} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: POCO ES MUCHO EN LAS MANOS DE JESÚS

lunes, 1 de marzo de 2021

POCO ES MUCHO EN LAS MANOS DE JESÚS


Mar 6:30  Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.

Mar 6:31  Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.

Mar 6:32  Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.

Mar 6:33  Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.

Mar 6:34  Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

Mar 6:35  Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.

Mar 6:36  Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer.

Mar 6:37  Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

Mar 6:38  El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces.

Mar 6:39  Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.

Mar 6:40  Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.

Mar 6:41  Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos.

Mar 6:42  Y comieron todos, y se saciaron.

Mar 6:43  Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces.

Mar 6:44  Y los que comieron eran cinco mil hombres.         

       

Marquemos en este pasaje la conducta de los apóstoles cuando volvieron de su primera misión como predicadores. Leemos que "se juntaron con Jesús, y le  dijeron todas las cosas que habían hecho, y lo que habían enseñado".

Estas palabras son muy instructivas: deben servir de guía a todos los ministros del Evangelio y a todos los que trabajan en hacer bien a las almas. Todos ellos  deben hacer diariamente lo que los apóstoles en esta ocasión. Deben referir todo lo que hagan a la gran Cabeza de la iglesia; presentar toda su obra a Cristo, y  pedirle consejos, dirección, fuerza y ayuda.

La plegaria es el gran secreto del éxito en esas empresas espirituales; conmueve al que pone en movimiento el cielo y la tierra; hace descender la prometida  ayuda del Espíritu Santo, sin quien, los mejores sermones, la enseñanza más luminosa, y el trabajo más diligente, son completamente vanos. No son los que  tienen las dotes más eminentes los que logran más éxito al trabajar por Dios, sino los que se mantienen en comunión más íntima con Cristo y son más  constantes en la oración. Los que claman con el profeta Ezequiel, "Ven de los cuatro puntos cardinales, Oh aliento, y sopla sobre estos muertos para que  vivan". Ezeq. 37.9. Los que siguen con más exactitud el modelo apostólico, y "se consagran a la plegaria y al ministerio de la palabra". Hech.6.4. ¡Feliz la  iglesia que tiene ministros que saben orar lo mismo que predicar! La pregunta que debemos hacer respecto a un nuevo ministro, no es solamente "¿Sabe  predicar bien?" sino también "¿Ora mucho a favor de su pueblo y de su obra?.

Aquí vemos lo que podríamos llamar el ritmo de la vida cristiana. La vida cristiana es un constante entrar en la presencia de Dios desde la presencia de la sociedad, y salir de la presencia de Dios a la presencia de nuestros semejantes. Es como el ritmo del descanso y el trabajo. No podemos trabajar a menos que tengamos un tiempo de descanso; y el sueño no nos vendrá a menos que hayamos trabajado hasta cansarnos.

Hay dos peligros en la vida. El primero es el peligro de una actividad demasiado constante. Ninguna persona puede trabajar sin descansar; y ninguna persona puede vivir la vida cristiana a menos que se tome tiempo con Dios. Bien pudiera ser que todos los problemas de nuestras vidas estuvieran en que no Le damos a Dios la oportunidad de hablarnos, porque no sabemos estarnos quietos y escuchar; no Le damos tiempo a Dios para recargar nuestras energías y fuerza espiritual, porque no apartamos un tiempo para esperar en Él. ¿Cómo podremos asumir las cargas de la vida si no tenemos contacto con el Que es el Señor de toda la vida? ¿Cómo podremos hacer la obra de Dios a menos que sea con las fuerzas que Dios da? ¿Y cómo podremos recibir esas fuerzas si no buscamos en tranquilidad y a solas la presencia de Dios?.

Segundo, existe el peligro de retirarnos demasiado. La devoción que no desemboca en la acción no es la verdadera devoción. La oración que no desemboca en las obras de servicio no es la verdadera oración. No debemos nunca buscar la comunión con Dios a fin de evitar la comunión con nuestros semejantes, sino para prepararnos mejor para ella. El ritmo de la vida cristiana es el encuentro alternativo con Dios en el lugar secreto y con nuestros semejantes en los diversos campos de la actividad humana.

