} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL ESPÍRITU SANTO

viernes, 5 de abril de 2013

EL ESPÍRITU SANTO


Nuestros tres adversarios son: el diablo, el mundo, la carne. Como cristianos nuestra actitud hacia ellos puede expresarse en una sola palabra: RENUNCIAR.
No puede haber regateos, ni hacer concesiones, ni vacilaciones. La renuncia absoluta es el único camino para que el cristiano alcance la victoria final. Hay glorias nuevas para aquellos que ya han estado luchando contra las tentaciones. No se les pide que luchen solos.  La Biblia dice en Romanos 8:13:”Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.”
Recordemos  que Jesús prometió que nunca nos dejaría ni nos desampararía. Jesús nos aseguró, que al volver al Padre,  nos enviaría al Consolador, la Tercera  Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo para que estuviese con nosotros para siempre.
El Espíritu Santo es el Ser más poderoso hoy día en el mundo. La época del Antiguo Testamento  fue la de Dios, Padre. Durante el tiempo que estuvo Jesús en la tierra fue la época de Dios, Hijo. Desde Pentecostés, vivimos en la época de Dios, Espíritu Santo.
La Biblia dice que en el momento que recibiste a Cristo como tu Salvador, el Espíritu Santo comenzó a morar en tu  corazón. San Pablo advirtió que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.
Dirás:*pero no siento nada en mi corazón, no siento que el Espíritu de Dios more en mi*.
Olvida tus sensaciones. No eres salvo  por experimentar tus sensaciones y puedes muy bien sentir la presencia del Espíritu, o no. Acéptalo, por fe, como un hecho.
Ahora mismo vive en ti para exaltar y glorificar a Cristo para que puedas vivir una vida feliz, radiante, victoriosa, que honre a Cristo. La Biblia manda que seamos “llenos del Espíritu” Efesios 5:18. Si estás lleno del Espíritu, entonces manifestarás fruto del Espíritu que es: Gálatas 5:22-23 “caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad,  fe, mansedumbre, templanza". El ser lleno del Espíritu no es una opción para ti y para mí. Es un imperativo, es un deber ineludible cuando hemos nacido de nuevo.

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