} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: REFLEXIONES Y MEDITACIONES I V

martes, 30 de junio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES I V

  
Como la noche interviene entre ayer y hoy, y con todo la noche misma es absorbida por el ayer y el hoy, así el sufrimiento no interrumpió la gloria de Jesucristo, la que era ayer y hoy, de tal suerte que no continúe siendo la misma. El es el mismo ayer, antes de venir al mundo, y hoy, en el cielo. Ayer en el tiempo de nuestros antepasados, y hoy en nuestro siglo. Ayer: la obra salvadora de Cristo muriendo por los pecadores; hoy: intercediendo delante del Padre por los creyentes; y por los siglos: iniciando el reino de Dios cuando El regrese en gloria. Jesucristo nunca cambia; es eternamente fiel, `por eso, los creyentes podemos tener gran confianza en El.
El amor de Cristo por nosotros tendrá un efecto similar en nosotros si es debidamente considerado y rectamente juzgado. Todos estábamos perdidos y deshechos, muertos y destruidos, esclavos del pecado, sin poder para liberarnos y tendríamos que haber seguido así, miserables para siempre, si Cristo no hubiera muerto por nosotros y resucitado. No debemos hacer de nosotros la finalidad de nuestra vida y acciones, sino a Cristo. La vida del cristiano debe ser dedicada a Cristo. Y como Cristo murió por nosotros, nosotros también debemos morir a nuestra vieja vida no debemos vivir más para agradarnos a nosotros mismos, debemos usar nuestra vida agradando a Cristo, el que murió por nosotros y resucitó del sepulcro. Los cristianos somos nuevas criaturas desde nuestro interior. El Espíritu Santo nos da vida nueva y ya no seremos los mismos jamás. No hemos sido reformados, rehabilitados o reeducados; somos una nueva creación, viviendo en unión vital con Cristo. Convertirnos no es meramente dar la vuelta a una hoja nueva, sino empezar una vida nueva bajo un nuevo Maestro.
Dios nos atrae hacia sí mismo, nos reconcilia, borra nuestros pecados y nos hace justos. Dejamos de ser enemigos, extraños o extranjeros para Dios, cuando confiamos en Cristo. Al reconciliarnos con Dios, tenemos el privilegio de animar a otros para que hagan lo mismo, y de esa manera somos aquellos que tienen el ministerio de la reconciliación.

Es bueno tener metas, pero las metas nos pueden decepcionar si dejamos a Dios fuera de ellas. No vale la pena hacer planes como si Dios no existiera porque el futuro está en sus manos. ¿Qué nos gustaría estar haciendo dentro de diez años? ¿En un año más? ¿Mañana? ¿Cómo reaccionariamos si Dios interviniera y modificara nuestros planes? Planifiquemos por adelantado, pero no nos aferremos mucho a nuestros planes. Si ponemos los deseos de Dios en el centro de los planes, El nunca nos decepcionará.
La vida es corta por mucho que vivamos. No nos engañemos al pensar que tenemos mucho tiempo para vivir por Cristo, para disfrutar con los seres queridos o para hacer lo que sabemos que debemos hacer. ¡Vivamos para Dios hoy! Luego, sin que importe cuánto dure nuestra vida, habremos cumplido con el plan que Dios tenía para nosotros.
En nuestra mejor momento de salud y prosperidad, todo hombre es pura vanidad, no podemos vivir por mucho tiempo; podemos morir pronto. Esta es una verdad indudable, pero estamos poco dispuestos a creerla. Por tanto, oremos que Dios ilumine nuestras mentes por su Espíritu Santo y llene nuestros corazones con su gracia, para que cada día y hora podamos estar preparados para la muerte.
La vida es corta sin importar cuánto vivamos. Si hay algo importante que queramos hacer, no debemos posponerlo para otro día, mejor preguntemonos: "¿Qué haría si solo tuviera seis meses de vida?" ¿Le diría a alguien que lo ama? ¿Trataría de enderezar algún área rebelde de mi vida? ¿Le hablaría a alguien de Jesús? Debido a que la vida es corta, no nos olvidemos de lo que es realmente importante: Jesucristo. 
