A pesar de
que David reinaba cuando se escribió este salmo, se le llama pastor y no rey.
Ser pastor, una profesión común en los tiempos bíblicos, era un trabajo de
mucha responsabilidad. Los rebaños dependían completamente de la guía,
protección y provisión de los pastores. David pasó sus primeros años como
pastor (1Samuel
16:10-11 E hizo pasar Isaí
siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha
elegido a éstos. 11 Entonces dijo Samuel
a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que
apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos
sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. ). Esto fue una especie de
preparación para las responsabilidades futuras que Dios le tenía preparadas.
Cuando estuvo listo, Dios lo sacó de cuidar ovejas para cuidar a Israel, el
pueblo de Dios. No tome a la ligera ni con insensatez su situación actual. Quizás
sea el campo de entrenamiento en el que lo puso Dios para su futuro.
Las cosas escondidas y encubiertas lo son porque tienen que examinarse muy cuidadosamente. La
ley de Dios fue dada con un encargo en particular, el de enseñarla
diligentemente a sus hijos para que la iglesia permanezca para siempre. También,
para que las providencias de Dios, en misericordia y juicio, les dieran ánimo
para conformarse a la voluntad de Dios. Las obras de Dios fortalecen mucho
nuestra resolución de guardar sus mandamientos. La hipocresía es el camino real
a la apostasía. Los que no enderezan sus corazones no serán fieles a Dios.
Muchos padres, por negligencia y maldad, llegan a ser asesinos de sus
hijos. Pero los jóvenes, aunque obligados a someterse en todas las cosas
legales, no deben obedecer órdenes pecaminosas ni copiar ejemplos de maldad.
El
pecado desanima a los hombres y les quita el corazón. El olvido de las obras de
Dios es la causa de la desobediencia a sus leyes. Este relato narra la lucha
entre la bondad de Dios y la maldad del hombre.
El Señor oye todas nuestras murmuraciones y desconfianzas, y se
desagrada mucho. Los que no creen el poder de la misericordia de Dios sentirán
el fuego de su indignación. No puede decirse que confían en la salvación de
Dios como su dicha final los que no pueden confiar en su providencia camino a
ella. A todos los que por fe y oración piden, buscan y llaman, les serán
abiertas en cualquier momento las puertas del cielo, nuestra desconfianza de
Dios agrava grandemente nuestro pecado. Expresa su resentimiento por la
provocación de ellos, no al negar lo que ellos deseaban lujuriosamente, sino al
concedérselos. La concupiscencia con nada se contenta. Los que dan el gusto a
su lujuria nunca se apartarán de ella.
Sin duda son duros los corazones que no se derriten por las
misericordias del Señor ni se quebrantan por sus juicios. Quienes aún pecan
deben esperar aún seguir en problemas. Y la razón por qué vivimos con tan poco
consuelo y tan poco propósito, es que no vivimos por fe.
Sometidos a tales reproches ellos profesan arrepentimiento, pero no
fueron sinceros, porque no fueron constantes.
En la historia de Israel tenemos el retrato de nuestros propios
corazones y vidas. La paciencia, las advertencias y las misericordias de Dios
los indujeron a endurecer sus corazones contra su palabra. La historia de los
reinos es muy parecida. Los juicios y las misericordias han recibido poca
atención, hasta que se ha completado la medida de sus pecados. Las ventajas
superiores no han impedido que las iglesias se aparten de los mandamientos de
Dios. Hasta los creyentes verdaderos recuerdan que por muchos años han abusado
de la bondad de la Providencia.
Los
que reciben la misericordia de Dios no osen por ello pecar porque las
misericordias que reciben les agudizarán su castigo; sin embargo, no se
desanimen de arrepentirse los que se ven sometidos a reproche divino por el
pecado. El Santo de Israel hará lo que es mejor para su gloria y lo que es
mejor para el bien de ellos. El olvidar ellos sus anteriores favores les llevó
a limitar a Dios para el futuro.
Dios hizo que su pueblo siguiera como ovejas y los guió al desierto como pastor a su
rebaño, con todo cuidado y ternura. Así, pues, el verdadero Josué, Jesús, saca
a su iglesia del desierto, pero ningún Canaán terrenal, ninguna ventaja
mundana, debe hacernos olvidar que la iglesia está en el desierto mientras esté
en este mundo, y que queda aún un reposo mucho más glorioso para el pueblo de
Dios.
Después de que los israelitas se instalaron en
Canaán, los hijos fueron como sus padres. Dios les dio sus testimonios, pero
ellos lo abandonaron. Los pecados presuntuosos hacen odiosos hasta a los
israelitas para la santidad de Dios y quedaron expuestos a su justicia.
Aquellos a quienes el Señor abandona, se vuelven presa fácil para el
destructor. Y tarde o temprano, Dios desgraciará a sus enemigos.
Él puso un buen gobierno sobre su pueblo, un
monarca según su corazón. Con buena razón el salmista hace de esto el ejemplo
que corona y culmina el favor de Dios para con Israel, porque David fue tipo de
Cristo, el gran y buen Pastor, que fue primero humillado y luego, exaltado y del cual se anunció que sería lleno del
Espíritu de sabiduría y entendimiento. Todos sus súbditos pueden confiar en la
rectitud de su corazón y la destreza de sus manos y no habrá fin para el
incremento de su gobierno y paz. Toda prueba de la naturaleza humana hasta
ahora confirma el testimonio de la Escritura que el corazón es engañoso más que todas las
cosas y perverso, y nada puede curar la
impiedad de alguien si no es creado de nuevo por el Espíritu Santo.
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