} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ESTE ES EL CONOCIMIENTO QUE SALVA, LA VIDA ETERNA

lunes, 29 de marzo de 2021

ESTE ES EL CONOCIMIENTO QUE SALVA, LA VIDA ETERNA

  

Mar 8:27  Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

Mar 8:28  Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.(E)

Mar 8:29  Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.(F)

Mar 8:30  Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.

 

      Cesarea de Filipo estaba totalmente fuera de Galilea. No estaba en el territorio de Herodes, sino en el de Felipe. Era un pueblo con una historia sorprendente. Anteriormente se había llamado Badinas, porque había sido un gran centro del culto de Baal. Hasta nuestros días se llama Bániyás, que es una forma de Paneas. Este nombre se inspiraba en el hecho de que hay una caverna en la ladera de la montaña que se decía que era el lugar de nacimiento del dios griego Pan, el dios de la naturaleza, donde nace el río Jordán. Más arriba en la misma ladera se erguía un templo de mármol blanco reluciente que había mandado construir Felipe a la divinidad del César, el emperador romano, el soberano del mundo, al que se consideraba un dios.

Es sorprendente que fuera precisamente allí donde Pedro descubrió en el Carpintero ambulante galileo al Hijo de Dios. La religión antigua de Palestina estaba en el aire, y la memoria de Baal se cernía a su alrededor. Los dioses de la Grecia clásica también se invocaban en todo aquel lugar, y sin duda se creían oír las flautas de Pan y se podían vislumbrar las ninfas de la foresta. El Jordán les traería a la memoria episodio tras episodio de la historia de Israel y de la conquista de aquella tierra. Y al sol naciente relucía y deslumbraba el mármol del lugar santo que recordaba a todo el mundo que César era un dios. Precisamente en aquel lugar, como si hubiera sido contra el trasfondo de todas las religiones y de toda la Historia, Pedro descubrió que un Maestro ambulante de Nazaret, Que iba de camino hacia una cruz, era el Hijo de Dios. No hay casi nada en toda la historia evangélica que muestre tan claramente como este incidente la fuerza absoluta de la personalidad de Jesús. La encontramos en el mismo centro del Evangelio de Marcos, y esto a propósito, porque representa la cima del Evangelio. En un sentido por lo menos este fue el momento crítico de la vida de Jesús. Pensaran Sus discípulos lo que pensaran, Él estaba seguro de que Le esperaba inevitablemente una cruz. Las cosas no podían prolongarse mucho. La oposición se estaba concentrando para asestar el golpe mortal. El problema que se Le presentaba a Jesús era este: ¿Había producido algún efecto Su vida? ¿Había logrado algo? O, para decirlo de otra manera, ¿había descubierto alguien Quién era Él de veras? Si hubiera vivido y enseñado y actuado entre los hombres sin que nadie hubiera vislumbrado a Dios en Él, entonces toda Su Obra habría sido inútil. No había más que una manera de dejar un mensaje a la humanidad, y era escribirlo en el corazón de alguna persona.

Viajes dichosos aquellos en que el tiempo no se pierde en fruslerías, sino que se aprovecha en cuanto es posible meditando y discutiendo cuestiones graves.

Observemos la variedad de opiniones respecto a Cristo que prevalecía entre los judíos. Unos decían que era Juan Bautista, otros Elías, y algunos que era uno  de los profetas. En una palabra parece que circulaban mil diferentes opiniones, excepto la verdadera.

El mismo espectáculo se nos presenta hoy día. Cristo y su Evangelio son tan poco comprendidos en realidad, y son asunto de tantas opiniones diferentes como  hace dos mil años. Muchos saben el nombre de Cristo, lo reconocen como un Ser que vino al mundo a salvar a los pecadores, y que es adorado en  unos edificios que han sido separados y dedicados a su servicio. Pocos son los que están íntimamente convencidos de que es Dios, el único Mediador, el único  Gran Sacerdote, la única fuente de vida y paz, su propio Pastor y su propio Amigo. Es muy común oír expresar ideas vagas respecto a Cristo; aun es muy raro  un conocimiento de Cristo razonado y experimental. No descansemos hasta que no podamos decir de Cristo, "Mi Amado es mío y yo soy Suyo." Cant. 2:16.

