dios como su Roca. Lo que sí quiso decir era que la Iglesia empezó con Pedro; en ese sentido Pedro es la piedra fundamental de la Iglesia, y ese es un honor que nadie le puede quitar. (Piedra fundamental: La primera que se pone en los edificios. D R.A E.).

(ii) El segundo punto es que la misma palabra Iglesia (ekklésía) en este pasaje nos despista un poco. Propendemos a pensar en la Iglesia como una institución y una organización con edificios y oficinas, cultos y reuniones, y organizaciones y toda clase de actividades. La palabra que usaría Jesús probablemente sería qahal, que es la se usa en el Antiguo Testamento para la congregación de Israel, la asamblea de todo el pueblo del Señor. Lo que Jesús le dijo a Pedro fue: «Pedro, tú eres el principio del Nuevo Israel, el nuevo pueblo del Señor, la nueva compañía de todos los que creen en Mi nombre.» Pedro fue el primero de la congregación de los creyentes en Cristo. No fue una iglesia en el sentido corriente, y menos en el de una denominación, lo que empezó con Pedro, sino la comunión de todos los creyentes en Jesucristo, que no se identifica con ninguna iglesia, ni se limita a ninguna iglesia, sino que abarca a todos los que aman al Señor.

Así que podemos decir que la primera parte de este pasaje controvertido quiere decir que Pedro es la piedra fundamental de la Iglesia en el sentido de que él fue el primero de esa gran compañía que confiesa gozosamente su descubrimiento de que Jesucristo es el Señor; pero que, en última instancia, es Dios mismo la Roca sobre la que está edificada la Iglesia.

Jesús prosigue diciendo que las puertas del Hades no prevalecerán contra Su Iglesia. ¿Qué quiere decir esto? La idea de puertas que prevalecen no es precisamente una figura corriente o fácil de entender. De nuevo nos encontramos con más de una posible explicación.

(i) Puede que se trate de la figura de una fortaleza. Esta sugerencia puede que encuentre apoyo en el hecho de que en la cima de la montaña que dominaba Cesarea de Filipo se encuentran hoy las ruinas de un gran castillo que puede que se irguiera allí en toda su gloria en tiempos de Jesús. Puede que Jesús estuviera pensando en su Iglesia como una fortaleza, y en las fuerzas del mal como una fortaleza contraria; y que lo que quisiera decir fuera que el poder del mal nunca prevalecería contra la Iglesia.

 

(ii) Richard Glover presenta una explicación interesante. En el Oriente antiguo, la puerta era tradicionalmente el lugar en que los ancianos y los gobernantes se reunían para dirimir las causas y dictar justicia, especialmente en los pueblos pequeños y en las aldeas. Por ejemplo: la Ley establecía que, si un hombre tenía un hijo rebelde y desobediente, que le trajera «ante los ancianos de su ciudad, a la puerta del lugar donde viva» (Deu_21:19 ), y allí se haría juicio, se dictaría la sentencia. En Deu_25:7 , se dice que, cuando un hombre se niega a cumplir la ley del levirato, «irá entonces su cuñada a la puerta donde están los ancianos.» La puerta era el lugar donde se reunían los ancianos para hacer justicia. Según esto, la puerta puede haber llegado a significar la sede del gobierno. Durante mucho tiempo, por ejemplo, el gobierno de Turquía se llamaba La sublime porte (porte es la palabra francesa para puerta). Así que esta frase podría querer decir: Los poderes, el gobierno del Hades, no prevalecerán nunca contra la Iglesia.

(iii) Existe una tercera posibilidad. Supongamos que volvemos a la idea de la Roca en la que está fundada la Iglesia, y que Jesús es el Hijo del Dios viviente. Ahora bien, el Hades no era el lugar de castigo de los condenados, sino donde, según las creencias judías primitivas, se encontraban todos los muertos. Obviamente, la función de las puertas es mantener algo dentro, confinarlo, encerrarlo, controlarlo. Hubo una Persona Que las puertas del Hades no pudieron retener, y fue Jesucristo. Él rompió las ligaduras de la muerte. Como el autor de Hechos dice: «Era imposible que fuera retenido por la muerte... No dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que Tu Santo vea corrupción» (Hch_2:24; -27 ). Así que esta puede ser una referencia triunfal a la próxima Resurrección. Jesús puede que estuviera diciendo: "Tú has descubierto, Pedro, que Yo soy el Hijo del Dios viviente. Pronto llegará el momento en que Yo sea crucificado, y las puertas del Hades se cerrarán tras Mí. Pero no podrán retenerme; las puertas del Hades no tienen poder contra Mí, el Hijo del Dios viviente.»

Como quiera que tomemos esta frase, expresa triunfalmente la indestructibilidad de Cristo y de Su Iglesia.

 

Ahora llegamos a dos frases en las que Jesús describe algunos privilegios que se le concedieron a Pedro y algunas obligaciones que se le impusieron.

(i) Dice que Él, Jesús, le dará a Pedro las llaves del Reino. Esta es una frase indiscutiblemente difícil; haremos bien en empezar por establecer las cosas de que podemos estar seguros acerca de ella.