Es irónico que la gente pase tanto tiempo asegurando su vida en la tierra y muy poco o nada en donde pasará la eternidad. Hace tiempo aprendí y me di cuenta de que las sorprendentes riquezas y las tareas terrenales que nos llevan tanto tiempo alcanzar no tienen ningún valor en la eternidad. Muy pocas personas comprenden que su única esperanza es el Señor. Una clara señal de sostener tratos mundanos es hacer planes sin consultar a Dios. Tal acción es jactancia, es decir, presumir que uno mismo, no Dios, controla las circunstancias que nos rodean en la vida.
La fragilidad, la brevedad y la incertidumbre de la vida deben frenar la confianza vana y presuntuosa de todos los proyectos para el futuro. Podemos establecer la hora y el minuto de la salida y la puesta del sol para mañana, pero no podemos fijar la hora cierta en que se disipará la niebla. Tan corta, tan irreal y dada a marchitarse es la vida humana, y toda la prosperidad y el placer que la acompañan; pero la bendición o el ¡ay! para siempre serán conforme a nuestra conducta en este momento pasajero.
Siempre tenemos que depender de la voluntad de Dios. Nuestros tiempos no están en nuestras manos sino a disposición de Dios. Nuestra cabeza puede estar llena de preocupaciones y pensamientos por nosotros mismos, o por nuestras familias o amistades, pero la providencia a menudo confunde nuestros planes. Todo lo que pensemos y todo lo que hagamos debe depender con sumisión de Dios. Necio y dañino es jactarse de cosas mundanas y proyectos futuros; producirá gran desengaño y resultará destructivo al final.
Tenemos que alabar y magnificar a Dios por la sucesión constante del día y la noche. Y ver como hay quienes son como las bestias salvajes, que esperan la noche y tienen comunión con las obras infrutuosas de las tinieblas. ¿Escucha Dios el lenguaje de la naturaleza, aun de las criaturas voraces, y no escuchará más favorablemente el lenguaje de la gracia de su pueblo, aunque sean débiles y quebrantados gemidos indecibles? -Existe la obra de cada día, que debe hacerse en su día, a la cual debe aplicarse el hombre cada mañana y debe continuar hasta el anochecer; habrá tiempo suficiente para descansar cuando llegue la noche, en la cual nadie puede obrar.
Las obras de arte parecen más burdas mientras más de cerca se las mire; las obras de la naturaleza parecen más finas y exactas. Todas ella son hechas con sabiduría, puesto que todas responderán a la finalidad para la cual fueron diseñadas.
Cada primavera es un emblema de la resurrección, cuando surge un mundo nuevo como si saliera de las ruinas del viejo. Pero únicamente el hombre vive más allá de la muerte. Cuando el Señor le quita el aliento, su alma entra a otro estado, y su cuerpo será resucitado para gloria o para miseria. Que el Señor envíe su Espíritu y cree nuestras almas de nuevo para santidad.
En la actualidad, muchos son lo bastante arrogantes como para pensar que no necesitan a Dios. Pero cada aliento nuestro depende del Espíritu que ha soplado dentro de nosotros. No solo dependemos de Dios para nuestra vida misma, sino que El además desea lo mejor para nosotros. También debemos desear aprender más acerca de los planes que tiene para nosotros cada día y estar a la entera dependencia de Dios. Esconder el rostro es retener su favor. Por su Espíritu o su aliento, o su mera palabra, el Señor nos da vida. Es su providencia constante la que repara las pérdidas del tiempo y de la enfermedad. Así es mi Dios y Señor. 
Nuestra mente carnal convierte nuestra memoria en angustia para la duda, haciendo dolorosas comparaciones entre el pasado y el presente.No debiéramos permitir que nada aparte la meta de nuestros ojos: conocer a Cristo. Con la concentración de un atleta en entrenamiento, debemos poner a un lado todo lo que es perjudicial y olvidarnos aun de las cosas buenas que podrían distraernos e impedir que seamos cristianos efectivos. ¿Qué nos retiene en el pasado una y otra vez?