Así que, en este momento, Jesús lo puso todo a prueba. Preguntó a Sus discípulos qué se estaba diciendo acerca de Él, y Le comunicaron los rumores y los comentarios populares. Entonces se produjo un silencio sobrecogedor, y Jesús les hizo a Sus discípulos la pregunta clave: " ¿Quién decís vosotros que soy?" Y Pedro se dio cuenta en aquel instante de lo que siempre había sabido en lo más íntimo de su corazón: Era el Mesías, el Cristo, el Ungido, el Hijo de Dios. Y por esa respuesta supo Jesús que no había fracasado.

Esta fue una respuesta muy noble, citando se toman debidamente en consideración las circunstancias en que se dio. Se dio cuando estaba Jesús en una  condición pobre, sin honores, sin majestad, ni riquezas, ni poder; cuando los principales de la nación judía, tanto en la iglesia como en el estado, rehusaban  reconocer a Jesús como el Mesías. Y, sin embargo, Simón Pedro dice, "Tú eres el Cristo." La fuerza de su fe no flaqueó ante la pobreza y la baja condición en  que se encontraba nuestro Señor. Su confianza no sufrió quebranto alguno al ver la oposición de los escribas y fariseos, y el desprecio de los gobernadores y  sacerdotes. Ninguna de esas consideraciones influyó en Simón Pedro. Creía que Aquel a quien seguía, Jesús de Nazaret, era el Salvador prometido, el  verdadero Profeta más grande que Moisés, el Mesías predicho por tanto tiempo. Así lo declaró valiente y decididamente; el credo de él y de sus compañeros  era "Tú eres el Cristo...

Mucho podemos aprender con provecho de la conducta de Pedro en esta ocasión. Aunque algunas veces era mudable y cometía sus errores, la fe que mostró  en el pasaje que ahora meditamos, es digna de ser imitada. Una confesión tan franca como la suya es la prueba más evidente de una fe viva, y es un requisito  indispensable en todos tiempos en los que quieren ser verdaderos discípulos de Cristo. Debemos estar prontos a confesar a Cristo, como lo hizo Pedro.

Descubriremos que nuestro Maestro y su doctrina no son nunca muy populares. Preparémonos a confesarlo con la seguridad de que pocos estarán de nuestro lado y sí muchos en contra nuestra. Pero cobremos ánimo y sigamos las huellas de Pedro, que no dejaremos da recibir la recompensa de Pedro. Jesús recuerda  a los que lo confiesan delante de los hombres, y un día los reconocerá siervos suyos ante la humanidad congregada.

Ahora llegamos a la cuestión que se ha planteado y contestado a medias más de una vez hasta ahora, pero que debemos contestar ahora en detalle, o toda la historia evangélica será totalmente ininteligible. Tan pronto como Pedro hizo este descubrimiento, Jesús le dijo que no se lo dijera a nadie. ¿Por qué? Porque, en primer lugar y por encima de todo, Jesús tenía que enseñarles a Pedro y a los demás lo que quería decir en realidad el mesiazgo. Para comprender la Obra que Jesús había de realizar y el verdadero sentido de esta necesidad, tenemos que preguntarnos en detalle cuáles eran las ideas acerca del Mesías que había en tiempos de Jesús. Muy importantes son las circunstancias que aquí se consignan. Tuvieron lugar en un viaje, y se suscitaron a consecuencia de una conversación "durante el  camino...

 

Recordemos el contexto histórico:

A lo largo de toda su historia, los judíos no se olvidaron nunca que eran, en un sentido muy especial, el pueblo escogido de Dios, Por esa causa, pensaban que les correspondía un puesto muy importante en el mundo. En los días antiguos esperaban lograr esa posición por lo que podríamos llamar medios naturales. Siempre consideraron que los días más grandes de su historia habían sido los del rey David; y soñaban con un día en el que surgiera otro rey de la dinastía de David, un rey que los hiciera grandes en justicia y en poder (Isa_9:7 ; Isa_11:1 ; Jer_22:4 ; Jer_23:5 ; Jer_30:9 ).

