Tercera:·Confía
constantemente en el Espíritu Santo.
Recuerda que CRISTO mora
en ti mediante el Espíritu Santo·. Tu
cuerpo ahora es la morada de la Tercera Persona de la Trinidad. No le pidas que
te ayude como se pide a un criado. Suplícale que entre, y que lo haga todo, que reine en tu
vida; hazte a un lado y permite que Él escoja y decida lo que te conviene. Es
imposible que te mantengas firme en tu
vida cristiana, pero Él puede sostenerte. Si tú te opones o resistes, le
será muy difícil ayudarte, deja esos complejos y tensiones internas; no te
preocupes por decisiones importantes; no te inquietes por el mañana; no te
atormentes por las necesidades de la vida; Él es el Dios del mañana, ve el fin
desde el principio, Él proveerá. Estarás libre de tensiones, conflictos internos
y preocupaciones. Con seguridad perfecta en el Espíritu Santo, hallarás que
muchas de tus dolencias físicas y morales, desaparecerán.
Cuarta: · Asiste a tú
iglesia con regularidad·
El Cristianismo, es una relación con tu Salvador y con tus
hermanos de fe. Donde os encontréis en ese lugar se adora a Dios. La Iglesia es
la institución de Cristo en la tierra formada por todos y cada uno de los nacidos
de nuevo por fe. Donde se encuentren reunidos los cristianos, allí en medio
estará Jesús, a través del Espíritu Santo. Nada puede sustituir ese encuentro
con tus hermanos de fe para escuchar la Palabra de Dios. No hay escusas, como hace
calor, llueve, hace frío, estoy cansado…etc. Tanto nuestros cuerpos como
nuestros espíritus son obra y creación de Dios por lo tanto nuestra presencia
es necesaria para rendirle el culto debido en el acto de adoración a Dios en
comunión de otros cristianos.
Quinta: ·Sé un
cristiano dando testimonio·
Ya que fuiste llamado y sellado como embajador del Rey de
reyes, tu bandera debe ondear bien alta. Si no estás dispuesto a izar tu
bandera de cristiano en tu casa, en el trabajo, en la oficina, o en la escuela,
entonces no mereces ser embajador de
Cristo. Debes aclarar tu posición y dar a conocer a tus prójimos que eres
cristiano. Has de ser testigo de Cristo. Testificamos de dos maneras: por la
vida y por la palabra. Ninguna por sí sola será suficiente. El propósito que
Dios tiene para ti y para mí, después de nuestra conversión, es que seamos
testigos de su gracia y poder salvador. Tenemos que ser para Cristo soldados de
primera línea de fuego, siempre dispuestos a dar la batalla de la fe. Cristo
dijo: “A cualquiera, pues, que me
confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de Mi Padre
que está en los cielos.”S. Mateo 10:32. Nosotros, como cristianos, tenemos
la Palabra de Dios, Nuestro Gran Jefe ha dicho:”Id, y llevad el mensaje al mundo que perece.” Algunos la
descuidan. Otros rompen el mensaje y lo sustituyen con otro que inventaron. Los
hay que quitan una parte. Otros dicen al pueblo que el Señor no se expresa con
claridad. Algunos dicen que realmente no escribió el mensaje, sino que fue
escrito por hombres comunes que se equivocaron respecto a su significado. S.
Pablo exhortó, hace siglos, a los cristianos que enseñaran solamente la Palabra.
Recordemos que estamos sembrando semilla sana, no leudada. Alguna semilla puede
caer en veredas duras, entre espinas, pero nuestro deber es seguir sembrando,
no tenemos derecho a abandonar nuestra labor sólo porque nos parezca que el terreno no es fértil. Estamos
encendiendo una luz en este mundo lleno de odio, egoísmo y orgullo, tal vez
nuestra luz parezca muy tenue entre tanta oscuridad, pero ese puntito debemos
mantenerlo encendido para que pueda servir de guía para los que están en
peligro. Esa semilla es el Pan de Salvación para un mundo hambriento y aunque
muchos lo rechacen debemos seguir ofreciéndolo. Tenemos que perseverar, nunca
debemos darnos por vencidos. Golpeando el martillo de la Palabra sin cesar,
aunque los golpes sólo parezcan producirnos ampollas, tenemos que seguir
martilleando con la Biblia en la mano. ¡Sé un ganador de almas! La experiencia
más conmovedora del hombre, es ganar a otro para Jesucristo. Eso vale más que todo
el oro del mundo, no hay felicidad, ni experiencia, que pueda compararse al
gozo de ganar a una persona para Cristo. ¡Sé un testigo de Cristo!
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