} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: HAY DOS TIPOS DE PERSONAS

domingo, 8 de marzo de 2015

HAY DOS TIPOS DE PERSONAS


En esta semana que termina, Dios me ha dicho de forma clara que le hablara a una persona. Este miércoles durante el sueño de la noche recibí la indicación de hablarle a una persona que conozco pero que desconocía estuviera enfermo; desperté y volví a dormir, y otra vez se repitió el sueño. Me incorporé en la cama, y comencé a orar. Me tumbé de nuevo y se volvió a repetir el sueño con indicaciones precisas, y una especie de calendario con cuatro cuadros pintados en rojo a modo de días, y a medida que hablaba de Cristo en el sueño a esa persona, uno de los cuadros se volvía blanco.
Ni que decir tiene que cuando desperté a las 6.30 no me acordé de lo que había soñado y escuchado en el sueño. Había planeado el trabajo para ese día, y tenía que ir a la Estrada temprano. Fui a buscar las herramientas de trabajo a la nave y al llegar allí, escuche con claridad como oía que me decían: ¿Te has olvidado de lo que te mandé hacer esta noche? Todos los planes desaparecieron de golpe y recordé con claridad que debía hablar a esta persona de la Salvación por Fe en Jesucristo, pedí perdón al Señor, y me puse en marcha. Durante los 25 km que separan la localidad donde resido de la ciudad donde me dirigía, vinieron a mi mente un sinfín de ideas para que no fuera allí, que no merecía la pena, que qué iba a decirle yo, que si tenia que atender los pedidos, ocuparme de mi trabajo...comencé a cantarle al Señor la canción que compuse para Él hace muchos años, cuando me sentía como en aquel momento atacado por tantos pensamientos que me alejan de la paz con Dios.
La canción dice así: No lo dudes, Jesús te ha salvado de estar condenado por toda la eternidad- con Su Sangre limpio tus pecados, quedando clavados en medio de la cruz- y ahora que ya estás salvado no vuelvas de nuevo al pecado- que es para condenación- y ahora que ya estás salvado, testifica a tu hermano y dale gloria a Dios- y ahora que ya estás salvado, obedece al Señor de todo corazón- y ahora que ya estás salvado, obedece por vida para estar a su lado allí en la eternidad. No lo dudes has nacido de nuevo, por la gracia del Señor, ha cambiado aquel hombre que fuiste una vez- no lo dudes si  aceptas por fe a Jesucristo estarás salvado por toda la eternidad.
A la mitad de la canción aquellos pensamientos desaparecieron y un inusitado ánimo me dio la energía necesaria para llegar. Busque información sobre la planta donde estaba ingresada y subí a la habitación. Había tres jóvenes en el pasillo, frente a la puerta que estaba cerrada; me preguntaron a quien buscaba y dijeron que en ese momento lo estaban aseando y cambiando. Mientras esperaba, le pedía al Señor sabiduría para hablar, pues soy parco en palabras y cuando hablo, mi voz por las cuerdas vocales se ve afectada si hablo unos minutos seguidos, y en aquellos momentos con los nervios temía me jugaran una mala pasada. A los pocos minutos salió la enfermera, dejó la puerta abierta y los jóvenes me dijeron que podía pasar.
Me impactó ver el desgaste físico de aquella persona, estaba sentado en un sofá; me dirigí a él y le dije: ¿Me conoces? Dijo, si. ¿Me esperabas?, si, respondió. Sé por que le había hecho la primera pregunta, pues si no me conocía o daba señales de estar adormilado, o aturdido, su mente no estaría en condiciones de escuchar; pero la segunda pregunta, no salió de mi, y me sorprendió escuchar aquel, si tan rotundo.
Los planes de Dios, no son para averiguarlos, debemos obedecer lo que nos manda, el Señor es Soberano, el hace lo que le place.
