} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA BÚSQUEDA DEL HOMBRE

sábado, 20 de abril de 2013

LA BÚSQUEDA DEL HOMBRE

Cuantas personas cada año, cansadas de buscar respuesta a sus preguntas vagando por esta jungla, fabricada por los hombres, que llamamos civilización, deciden poner fin a su vida, porque somos una civilización de gente vacía, de cabezas llenas de conocimientos, pero dentro del alma un vacío espiritual que todo da igual.

Diariamente muchos padres se quejan de que no entienden, ni pueden con sus hijos; que no saben lo que les pasa.
Los padres no parecen entender que sus hijos, aparentemente bien educados y cuidadosamente criados, en realidad están vacíos.  Y, ¿por qué están vacíos.  Porque no saben de donde vinieron ni por qué están aquí, ni a donde van.
Se parecen a filas de automóviles nuevos, perfectos en todos los detalles, pero sin gasolina en el depósito. Lo exterior es muy hermoso, pero no hay nada en su interior que les dé potencia, de forma que permanecen parados y se oxidan de aburrimiento.
Las personas han llegado a estar tan vacías que no saben divertirse, tienen que pagar a otras para que las diviertan, para que les hagan reír, les provoquen una alegría ficticia, para sentirse cómodas, aunque sea por breves minutos para tratar de librarse de esa sensación de perdición y soledad.

Alguien quizás piense que el aburrimiento es algo normal y le da poca importancia, pero permítame decirle algo en cuanto al aburrimiento y a esa apatía peligrosa que lentamente penetra en las mentes y en los corazones del pueblo.

El hombre es la única de las criaturas de DIOS que es capaz de aburrirse. Entre los seres vivientes, sólo él puede aburrirse de sí mismo o del ambiente que le rodea. Esto es muy significativo, ya que el CREADOR nunca hace las cosas sin una intención; y si dio al hombre la capacidad de aburrirse, lo hizo con un propósito.
El aburrimiento es una de las formas más seguras de medir el vacío dentro de uno. Es tan exacto como el termómetro para decirnos cuán vacío está el espíritu. Su ser interior es un vacío y no hay cosa más odiada por la misma naturaleza que el vacío. Una de las reglas infalibles del universo es que todo vacío sea llenado, y llenado inmediatamente.

Para ver lo que le sucede a los pueblos en este estado, sólo basta remontarnos atrás a la reciente historia de España, Alemania, Italia y Rusia para ver con qué velocidad mortífera llena la naturaleza los vacíos dentro de nosotros. El fascismo y el comunismo no encuentran lugar en el corazón y el alma de la persona que está llena del ESPÍRITU DE DIOS, pero inundan con la mayor facilidad la mente y el corazón de los que esperan vacíos  Nuestra responsabilidad como individuos es determinar con qué hemos de llenar nuestro vacío interior.
Hemos tratado de satisfacernos con la ciencia y la cultura, viviendo mejor económicamente, con placeres, con otras muchas cosas que creíamos necesitar. Y, sin embargo, estamos vacíos  ¿Por qué? Porque el CREADOR, nos hizo para Sí, y nunca encontraremos perfección y plenitud fuera de la comunicación con ÉL.

Hace muchos años que JESÚS dijo:"No sólo con pan vivirá el hombre" pero no hemos tomado en cuenta sus palabras. Hemos seguido hartándonos de pan de todas clases, nos hemos saciado hasta caer enfermos...

Ya no podemos soportar el terrible vacío dentro de nosotros, no podemos mirar el camino solitario y desolado que se extiende frente a nosotros. Estamos desesperada mente cansados del odio, la mentira, la hipocresía, la codicia y la lujuria, que sabemos que están dentro de nosotros, pero que somos impotentes para eliminarlos y llenarnos de algo mejor.