Pero, conforme fue pasando el tiempo, se fueron convenciendo a su pesar de que esa grandeza soñada no se lograría nunca por medios naturales. Las diez tribus fueron deportadas a Asiria, y se perdieron para siempre. Los babilonios conquistaron Jerusalén, y se llevaron cautivos a los judíos. Luego vinieron los persas como sus amos; después los griegos, y por último los Romanos. Lejos de llegar a nada que pareciera dominio universal, los judíos pasaron siglos sin conocer lo que era ser completamente libres e independientes.

Entonces surgió otra línea de pensamiento. Es verdad que la idea de un gran rey de la dinastía de David nunca se desvaneció del todo y estuvo siempre entretejida de alguna manera en su pensamiento; pero más y más empezaron a soñar con el día en que Dios interviniera en la Historia y lograra por medios sobrenaturales lo que no se podría lograr jamás por medios naturales. Esperaban que el poder divino hiciera lo que le era absolutamente imposible hacer al poder humano.

Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento hubo una verdadera floración de libros acerca de los sueños y pronósticos acerca de esta nueva edad y de la intervención de Dios. Se llama en general a estos libros apocalipsis, que quiere decir revelaciones. Estos libros se presentaban como revelaciones acerca del futuro. Es a ellos adonde debemos acudir para descubrir lo que creían los judíos de tiempos de Jesús acerca del Mesías y de la nueva edad. Es sobre el trasfondo de sus sueños donde debemos colocar el sueño de Jesús.

En estos libros aparecen ciertas ideas básicas. Seguimos aquí la clasificación de esas ideas que hace Schürer en su Historia del pueblo judío en tiempos de Jesucristo.

(i) Antes que viniera el Mesías habría un tiempo de terrible tribulación. Sería el alumbramiento mesiánico, los dolores de parto de una nueva era. Todos los horrores imaginables explotarían sobre el mundo; todos los baremos de honor y de decencia serían arruinados; el mundo se convertiría en un caos físico y moral.

 

Y el honor se volverá vergüenza, y la fuerza será humillada despectivamente, y la probidad será destruida, y la belleza se convertirá en fealdad... Y la envidia se erguirá en los que nunca se consideraron de ningún valor y la violencia se apoderará de los pacíficos, y a muchos impulsará la ira a dañar a muchos, y levantarán ejércitos para derramar sangre, y todos acabarán por perecer juntamente.      (2 Baruc 27)

 

Habría «en el mundo temblor de tierra, y alboroto de pueblos» ( Ezr_9:3 ; cp. Mat_24:7; Mat_24:29 ).

 

De los cielos caerán a la tierra objetos ardientes. Se producirán luces, grandes y deslumbrantes, reluciendo en medio de las gentes; y la Tierra, la madre universal, se sacudirá en esos días a la mano del Eterno. Y los peces de la mar y las bestias de la tierra y las innumerables greyes de las aves y todas las personas humanas y todos los mares tendrán sacudidas en la presencia del Eterno, y habrá pánico. Y los excelsos picos de las montañas y las gigantescas colinas rasgará, y los lóbregos abismos se harán visibles a todos. Y los altos torrentes de las excelsas montañas se llenarán de cadáveres y las rocas fluirán con sangre y todos los torrentes inundarán las llanuras... Y Dios juzgará a todos con guerra y con espada, y caerá de los cielos azufre, y piedras y lluvia y granizo continuo y dañino. Y la muerte cabalgará sobre los cuadrúpedos . ... Sí: la tierra misma beberá la sangre de los que vayan pereciendo, y las fieras se hartarán de su sangre.