Comencé a relatar le, lo mismo que estoy contando...y obedezco a Dios por eso te voy hablar de la Salvación por Fe en Jesucristo. Estaba su esposa sentada en una silla al lado de la cama. Y comencé a decirle que Dios creo al hombre a su imagen y semejanza...la caída en pecado por desobediencia y dudar de Dios...como Dios busca al hombre y le ofrece a su Hijo Jesucristo para cargar con nuestros pecados y si creemos en Él arrepentidos nos perdona los pecados, los borra para siempre, Dios no se acordará jamás de ellos...miraba para él y vi como se le humedecían los ojos, y cuando pronunciaba el nombre de Jesús le venían flemas a la boca, hasta el punto que una vez se atragantó, y me pidió su esposa que saliera un momento, mientras llamó a la enfermera. Salí al pasillo y esperé tranquilo pero deseando entrar de nuevo.
Cuando lo hice, lo habían acostado en cama, con la cabeza ladeada, un tubo en la nariz para aspirar las flemas, era el único artilugio que tenía ahora; antes tenía varios colocados y le habían retirado todo. Su esposa me comenzó a decir que estaba impresionada, que ella le pedía a un santo...ahí me tocó la llaga, le hablé de Los Mandamientos dados por Dios a Moisés, Éxodo 20; 4-6. De cómo el Señor me abrió los ojos sobre la idolatría. Su esposa dijo que se le ponía “la piel de gallina” con lo que le decía. Le pregunté a él, José has entendido lo que hablé, con voz muy queda me dijo, si. Llevaba una mini biblia de los Gedeones, se la mostré enseñándole cómo y qué debía leer. Le dije si tenía alguna duda, que me preguntara. Su esposa me dijo que le iban a traer la comida; entendí que debía dejarlos y le prometí volver al día siguiente. Cuando salí, casi llevaba 2 horas hablando; se habían pasado en un suspiro y no me acordaba de lo que le había dicho. Vinieron unos pensamientos acusadores, ¡no has sabido hablar! ¡de nada sirvió! Pero la oración al Señor es tan poderosa, que muchas veces no nos acordamos que es nuestro hilo directo con Dios, y cuando Satanás ve que no puede hacer nada, se va en retirada, urdiendo otro plan de ataque.
Escribí a un hermano en la fe, anciano de la iglesia, relatándole en pocas palabras lo aquí escrito.
Esa noche, volví a tener el mismo sueño de los cuadros, pero ahora eran tres rojos y uno de ellos desvaneciéndose y apareciendo el blanco. ¿Tendrá algún significado?
Volví al día siguiente, esta vez más temprano.  A las 10.30 estaba allí, pero estaban los médicos visitando a los pacientes y no dejaban entrar. Fui para la sala de espera donde están pacientes y familiares para consulta oncológica, y me senté. Desde donde estaba, vi a un hombre dos años mayor que yo que conozco desde niño y que muy rara vez hemos hablado. Pero me acerqué a él y le pregunté. Comenzó a decirme que tenía tres tumores: páncreas, pulmón y esófago. Que había abandonado la quimioterapia, que le estaba matando más rápido que el cáncer. Que seguía un tratamiento natural, que le iba  muy bien y que nadie recibía preparación en la vida para afrontar esas situaciones y menos la muerte. Me puso en bandeja hablarle de Cristo, y comencé por la Creación del hombre sin pecado y las consecuencias que arrastramos desde entonces; que Dios nos dio la solución a través de Su Hijo Jesucristo, para perdonar nuestros pecados si nos arrepentimos y le aceptamos como Salvador y Señor, nos da la Vida Eterna porque el venció a la muerte Resucitando...no me dejó seguir, me interrumpió y me dijo que no creía en ese Jesús; que el ni robaba ni había matado a nadie,(me recordó al fariseo en el templo) y que los había bien peores; que si después de la muerte no había nada, que se acababa todo... se encerró en su orgullo, en sus filosofías orientales, y en teorías humanas que trastornan las mentes con mentiras, para que la verdad sea más difícil de creer y pueda llegar a ver la luz en su mente. Le dije que si yo estaba equivocado con lo que decía la Biblia, nada iba a perder; pero que si la Biblia dice la verdad, y sé que es así,_recalqué, se iba a llevar un buen chasco cuando se viera en el infierno tras la muerte, se daría cuenta tarde, que no era un cuento que es real como la vida misma.
