Josué 1:8-9 "Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras
en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te
mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu
Dios estará contigo en dondequiera que vayas."
Por el conocimiento de la sana
doctrina a través de la Palabra de Dios en la Biblia, el Señor nos
faculta para adquirir Sabiduría en nuestra vida diaria. Nos despierta los
sentidos espirituales para poder ver, sentir, tocar, gustar y oír todo aquello
que está oculto a los sentidos carnales.
Cuando Satanás hizo pecar a la
primera pareja, consiguió varios objetivos con la caída en pecado.
El primero de ellos es que haciendo honor a sus malignos
atributos, sembró la duda en la mente de Eva sobre lo que Dios había ordenado
“no comeréis”. Una vez que hizo dudar, ya había ganado la batalla, pero por si
acaso, continuó con la media verdad y mordió el anzuelo.
-Lo mismo habríamos caído en la
trampa tú o yo-
Al desobedecer a Dios, la
comunión y la relación de dependencia que tenía esa pareja con Dios se rompió.
Así el hombre y la mujer vagaron independientes de Dios. Trataron en vano de
cubrir su desnudez, con las obras de sus manos, para intentar burlar al Creador
y ocultarle su desnudez. Desde entonces el hombre trasmite por sus genes el
pecado a la siguiente generación y el deseo de acercarse a Dios por medio
de sus méritos, de sus obras.
Pero Dios proveyó el medio, el
Cordero, el Inocente, el Justo pagó con su vida por los injustos, por los
pecadores. Dios los vistió con pieles de animales. Dando a entender que la
muerte de un animal inocente cubriría con su sangre sus pecados. Simbólicamente
hablaba de Cristo, del derramamiento de su sangre que limpiaba los pecados.
Adán fue creado por Dios, por lo
tanto su naturaleza era sin mancha de pecado y sin embargo sucumbió a la
tentación. Si aquél, cayó ante la seducción y el engaño de Satanás, qué no nos
ocurrirá a nosotros cuando nosotros dudamos de la Palabra de Dios y no
permanecemos firmes.
Cuántas veces también pusimos un
“pero” a lo que la Biblia nos dice. Seamos sinceros. Alguna vez no hemos dicho
acaso: La Biblia dice pero “yo pienso” o “yo creo”. Cuando siquiera llega el
pensamiento de poner en duda algo que dice Dios, si lo rechazamos sustentados
por la firmeza en la obediencia a la Palabra de Dios, no anidará en nosotros
con argumentos de todo tipo siempre engañosos.
La batalla de nuestra mente sólo
puede mantenerse victoriosa si obedecemos a Dios. Para obedecer a Dios, tenemos
que saber lo que nos dice. Para saber lo que nos dice, no podemos descubrirlo
si le dedicamos sólo el domingo cuando acudimos a celebrar la Cena del Señor.
Conocer lo que Dios quiere para cada uno de nosotros es mantener con Él, una
relación personal de compromiso del estudio sistemático de Su Palabra en la
Biblia.
Leemos en Proverbios 16:18 “Antes del quebrantamiento es la
soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu.”
Es fácil hablar después de haber
pasado por la disciplina del Señor, después de ser reprendido por la
desobediencia. Somos tan vulnerables e inconstantes.
Cuando sustituimos la confianza
puesta en el Señor, para confiar en nosotros mismos o en nuestros semejantes,
estamos dando la espalda a todas las bendiciones que vienen de Dios a través de
la Palabra, para ir en pos de las felicitaciones, congratulaciones delante de
los hombres. Cuando nos dejamos tentar por el orgullo, comienza abrirse el
abismo bajo nuestros pies, y sólo confesando nuestros pecados a nuestro
Abogado, a Jesús, podremos librarnos de la caída.
Resulta fácil enamorarnos de la
libertad que tenemos en Cristo Jesús, para luego olvidarnos que somos suyos,
que no nos pertenecemos, que somos de Él. Cristo pagó el precio de nuestra
liberación del pecado. Estábamos muertos espiritualmente, apartados de Dios
para condenación eterna.. Olvidamos que quien gobierna nuestras vidas es Jesús,
somos sus esclavos; sellados a fuego, somos de su propiedad. Sabiendo esto, haríamos bien en estar atentos a las intenciones de
nuestro corazón, vigilantes no sea que confiados en nuestros progresos y
avances perdamos de vista la cruda realidad, que nos muestra que en nosotros no
reside hacer el bien; si lo hacemos es porque el Espíritu de Dios nos propicia
tanto el querer como el hacer.