(Oráculos Sibilinos 3:363ss)

 

La Misná enumera como señales de la proximidad de la venida del Mesías:

La arrogancia aumenta, la ambición se dispara, la vid produce fruto pero el vino está caro. La autoridad se convierte en herejía. No hay instrucción, la sinagoga se dedica a la obscenidad. Galilea es destruida, Gablán queda desierto. Los habitantes de un distrito van de ciudad en ciudad sin encontrar compasión. Se aborrece la sabiduría de los entendidos, los buenos son despreciados, la verdad se ausenta. Los muchachos insultan a los ancianos, los viejos se exponen a los niños. El hijo desprecia al padre, la hija se rebela contra la madre, la nuera contra la suegra. Los enemigos del hombre serán los de su propia casa.

 

El tiempo que precediera a la venida del Mesías sería un tiempo cuando el mundo se desintegraría y se relajarían todos los vínculos. El orden físico y moral se colapsaría.

(ii) En ese caos aparecería Elías como precursor y heraldo del Mesías. Él sanaría las grietas y traería orden al caos para preparar el camino del Mesías. Especialmente, resolvería las disputas. De hecho, la ley oral judía establecía que el dinero y las haciendas cuya propiedad se discutiera, y todo lo que se encontrara y no se supiera de quién era, podría esperar " hasta que viniera Elías.» Cuando viniera Elías, ya faltaría poco para que le siguiera el Mesías.

(iii) Y entonces vendría el Mesías. La palabra hebrea Mashíaj y la palabra griega Jristós quieren decir lo mismo: El Ungido. A los reyes se los coronaba ungiéndolos, y el Mesías era el Rey Ungido de Dios. Es importante tener presente que Cristo no es un nombre, sino un título. De ahí que en algunas versiones del Nuevo Testamento y libros sobre él se ponga " Jesús el Mesías» en lugar de Jesucristo; pero ya la palabra mashíaj se había traducido al griego por jristós en la Septuaginta. Algunas veces se pensaba en el Mesías como un rey de la dinastía de David, pero más corrientemente como una gran figura sobrehumana que irrumpiría en la Historia para rehacer el mundo y vindicar al pueblo de Dios.

 

(iv) Las naciones paganas se aliarían y unirían contra el Campeón de Dios.

 

Los reyes de las naciones paganas se lanzarán contra esta tierra acarreándose justa retribución. Tratarán de desmantelar el altar del Dios todopoderoso y de los hombres más nobles cuando quiera que vengan a la tierra. En un círculo alrededor de la ciudad colocarán los malditos reyes cada uno su trono rodeados de sus infieles pueblos. Y entonces Dios hablará con voz potente a todos los pueblos indisciplinados e insensatos, y vendrá el juicio sobre ellos del Dios todopoderoso, y todos perecerán a manos del Eterno.

(Oráculos Sibilinos 3:363-372).

 

El resultado será la total destrucción de esos poderes hostiles. Filón decía que el Mesías " tomaría el campo, y haría guerra y destruiría naciones grandes y populosas.»

 

Este es el viento que el Altísimo ha reservado a la fin contra ellos, y sus impías fraudes; el cual los argüirá, y echará sobre ellos sus robos. Porque Él los hará venir vivos a juicio, y des que los haya convencido, los castigará.

(4 Ezr_12:32  s, B O.).

 

'Ocurrirá en esos días que no se salvará nadie con oro ni plata, ni podrá escapar. "No habrá hierro para la guerra, ni nada que ponerse como peto, ni servirá el bronce, ni el estaño valdrá ni contará, ni se querrá el plomo. 'Todas estas cosas serán desechadas y habrán de desaparecer de la faz de la tierra, cuando aparezca el Elegido ante la faz del Señor de los espíritus.

(1 Henoc 52,7-9, D M.).

 

El Mesías será el conquistador más destructivo de la Historia, derrotando a Sus enemigos hasta la extinción total.