No pudimos seguir porque le llamaban a consulta, pero le dije que volveríamos hablar si Dios quiere.
Volví a mirar de entrar y si, ahora se podía pasar. Cuando llegué, le habían dado una pastilla a José y estaba adormilado. Su esposa me dijo que no había vuelto a tener dolor en 24 horas y que hacía un ratito había pedido una para la cabeza. Me dijo también que habían leído y que tenían que saber como tenían que hacer, le dije: tener fe en Jesucristo. Le leí en Lucas  23; 39-43:
39  Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40  Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
41  Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
42  Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43  Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Tan pronto como Cristo fue clavado en la cruz, oró por los que lo crucificaron. Él murió para comprar nos y conseguirnos  el perdón de pecados. Por esto oró.
Jesús fue crucificado entre dos ladrones; en ellos se muestran los diferentes efectos que la cruz de Cristo tiene sobre los hijos de los hombres por la predicación del evangelio. Un malhechor se endureció hasta el fin. Ninguna aflicción cambiará de por sí un corazón endurecido. El otro se ablandó al fin: fue sacado como tizón de la hoguera y fue hecho monumento a la misericordia divina. Esto no estimula a nadie a postergar el arrepentimiento hasta el lecho de muerte, o esperar hallar entonces misericordia. Cierto es que el arrepentimiento verdadero nunca es demasiado tarde, pero es tan cierto que el arrepentimiento tardío rara vez es verdadero. Nadie puede estar seguro de tener tiempo para arrepentirse en la muerte, pero nadie puede tener la seguridad de tener las ventajas que tuvo este ladrón penitente.
Veremos que este caso es único si observamos los efectos nada comunes de la gracia de Dios en este hombre. Él reprochó al otro por reírse de Cristo. Reconoció que merecía lo que le hacían. Creyó que Jesús sufría injustamente. Vemos su fe en esta oración. Cristo estaba sumido en lo hondo de la desgracia, sufriendo como un engañador sin ser librado por su Padre. Hizo esta profesión antes que mostrara los prodigios, que dieron honra a los sufrimientos de Cristo, y asombraron al centurión. Creyó en una vida venidera, y deseó ser feliz en esa vida; no como el otro ladrón, que solo quería ser salvado de la cruz. Como su humilla en esta oración. Todo lo que pide es, Señor, acuérdate de mí, dejando enteramente en manos de Jesús el cómo recordarlo. Así fue humillado en el arrepentimiento verdadero, y dio todos los frutos del arrepentimiento que permitieron sus circunstancias, allí amarrado a la cruz, sin poder hacer nada por si mismo, sólo creer por fe.
Cristo en la cruz muestra como Cristo en el trono. Aunque estaba en la lucha y agonía más grandes, aun así, tuvo piedad de un pobre penitente. Por este acto de gracia tenemos que comprender que Jesucristo murió para abrir el cielo a todos los creyentes penitentes y obedientes. Es un solo caso en la Escritura; debe enseñarnos a no desesperar de nada, y que nadie debiera desesperar; pero, para que no se cometa abuso se pone en contraste con el estado espantoso del otro ladrón que se endureció en la incredulidad, aunque tenía tan cerca al Salvador crucificado. Tengamos la seguridad de que, en general, los hombres mueren como viven.

¿Qué hizo el malhechor para ser salvado del infierno? No podía bajar de la cruz, estaba atado a ella. Entonces ella misma contestó: tener fe. ¡Nos hace tanta falta! exclamó. Le dejé un calendario de La Buena Semilla, le apunté mi teléfono y le dije que podía llamarme cuando quisiera para responder sus preguntas o dudas.

Mañana si Dios quiere, volveré a verlos.