El temor de
Dios evita que abandonemos la esperanza; nos impide que pudiéramos menospreciar
el Sacrificio tan grande, del Hijo de Dios. Nosotros fuimos comprados con Su
sangre, no el cielo.
En 1 de
Pedro 1:18-19:
1:18 sabiendo que
fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación
1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación
Los
cristianos nacidos de nuevo no estamos cómodos viviendo en este mundo tan
extraño; sabemos que no somos de aquí, que no pertenecemos a este mundo
corrompido por el pecado. Nuestra morada permanente está en el cielo, dando gloria
a Dios.
Por
eso no nos conformamos a los rudimentos y costumbres mundanas; vivimos en el
mundo, sí, pero buscamos el alimento espiritual, anhelamos las cosas
espirituales que alimenta nuestro espíritu fortaleciéndolo en el conocimiento
de la Palabra de Dios en la Biblia.
Aquí
sólo estamos de paso de forma temporal. Estamos aprendiendo, adquiriendo
conocimientos para después en la presencia de Dios recibir el galardón, el
premio a nuestro aprendizaje espiritual. Por supuesto que en este aprendizaje
vamos a manchar nuestros pies en el caminar diario, pero sabemos que si nos lavamos
en las aguas del perdón de Jesús todos los días, nuestro andar será más seguro
en plena comunión con el Padre a través del Hijo.
En
Proverbios 19:23 vemos:
19:23 El
temor de Jehová es para vida, Y con él vivirá lleno de reposo el hombre; No
será visitado de mal.
Quién vive
al amparo del temor de Dios no será visitado del mal. El tal tiene motivos para
vivir satisfecho. Aseguramos bendiciones para nuestra vida y la de quienes nos
rodean, esposa e hijos. Vivir lleno de reposo, como dice la Palabra, es vivir
satisfecho con los planes de Dios.
Sin embargo
vivir en el temor de Dios no quiere decir que estemos totalmente libres de ser
tocados por el mal. No es una promesa universal, es un principio general. El
creyente tendrá enfermedades, sufrirá y tendrá malos momentos; puede sufrir
accidentes, pero todo esto si ocurriera debemos tomarlo como una prueba necesaria,
para ser más del agrado de nuestro Señor Jesucristo, dándole gracias en todo
momento.
Si ya sé
que resulta extraño o que puede parecer una locura dar gracias en tales circunstancias
pero así es como debemos comportarnos. Es en esos momentos cuando la fe del
cristiano actúa, no por él, sino por el Espíritu Santo que mora en nosotros.
Jesucristo dijo que estaría con nosotros hasta el final de los tiempos, que no
nos desampararía. Y así es, así se manifiesta en el creyente que ha hecho los
deberes estudiando día y noche la Palabra; escudriñando las escrituras para
empaparse más y más en el conocimiento
de Dios, viviendo conforme a sus instrucciones y siguiendo los mandatos para
vivir una vida en abundancia. Es en el mal momento cuando comprendemos lo
valioso de los momentos pasados con la Biblia.
Quien se
aparta del temor de Dios en su corazón abre el camino para su destrucción.
En
Proverbios 15:30-33 leemos:
15:30 La
luz de los ojos alegra el corazón, Y la buena nueva conforta los huesos.
15:31 El oído que escucha las amonestaciones de la vida, Entre
los sabios morará.
15:32 El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; Mas
el que escucha la corrección tiene entendimiento.
15:33 El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; Y a la honra
precede la humildad.
El temor de Dios nos dispone para escudriñar las
escrituras siguiendo las indicaciones del Espíritu; para reconocer nuestras
deficiencias, reconocer que nada podemos hacer sin su intercesión, es entonces
cuando Dios acude a nuestra ayuda dándonos ánimo y confortando nuestro espíritu.
Él nos ha dejado su Palabra en la Biblia donde nos ha provisto de todas las
enseñanzas y mandatos que necesitamos para vivir santificados delante de Él.
Para eso es Dios.
En Proverbios 14:26-27 podemos leer:
14:26 En
el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus
hijos.
14:27 El temor de Jehová es manantial de vida. Para apartarse de
los lazos de la muerte.
El temor de Dios es fundamental que reine en
nuestro hogar. Si el cabeza de familia vive en el temor de Dios, nadie puede
nada contra él; la esposa tendrá provisión y cuidados; los hijos tendrán
esperanza y refugio. Todos estarán bajo las alas de un Dios que cuida de sus
vidas cuando el ataque pueda surgir.
Cuántos hogares y matrimonios destrozados; cuántos
hijos dispersos por todos lados, descarriados o bajo los efectos de drogas y
otros vicios. El respeto a Dios, al temor de Dios es tenido como la garantía de
una vida feliz, no sólo para quien tiene temor. Sus actitudes se convierten en
un beneficio, en una bendición para otros; y el primer lugar donde se percibe
ese beneficio es en el hogar, en la casa. Como padres y esposos tenemos una
tremenda responsabilidad de propiciar un ambiente donde el temor de Dios sea el
refugio de todos sus miembros para repeler los ataques del enemigo. Nos
enfrentamos a un mundo hostil todos los días. En el trabajo, en la carretera,
en los hipermercados. Nuestros hijos en el colegio escuchan enseñanzas contrarias
a la Palabra de Dios. En la tele, en la radio todo va contra Dios.
Qué bonito
es llegar a casa donde se respira paz, gozo por encontrarnos de nuevo, donde
podemos hablar de Dios, ocuparnos de las cosas de Dios, descansar en Dios.
Conversar, hablar, comunicarnos en la tranquilidad que proporciona el temor de
Dios en nuestro hogar. Un lugar donde orar y dar gracias a Dios por habernos vuelto
con paz a ese refugio que es la familia que obedece, en todas nuestras
actividades, y respeta lo que Dios dice para caminar en su protección, en el
temor de Dios.
El temor de Dios es como un manantial, un lugar
donde brota agua limpia, transparente, fresca, pura donde saciar la sed de
Dios. Pues todo aquel que bebiere de ese manantial será saciado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario