En esta semana que termina,
Dios me ha dicho de forma clara que le hablara a una persona. Este miércoles durante
el sueño de la noche recibí la indicación de hablarle a una persona que conozco pero que desconocía estuviera enfermo; desperté y volví a dormir, y otra vez se
repitió el sueño. Me incorporé en la cama, y comencé a orar. Me tumbé de nuevo
y se volvió a repetir el sueño con indicaciones precisas, y una especie de
calendario con cuatro cuadros pintados en rojo a modo de días, y a medida que
hablaba de Cristo en el sueño a esa persona, uno de los cuadros se volvía
blanco.
Ni que decir tiene que cuando
desperté a las 6.30 no me acordé de lo que había soñado y escuchado en el
sueño. Había planeado el trabajo para ese día, y tenía que ir a la Estrada
temprano. Fui a buscar las herramientas de trabajo a la nave y al llegar allí,
escuche con claridad como oía que me decían: ¿Te has olvidado de lo que te
mandé hacer esta noche? Todos los planes desaparecieron de golpe y recordé con
claridad que debía hablar a esta persona de la Salvación por Fe en Jesucristo,
pedí perdón al Señor, y me puse en marcha. Durante los 25 km que separan la
localidad donde resido de la ciudad donde me dirigía, vinieron a mi mente un
sinfín de ideas para que no fuera allí, que no merecía la pena, que qué iba a decirle yo, que si tenia que atender los pedidos, ocuparme de mi
trabajo...comencé a cantarle al Señor la canción que compuse para Él hace
muchos años, cuando me sentía como en aquel momento atacado por tantos
pensamientos que me alejan de la paz con Dios.
La canción dice así: No lo dudes, Jesús te ha salvado de
estar condenado por toda la eternidad- con Su Sangre limpio tus pecados, quedando
clavados en medio de la cruz- y ahora que ya estás salvado no vuelvas de nuevo
al pecado- que es para condenación- y ahora que ya estás salvado, testifica a
tu hermano y dale gloria a Dios- y ahora que ya estás salvado, obedece al Señor
de todo corazón- y ahora que ya estás salvado, obedece por vida para estar a su
lado allí en la eternidad. No lo dudes has nacido de nuevo, por la gracia del
Señor, ha cambiado aquel hombre que fuiste una vez- no lo dudes si aceptas por
fe a Jesucristo estarás salvado por toda la eternidad.
A
la mitad de la canción aquellos pensamientos desaparecieron y un inusitado
ánimo me dio la energía necesaria para llegar. Busque información sobre la
planta donde estaba ingresada y subí a la habitación. Había tres jóvenes en el
pasillo, frente a la puerta que estaba cerrada; me preguntaron a quien buscaba
y dijeron que en ese momento lo estaban aseando y cambiando. Mientras esperaba,
le pedía al Señor sabiduría para hablar, pues soy parco en palabras y cuando
hablo, mi voz por las cuerdas vocales se ve afectada si hablo unos minutos
seguidos, y en aquellos momentos con los nervios temía me jugaran una mala
pasada. A los pocos minutos salió la enfermera, dejó la puerta abierta y los jóvenes me dijeron que podía pasar.
Me
impactó ver el desgaste físico de aquella persona, estaba sentado en un sofá;
me dirigí a él y le dije: ¿Me conoces? Dijo, si. ¿Me esperabas?, si, respondió.
Sé por que le había hecho la primera pregunta, pues si no me conocía o daba señales
de estar adormilado, o aturdido, su mente no estaría en condiciones de
escuchar; pero la segunda pregunta, no salió de mi, y me sorprendió escuchar
aquel, si tan rotundo.
Los
planes de Dios, no son para averiguarlos, debemos obedecer lo que nos manda, el
Señor es Soberano, el hace lo que le place.