 

Pero el descanso que Jesús buscaba para Sí mismo y para Sus discípulos no tendría lugar. Las multitudes vieron marcharse a Jesús y a Sus hombres.

Estas palabras están llenas de una tierna consideración. Nuestro Señor sabe bien que sus siervos son carne así como espíritu, y que tienen cuerpos lo mismo  que almas. Sabe que los mejores tienen un tesoro encerrado en vasos de tierra y están sujetos a muchas flaquezas. Les hace ver que no espera de ellos más que  lo que su fuerza corporal permite. Nos exige lo que podemos hacer, no lo imposible. "Apartaos" les dice, "y descansad un poco.

Estas palabras están llenas de profunda sabiduría. Nuestro Señor sabe que sus siervos tienen que atender a sus almas así como atender a las de los demás. Sabe  que dedicar una atención constante a una obra pública puede hacernos olvidar los intereses privados de nuestras almas y que mientras cuidemos de las viñas  ajenas, corremos peligro de descuidar la Nuevo Testamento. Cant.1.6. nos recuerda que es bueno que los ministros se retiren algunas veces de sus trabajos  públicos y se examinen. "Apartaos", les dice, "a un lugar desierto.

Desgraciadamente hay poco en la iglesia de Cristo que necesitan estas amonestaciones; hay pocos en peligro de trabajar demasiado y de dañar sus cuerpos y  sus almas por ocuparse con exceso de los demás. La gran mayoría de los que se llaman cristianos es indolente y perezosa, y nada hace en bien del mundo que  los rodea; pocos hay que necesiten de la brida tanto como del acicate; estos pocos, sin embargo, deben atesorar en sus corazones las enseñanzas que se  desprenden de este pasaje. Deben economizar su salud como un capital, y no malgastarlo como jugadores; deben contentarse con gastar la renta diaria de  fuerza que poseen, y no girar contra el principal destinadamente; deben recordar que hacer poco y hacerlo bien, es el medio de hacer más al cabo. Sobre todo  no deberían olvidarse nunca de vigilar del continuo sus corazones y proporcionarse de una manera metódica tiempo para examinarse y para meditar con  calma. El éxito del ministerio de una persona y de los buenos resultados de sus trabajos públicos está íntimamente enlazado con la buena condición de su  alma; muy útil le es el retirarse de cuando en cuando.

En este lugar determinado, el lago no tiene más que seis kilómetros de ancho yendo en barca, y quince kilómetros por tierra, rodeando el lago por la parte superior. En un día sin viento, o con viento contrario, se podría necesitar un cierto tiempo para cruzar en barca, y una persona que anduviera deprisa podría rodear el lago a pie y llegar antes que la barca. Eso fue lo que sucedió aquel día; y cuando Jesús y Sus hombres desembarcaron al otro lado, la misma multitud de la que se habían querido retirar para estar tranquilos un tiempo los estaba esperando allí.

Cualquier persona corriente se habría molestado mucho. El descanso que Jesús deseaba y necesitaba y se había ganado con creces se Le negaba. Le invadían Su intimidad. Cualquier persona normal se habría enfadado, pero Jesús Se conmovió de misericordia: por la condición lastimosa de la multitud. Fijemos la atención en los sentimientos que manifiesta nuestro Señor Jesucristo respecto a las personas que se les unieron. Leemos "que sintió por  ellas gran compasión, porque estaban como ovejas sin pastor". No tenían maestros que los enseñaran, y sus guías eran los escribas y fariseos que estaban  ciegos, sin recibir otro alimento espiritual que las tradiciones humanas. Millares de almas inmortales estaban allí, en presencia de nuestro Señor, ignorantes,  desvalidas, marchando por el ancho camino de la perdición. El bondadoso corazón de nuestro Señor Jesucristo se conmovió. "Sintió compasión por ellos, y  empezó a enseñarles muchas cosas.

