} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿ESTÁN NUESTRAS ACCIONES A LA ALTURA DE NUESTRAS ACTITUDES?

miércoles, 3 de junio de 2015

¿ESTÁN NUESTRAS ACCIONES A LA ALTURA DE NUESTRAS ACTITUDES?

 Proverbios  3:1   Hijo  mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos.
 2  Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad.
 3  Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón.
 4  Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente.
 5  Confía en el SEÑOR de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.
 6  Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.
 7  No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al SEÑOR y huye del mal.
 8  Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser.....(Nueva Versión Internacional)


La misericordia y la verdad son dos cualidades importantes del carácter en la vida de una persona que ha nacido de nuevo, por la gracia de Dios. Ambas involucran acciones así como también actitudes. Una persona misericordiosa no solo siente amor, además actúa con lealtad y responsabilidad. Una persona veraz no solo cree la verdad, también trabaja para lograr justicia para otros. Palabras y pensamientos no son suficientes, nuestras vidas revelan si en verdad somos misericordiosos y veraces.  

Buscar apoyo para actuar, da la idea de poner todo nuestro peso sobre algo, descansando y confiando en esa persona o cosa sobre la cual uno se apoya. Cuando tenemos alguna decisión importante que tomar, a veces nos sentimos que no podemos confiar en nadie, ni siquiera en Dios. Sin embargo, El sabe lo que es mejor para nosotros.  Incluso juzga mejor que nosotros para saber lo que queremos. Debemos confiar en El completamente en todas las decisiones que tomemos. Esto no significa que debamos dejar de pensar con cuidado ni menospreciar la capacidad de razonamiento que Dios nos ha dado. Significa, sin embargo, que no nos creamos sabios ante nuestros ojos. Siempre debemos estar dispuestos a escuchar y a que la Palabra de Dios y consejeros sabios nos enmienden. Llevemos en oración nuestras decisiones a Dios. Utilicemos la Biblia como guía y luego sigamos la dirección de Dios. El hará nustros caminos derechos al encaminarnos y protegernos.

  Para recibir la dirección de Dios  debemos colocarlo a El en el primer lugar de nuestra vida. Esto significa entregarle cada esfera de la vida. Alrededor de mil años después, Jesús enfatizó esta misma verdad (Mateo 6:33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas).
Analicemos nuestros valores y prioridades. ¿Qué es importante para nosotros? ¿En qué esferas reconocemos a Dios? ¿Cuál es el consejo de El?
Quizás ya reconocimos a Dios en varios aspectos de nuestra vida, pero las que intentamos restringir o pasar por alto su influencia son las que nos causarán dolor. Mantengamos a Dios en el primer lugar en todo lo que hagamos. Entonces El nos guiará debido a que nosotros trabajamos para llevar a cabo sus propósitos.
   Es difícil saber cuándo Dios nos ha estado disciplinando, hasta que más tarde volvemos a mirar la situación pasada.  Pero si nos rebelamos en contra de Dios y nos negamos a arrepentirnos cuando El identifica algún pecado en nuestra vida, es posible que Dios use la culpabilidad, las crisis y las malas experiencias para llevarnos de nuevo a El. A veces, sin embargo, los tiempos difíciles surgen cuando no hay algún pecado flagrante en nuestra vida. Entonces nuestra respuesta debe ser paciencia, integridad y confianza de que Dios nos mostrará qué hacer.

  Proverbios tiene muchas declaraciones de gran peso sobre los beneficios de la sabiduría que incluyen una larga vida, riqueza, honra y paz. Si esto no nos sucede a nosotros, ¿significa que tenemos poca sabiduría? No necesariamente. En lugar de garantías, estas declaraciones son principios generales. En un mundo perfecto, la conducta sabia siempre llevará a estos beneficios. Incluso en nuestro mundo problemático, vivir con sabiduría casi siempre trae como resultado bendiciones obvias, pero no siempre. En ocasiones el pecado interviene y las bendiciones deben postergarse hasta que Jesús vuelva para establecer su Reino eterno. De ahí que "por fe andamos, no por vista" (2 Corintios 5:7). Podemos estar seguros de que la sabiduría, al final, nos llevará a donde hay bendiciones.

  Postergar hacer lo bueno es una falta de consideración e injusticia, ya sea que se trate del pago de un préstamo, la devolución de una herramienta o el cumplimiento de una promesa. Retener lo que no nos corresponde destruye la confianza y crea grandes problemas. Seamos tan entusiasta en hacer el bien como lo es para recibir el que nos hacen a nosotros.