Mar 9:30 Habiendo
salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.
Mar 9:31 Porque
enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en
manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer
día.
Mar 9:32 Pero ellos
no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
Este pasaje marca un hito en el camino. Jesús había salido de las
regiones del Norte, donde había estado a salvo, y estaba dando el primer paso
hacia Jerusalén y la Cruz. Ahora no quería verse rodeado de multitudes. Sabía
muy bien que, a menos que pudiera escribir Su mensaje en los corazones de Sus
escogidos, había fallado. Cualquier maestro puede dejar a la posteridad una
serie de proposiciones; pero Jesús sabía que eso no era suficiente. Tenía que
dejar tras Sí un equipo de personas en las que estuvieran escritas esas
proposiciones. Tenía que asegurarse antes de salir de este mundo en cuerpo, que
había algunos que entendían, aunque fuera vagamente, lo que Él había venido a
decir.
Marquemos, en estos versículos, que nuestro Señor
renueva el anuncio de su próxima muerte, y de su resurrección. "Enseñó a
sus discípulos, y les dijo, el Hijo del
hombre será entregado en manos da hombres, que lo matarán; y después que él sea
muerto, resucitará al tercer día...
Aparente es una vez más la torpeza de los discípulos
en comprender las cosas espirituales, tan pronto como se les hizo este anuncio.
Algo de bueno había en la noticia, así
como también mal aparente; algo de dulce y de amargo, de vida y de muerte, de
resurrección y de cruz. Pero todo eso fue oscuridad para los confundidos discípulos. "No entendieron
aquellas palabras, y tuvieron miedo de preguntar." Tenían aún la cabeza
llena de ideas equivocadas respecto al reino
de su Maestro sobre la tierra. Creían que su reino terrenal iba a
establecerse inmediatamente. Nunca nos cuesta más trabajo comprender como
cuando preocupaciones y opiniones
preconcebidas oscurecen nuestros ojos.
Se descubre en este nuevo anuncio que hace la
inmensa importancia de la muerte y de la resurrección de nuestro Señor. Por
algo nos recuerda que tenía que morir;
deseaba hacernos comprender que su muerte era el gran objeto que se había
propuesto al venir a este mundo. Quería
recordarnos que con esa muerte quedaría
resuelto el gran problema, como Dios podría ser justo, y justificar al mismo
tiempo a los pecadores. No vino a la tierra tan solo para enseñar,
predicar y hacer milagros; vino para dar
satisfacción por el pecado con su propia sangre y sus sufrimientos en la cruz.
No olvidemos esto nunca. La encarnación, el
ejemplo, y las palabras de Cristo, son de gran importancia; pero el gran
objeto que demanda toda nuestra atención en la historia de su ministerio
terrenal, es su muerte en el Calvario.
Esta vez, la tragedia de Su advertencia es aún más
punzante. Si la comparamos con el pasaje anterior, en el que El predijo Su
muerte (Mar_8:31), vemos que aquí añade una frase: «El Hijo del Hombre es
entregado en manos de hombres.» Había un traidor en la pequeña compañía, y
Jesús lo sabía. Podía ver lo que se estaba fraguando en la mente de Judas.
Puede que pudiera verlo mejor que el mismo Judas. Y cuando Él dijo: "El
Hijo del Hombre es entregado en manos de hombres,» no estaba anunciando sólo un
hecho y haciendo una advertencia, sino que estaba dirigiendo una última llamada
al hombre en cuyo corazón se estaba formando el propósito traidor.
Pero todavía los discípulos no comprendían. Lo que
no comprendían era el detalle de la Resurrección. Para entonces eran
conscientes de la atmósfera de tragedia; pero hasta que llegó el final no
captaron la seguridad de la Resurrección. Aquello era una maravilla demasiado
grande para ellos; una maravilla que solamente captarían cuando llegara a ser
un hecho consumado.
Aunque no entendían, tenían miedo de hacer más
preguntas. Era como si supieran tanto que tuvieran miedo de saber más. Puede
que una persona reciba el veredicto de su médico; que se dé cuenta de que el
sentido general del veredicto es malo, pero no entiende todos los detalles, y
tiene miedo de hacer preguntas por la sencilla razón de que tiene miedo de
saber más. Los discípulos estaban en ese caso.
Algunas veces nos sorprende que no pudieran captar
lo que se les decía tan claro. La mente humana tiene un mecanismo maravilloso
de defensa para rechazar lo que no quiere saber. ¿Somos nosotros tan diferentes
de ellos? Una y otra vez hemos escuchado el mensaje cristiano. Conocemos la
gloria de aceptarlo y la tragedia de rechazarlo; pero muchos están tan lejos
como siempre de darle su plena confianza y modelar sus vidas de acuerdo con él.
Las personas todavía aceptamos las partes del mensaje cristiano que nos gustan
y nos van bien, y nos resistimos a comprender el resto.
Esto nos muestra claramente lo lejos que
estaban los discípulos de comprender el verdadero significado del mesiazgo de
Jesús. Les había dicho repetidas veces lo que Le esperaba en Jerusalén, y ellos
estaban todavía pensando en Su Reino en términos terrenales, y en sí mismos
como los principales ministros del estado.
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