Todos hemos hecho cosas de las que nos avergonzamos y vivimos en la tensión de lo que hemos sido y de lo que queremos ser. Como nuestra esperanza está en Cristo, sin embargo, podemos olvidar la culpa pasada y proyectarnos a lo que El nos ayudará a ser. No nos estanquemos en el pasado. Más bien, crezcamos en el conocimiento de Dios, concentrándose en nuestra relación con El ahora. Sepamos que hemos sido perdonados, y movámonos en dirección a una vida de fe y obediencia. Proyectemonos hacia una vida plena y de mayor significado gracias a nuestra esperanza en Cristo.
Algunas veces tratar de vivir una perfecta vida cristiana puede ser tan dificultoso que nos puede agotar y desanimar. Podemos sentirnos tan lejos de lo perfecto, que nunca agradaremos a Dios con nuestras vidas. Pablo usó el término perfecto para significar maduro o completo, no intachable en cada detalle. Aquellos que son maduros deberían perseverar en el poder del Espíritu Santo, sabiendo que Cristo revelará y llenará cualquier discrepancia entre lo que somos y lo que deberíamos ser. Esta provisión de Cristo no es una excusa para una devoción pobre, pero provee alivio y confianza para aquellos que nos sentimos apremiados a vivir nuestras vidas en obediencia a su Palabra en la Biblia.
Vivamos de tal manera nuestra fe en Cristo, como si cada día fuera el último aquí en la tierra.
Cuando oramos con Dios, toda la alabanza, toda suplica, toda acción de gracias que el Señor recibe desde esta tierra, es desde el fruto del Espíritu de Cristo, y aceptable por medio de Él. Nuestra alabanza es silenciosa, porque faltan palabras para expresar la gran bondad de Dios. Él se revela en el trono de la gracia, dispuesto a oír y a contestar las oraciones de todos los que van a Él por fe en Jesucristo. Presentar nuestras oraciones de modo incorrecto, desde nuestra mente carnal, es abominación para Dios. Porque todos nuestros pensamientos "bondadosos" carnales son rechazados por Dios, pues nada bueno hay en ellos.
Nuestros pecados prevalecen en contra de nosotros; no podemos pretender equilibrarlos con ninguna justicia de ningún tipo, porque somos justificados por gracia; no obstante, en cuanto a nuestras transgresiones, no entraremos en condenación por ellas debido a Su Misericordia gratuita y Amor a la justicia que el Señor provee.
Los nacidos de nuevo podemos entrar en comunión con Dios para bendición. Orar es conversar con Dios Padre por medio de su Hijo Jesucristo a quién amamos y valoramos; es aplicarnos íntimamente a la fe como actividad de nuestra vida espiritual diaria. Así es cómo entramos en comunión con Dios; sólo por la libre elección de Dios. Hay abundancia de bondad por medio del Espíritu y de lo que es satisfactorio para el alma en la casa de Dios; hay suficiente para todos, bastante para cada uno: siempre está dispuesto, y todo, sin dinero y sin precio. Por fe y oración podemos mantenermos en comunión con Dios y obtener consuelo de Él dondequiera estemos. Pero los pecadores pueden esperar o encontrar esta felicidad sólo por medio de Aquel bendito que se acerca al Padre como nuestro Abogado y Fiador.
Aun cuando nos sintamos abrumados por la multitud de nuestros pecados, Dios los perdonará si se lo pedimos con sinceridad por medio de Cristo. ¿Si te sientes como si Dios nunca pudiera perdonarte, que tus pecados son demasiados o que algunos son muy grandes? Las buenas nuevas son que Dios puede y perdonará todos ellos. Nadie está lejos de la redención y nadie está tan lleno de pecados como para no poder ser limpio. Sólo la misericordia de Dios nos libra de las cargas de la iniquidad, purgando y expiando las transgresiones que están en nuestra contra.
Aunque nuestras oraciones no sean contestadas pronto, no debemos dejar de orar. Mientras más grandes sean nuestros problemas, más fervorosos y serios debemos ser para orar. Nada apena tanto a un hijo de Dios como perderlo de vista; ni tampoco hay algo que tema tanto como que Dios deseche su alma. Si el sol se nubla, eso oscurece la tierra pero si el sol dejara la tierra, ¡qué carcel sería! Aun los beneficiados por los favores de Dios podemos sufrir sus terrores por un tiempo para ser probada nuestra fe. 
