Proverbios
3:1 Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más
bien, guarda en tu corazón mis mandamientos.
2 Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán
prosperidad.
3 Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre
alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón.
4 Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente.
5 Confía en el SEÑOR de todo corazón, y no en tu propia
inteligencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.
7 No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al SEÑOR y
huye del mal.
8 Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser.....(Nueva Versión Internacional)
La misericordia y la verdad son
dos cualidades importantes del carácter en la vida de una persona que ha nacido
de nuevo, por la gracia de Dios. Ambas involucran acciones así como también
actitudes. Una persona misericordiosa no solo siente amor, además actúa con
lealtad y responsabilidad. Una persona veraz no solo cree la verdad, también
trabaja para lograr justicia para otros. Palabras y pensamientos no son
suficientes, nuestras vidas revelan si en verdad somos misericordiosos y
veraces.
Buscar
apoyo para actuar, da la idea de poner todo nuestro peso sobre algo, descansando y
confiando en esa persona o cosa sobre la cual uno se apoya. Cuando tenemos
alguna decisión importante que tomar, a veces nos sentimos que no podemos
confiar en nadie, ni siquiera en Dios. Sin embargo, El sabe lo que es mejor
para nosotros. Incluso juzga mejor que
nosotros para saber lo que queremos. Debemos confiar en El completamente en
todas las decisiones que tomemos. Esto no significa que debamos dejar de pensar
con cuidado ni menospreciar la capacidad de razonamiento que Dios nos ha dado.
Significa, sin embargo, que no nos creamos sabios ante nuestros ojos. Siempre
debemos estar dispuestos a escuchar y a que la Palabra de Dios y consejeros
sabios nos enmienden. Llevemos en oración nuestras decisiones a Dios. Utilicemos
la Biblia como guía y luego sigamos la dirección de Dios. El hará nustros
caminos derechos al encaminarnos y protegernos.
Para
recibir la dirección de Dios debemos
colocarlo a El en el primer lugar de nuestra vida. Esto significa entregarle
cada esfera de la vida. Alrededor de mil años después, Jesús enfatizó esta
misma verdad (Mateo 6:33 Más bien, busquen
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán
añadidas).
Analicemos nuestros valores y
prioridades. ¿Qué es importante para nosotros? ¿En qué esferas reconocemos a
Dios? ¿Cuál es el consejo de El?
Quizás ya reconocimos a Dios en
varios aspectos de nuestra vida, pero las que intentamos restringir o pasar por
alto su influencia son las que nos causarán dolor. Mantengamos a Dios en el primer
lugar en todo lo que hagamos. Entonces El nos guiará debido a que nosotros
trabajamos para llevar a cabo sus propósitos.
Es difícil saber cuándo Dios nos ha estado
disciplinando, hasta que más tarde volvemos a mirar la situación pasada. Pero si nos rebelamos en contra de Dios y nos
negamos a arrepentirnos cuando El identifica algún pecado en nuestra vida, es
posible que Dios use la culpabilidad, las crisis y las malas experiencias para
llevarnos de nuevo a El. A veces, sin embargo, los tiempos difíciles surgen
cuando no hay algún pecado flagrante en nuestra vida. Entonces nuestra
respuesta debe ser paciencia, integridad y confianza de que Dios nos mostrará
qué hacer.
Proverbios
tiene muchas declaraciones de gran peso sobre los beneficios de la sabiduría
que incluyen una larga vida, riqueza, honra y paz. Si esto no nos sucede a
nosotros, ¿significa que tenemos poca sabiduría? No necesariamente. En lugar de
garantías, estas declaraciones son principios generales. En un mundo perfecto,
la conducta sabia siempre llevará a estos beneficios. Incluso en nuestro mundo
problemático, vivir con sabiduría casi siempre trae como resultado bendiciones
obvias, pero no siempre. En ocasiones el pecado interviene y las bendiciones
deben postergarse hasta que Jesús vuelva para establecer su Reino eterno. De
ahí que "por fe andamos, no por vista"
(2 Corintios 5:7). Podemos estar seguros de
que la sabiduría, al final, nos llevará a donde hay bendiciones.
Postergar
hacer lo bueno es una falta de consideración e injusticia, ya sea que se trate
del pago de un préstamo, la devolución de una herramienta o el cumplimiento de
una promesa. Retener lo que no nos corresponde destruye la confianza y crea
grandes problemas. Seamos tan entusiasta en hacer el bien como lo es para
recibir el que nos hacen a nosotros.