Comencé
a relatar le, lo mismo que estoy contando...y obedezco a Dios por eso te voy
hablar de la Salvación por Fe en Jesucristo. Estaba su esposa sentada en una
silla al lado de la cama. Y comencé a decirle que Dios creo al hombre a su
imagen y semejanza...la caída en pecado por desobediencia y dudar de Dios...como
Dios busca al hombre y le ofrece a su Hijo Jesucristo para cargar con nuestros
pecados y si creemos en Él arrepentidos nos perdona los pecados, los borra para
siempre, Dios no se acordará jamás de ellos...miraba para él y vi como se le humedecían los ojos, y cuando pronunciaba el nombre de Jesús le venían flemas a
la boca, hasta el punto que una vez se atragantó, y me pidió su esposa que
saliera un momento, mientras llamó a la enfermera. Salí al pasillo y esperé
tranquilo pero deseando entrar de nuevo.
Cuando
lo hice, lo habían acostado en cama, con la cabeza ladeada, un tubo en la nariz
para aspirar las flemas, era el único artilugio que tenía ahora; antes tenía
varios colocados y le habían retirado todo. Su esposa me comenzó a decir que
estaba impresionada, que ella le pedía a un santo...ahí me tocó la llaga, le
hablé de Los Mandamientos dados por Dios a Moisés, Éxodo 20; 4-6. De cómo el Señor
me abrió los ojos sobre la idolatría. Su esposa dijo que se le ponía “la piel
de gallina” con lo que le decía. Le pregunté a él, José has entendido lo que hablé,
con voz muy queda me dijo, si. Llevaba una mini biblia de los Gedeones, se la
mostré enseñándole cómo y qué debía leer. Le dije si tenía alguna duda, que me
preguntara. Su esposa me dijo que le iban a traer la comida; entendí que debía
dejarlos y le prometí volver al día siguiente. Cuando salí, casi llevaba 2
horas hablando; se habían pasado en un suspiro y no me acordaba de lo que le
había dicho. Vinieron unos pensamientos acusadores, ¡no has sabido hablar! ¡de
nada sirvió! Pero la oración al Señor es tan poderosa, que muchas veces no nos
acordamos que es nuestro hilo directo con Dios, y cuando Satanás ve que no
puede hacer nada, se va en retirada, urdiendo otro plan de ataque.
Escribí
a un hermano en la fe, anciano de la iglesia, relatándole en pocas palabras lo
aquí escrito.
Esa
noche, volví a tener el mismo sueño de los cuadros, pero ahora eran tres rojos
y uno de ellos desvaneciéndose y apareciendo el blanco. ¿Tendrá algún
significado?
Volví
al día siguiente, esta vez más temprano.
A las 10.30 estaba allí, pero estaban los médicos visitando a los
pacientes y no dejaban entrar. Fui para la sala de espera donde están pacientes
y familiares para consulta oncológica, y me senté. Desde donde estaba, vi a un
hombre dos años mayor que yo que conozco desde niño y que muy rara vez hemos
hablado. Pero me acerqué a él y le pregunté. Comenzó a decirme que tenía tres
tumores: páncreas, pulmón y esófago. Que había abandonado la quimioterapia,
que le estaba matando más rápido que el cáncer. Que seguía un tratamiento
natural, que le iba muy bien y que nadie recibía preparación en la vida para afrontar esas situaciones y menos la muerte. Me puso en bandeja hablarle de Cristo, y comencé por la Creación del
hombre sin pecado y las consecuencias que arrastramos desde entonces; que Dios
nos dio la solución a través de Su Hijo Jesucristo, para perdonar nuestros
pecados si nos arrepentimos y le aceptamos como Salvador y Señor, nos da la
Vida Eterna porque el venció a la muerte Resucitando...no me dejó seguir, me
interrumpió y me dijo que no creía en ese Jesús; que el ni robaba ni había
matado a nadie,(me recordó al fariseo en el templo) y que los había bien
peores; que si después de la muerte no había nada, que se acababa todo... se
encerró en su orgullo, en sus filosofías orientales, y en teorías humanas que
trastornan las mentes con mentiras, para que la verdad sea más difícil de creer
y pueda llegar a ver la luz en su mente. Le dije que si yo estaba equivocado
con lo que decía la Biblia, nada iba a perder; pero que si la Biblia dice la
verdad, y sé que es así,_recalqué, se iba a llevar un buen chasco cuando se
viera en el infierno tras la muerte, se daría cuenta tarde, que no era un
cuento que es real como la vida misma.
