En la Palabra de Dios de la
Biblia, versión R.V60 podemos leer en:
Lucas 9:51 Cuando se cumplió el tiempo en que él había
de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén.
52 Y envió
mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los
samaritanos para hacerle preparativos.
53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era
como de ir a Jerusalén.
54 Viendo
esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que
descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?
55 Entonces
volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois;
56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas
de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra
aldea.
CONTEXTO:
Después que Asiria invadió Israel, el reino del norte, y lo restableció
con su gente, la mezcla de razas se llegó a conocer como samaritana. La
"pura raza" de judíos odiaba esta "mestiza" de samaritanos,
en recompensa, estos también odiaban la judía. Surgieron muchas tensiones entre
ambos grupos, a tal grado que los viajeros judíos que iban de Galilea a Judea
desde el sur, a menudo preferían caminar dando un rodeo para no atravesar el
territorio samaritano aunque esto prolongaba mucho más su viaje. Jesús no
mantuvo esos prejuicios y envió mensajeros para preparar las cosas en una aldea
samaritana. Sin embargo, rehusaron recibir a estos viajeros judíos.
REFLEXIÓN:
Los discípulos no consideraban que la conducta de los samaritanos
fuera, más bien efecto de prejuicio y fanatismo nacional que de enemistad
contra la palabra y la adoración de Dios; aunque se negaron a recibir a Cristo
y a sus discípulos, no los maltrataron ni injuriaron, así que el caso era completamente
diferente del de Ocozías y Elías. Tampoco se dieron cuenta que la dispensación
del evangelio iba a ser marcada por milagros de misericordia. Pero sobre todo, ignoraban los motivos dominantes
en sus propios corazones, que eran el orgullo y la ambición carnal. Nuestro
Señor les advirtió al respecto. Nos resulta fácil decir: ¡Vengan, vean nuestro
celo por el Señor!, y pensar que somos muy fieles en su causa, cuando estamos
siguiendo nuestros propios objetivos y hasta haciendo mal y no bien al prójimo,
con nuestra actitud.
Cuando los samaritanos rechazaron a Jacobo y Juan, estos no solo
quisieron sacudir el polvo de sus pies. Quisieron venganza al pedir que cayera
fuego del cielo sobre la gente, así como Elías hizo con los siervos de un malvado
rey de Israel. Sin embargo, debemos recordar que el juicio pertenece a Dios y
no debemos esperar que El use su poder para materializar nuestros deseos de
venganza.
*Cuando otros nos rechazan o se
burlan, quizás también sintamos lo mismo. Cuando somos víctimas de injurias,
denuncias falsas o mentiras sin fundamento que llevan a mermar la salud mental,
cuan fácil sería actuar como hacen los del mundo que no conocen al Señor. Aún a
veces, confieso, debo tirar de las riendas a mi mente, ayudado por el Espíritu
para poder dominar los impulsos de mi vieja naturaleza que pugnan por saltar a
la yugular de aquellos que tanto perjuicio nos han ocasionado. Poco a poco la
Palabra de Dios en la Biblia nos ha ido calando, ha ido horadando nuestro viejo
hombre, como la gota que cae constante sobre la dura piedra y termina
erosionando, así ha actuado en nosotros el Espíritu Santo iluminando con la
sana doctrina aquellos rincones oscuros para sacar a la luz todo lo que nos
estorba para asemejarnos cada día un poco más a Jesucristo, nuestra meta final.