No tenemos que pensar que el santo Jesús sólo sufrió por nosotros en el Getsemaní y en el Calvario. Toda su vida fue trabajo y dolor; fue afligido como nunca lo fue un hombre, desde su temprana juventud en adelante. Fue preparado para esa muerte que saboreó a través de su vida. Ningún hombre puede participar en los sufrimientos por los cuales iban a ser redimidos otros hombres. Todos lo abandonaron y huyeron. A menudo, bendito Jesús, te abandonamos; pero tú no nos abandones; no apartes de nosotros tu Espíritu Santo.
Indecible consuelo de todos los nacidos de nuevo es que Dios esté por nosotros no importa quién esté encontra, y que ppodamos acudir a Él como a quien le place preocuparse por nosotros. Si bien debemos odiar el mal y trabajar para vencerlo, debemos amar a todos, incluso a los que hacen el mal, porque Dios los ama. Tenemos el llamado a aborrecer el pecado, pero a amar al pecador. Solo mediante la fortaleza de Dios seremos capaces de amar al prójimo por el amor de Dios.
Ahora recuerdo cuando, cegado por el pecado, postrado ante aquellas tallas de madera que ni ven ni oyen, ni hablan ni caminan, dirigia aquellas retahíla de palabras, musitadas por costumbre. Qué mayor aberración, qué locura puede haber más grande que hablar con algo que tú has fabricado ¿Cómo es posible estar tan ciego? ¿Cómo la religión Católica Romana puede educar y enseñar algo así? La respuesta, tú que lees esto si no estás ciego, tu mismo la encontrarás. ¡¡Despierta!! ¡¡Espabila!! Ahora que tienes ocasión para pedir ayuda a Dios Padre en el nombre de Jesús, y Él que sabrá de tu sinceridad, acudirá de inmediato para revelarte la Verdad y el Plan de Salvación SÓLO por fe en Jesucristo.
Puedes contactar conmigo para recibir un ejemplar de la Palabra de Dios, la Biblia, que es la guia de todos los que servimos a Cristo Resucitado.

Si tú que lees esto no tienes fe en Jesucristo, tu no puedes creer que es posible que tu duro corazón sea ablandado, que puedan ser curadas tus enfermedades espirituales, y débil como eres, puedas resistir por más tiempo viviendo esa vida licenciosa, que enmascaras bajo esa religión que dices profesar. Tus propósitos se quedan en el aire cada vez que decides cambiar esto o aquello, que tú dabes no puedes soportar por más tiempo, pero ye tiene tan esclavizado que una y otra vez vuelves a caer en tu propio pecado.
Déjame decirte algo:
Los que se quejan de incredulidad, deben mirar a Cristo pidiendo gracia que les ayuda contra eso, falta de fe, y su gracia será suficiente para ellos. A quién Cristo sana, lo cura eficazmente para siempre, de esa enfermedad mortal, el pecado. Pero Satanás no quiere ser expulsado de quienes han sido sus esclavos por mucho tiempo, y cuando no puede engañar o destruir al pecador, le causa todo el terror que puede, miedos, dudas, angustias, enfermedad...recordándote lo que fuiste o hiciste.
Las palabras de Jesús no significan que podemos obtener automáticamente cualquier cosa que deseamos si pensamos en forma positiva. El dice que cualquier cosa es posible con fe porque nada es demasiado difícil para Dios. No podemos obtener por arte de magia cada cosa que pedimos en oración; pero con fe, podemos tener cualquier cosa que necesitamos para servirle. En esta forma el Señor ayuda a aquella alma atribulada a tener fe; y después de grande tribulación y terrible lucha, la fe llega a nacer. Nuestra fe es provada en el dia a dia. Las pruebas no son más que peldaños necesarios para subir hacia la cima donde nos espera Cristo. Cada examen demuestra nuestra verdadera naturaleza y la abundancia de nuestro corazón. 
La declaración del Señor sobre la fe, no nos concede la libertad de jactarnos de la bondad de Dios, pidiendo irresponsablemente cosas por egoísmo. Nuestros deseos deben estar de acuerdo con la voluntad de Dios.
Nuestra fe ha sido sacudida, y está consciente de su imperfección. Por lo tanto, pide a Jesús que quite tus dudas y te conceda una fe firme.
