} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿CUAN FIELES SOMOS?

miércoles, 11 de marzo de 2015

¿CUAN FIELES SOMOS?


 1 Corintios 3:1-23

El verdadero crecimiento espiritual requiere de LA PALABRA DE DIOS.   Pablo comienza a examinar nuestra necesidad de sabiduría y revelación dada por el Espíritu Santo, y la relaciona estrechamente con el hecho de que hemos recibido las palabras  que enseña el Espíritu. Tras estas observaciones, pasa a una franca confrontación con la carnalidad de los corintios, la cual atribuye a que sólo habían conocido superficialmente la Palabra de Dios. La iglesia en Corinto estaba construida con "madera, heno y hojarasca", con miembros que eran inmaduros, insensibles a los demás, y receptivos a las doctrinas erróneas. No nos extrañe que tuvieran tantos problemas.
La verdad que plantea este pasaje es que ninguna cantidad de supuesta riqueza o experiencia espiritual refleja un genuino crecimiento espiritual, si este conocimiento está separado de nuestro crecimiento básico en el conocimiento de la Palabra de Dios. Sin esta consistencia en la palabra, podemos estar engañados acerca de nuestro crecimiento. Este «enraizar» es en verdad y amor, y no tan solo en un conocimiento aprendido o en un estudio realizado. A fin de experimentar verdadero crecimiento espiritual, debemos dedicar tiempo a la lectura de la Palabra y separarnos de los impedimentos de la falta de amor, rivalidad y contienda.   

  Con tres ejemplos Pablo coloca dentro de una perspectiva correcta a los líderes religiosos de que los corintios se vanagloriaban. Vosotros sois labranza de Dios: El primer ejemplo, tomado de la agricultura, rechaza la supuesta superioridad de alguno de ellos, y destaca que ninguno tiene motivos de jactancia puesto que Dios es el que da el crecimiento. Les corresponden reconocimientos individuales, pero en términos de metas y servicio son uno solo.
  Sois templo de Dios: La segunda metáfora también muestra la relativa insignificancia de los líderes religiosos, pero destaca su responsabilidad. Los ministros son como constructores con permisos restringidos para edificar sólo sobre un determinado fundamento. La originalidad se reduce en arquitectura al diseño del plano básico; así sucede con el evangelio, ningún ser humano es el autor de la revelación original, sino sólo Dios, a través del sabio plan del Padre, por medio de la diligente obediencia del Hijo y la poderosa obra del Espíritu Santo.

  Para construir sobre el fundamento de un edificio con materiales resistentes (oro, plata, piedras preciosas) es necesario enseñar una sana doctrina y vivir siendo fieles a la verdad, y de esa manera conducir a los conversos hacia la madurez espiritual. Construir con materiales perecederos (madera, heno, hojarasca) equivale a impartir enseñanzas inadecuadas y superficiales, o comprometer la verdad con un estilo de vida que la contradice, o que falla a la hora de ponerla en práctica.  El fundamento de la Iglesia -de todos los creyentes- es Jesucristo, y este es el fundamento que Pablo estableció (al predicar a Cristo) cuando empezó la iglesia en Corinto. Cualquiera que edifica la iglesia -maestros, predicadores, padres y otros- debe construir con materiales de alta calidad (sana doctrina y testimonio) que encaje en las normas de Dios. Pablo no está criticando a Apolos, sino desafiando a los futuros líderes de la iglesia a tener una predicación, así como una enseñanza, sana y sólida.

  En la iglesia basada en Jesucristo, cada miembro debería ser maduro, espiritualmente sensible y sano en lo doctrinal.  Las iglesias locales deben estar edificadas en Cristo.  La iglesia debe ser edificada sobre Cristo, no sobre alguna persona o principio. El evaluará la contribución de cada ministro a la vida de la iglesia y el día del juicio revelará la sinceridad de la obra de cada persona. Dios determinará si una persona fue o no fiel a las instrucciones de Jesús. El buen trabajo será recompensado, el trabajo infiel o inferior será descartado. El que edifica "será salvo, aunque así como por fuego" significa que el trabajador infiel será salvo, pero como alguien que escapa de un edificio en llamas. Hay dos clases de los que se apoyan en este fundamento. Algunos se aferran a nada sino a la verdad como es en Jesús, y no predican otra cosa. Otros edifican sobre el buen fundamento lo que no pasará el examen cuando llegue el día de la prueba. Podemos equivocarnos con nosotros mismos y con los demás, pero viene el día en que se mostrarán nuestras acciones bajo la luz verdadera, sin encubrimientos ni disfraces. Los que difundan la fe en Cristo verdadera y pura en todas sus ramas y cuya obra permanezca en el gran día, recibirán recompensa.
 Hay otros cuyas corruptas opiniones y doctrinas y vanas invenciones y prácticas en el culto a Dios serán reveladas, desechadas y rechazadas en aquel día. Esto claramente se dice de un fuego figurado, no uno real, porque ¿qué fuego real puede consumir ritos o doctrinas religiosas? Es para probar las obras de cada hombre, los de Pablo y los de Apolos, y las de otros. Consideremos la tendencia de nuestras empresas, comparémoslas con la palabra de Dios, y juzguemos nosotros mismos para que no seamos juzgados por el Señor.

Las verdades más claras del evangelio, en cuanto a la pecaminosidad del hombre y la misericordia de Dios, el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo, expresadas en el lenguaje más sencillo, es más entendible a la gente que los misterios más profundos. Los hombres pueden tener mucho conocimiento doctrinal, pero ser sólo principiantes en la vida de fe y experiencia.
Las discusiones y las peleas sobre la fe son tristes pruebas de carnalidad. La verdadera fe en Cristo  hace pacíficos a los hombres, no belicosos. Hay que lamentar que muchos que debieran andar como cristianos, vivan y actúen demasiado como los otros hombres. Muchos creyentes y predicadores también, muestran que son carnales aún por discordias vanagloriosas, la ansiedad por entrar en debate, y la facilidad para despreciar a otros y hablar mal de ellos.

 El apóstol era un perito constructor pero la gracia de Dios lo hizo así. El orgullo espiritual es abominable; es usar los favores más grandes de Dios para alimentar nuestra vanidad, y hacer ídolos de nosotros mismos. Pero que todo hombre se cuide, puede haber mala edificación sobre un fundamento bueno. Nada debe ponerse encima sino lo que el fundamento soporte, y que sea de una pieza con él. No nos atrevamos a unir una vida meramente humana o carnal con la fe divina, la corrupción del pecado con la confesión del cristianismo. Cristo es la Roca de los tiempos, firme, eterno e inmutable, capaz de soportar, de todas maneras, todo el peso que Dios mismo o el pecador puedan poner encima de Él; tampoco hay salvación en ningún otro. Quitemos la doctrina de Su expiación y no hay fundamento para nuestras esperanzas.  

  El fundamento de nuestras vidas es Jesucristo, El es nuestra base, nuestra razón de ser. Cada cosa que somos y hacemos debe encajar en el molde que se ha dado por medio de Cristo.
 ¿Estamos  edificando nuestra vida en el único fundamento real y duradero o estamos edificando en un fundamento falso como la riqueza, la seguridad o el éxito?