No olvidemos nunca que nuestro Señor es el mismo ayer, hoy y eternamente, que jamás cambia y que en el cielo, a la diestra de Dios, contempla compasivo a  los hijos de los hombres; se compadece aún del ignorante y de los que están extraviados y aún está dispuesto a "enseñarles muchas cosas". Aunque siente un  amor especial por las ovejas que oyen su voz, siente también un amor inmenso y universal por el género humano entero, amor compasivo y lleno de  misericordia. Es una teología muy estrecha la que enseña que Cristo se ocupa tan solo de los creyentes. Apoyándonos en la Escrituras podemos asegurar a los  pecadores más endurecidos, que Jesús los compadece, que se ocupa de sus almas; que Jesús desea salvarlos y los invita a creer y a encontrar su salvación. Los miró; iban desesperadamente en serio; querían tanto lo que Él solo les podía dar; Le parecían como ovejas que no tuvieran pastor. ¿Qué quería decir con eso?

(i) Una oveja son pastor no puede encontrar el camino. Dejados a nosotros mismos, nos perdemos en la vida. El doctor Caims hablaba de personas que se sienten como " chiquillos en la lluvia.» Dante tiene un verso en el que dice: " Me desperté en medio del bosque, y estaba oscuro, y no se veía ningún camino.» La vida puede llenarnos de confusión. Puede que nos encontremos en un cruce de caminos, y no sepamos cuál tomar. Es solamente cuando Jesús nos guía y nosotros Le seguimos cuando podemos encontrar el camino:

(ii) Una oveja sin pastor no puede encontrar pastos ni agua. En esta vida tenemos que buscar sustento. Necesitamos fuerzas para seguir adelante; necesitamos inspiración para elevarnos por encima de nosotros mismos. Cuando buscamos estas cosas en otro sitio, nuestra mente sigue insatisfecha, nuestro corazón inquieto, nuestra alma en ayunas. Sólo podemos obtener las fuerzas para la vida del Que es el Pan de la Vida.

(iii) Una oveja sin pastor no tiene defensa frente a los peligros que la acechan. No se puede defender ni de los ladrones ni de las fieras. Si la vida nos ha enseñado algo es que no podemos vivir solos. Nadie se puede defender a sí mismo de las tentaciones que le asedian y del mal del mundo que le ataca. Sólo en la compañía de Jesús podemos caminar por el mundo y librarnos del mal. Sin Él no tenemos defensa; con Él estamos a salvo.

 Preguntémonos si comprendemos el espíritu de Cristo y lo sentimos en nosotros. ¿Nos interesamos  como El por las almas de los inconversos? ¿Nos compadecemos, como El, profundamente a todos los que están como ovejas  sin pastor? ¿Nos cuidamos de los impenitentes y de los impíos que están a nuestra puerta? ¿Nos cuidamos de los paganos,  de los judíos, de los mahometanos, de los católicos romanos que habitan en remotas tierras? ¿Empleamos todos los medios  que están a nuestro alcance y damos con placer nuestro dinero, para esparcir el Evangelio por el mundo? Estas son  preguntas muy graves, y que exigen graves respuesta. El que no se cuida de las almas de los demás no es como Jesucristo.

Puede muy bien ponerse en duda si está convertido, y si conoce el valor de su misma alma.

Es un hecho indudable que ningún milagro de Jesús parece haberles hecho tanta impresión a los discípulos como este, porque es el único que nos cuentan los cuatro evangelios. Ya hemos visto que el evangelio de Marcos realmente incorpora los materiales de la predicación de Pedro. El leer esta historia, tan sencilla pero también tan dramáticamente contada, es leer algo que suena al relato de un testigo presencial. Notemos algunos de sus detalles peculiares y realistas.

La multitud se sentó en la hierba verde. Es como si Pedro estuviera viendo otra vez toda la escena con los ojos de la memoria. Resulta que esta breve frase descriptiva nos provee de un montón de información. La única parte del año cuando la hierba estaría verde sería al final de la primavera, al final de abril. Así es que sería por entonces cuando tuvo lugar este milagro. En esa época, el sol se pone hacia las seis de la tarde; así es que esto tiene que haber sucedido algo antes de esa hora.

