Nos
beneficiamos de la Palabra cuando aprendemos el secreto del verdadero
gozo.
Este secreto se revela en 1ª Juan 1:3,4: «Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que vuestro gozo sea completo.» Cuando consideramos lo insignificante que es nuestra comunión con Dios, lo superficial que es, no es de maravillarse que tantos cristianos carezcan de gozo. A veces cantamos: "Día feliz en que escogí servir a mi Señor y Dios. ¡Mi corazón debe sentir y publicar su eterno amor!" Sí, pero esta felicidad debe ser mantenida como una ocupación permanente del corazón y la mente con Cristo. Sólo donde hay mucha fe y el amor que le sigue hay también mucho gozo.
Este secreto se revela en 1ª Juan 1:3,4: «Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que vuestro gozo sea completo.» Cuando consideramos lo insignificante que es nuestra comunión con Dios, lo superficial que es, no es de maravillarse que tantos cristianos carezcan de gozo. A veces cantamos: "Día feliz en que escogí servir a mi Señor y Dios. ¡Mi corazón debe sentir y publicar su eterno amor!" Sí, pero esta felicidad debe ser mantenida como una ocupación permanente del corazón y la mente con Cristo. Sólo donde hay mucha fe y el amor que le sigue hay también mucho gozo.
"Gozaos en el Señor
siempre." No hay otro objetivo en el cual nos podamos
regocijar "siempre". Todo lo demás varía y es inconstante. Lc
que nos complace hoy palidece mañana. Pero, el Señor es siempre el mismo, y
podemos regocijar nos en El en los períodos de adversidad lo mismo que en la
prosperidad. Podemos añadir a esto el versículo siguiente: "Vuestra
mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca" (Filipenses
4:5). Sed templados en relación con las cosas externas; no os dejéis llevar por
aquellas que son más placenteras, ni tampoco sentíros abrumados cuando son
desagradables. No os exaltéis cuando el mundo os sonríe ni perdáis ánimo cuando
frunce el ceño. Mantened una indiferencia estoica a las comodidades externas;
¿por qué hay que estar tan ocupado con estas cosas cuando el mismo Señor
está "a la mano"? Si la persecución es violenta, las pérdidas
temporales gravosas, el Señor está cerca, El es "nuestro pronto
auxilio en las tribulaciones" (Salmo 46: l), dispuesto a ayudarnos y
socorrernos si nos echamos en su regazo. El cuidará de nosotros, para que no
estemos "inquietos por nada" (Filipenses 4:6). Las personas
mundanas están atosigadas por los cuidados como la madera por la carcoma, pero
no ha de ser así para el cristiano.
"Estas cosas os he hablado,
para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Juan
15:1l). Cuando meditamos en estas preciosas palabras de Cristo y las atesoramos
en el corazón, no pueden por menos de producir gozo. Un corazón que se regocija
es el resultado en un conocimiento creciente del amor y verdad de
Jesucristo."Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tus palabras
fueron para mí el gozo y la alegría de mi corazón." (Jeremías 15:16).
Sí, es al alimentarnos de las palabras del Señor que el alma se refuerza, y
regocija, y la hace cantar y alegrarse en el corazón.
"Entraré al altar de Dios, al
Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios
mío" (Salmos 43:4). Como dijo Spurgeon: «Los creyentes deberían
acercarse a Cristo con exaltación, porque El es más de lo que era el altar para
el Salmista. Una luz más clara debería dar mayor intensidad de deseo. No era
por el altar en sí que se interesaba David, porque no era creyente que siguiera
las tendencias paganas del ritualismo: su alma deseaba comunión espiritual,
comunión con Dios mismo en verdad. ¿Para qué sirven todos los ritos del culto a
menos que el Señor se halle en él? ¿Qué son, en realidad sino cáscaras vacías?
¡Notemos el santo entusiasmo con que David contempla al Señor! No es sólo su
gozo, es su gozo en alto grado; no sólo es su fuente de gozo, el dador del
gozo, el sostenedor del gozo, es el "gozo mismo". Mi alegría y mi
gozo, es decir, el alma, la esencia, las mismas entrañas de mi gozo.»
"Aunque la higuera no florezca,
ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados
no den mantenimiento, y las ovejas falten en el aprisco, y no haya vacas en los
establos, con todo, yo me alegraré en Jehová, y me regocijaré en el Dios de mi
salvación" (Habacuc 3:17,18). Esto es algo que la persona mundana no
conoce; ¡y por desgracia, es una experiencia extraña también a muchos
cristianos profesos! Es en Dios que tenemos la fuente de nuestro gozo
espiritual y permanente; es de El que fluya. Esto lo reconocía desde muy
antiguo la iglesia cuando decía: "Todas mis fuentes están en
ti". (Salmo 87:7).
¡Feliz el alma que ha aprendido este secreto!