Mientras tanto el tiempo se está acabando. Las herramientas para la aniquilación total están a nuestro alcance. Ya no podemos aventurarnos por otras sendas falsas, ni podemos explorar otros caminos desconocidos, no podemos correr el riesgo de vernos atrapados en más callejones sin salida. No tenemos tiempo suficiente para eso porque nuestra generación ha realizado lo que las otras generaciones sólo intentaron hacer o soñaron hacer en sus momentos de mayor ambición de poder. Hemos logrado construir un arma de destrucción total. Hemos presenciado el clímax de la locura humana, ¡ la desintegración del átomo ¡ ¡ la bomba atómica ¡ la bomba de neutrones ¡ y por último la más devastadora de todas más poderosa que la bomba atómica, más devastadora que la bomba de neutrones. La bomba etílica, el alcohol, es el arma de destrucción masiva que ha causado más muertos en toda la historia de la humanidad. Es tan eficaz que las propias víctimas son las encargadas de hacerse el harakiri.

"En nuestra cultura occidental el alcohol es uno de los productos favoritos de la cesta familiar. Ante la tristeza, la depresión, la frustración o la soledad es el antídoto recomendado. Sin él nuestra vida cobraría en oportunidades un cariz agrio y dramático. El alcohol nos excita y tiene el poder de abrir nuestros corazones. Entonces, podemos ser, representar el papel que deseamos. Si queremos alcanzar la felicidad; tenemos que beber; si queremos comunicarnos; tenemos que beber"...

Como deben haberse reído los demonios mientras algunos de los hombres más inteligentes de esta tierra, trabajaban durante años, con infatigables desvelos, para lograr este horror. Partir, destruir, destrozar, aplastar, derrumbar. Satanás ha hecho su obra, y los hombres le han ayudado se han puesto de su lado. Vemos ante nosotros la obra maestra del Demonio, su habilidosa falsificación de las lenguas repartidas de fuego divino. Pues esta hoguera satánica y las llamas del Pentecostés vienen igualmente de arriba, ambas son múltiples, ambas iluminan, ambas transforman instantáneamente todo lo que tocan, pero con cuánta diferencia. La diferencia entre el cielo y el infierno

Vivimos en un mundo trastornado, en el que todo es confusión. Pero tú puedes estar seguro de que esta confusión se halla de acuerdo con un plan. ¡El plan de Satanás ¡

LA BIBLIA nos dice que Satanás es el gran impostor y que se ha dedicado a la causa de nuestra propia decepción, y a las decepciones que existen en el mundo. Nos ha inducido a creer que todo ha venido mejorando, con la técnica, los avances, la democracia, el comunismo...cuando en verdad las cosas van de mal en peor. Cuando todos creían que el mundo progresaba automáticamente hacia la perfección, que “el progreso” conduciría a una cierta utopía de felicidad. 

Durante los últimos años los sucesos acaecidos vienen a mostrar claramente la gran mentira tejida como sutil araña esperando la caída de la raza humana. Las cosas no son tan fáciles. Satanás no ha muerto aún. Los principados y los poderes de las tinieblas viven todavía y el mundo entero aún se halla bajo el poder del Maligno.

Todos reconocemos que el mundo está cambiando radicalmente, somos conscientes de su acelerada marcha, del espíritu revolucionario, de los nacionalismos, de los separatismos, de las ansias de poder, de la carrera atómica de las potencias. Esto unido a la velocidad con la que el lenguaje arrasa las barreras y tradiciones establecidas.

La informática ha pasado de ser un instrumento ocasional a que sin ella se colapse este mundo especulativo y surrealista que nos toca vivir.
Hace pocos años se veía en los parques como jugaban los niños; sus risas eran alegres, musicales. Hoy los hemos convertido en simples extensiones de máquinas, ya no saben jugar y menos compartir
Hemos progresado en avances científicos para eliminar viejas enfermedades, que por olvidadas están resurgiendo de nuevo. Tanto hemos avanzado que cada vez sigue habiendo más pobreza y miseria en este planeta. Enfermedades que desconocíamos o que estaban limitadas a zonas geográficas concretas se han trasmitido a través de los movimientos migratorios, las vacaciones en lugares paradisíacos y los envíos comerciales poco regulados sanitaria mente.