El Alberto de hoy, gracias a Dios, no se parece al de antaño; y en su
lenta progresión del conocimiento de la Palabra y su obediencia ha ido dejando
mucho lastre por el camino. La falta de ese conocimiento, lo llevó a
situaciones vergonzosas y por ende a transitar dando tumbos, cayendo un día
tras otro, fruto de la mala enseñanza y una interpretación libertina de la
Biblia y que hombres, supuestamente preparados, comunicaron en un momento
determinado de su vida. Cuando más necesitaba y más hambriento estaba de la
Palabra de Dios, se colaron en su vida unos lobos disfrazados de ovejas, que
poco o nada les importaba fuese discipulado en el verdadero Evangelio de Jesús,
aún a costa de arrebatarle sus bienes materiales. Hoy, ya digo gracias a la
obra que ha llevado a cabo el Señor en su vida, sería muy complicado que un
lobo llegara disfrazado de oveja y escuchara su voz. Hoy, ese Alberto, está
confiado en el Señor Jesucristo; ha prometido que estará a su lado todos los días
de su vida y Dios es Fiel para cumplir lo que promete. Sé que a veces tengo que
luchar contra mi mente, no en mis fuerzas, sino amparado por el agua del Espíritu,
porque aunque no quiera, surge en mi mente el ánimo de revancha. Pero sé que Jesús
no quiere eso, y obediente, con su ayuda, vencemos esa vieja naturaleza, para
olvidar, perdonar y no devolver mal por mal, sino bien por mal; porque no
quiero ser estorbo a los planes del Señor y puedan ser mis enemigos también convertidos
por mi conducta y testimonio cristiano. ¿Por qué no? La Biblia está llena de
ejemplos similares, y están ahí para que
nos veamos reflejados en ellos y
aprendamos cual ha de ser nuestra actitud como discípulos de Cristo, como
servidores suyos. Está muy bien conocer, y hablar de la Biblia, pero lo más
importante, creo yo, es entrar en acción, obedecerla y ponerla en práctica en
el día a día y en todas las circunstancias de nuestra vida. No podemos
despreciar a quienes desconocen el Evangelio de Jesús, sabiendo que en otro
tiempo nuestras mentes también estaban veladas y no podíamos entender. Es
necesario creer para poder entender; ser nacido de nuevo para poder comprender
los misterios que la Palabra de Dios en la Biblia encierra y sólo pueden ser
discernidos por obra del Espíritu que mora en el nacido de nuevo. No podemos
criticar ni poner impedimentos para que las personas que llegan por primera vez
a escuchar el Evangelio de Jesús, se sientan objeto de miradas o gestos que
hablan por sí solas y no son edificantes para la iglesia. Quienes actúan así, hipócritamente,
deben ser llamados a corrección y si persisten, disciplinarlos. El mayor peligro
para nuestras iglesias cristianas, no viene de la calle, de las gentes del
mundo; no, nuestro mayor peligro está en medio de nosotros. La cizaña está
entre nosotros, porque hay cristianos
que lo son de labios para fuera, mientras su corazón sigue sin arrepentirse. No
son nacidos de nuevo. Pueden ser bautizados públicamente, pero no ha tenido
lugar el nuevo nacimiento, no hay fe, y sin fe es imposible agradar al Señor.
Uno de los ladrones crucificados junto a Jesús, no necesitó el bautismo de
agua; tuvo fe y Jesús le dijo que estaría con Él en el cielo*
Los discípulos quieren usar la autoridad y el poder que han recibido
para realizar su misión con propósitos destructivos. Así demostraron verdadera
fe, pero al mismo tiempo, constituye una expresión de insensibilidad y está
fuera de lugar teniendo en cuenta los objetivos redentores de Jesús «fuisteis
rescatados», de una vana manera de vivir, esto es, de la esclavitud de la
tradición. La provisión fue de extensión
universal, porque Cristo murió por todos los hombres, sin embargo es una
provisión real solo para aquellos que aceptan las condiciones de Dios, a los
cuales se describe en las afirmaciones dadas en los Evangelios como los
«muchos». La entrega de su vida fue la entrega de su persona total, y en tanto
que solo su muerte bajo el juicio divino fue expiatoria, no puede disociarse del
carácter de su vida que, siendo sin pecado, dio virtud a su muerte y constituyó
un testimonio del hecho de que su muerte fue vicaria.
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