(vi) Seguiría la renovación de Jerusalén. A veces se concebía como la purificación de la ciudad existente. Más a menudo, como el descenso del Cielo de la nueva Jerusalén. «`Me levanté para ver hasta que él enrolló la vieja casa. Sacaron todas las columnas, vigas y ornamentos de la casa, enrollados junto con ella; los sacaron y echaron en un lugar al sur de la tierra. 29Vi que trajo el dueño de las ovejas una casa nueva, más grande y alta que la primera, y la puso en el lugar de la que había sido recogida. Todas sus columnas y ornamentos eran nuevos y mayores que los de la antigua que había quitado, y el dueño de las ovejas estaba dentro» (Henoc 90,28s, D M.).

(vii) Los judíos que estaban dispersos por todo el mundo serían recogidos en la nueva Jerusalén. Hasta el día de hoy el libro judío de oraciones diarias incluye la petición: "¡Izad la bandera para reunir a los dispersos y congregarlos de los cuatro puntos cardinales de la Tierra!» El capítulo 11 de los Salmos de Salomón contiene un doble cuadro de ese retorno:

 

¡Tocad la trompeta en Sión para reunir a los santos, haced que se oiga en Jerusalén la voz del que trae alegres nuevas; porque Dios ha tenido piedad de Israel al visitarlos! ¡Colócate en la cumbre, Jerusalén, y mira a tus hijos, del Oriente y del Poniente, reunidos por el Señor! ¡Vienen del Norte con el gozo de su Dios, de las islas lejanas Dios los ha reunido! Ha abatido montañas altas allanándolas para ellos; las colinas huyeron cuando entraron. Los bosques les dieron cobijo cuando pasaban; todos los árboles aromáticos hizo Dios que brotaran para ellos, para que Israel pasara adelante en la visitación de la gloria de su Dios. ¡Ponte, Jerusalén, tus ropas de fiesta; prepara tu túnica santa; por cuanto Dios ha decretado el bien para Israel para siempre jamás, haga el Señor lo que ha hablado referente a Israel y Jerusalén; levante el Señor a Israel por Su glorioso nombre. ¡Sea la misericordia del Señor sobre Israel por siempre y siempre!


Se puede ver fácilmente lo judío que había de ser este nuevo mundo. El elemento nacionalista domina por todas partes.

(viii) Palestina sería el centro del mundo, y el resto del mundo le sería sometido. Todas las demás naciones serían subyugadas.

A veces se concebía como un dominio pacífico:

 Y todas las islas y las ciudades dirán: «¡Cómo ama el Eterno a estas personas!» Porque todas las cosas obran en armonía con ellas y las ayudan... ¡Venid, postrémonos en tierra y supliquemos al eterno Rey, el Todopoderoso, el Dios perdurable! Vayamos en procesión a Su Templo, porque Él es el único Potentado.

(Oráculos Sibilinos 3,690ss).

 

Más corrientemente se presentaba el fin de los gentiles como una destrucción total, ante la que se regocijaría Israel. y Él aparecerá para castigar a los gentiles, y destruirá todos sus ídolos.

Entonces tú, Israel, serás feliz.Te montarás sobre los cuellos y las alas de las águilas (es decir, Roma, el águila, será destruida) y ellos terminarán, y Dios te exaltará.

 Y tu mirarás desde las alturas  y verás a tus enemigos en la gehena, y los reconocerás y te regocijarás.

(Asunción de Moisés 10,8-10).

 

Era una descripción sombría. Israel se regocijaría al ver a sus enemigos quebrantados y en el infierno. En cuanto a los israelitas que hubieren muerto, resucitarían para participar en el nuevo mundo.

(ix) Finalmente vendría una nueva edad de paz y de bondad que permanecería para siempre.

 

Estas eran las ideas mesiánicas que había en las mentes cuando vino Jesús: violentas, nacionalistas, destructivas, vengativas. Cierto que terminaban en el perfecto Reino de Dios; pero llegaban a él a través de un baño de sangre y una carrera de conquista. Figuraos a Jesús en un trasfondo así. No es extraño que tuviera que reciclar a Sus discípulos en el nuevo sentido del mesiazgo; ni tampoco que Le crucificaran al final como hereje. No había lugar en un panorama así para una Cruz, ni para el amor doliente.

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