La fe nos enseña a recurrir al Salvador con gran humildad y con sumisión total a su voluntad, diciendo: “Señor, si quieres”, sin dudar del ánimo pronto de Cristo para socorrer al angustiado. Sabemos también qué esperar de Cristo: que conforme a nuestra fe será hecho. El pobre leproso dijo: Si quieres. Cristo dispensa favores a los que prontamente se encomiendan a su voluntad. Cristo no hace nada que haga parecer como que busca la alabanza de la gente. Pero ahora no hay razón para que dudemos en difundir las alabanzas de Cristo. Glorificando y alabando a Dios Padre por medio de su Hijo Jesucristo. 
El verdadero valor de una persona no es externo, sino interno. Aunque una persona esté enferma o deformada, en su interior no es menos valiosa ante Dios. Nadie es tan repugnante como para que Jesús lo toque. En un sentido, todos somos leprosos porque nos ha deformado la fealdad del pecado. Pero Dios, al enviar a su Hijo Jesús, nos ha tocado para darnos la sanidad.
Cuando te sientas rechazado por alguien, detente y piensa qué siente Dios por esa persona y por ti.
El leproso estaba convencido que Jesús podía curarlo. Sin embargo, no estaba seguro que Jesús quisiera sanarlo. Pero la respuesta de Jesús dejó solucionado el problema: «Quiero, sé limpio». ¿Acaso no podemos nosotros estar seguros que es la voluntad del Señor hacer aquello para lo cual Él ya hizo provisión redentora? Al mismo tiempo, uno no puede vivir violando conscientemente la voluntad de Dios y esperar que Él cumpla sus promesas. Cuando las condiciones bíblicas para participar en los procesos de Dios están presentes, aquellas promesas deberán cumplirse; pero no dudemos de la pronta disposición, ni de los remedios de Dios, simplemente cuestionando si es o no su voluntad. Nuestra fe pudiera ser débil o incompleta en algunos respectos. Nosotros, a decir verdad, en ocasiones pudiéramos no ser sanados, lo cual no significa que el Señor no quiera hacerlo.; sino que se toma su tiempo para tratar algo en tu vida que esorba tu madurez. Dios sabe como tratar e imprimir nuestro carácter. Todas la pruebas tienen un porqué y un para qué. 
Así como en nuestro trabajo diario somos evaluados para demostrar nuestra aptitud por medio de nuestras actitudes, así Dios Padre examina nuestro carácter, nuestra fe por medio de nuestra actitud diaria para verificar nuestras proridades. Cuando son erradas o se desvian de la Palabra de Dios en la Biblia, aparecen los síntomas, los avisos, y el semaforo rojo de tu conciencia, para decir: ¡alto no sigas por ese camino!
Cuando ignoras la advertencia, enseguida viene el estancamiento. Has salido del camino del Señor y mientras no vuelvas al punto de dónde te saliste, andarás en tus caminos lejos de la Voluntad del Señor.
La vida de una persona nacida de nuevo por fe en Jesucristo se resume en: Obediencia a la Palabra de Dios en la Biblia.

¿Cómo somos conocedores de la Vida Eterna? Jesús nos lo dice aquí con claridad: conociendo a Dios el Padre a través de su Hijo, Jesucristo. La vida eterna requiere que los creyentes entremos a una relación personal con Dios en Jesucristo nuestro Señor. Cuando confesamos nuestro pecado y nos apartamos de él, el amor de Cristo vive en nosotros por medio del Espíritu Santo. Esta vida eterna, no es la mera existencia consciente sin fin, sino una vida de conocimiento y trato con Dios en Cristo.
La vida eterna no podía ser dada a los creyentes a menos que Cristo, su fiador, glorificara al Padre y fuera glorificado por Él. Este es el camino del pecador a la vida eterna y cuando este conocimiento sea perfeccionado, se disfrutarán plenamente la santidad y la felicidad. La santidad y la felicidad de nosotros los redimidos es, en especial, la gloria de Cristo y de su Padre, que fue el gozo puesto delante de Él, por el cual soportó la cruz y despreció la vergüenza; esta gloria era el fin del pesar de su alma y al obtenerla se satisfizo completamente. Así somos enseñados que es necesario que glorifiquemos a Dios como prueba de nuestro interés en Cristo, por quien la vida eterna es la libre dádiva de Dios.