Pero a pesar de todo el hombre no ha resuelto el problema fundamental de la raza humana. Podemos levantar el edificio más alto del mundo (Dubái), construir misiles in ter continentales, naves espaciales, estaciones orbitales. Pero todavía no podemos gobernarnos a nosotros mismos o vivir juntos en igualdad y en paz. No hemos encontrado el antídoto para nuestras preocupaciones. Son las mismas que ha tenido siempre el hombre sólo que más numerosas y si cabe de mayor envergadura en tiempos de crisis. Puede ser que nos amenacen de forma nueva, que causen un dolor más agudo y una angustia más profunda; pero básicamente, hacemos frente a las mismas tentaciones y pruebas que han aquejado siempre a la humanidad.

Desde aquel momento trágico del Edén cuando el hombre rechazó la voluntad de DIOS para imponer la suya, el hombre ha sido atormentado por los mismos problemas cuya causa se declara en el primer capítulo del Génesis. Las terribles consecuencias se relatan en el primer capítulo de la Epístola a los Romanos. Y el Evangelio de Jesucristo nos proporciona el remedio.

Es la depravada y pecaminosa naturaleza del hombre la que lo llena de odio, envidia, codicia y celos. La maldición del pecado está sobre su cuerpo y siempre le obsesiona el temor de la muerte. Su genio inventivo le ha capacitado para cambiarlo todo, menos para cambiarse a sí mismo. Pues, a pesar del “progreso” de nuestros tiempos, tan calurosamente aplaudido, el hombre sigue siendo lo que era en un principio.

El pecado ha quedado también inalterado, aunque el hombre haya hecho todo lo posible por cambiarlo. Hemos tratado de bautizarlo con otros nombres, (interrupción voluntaria cuidados paliativos, matrimonios del mismo género...) poniendo etiquetas nuevas a la vieja botella de veneno. Creyendo que al suavizar los términos empleados el pecado dejaría de serlo.
Hemos tratado de llamar al pecado “errores”, “equivocaciones”, o “falta de sabiduría”, mas el pecado ha quedado igual, sigue instalado en el corazón. Por mucho que hayamos intentado aliviar la conciencia, siempre hemos sabido que somos pecadores y que los resultados todavía son la enfermedad, la decepción, la desilusión, la desesperación y la muerte.

Tampoco ha cambiado el dolor. Principió cuando Adán y Eva miraron, con el corazón angustiado, el cadáver de su hijo Abel, asesinado, y conocieron el peso abrumador del dolor. Así ha continuado hasta nuestros días, en que el dolor es el lenguaje universal del hombre. Nadie se escapa, todo el mundo lo experimenta.

Tampoco la muerte ha cambiado. Los hombres han intentado modificar su aspecto, maquillando o embalsamando el cadáver, pero la realidad, cruel y dura, no ha cambiado en el transcurso de la vida humana.

Estos tres hechos constituyen la verdadera historia del hombre: su pasado está lleno de pecado; su presente impregnado de dolor; y en el futuro le espera la certeza de la muerte.

La Biblia dice que:”...está establecido a los hombres que mueran una vez”. Y al hombre común le parece esto una perspectiva sin esperanza. Centenares de filosofías y de religiones han sido inventadas por los hombres en sus intentos de alterar la Palabra de Dios. Los filósofos y psicólogos actuales procuran todavía enseñar que hay otra salida aparte de la que JESÚS ofrece. Pero el hombre las ha probado todas, y todas llevan a la ruina.

Cristo vino para darnos la respuesta a tres problemas perdurables: el pecado, el dolor y la muerte. Jesucristo, y sólo ÉL, es el único permanente e inmutable, “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.

Todo lo demás puede cambiar, pero Cristo permanece inmutable para siempre. En el agitado mar de las pasiones humanas, Cristo está firme y tranquilo, dispuesto a recibir a todos los que se vuelven a ÉL y acepten las bendiciones de seguridad y paz. Porque vivimos en la edad de la gracia, en la que DIOS promete que cualquiera puede acercarse a ÉL y recibir a su Hijo.