} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL TEMOR DE DIOS (3)

miércoles, 7 de mayo de 2014

EL TEMOR DE DIOS (3)




El temor de Dios, es una actitud de profundo respeto al Señor, hacia Su Palabra, que incluye la adoración, el amor y la obediencia a todo lo que Dios Padre nos enseña a través de sus mandamientos.
Por medio de la alabanza, la adoración y la oración debemos vivir el cada día para experimentar el temor de Dios, siendo el compañero ideal, para qué, bajo su sombra, nuestra vida sea de su agrado, humillando nuestro corazón ante Dios.

Veamos lo que dice la Biblia en Proverbios 2:1-15:

2:1 Hijo mío, si recibieres mis palabras, 
Y mis mandamientos guardares dentro de ti, 
2:2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; 
Si inclinares tu corazón a la prudencia, 
2:3 Si clamares a la inteligencia, 
Y a la prudencia dieres tu voz; 
2:4 Si como a la plata la buscares, 
Y la escudriñares como a tesoros, 
2:5 Entonces entenderás el temor de Jehová, 
Y hallarás el conocimiento de Dios. 
2:6 Porque Jehová da la sabiduría, 
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. 
2:7 El provee de sana sabiduría a los rectos; 
Es escudo a los que caminan rectamente. 
2:8 Es el que guarda las veredas del juicio, 
Y preserva el camino de sus santos. 
2:9 Entonces entenderás justicia, juicio 
Y equidad, y todo buen camino. 
2:10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, 
Y la ciencia fuere grata a tu alma, 
2:11 La discreción te guardará; 
Te preservará la inteligencia, 
2:12 Para librarte del mal camino, 
De los hombres que hablan perversidades, 
2:13 Que dejan los caminos derechos, 
Para andar por sendas tenebrosas; 
2:14 Que se alegran haciendo el mal, 
Que se huelgan en las perversidades del vicio; 
2:15 Cuyas veredas son torcidas, 
Y torcidos sus caminos. 

¿Cuándo vamos a entender el Temor de Dios? Cuando obedezcamos sin poner ningún pero; cuando sigamos sus instrucciones que son para vida, y vida de paz, tranquilidad, paciencia y de abundancia. No como la entienden los incrédulos, que sólo entienden por “abundancia” poseer bienes materiales, riquezas, dinero, fama y poder.

No, el cristiano nacido de nuevo, presta su oído a la sabiduría; atiende los consejos del Padre; entiende que la abundancia que Dios promete es espiritual, para discernir lo espiritual y vivir conforme a lo que somos, espirituales y no carnales. El conocimiento, la sabiduría, la inteligencia, el discernimiento es el resultado de alimentarse y beber en la Palabra de Dios en todo momento.

Leer la Biblia, no es estar media hora leyendo como si tal cosa.

 La Biblia también la leen los Mormones y los Testigos de Jehová pero sin aprovecharles para nada.

 La Palabra de Dios requiere ser escudriñada, de una forma sistemática para alimento del Espíritu Santo que mora en el creyente; para caminar en justicia y juicio en esta vida terrenal, siendo fieles testigos de Aquel que nos ha resucitado de entre los muertos, a Jesús el Hijo de Dios.

Cuando se valora de manera adecuada todo el conocimiento de la Sabiduría que la Palabra te enseña, el corazón queda cautivo de ella, nos atrapa y nos deleita a seguir buscándola como al más grande tesoro; con esmero, dedicación y empeño deseando más alimento espiritual que nos ayude en el conocimiento y temor de Dios.

Resulta dramático y trágico ver como el engañador y príncipe de este mundo actúa con los seres humanos que han puesto sus ojos en la abundancia de bienes materiales, riquezas y deseos carnales. Ver como se afanan por tener más y más aunque para ello se hayan convertido en esclavos del consumismo, viviendo sólo para trabajar para poder pagar sus créditos, sus gastos, sus letras. De sol a sol dejan su salud, su felicidad, su vida en manos de bienes temporales, que son efímeros. Hoy los tienen y mañana si dejan de pagar le embargan y quedan sin nada.

Y pensar que yo en otro tiempo estuve en ese círculo vicioso. Pero gracias a la Misericordia de Dios Todopoderoso que Su Palabra me buscó, me halló, me perdonó, me rescató y me salvó de la condenación del mundo. Gracias a Dios en el nombre de mi Señor Jesucristo, cada día Su Palabra va limpiando todo aquello que no le gusta dentro de mi corazón, va iluminando mi entendimiento para poco a poco ir madurando en el conocimiento de Dios, para obedecerle y vivirlo.

Veamos lo que dice Su Palabra en  1ª Pedro 1:13-25:

1:13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 
1:14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 
1:15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
1:16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
1:17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 
1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 
1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 
1:20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 
1:21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. 
1:22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 
1:23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 
1:24 Porque: 
Toda carne es como hierba, 
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. 
La hierba se seca, y la flor se cae; 
1:25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

Entonces podemos entender el significado del temor de Dios, como el respeto de un creyente genuino a Dios Todopoderoso, del que no podemos escondernos, tener conciencia de Aquel a quien nos dirigimos como Padre. Sabiendo todo esto, deberíamos vivir con sano temor de desagradarle aún en nuestra manera de pensar cuanto más en nuestra manera de vivir. 

Es necesario conducirnos con verdadero respeto y obediencia mientras vivamos en este cuerpo carnal, porque somos nada. Llegamos a vivir 80 o en el mejor de los casos, 90 años y eso es como un grano de polvo en todo el universo. Todo el tiempo, el que Dios nos regale, vivamos pues, bajo el temor de Dios al amparo de su sombra.




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