No
pudimos seguir porque le llamaban a consulta, pero le dije que volveríamos hablar si Dios quiere.
Volví
a mirar de entrar y si, ahora se podía pasar. Cuando llegué, le habían dado una
pastilla a José y estaba adormilado. Su esposa me dijo que no había vuelto a
tener dolor en 24 horas y que hacía un ratito había pedido una para la cabeza.
Me dijo también que habían leído y que tenían que saber como tenían que hacer,
le dije: tener fe en Jesucristo. Le leí en Lucas 23; 39-43:
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba,
diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes
tú a Dios, estando en la misma condenación?
41 Nosotros, a la
verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros
hechos; mas éste ningún mal hizo.
42 Y dijo a Jesús:
Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso.
Tan
pronto como Cristo fue clavado en la cruz, oró por los que lo crucificaron. Él
murió para comprar nos y conseguirnos el
perdón de pecados. Por esto oró.
Jesús fue
crucificado entre dos ladrones; en ellos se muestran los diferentes efectos que
la cruz de Cristo tiene sobre los hijos de los hombres por la predicación del
evangelio. Un malhechor se endureció hasta el fin. Ninguna aflicción cambiará
de por sí un corazón endurecido. El otro se ablandó al fin: fue sacado como
tizón de la hoguera y fue hecho monumento a la misericordia divina. Esto no
estimula a nadie a postergar el arrepentimiento hasta el lecho de muerte, o
esperar hallar entonces misericordia. Cierto es que el arrepentimiento verdadero
nunca es demasiado tarde, pero es tan cierto que el arrepentimiento tardío
rara vez es verdadero. Nadie puede estar seguro de tener tiempo para
arrepentirse en la muerte, pero nadie puede tener la seguridad de tener las
ventajas que tuvo este ladrón penitente.
Veremos que este
caso es único si observamos los efectos nada comunes de la gracia de Dios en
este hombre. Él reprochó al otro por reírse de Cristo. Reconoció que merecía lo
que le hacían. Creyó que Jesús sufría injustamente. Vemos su fe en esta
oración. Cristo estaba sumido en lo hondo de la desgracia, sufriendo como un
engañador sin ser librado por su Padre. Hizo esta profesión antes que mostrara
los prodigios, que dieron honra a los sufrimientos de Cristo, y asombraron al
centurión. Creyó en una vida venidera, y deseó ser feliz en esa vida; no como
el otro ladrón, que solo quería ser salvado de la cruz. Como su humilla en esta
oración. Todo lo que pide es, Señor, acuérdate de mí, dejando enteramente en
manos de Jesús el cómo recordarlo. Así fue humillado en el arrepentimiento
verdadero, y dio todos los frutos del arrepentimiento que permitieron sus
circunstancias, allí amarrado a la cruz, sin poder hacer nada por si mismo, sólo
creer por fe.
Cristo en la cruz
muestra como Cristo en el trono. Aunque estaba en la lucha y agonía más
grandes, aun así, tuvo piedad de un pobre penitente. Por este acto de gracia
tenemos que comprender que Jesucristo murió para abrir el cielo a todos los
creyentes penitentes y obedientes. Es un solo caso en la Escritura; debe
enseñarnos a no desesperar de nada, y que nadie debiera desesperar; pero, para
que no se cometa abuso se pone en contraste con el estado espantoso del otro
ladrón que se endureció en la incredulidad, aunque tenía tan cerca al Salvador
crucificado. Tengamos la seguridad de que, en general, los hombres mueren como
viven.
¿Qué hizo el malhechor para ser salvado
del infierno? No podía bajar de la cruz, estaba atado a ella. Entonces ella
misma contestó: tener fe. ¡Nos hace tanta falta! exclamó. Le dejé un calendario
de La Buena Semilla, le apunté mi teléfono y le dije que podía llamarme cuando
quisiera para responder sus preguntas o dudas.
Mañana si Dios quiere, volveré a verlos.