} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: MEDITAR EN CRISTO JESÚS.

domingo, 5 de octubre de 2014

MEDITAR EN CRISTO JESÚS.




Hebreos 3:1  Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;
 2  el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.
   

Katanoeo (κατανοέω)  percibir claramente, entender plenamente, considerar estrechamente. Se usa considerar plenamente al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra confesión.

CONTEXTO:

  Para el pueblo judío, Moisés fue un gran héroe; libró de la esclavitud egipcia a sus antepasados y los llevó hasta la frontera de la tierra prometida. El también escribió los cinco primeros libros del Antiguo Testamento y fue el profeta por medio del cual Dios dio la ley, por lo tanto, Moisés fue el profeta más grande de las Escrituras. Pero Jesucristo, como figura principal de la fe, es digno de mayor honor que Moisés, que solo fue un siervo humano. Jesucristo es más que humano, El es Dios mismo. Así como Moisés libró al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, de igual modo Cristo nos libra de la esclavitud del pecado.   
¿Por qué conformarnos con Moisés cuando nosotros podemos tener a Cristo, el que designó a Moisés?

REFLEXIÓN:

  Este versículo tenía un significado especial para los cristianos judíos. Para los judíos, la más alta autoridad humana era el sumo sacerdote. Para los cristianos, la más alta autoridad humana fueron los apóstoles de Dios. Jesucristo, Apóstol de Dios (significa "enviado") y Sumo Sacerdote, es la autoridad suprema de la Iglesia.
Podemos usar diferentes figuras para explicar la relación de Jesucristo con los creyentes: El es  Apóstol ("enviado") de Dios, al que debemos escuchar,  nuestro Sumo Sacerdote, por medio del cual vamos a Dios el Padre y  el gobernante de la casa de Dios   al que debemos obedecer. La Biblia está llena de diferentes nombres y figuras de Jesucristo, y cada una de ellas revela algo más de su naturaleza y ministerio.  
Cristo debe ser considerado el Apóstol de nuestra confesión, el Mensajero enviado a los hombres por Dios, el gran Revelador de la fe que profesamos, y de la esperanza que confesamos tener. Como Cristo, el Mesías, es el ungido para el oficio de Apóstol y Sacerdote. Como Jesús, es nuestro Salvador, nuestro Sanador, el gran Médico de las almas. Considéresele así y lo que es en sí, lo que es para nosotros y lo que será para nosotros en el más allá y para siempre. Pensar íntima y seriamente en Cristo nos lleva a saber más de Él. Los judíos tenían una elevada opinión de la fidelidad de Moisés, pero su fidelidad era un tipo de la de Cristo.
Cristo fue el Señor de esta casa, de su Iglesia, que es su pueblo, y su Hacedor. Moisés fue un siervo fiel, Cristo, como el eterno Hijo de Dios, es el dueño legal y el Rey Soberano de la Iglesia. No sólo debemos establecernos bien en los caminos de Cristo, pero hemos de seguir y perseverar firmemente hasta el fin. Toda meditación en su Persona y su salvación, sugiere más sabiduría, nuevos motivos para amar, confiar y obedecer.

Por tanto  visto que tenemos a un Ayudador tan compasivo, debemos  considerar atentamente, contemplar, fijar los ojos y la mente en Cristo Jesús a fin de aprovechar la contemplación que nos viene del cielo y nos lleva al cielo, su procedencia  celestial. Debemos concentrar nuestros sentidos espirituales en Cristo Jesús, con la Palabra de Dios en la Biblia como alimento único y sano para conocimiento de la Voluntad de Dios.
  Apóstol, Embajador (título superior a “ángel”, mensajero) enviado del Padre  para defender la causa de Dios para con nosotros, Sumo Sacerdote como para defender nuestra causa ante Dios. Su apostolado y su pontificado se comprenden ambos en un solo título, Mediador.  Aunque el título de “Apóstol” no se usa en otra parte en relación a Cristo, viene bien aquí en palabras dirigidas a hebreos, los que aplicaban el término a los delegados enviados por el sumo sacerdote para cobrar el impuesto del templo a judíos residentes en el exterior, así como Cristo era Delegado del Padre enviado lejos a este mundo.  

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