La gran victoria de Satanás se produce
cuando cedemos a la tentación, cuando el deleite ha vencido la resistencia,
cuando aceptamos el juego que nos ofrece, entonces ya hemos perdido la partida.
Este es su objetivo que nos contaminemos y no podamos colaborar con nuestro
testimonio y con nuestro ejemplo para la expansión del Evangelio de Cristo.
Los cristianos, cuando caemos en
tentación, tenemos la tendencia a echar la culpa a los demás, a las circunstancias
e incluso decimos que Satanás nos obligó a caer.
Satanás tiene cierto poder pero
éste es limitado. Fue un ángel que se movía ante la presencia de Dios, el
más inteligente, el más bello...etc., pero su orgullo le llevó a querer ser
igual a Dios, ser como Dios.
Lucas 10:18 dice: “Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo
como un rayo.”
Génesis 1:2 dice: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban
sobre la faz del .abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las
aguas.”
Dios puso orden ante el desorden y la
desobediencia de los que siguieron a Luzbel y los condenó fuera de
su
presencia. Desde entonces, el objetivo y la misión de Satanás siempre será para
sembrar la duda sobre lo que Dios nos dice.
Génesis 3:1-7 nos enseña:“Pero la serpiente era
astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la
cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del
huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del
huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto
dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocareis, para que no muráis. Entonces la
serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis
de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el
mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a
los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y
comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron
abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.”
La Palabra de Dios en la Biblia nos
enseña a estar en guardia y nos ayuda a ver por dónde llegan los ataques de
Satanás.
En los versículos anteriores del
Génesis llegamos a entender como la astucia de Satanás utilizando una media
verdad, llevó a Eva a fijar su mirada, "vio la mujer".
La tentación entró escuchando una media
verdad. La mayor de las mentiras siempre es una media verdad, pues llega
adornando de algún modo el veneno del pecado que lleva dentro, para que si no
entra por un sentido entre por otro y se cuele de forma sutil.
En el caso de Eva, o cualquiera de nosotros,
Satanás lo primero que hace es sembrar la duda de lo que Dios dice
"¿Conque Dios os ha dicho? " como diciendo, ¿vas a confiar en lo que
Dios dice? Menudo tirano es Dios, que sólo prohíbe; tú eres inteligente y sabes
lo que te conviene, confía en tus posibilidades, tu tienes el poder, en
ti reside la fuerza, tú eres dueño de tu tiempo, no tienes que depender
de nadie, tú eres un dios...todo esto y mucho más podemos oír, hoy día, en
multitud de púlpitos desviando de la verdad a quienes escuchan sin discernir el
engaño.
Porque el hombre cuanto más
independiente quiere ser más se aleja de Dios.
Dios nos creó dependientes de Él y si
nos alejamos debemos sufrir las consecuencias de nuestra desobediencia. La
serpiente, representa a Satanás, y podemos leer como ella no le dio el
fruto a la mujer sino que "y tomó de su fruto, y comió...y dio a su
marido".
Génesis 3:13 nos enseña: “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has
hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.”
Por eso tiene que quedarnos claro que
las tentaciones no obligan a nadie a pecar; ni Satanás puede obligarte a
realizar algo que tú no quieras. Somos nosotros los que voluntariamente pecamos
cuando permitimos que la duda entre en nosotros.
Aquí descubrimos un principio para
aplicar en nuestra vida diaria y es el siguiente: "Es necesario
instruirnos en la Palabra de Dios para conocer las asechanzas de Satanás y
poder hacer frente, confiando en el poder del Espíritu, ante cualquier tipo de
insinuación y cerrarle la puerta. Sólo así resistiremos las tentaciones."
Por eso repito una vez más, no
confiemos en nuestra inteligencia, ni en nuestros conocimientos de la Biblia
sino que dependamos en todo momento de la Sabiduría de Dios, confiemos en Él,
reposemos en Él, y saldremos victoriosos.
Podemos
comprender entonces porqué están en auge los juegos de azar, loterías,
quinielas; los timos, fraudes y estafas. Apelan a la codicia humana, cuya
semilla va en nuestros genes. Te ofrecen grandes ganancias con poca inversión,
o te dan facilidades. Te paran y ofrecen unas joyas que supuestamente son de
“oro” diciendo que están necesitados o para un asunto urgente, te las venden
por la mitad de precio, y como eres un alma caritativa, miras para todos lados
para que nadie te vea hacer el gran negocio, y le pagas lo que te piden. Al día
siguiente aquel brillo se ha vuelto verde. La codicia cegó tu entendimiento…y
te lamentas diciendo que te han engañado. Por supuesto, el engaño existe, pero
tú “generosidad cristiana” –codicia- te impulsó a comprarlas.
Así,
a modo de ejemplo, actúa la tentación en nosotros.
1ª Corintios 10:13 nos enseña: “No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”
La
tentación pues usa nuestras debilidades, nuestras pasiones, nuestras flaquezas,
nuestros impulsos, nuestros vicios para hacernos caer. Somos nosotros mismos
quienes nos engañamos.
Santiago 1:13-15 nos enseña:"1:13 Cuando alguno es tentado, no diga
que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal,
ni él tienta a nadie; 1:14 sino que cada uno es tentado, cuando de su
propia concupiscencia es atraído y seducido.1:15 Entonces la concupiscencia,
después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da
a luz la muerte".
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