(a) Esta frase siempre significa alguna especie de poder especial. Por ejemplo, los rabinos tenían un dicho: " Las llaves del nacimiento, de la lluvia y de la resurrección de los muertos pertenecen a Dios.» Es decir: sólo Dios tiene poder para crear la vida, para enviar la lluvia y para hacer que los muertos vuelvan otra vez a la vida.  

(b) En el Nuevo Testamento esta frase se refiere regularmente a Jesús. Es en Sus manos, y no en las de ningún otro, donde están las llaves. En Apoc_1:18 , el Cristo Resucitado dice: " Yo soy el Viviente. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.» De nuevo, en Apocalipsis 3: 7, el Cristo Resucitado se describe como " el Santo, el Verdadero, el Que tiene la llave de David, el Que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.» Hay que interpretar esta frase en referencia a un derecho divino; y cualquiera que fuera la promesa que recibió Pedro, no se puede tomar como, la anulación, o la infracción, de un derecho que solo pertenece a Dios y al Hijo de Dios.

(c) Todas estos usos y figuras del Nuevo Testamento se remontan a una alegoría que se encuentra en Isa_22:22 , en la que el Señor dice que Eliaquim llevará al hombro la llave de la casa de David, y será el único que la cierre y abra.

Ahora bien: Eliaquim había de ser el mayordomo fiel de la casa. Es el mayordomo el que lleva las llaves de la casa, el que abre la puerta por la mañana, y la cierra por la tarde, y es el que introduce a los visitantes a la presencia real. Así que lo que Jesús le está diciendo a Pedro es que, en -días por venir, él será el mayordomo del Reino. Y en el caso de Pedro, su misión consistiría en abrir, no en cerrar la puerta del Cielo.

Eso se cumplió sin dejar lugar a dudas. En Pentecostés, Pedro abrió la puerta a tres mil almas (Hch_2:41 ). Más tarde le abrió la puerta al centurión gentil Cornelio, con lo cual hizo que la puerta girara sobre sus goznes para admitir al gran mundo gentil (Hechos 10). Hechos 15 nos cuenta cómo se abrió la puerta de par en par al mundo gentil en el Concilio de Jerusalén, y que fue el testimonio de Pedro lo que hizo posible aquella decisión emblemática (Hch_15:14 ; Simeón es Pedro). La promesa de que Pedro usaría las llaves del Reino quería decir que él sería el encargado de abrir la puerta de Dios a miles y miles de personas en los días por venir. Pero en este sentido no es solamente Pedro el que tiene las llaves del Reino; cualquier cristiano las puede usar también para abrirle la puerta del Reino a otras personas, entrando así a participar de la gran promesa de Cristo.

(ii) Jesús le prometió a Pedro además que lo que él atara, quedaría atado, y lo que él desatara, quedaría desatado. Richard Glover toma esto en el sentido de que Pedro expondría los pecados humanos, los ataría, a las conciencias de las personas, y que luego las desataría de sus pecados notificándoles el amor y el perdón de Dios. Ese es un pensamiento precioso, y sin duda cierto, porque tal es el deber de todo predicador y maestro cristiano; pero aquí hay todavía más que eso.

Desatar y atar eran palabras que se usaban corrientemente con sentido figurado entre los judíos. Se referían frecuentemente a las decisiones de los grandes maestros y de los grandes rabinos. El sentido corriente que cualquier judío reconocería era permitir y prohibir. Atar algo era declararlo prohibido; desatar era declararlo permitido. Eran expresiones corrientes en relación con la ley. Era de hecho lo único que podían querer decir en ese contexto. Así que lo que Jesús le estaba diciendo a Pedro era: «Pedro, vas a tener responsabilidades graves y pesadas sobre ti. Vas a tener que hacer decisiones que afectarán al bienestar de toda la Iglesia. Serás el guía y el director de la joven Iglesia. Y las decisiones que harás serán tan importantes que afectarán a las almas de las personas en el tiempo y en la eternidad.»

El privilegio de las llaves quería decir que Pedro sería el mayordomo de la casa de Dios, abriéndoles la puerta a las personas para que entraran en el Reino. El deber de atar y desatar quería decir que Pedro tendría que hacer decisiones sobre la vida y la práctica de la Iglesia que tendrían las consecuencias más amplias. Y por supuesto, cuando leemos los primeros capítulos de Hechos, vemos que eso fue precisamente lo que tuvo que hacer Pedro en Jerusalén.

Si parafraseamos este pasaje que ha causado tantas discusiones y controversias vemos que trata, no de formas eclesiásticas, sino de cosas que corresponden a la Salvación. Jesús le dijo a Pedro: «Pedro, tu nombre quiere decir roca, y tu destino será ser una roca. Eres la primera persona que Me ha reconocido como el Que soy, y por tanto eres la primera piedra del edificio de la comunión de los Míos. Contra esa comunión, las aguerridas fuerzas del mal no podrán prevalecer, como tampoco Me podrán mantener cautivo en el reino de la muerte. Y en días por venir serás el mayordomo que abrirá las puertas del Reino para que entren los judíos y los gentiles; pero debes ser un sabio administrador y guía que resuelva los problemas y dirija la obra de la Iglesia naciente y creciente.»

 


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