} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA PALABRA DE DIOS Y EL GOZO (II)

sábado, 13 de junio de 2015

LA PALABRA DE DIOS Y EL GOZO (II)


  Nos beneficiamos de la Palabra cuando aprendemos el secreto del verdadero gozo. 
Este secreto se revela en 1ª Juan 1:3,4: «Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que vuestro gozo sea completo.» Cuando consideramos lo insignificante que es nuestra comunión con Dios, lo superficial que es, no es de maravillarse que tantos cristianos carezcan de gozo. A veces cantamos: "Día feliz en que escogí servir a mi Señor y Dios. ¡Mi corazón debe sentir y publicar su eterno amor!" Sí, pero esta felicidad debe ser mantenida como una ocupación permanente del corazón y la mente con Cristo. Sólo donde hay mucha fe y el amor que le sigue hay también mucho gozo.
"Gozaos en el Señor siempre." No hay otro objetivo en el cual nos podamos regocijar "siempre". Todo lo demás varía y es inconstante. Lc que nos complace hoy palidece mañana. Pero, el Señor es siempre el mismo, y podemos regocijar nos en El en los períodos de adversidad lo mismo que en la prosperidad. Podemos añadir a esto el versículo siguiente: "Vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca" (Filipenses 4:5). Sed templados en relación con las cosas externas; no os dejéis llevar por aquellas que son más placenteras, ni tampoco sentíros abrumados cuando son desagradables. No os exaltéis cuando el mundo os sonríe ni perdáis ánimo cuando frunce el ceño. Mantened una indiferencia estoica a las comodidades externas; ¿por qué hay que estar tan ocupado con estas cosas cuando el mismo Señor está "a la mano"? Si la persecución es violenta, las pérdidas temporales gravosas, el Señor está cerca, El es "nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Salmo 46: l), dispuesto a ayudarnos y socorrernos si nos echamos en su regazo. El cuidará de nosotros, para que no estemos "inquietos por nada" (Filipenses 4:6). Las personas mundanas están atosigadas por los cuidados como la madera por la carcoma, pero no ha de ser así para el cristiano.
"Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Juan 15:1l). Cuando meditamos en estas preciosas palabras de Cristo y las atesoramos en el corazón, no pueden por menos de producir gozo. Un corazón que se regocija es el resultado en un conocimiento creciente del amor y verdad de Jesucristo."Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tus palabras fueron para mí el gozo y la alegría de mi corazón." (Jeremías 15:16). Sí, es al alimentarnos de las palabras del Señor que el alma se refuerza, y regocija, y la hace cantar y alegrarse en el corazón.
"Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío" (Salmos 43:4). Como dijo Spurgeon: «Los creyentes deberían acercarse a Cristo con exaltación, porque El es más de lo que era el altar para el Salmista. Una luz más clara debería dar mayor intensidad de deseo. No era por el altar en sí que se interesaba David, porque no era creyente que siguiera las tendencias paganas del ritualismo: su alma deseaba comunión espiritual, comunión con Dios mismo en verdad. ¿Para qué sirven todos los ritos del culto a menos que el Señor se halle en él? ¿Qué son, en realidad sino cáscaras vacías? ¡Notemos el santo entusiasmo con que David contempla al Señor! No es sólo su gozo, es su gozo en alto grado; no sólo es su fuente de gozo, el dador del gozo, el sostenedor del gozo, es el "gozo mismo". Mi alegría y mi gozo, es decir, el alma, la esencia, las mismas entrañas de mi gozo.»
"Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas falten en el aprisco, y no haya vacas en los establos, con todo, yo me alegraré en Jehová, y me regocijaré en el Dios de mi salvación" (Habacuc 3:17,18). Esto es algo que la persona mundana no conoce; ¡y por desgracia, es una experiencia extraña también a muchos cristianos profesos! Es en Dios que tenemos la fuente de nuestro gozo espiritual y permanente; es de El que fluya. Esto lo reconocía desde muy antiguo la iglesia cuando decía: "Todas mis fuentes están en ti". (Salmo 87:7). 
¡Feliz el alma que ha aprendido este secreto!