Dios nos ha revelado sabiduría verdadera por su Espíritu. Esta es una prueba de la autoridad divina de la Palabra de Dios en la Biblia, de la divinidad del Espíritu Santo, que conoce todas las cosas y escudriña todas las cosas, aun las cosas profundas de Dios. Nadie puede saber las cosas de Dios, sino su Espíritu Santo, que es uno con el Padre y el Hijo, y que da a conocer los misterios divinos a su Iglesia. Este es un testimonio muy claro de la verdadera divinidad y de la personalidad del Espíritu Santo.
Los apóstoles no fueron guiados por principios mundanos. Recibieron del Espíritu de Dios la revelación de estas cosas, y del mismo Espíritu recibieron su impresión salvadora. Estas cosas son las que declararon con un lenguaje claro y sencillo, enseñados por el Espíritu Santo, totalmente diferentede la oratoria o palabras seductoras de la humana sabiduría. El hombre natural, el hombre sabio del mundo, no recibe las cosas del Espíritu de Dios. La soberbia del razonamiento carnal es tan opuesta a la espiritualidad como la sensualidad más baja. La mente santa discierne las bellezas verdaderas de la santidad, pero no pierde el poder de discernir y juzgar las cosas comunes y naturales. El hombre carnal es extraño a los principios, goces y actos de la vida divina. Sólo el hombre espiritual es una persona a quien Dios da el conocimiento de su voluntad. 
El Espíritu capacitó a los apóstoles para dar a conocer su mente. La mente de Cristo y la mente de Dios en Cristo nos son dadas a conocer plenamente en la Palabra de Dios en la Biblia. El gran privilegio de los cristianos es que tenemos la mente de Cristo, revelada a enosotros por su Espíritu. Experimentamos su poder santificador en nuestros corazones y damos buen fruto en nuestras vidas.
Tú que lees esto, ¿Conoces la Vida Eterna? Vives como anticipo de esa vida la libertad en Cristo, o continúas dominado por la rsclavitud del pecado. Ninguna religión te libera de la prisión del pecado, SOLO LA FE EN JESUCRISTO.
Se nos prohíbe investigar por curiosidad en los consejos secretos de Dios y dar opiniones personanles al respecto. Pero se nos dirige y estimula a que escudriñemos diligentemente en aquello que Dios ha dado a conocer por medio de su Palabra en la Biblia. Él no ha retenido nada que sea provechoso para nosotros, sino sólo lo que es bueno que ignoremos. El fin de toda revelación divina no es darnos temas curiosos de especulación y discusión, sino que podamos hacer todas las palabras de esta ley y ser bendecidos en nuestro obrar. La Biblia revela claramente esto; más allá de esto no pueden ir provechosamente los hombres. Por esta luz uno puede vivir y morir cómodamente y ser feliz para siempre.
Hay ciertas cosas que Dios decidió no revelarnos, posiblemente por las siguientes razones: nuestras mentes finitas no pueden entender los aspectos infinitos del universo de Dios y su naturaleza; algunas cosas no necesitamos conocerlas hasta que seamos más maduros; y como Dios es Infinito y Omnisciente, es simplemente imposible para nosotros saber todo lo que El hace. Este versículo muestra que a pesar de que Dios no nos ha dicho todo lo que hay sobre la obediencia a El, nos ha dicho bastante. Así, la desobediencia proviene de un acto de la voluntad, no por una falta de conocimiento. A través de la Palabra de Dios en la Biblia sabemos lo suficiente para ser salvos por fe y servirle. No debemos usar las limitaciones de nuestro conocimiento como una excusa para rechazar su guía en nuestra vida.
La historia escrita de las relaciones providenciales de Dios para con Israel, nos presenta una combinación maravillosa de “bondad” y severidad”. Gran parte de ella está envuelta en misterio demasiado profundo para que lo sondeen nuestras facultades limitadas; pero, por la sabiduría comprensiva manifestada en aquellas porciones que han sido reveladas a nosotros, estamos preparados para entrar al espíritu completo de la admiración: “¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”