La Biblia está llena de ejemplos de
los peligros que encierra el exceso de confianza, de nuestro orgullo en lo que
nosotros logramos. Los cristianos que confían en exceso en sí mismos, se hacen
cada día más independientes de la Palabra de Dios, creen que todo lo saben y se
hacen menos dependientes de Dios. Su compromiso con Dios se reduce a llevar la
Biblia bajo el brazo y asistir a la Cena del Señor. Es triste ver la falta de
responsabilidad en un asunto tan serio como es el conocimiento de Dios.
En Lucas 8:5-18 nos enseña cómo llega la Palabra de
Dios al hombre que la escucha. 8:5 El
sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto
al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. 8:6 Otra parte cayó
sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. 8:7 Otra parte
cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la
ahogaron. 8:8 Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento
por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír,
oiga. 8:9 Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta
parábola? 8:10 Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino
de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no
entiendan.8:11 Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. 8:12
Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de
su corazón la palabra, para que no crean y se salven. 8:13 Los de sobre la
piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no
tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. 8:14
La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados
por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. 8:15
Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto
retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.8:16 Nadie que enciende
una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone
en un candelero para que los que entran vean la luz. 8:17 Porque nada hay
oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser
conocido, y de salir a luz.8:18 Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que
tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le
quitará.
Tendríamos que ser más coherentes
con nuestra fe. Un cristiano nunca puede decir que ya lo sabe todo sobre Dios,
eso es, me atrevo a decir demoníaco. Porque equivaldría a compararse a
Dios, ya que Dios es infinito y el tal que dice conocerlo así, miente, su
orgullo lo ha cegado.
Dejar de reunirse para el estudio
bíblico, para orar, o en comunión con el resto de los hermanos en la fe, es una
ofensa para Jesús, es menospreciar Su Sacrificio.
No entiendo como los creyentes se
toman tan a la ligera el compromiso con Dios.
Todos estos que van por la vida tan
confiados, en sus méritos, les llegan las tentaciones por doquier, descubriendo
que no tienen la suficiente fuerza espiritual para sostenerse y terminan
cayendo en el camino. Otros han caído en las tentaciones de los bienes
materiales, las riquezas temporales, ahogando en ellos cualquier mínima
resistencia que ofrecieran.
Se hacen negligentes en su manera de
vivir, aumenta el descuido, no son vigilantes; se vuelven vulnerables a la
tentación y disminuyen su resistencia al pecado. Dicen para justificarse: la
carne es débil. Pero omiten que el problema es que somos responsables ante Dios
de nuestros actos y que daremos cuenta de todo lo malo que hayamos hecho y aun
de lo bueno que hayamos dejado de hacer.
También resulta curioso ver como hay
cristianos que creen que creen y se enfrentan a un gran problema. Piensan que
por el hecho de llevar y leer la biblia unos minutos, seguir su lectura,
cantar alabanzas ya es todo para ser cristianos. Pero entiendo que distan
mucho de ser cristianos genuinos si no han nacido de nuevo. Esos que se
comportan así sólo son religiosos.
Cuando hemos nacido de nuevo, no
estamos libres de la tentación como ya hemos visto. Podemos caer, pero sabemos
lo que tenemos que hacer para ser restaurados, dirigir nuestros ojos a Jesús y
confesarle nuestros pecados. Lo hacemos con el dolor de haberle ofendido,
amamos a Dios, le obedecemos y somos hacedores de Su Palabra, no sólo
oidores.
Yo no puedo confiar en mí, menos en
mi corazón que me engaña. No me fio de mis sentimientos ni de mis sensaciones.
Ni ver milagros, ni oír voces del más allá, ni sentir emociones me hacen salvo.
Sé que soy salvo por fe en Jesucristo.
Busco cada día una relación más
íntima con Él a través de la Palabra de Dios en la Biblia para conocerle y
saber cuál es Su voluntad con respecto a mí. Es mi propósito y mi compromiso
profundizar y conocer tanto la Palabra, como Dios me conceda el entendimiento
para poder hacerlo.
Puestos los ojos en las cosas del
cielo, las terrenales pierden interés. Vivamos para el cielo, alimentado
nuestro espíritu con la comida celestial.
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