Marcos nos dice que se sentaron en secciones de cien o de cincuenta. La palabra que se usa para secciones (prasíai) es una palabra muy pictórica. Es el término griego normal para lechos de plantas en una huerta o de flores en un jardín. Mirando a esos pequeños grupos, sentados ordenadamente, parecerían como bancales de plantas en una huerta.

Al final recogieron doce cestas de pedazos sobrantes. Ningún judío ortodoxo viajaba nunca sin su cesta característica (kofinos). Los autores latinos nos han dejado chistes que se hacían de los judíos con sus cestas. Había dos razones para llevar esa cesta, que estaba hecha de mimbre y tenía un cuello estrecho que se iba ensanchando hacia abajo. La primera era que un judío ortodoxo tenía que llevar sus provisiones de comida para estar seguro de comer alimentos permitidos por la Ley. Segunda, muchos judíos iban por la vida de pordioseros profesionales, y metían lo que les daban en su cesta. La razón de que hubiera doce cestas es sencillamente que los apóstoles eran doce. Fue en sus propias cestas donde recogieron ahorrativamente los trozos sobrantes para que no se perdiera nada.

Lo más maravilloso de esta historia es que por toda ella discurre el contraste implícito entre la actitud de Jesús y la de Sus discípulos.

(i) Nos muestra dos reacciones a la necesidad humana. Cuando los discípulos vieron lo tarde que era y lo cansada y hambrienta que estaba la gente, dijeron: " Despídelos para que puedan encontrar algo de comer.» Lo que equivalía a decir: «Estas personas están cansadas y hambrientas. Líbrate de ellas, y que sea otro el que se preocupe de ellos.» Pero Jesús dijo: «Dadles vosotros algo de comer.» Lo que Jesús estaba diciendo de hecho era: «Estas personas están cansadas y hambrientas. Tenemos que ayudarlas.» Siempre hay personas que se dan perfecta cuenta de que hay otras que tienen dificultades y problemas, pero que quieren pasarle la responsabilidad de hacer algo para ayudarlos a algún otro; y hay algunas personas que, cuando ven que alguien está pasando apuros, se sienten impulsados a ayudarle por sí mismos. Hay algunos que dicen: «Que se encarguen otros.» Y hay quienes dicen: "La necesidad de tú hermano es mi responsabilidad.»

(ii) Nos muestra dos reacciones a los recursos humanos. Cuando Jesús les pidió a Sus discípulos que le dieran a la gente algo de comer, insistieron en que doscientos denarios no bastarían para comprar solamente el pan. La palabra que usan casi todas las versiones es denario. Esta era una moneda de plata que representaba el salario diario de un obrero. Lo que los discípulos estaban diciendo realmente era: "Lo que ganara un obrero en seis meses no bastaría para darle a cada uno de estos el pan de una comida.» Realmente querían decir: "Lo que nosotros podamos tener es totalmente insuficiente.»

Jesús les preguntó: "¿Cuánto tenéis?» Tenían cinco panes. No serían hogazas grandes, sino más bien panecillos. Juan (6:9) nos dice que eran panecillos de cebada, que eran el alimento de los más pobres de los pobres. El pan de cebada era el más barato y áspero de todos. También tenían dos pescados, que serían probablemente del tamaño de sardinas. Teriquea -que quiere decir " el pueblo del pescado salado»- era un lugar muy conocido en las proximidades del lago, del que se mandaba pescado salado a todo el mundo. Los pescaditos salados se comían con delicia con los panecillos secos.

No parecía gran cosa. Pero Jesús lo tomó en Sus manos, e hizo maravillas con ellos. En las manos de Jesús, poco es siempre mucho. Puede que creamos que tenemos poco talento o pocos medios que ofrecerle a Jesús. Esa no es razón para un pesimismo derrotista como el de los discípulos. Lo único fatal es decir: «Para lo que yo puedo hacer, no vale la pena intentarlo.» Si nos ponemos en manos de Jesucristo, está por ver lo que Él puede hacer con nosotros y por medio de nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario