Mat 24:9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis
aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
Mat 24:21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde
el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.
Mat 24:29 E inmediatamente después de
la tribulación de aquellos días, el
sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del
cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Mat 24:30
Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces
lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo
sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Mar 13:19 porque aquellos días
serán de tribulación cual nunca ha
habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni
la habrá.
REFLEXIÓN
La Palabra de Dios en la Biblia
nos alerta de los acontecimientos que vendrán antes de la Segunda Venida de
Jesucristo. Escudriñémosla con corazón limpio.
Los discípulos preguntaron acerca de los tiempos, ¿Cuándo serán
estas cosas? Cristo no les contestó eso, pero ellos también habían preguntado: ¿Cuál
será la señal? Esta pregunta la contestó plenamente. La profecía trata
primero los acontecimientos próximos, la destrucción de Jerusalén, el fin de la
iglesia y del estado judío, el llamado a los gentiles, y el establecimiento del
reino de Cristo en el mundo; pero también mira al juicio general y al cercano, apunta más en detalle a este
último. Lo que dijo aquí Cristo a sus discípulos, tendía más a fomentar la
cautela que a satisfacer su curiosidad, más a prepararlos para los
acontecimientos que sucederían que a darles una idea clara de los hechos. Este
es el buen entendimiento de los tiempos que todos debemos codiciar, para de eso
inferir lo que Israel debe hacer.
Nuestro Salvador advierte a sus discípulos que estén en guardia contra
los falsos maestros. Anuncia guerras y grandes conmociones entre las naciones.
Desde el tiempo en que los judíos rechazaron a Cristo y Él dejó su casa
desolada, la espada nunca se ha apartado de ellos. A los que no oigan a los mensajeros de la paz,
se les hará oír a los mensajeros de la guerra. Pero donde esté puesto el
corazón, confiando en Dios, se mantiene en paz y no se asusta. Contrario a la
mente de Cristo es que su pueblo tenga corazones perturbados aun en tiempos
turbulentos.
Cuando miramos adelante a la eternidad de la miseria que está ante los
obstinados que rechazan a Cristo y su evangelio, podemos decir en verdad: Los
juicios terrenales más grandes sólo son principio de dolores. Consuela que
algunos perseveren hasta el fin.
Nuestro Señor predice la predicación del evangelio en todo el mundo.
El fin del mundo sólo vendrá cuando el evangelio haya hecho su obra.
Cristo anuncia la ruina que sobrevendrá al pueblo judío y lo que dice aquí, servirá a sus discípulos
para su conducta y para consuelo. Si Dios abre una puerta de escape, debemos
escapar, de lo contrario no confiamos en Dios, sino lo tentamos. En tiempos de
trastorno público corresponde a los discípulos de Cristo estar orando mucho,
eso nunca es inoportuno, pero se vuelve especialmente oportuno cuando estamos
angustiados por todos lados. Aunque debemos aceptar lo que Dios envíe, aún
podemos orar contra los sufrimientos y
algo que prueba mucho al hombre bueno es ser sacado por una obra de necesidad
del servicio y adoración solemnes de Dios en el día de reposo. Pero he aquí una
palabra de consuelo, que por amor a los elegidos esos días serán acortados en
relación a lo que concibieron sus enemigos, que los hubieran cortados a todos,
si Dios, que usó a esos enemigos para servir sus propósitos, no hubiera puesto
límite a la ira de ellos.
Cristo anuncia la rápida difusión del evangelio en el mundo. Es visto
simplemente como el rayo. Cristo predicó abiertamente su evangelio. Los romanos
eran como águila y la insignia de sus ejércitos era el águila. Cuando un
pueblo, por su pecado, se hace como asquerosos esqueletos, nada puede
esperarse, sino que Dios envíe enemigos para destruirlo. Esto es muy aplicable
al día del juicio, la venida de nuestro Señor Jesucristo en ese día, 2 Tesalonicenses 2; 1-4
Pero con respecto a la venida de nuestro Señor
Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2 que no os dejéis
mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu,
ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día
del Señor está cerca.
3 Nadie
os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía,
y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo
que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de
Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
Pongamos diligencia para hacer segura nuestra
elección y vocación; entonces podremos saber que ningún enemigo ni engañador
prevalecerá contra nosotros.
Cristo predice su segunda
venida. Es habitual que los profetas hablen de cosas cercanas y a la mano para
expresar la grandeza y certidumbre de ellas. En cuanto a la segunda venida de
Cristo, se anuncia que habrá un gran cambio para hacer nuevas todas las cosas.
Entonces verán al Hijo del hombre que viene en las nubes. En su primera venida
fue puesto como señal que sería contradicha, pero en su segunda venida, una
señal que debe ser admirada.
Tarde o temprano, todos los pecadores se lamentarán, pero los
pecadores arrepentidos miran a Cristo y se duelen de manera santa y los que siembran con lágrimas cosecharán con
gozo dentro de poco. Los pecadores impenitentes verán a Aquel que traspasaron
y, aunque ahora ríen, entonces lamentarán y llorarán con horror y desesperación
interminable.
Los elegidos de Dios están dispersos en todas partes, los hay en todas
partes y en todas las naciones, pero cuando llegue ese gran día de reunión no
habrá uno solo de ellos que falte. La distancia del lugar no dejará a nadie
fuera del cielo. Nuestro Señor declara que los judíos nunca cesarán de ser un
pueblo distinto hasta que se cumplan todas las cosas que había predicho. Su
profecía llega al día del juicio final, por tanto, anuncia que Judá nunca dejará de existir como
pueblo distinto, mientras dure este mundo.
Los hombres del mundo se conjuran y planean de generación en
generación, pero no planean con referencia al hecho más seguro de la segunda
venida de Cristo, que se acerca sobrecogedor, el cual terminará con toda
estratagema humana, y echará a un lado por siempre todo lo que Dios prohíbe.
Ese será un día tan sorpresivo como el diluvio para el mundo antiguo.
Si nosotros supiéramos correctamente que todas
las cosas terrenales deben pasar dentro de poco, no pondríamos nuestros ojos y
nuestro corazón en ellas tanto como lo hacemos. ¡Qué palabras pueden describir
con más fuerza lo súbito de la llegada de nuestro Salvador! Los hombres estarán
en sus respectivas ocupaciones y, repentinamente se manifestará el Señor de
gloria. Las mujeres estarán en sus tareas domésticas, pero en ese momento toda
otra obra será dejada de lado, y todo corazón se volverá adentro y dirá, ¡es el
Señor! ¿Estoy preparado para encontrarlo? ¿Puedo estar ante Él? Y de hecho ¿qué
es el día del juicio para todo el mundo, si no el día de la muerte de cada uno?
Los judíos apresuraron el ritmo de su ruina al rebelarse contra los
romanos y perseguir a los cristianos. Aquí tenemos una predicción de la
destrucción que les sobrevino unos cuarenta años después de esto, una
destrucción y un estrago como no los ha habido en la historia. Las promesas de
poder para perseverar y las advertencias contra un alejamiento concuerdan bien
unas con otras. Pero mientras más consideremos estas cosas, veremos motivos más
abundantes para huir sin demora a refugiarnos en Cristo, y a renunciar a todo
objeto terrenal por la salvación de nuestras almas.
Los discípulos habían confundido la destrucción de Jerusalén con el
fin del mundo. Cristo corrigió este error y demostró que el día de la venida de
Cristo y el día del juicio serán después de aquella tribulación. Aquí anuncia
la disolución final del marco y trama presentes del mundo. Además, predice la
aparición visible del Señor Jesús que viene en las nubes y la reunión de todos
los elegidos con Él.
Quizá nosotros no estemos enfrentando persecución intensa ahora, pero
hay cristianos en otras partes del mundo que lo están. Cuando oigamos de
cristianos que sufren por su fe, recordemos que son nuestros hermanos en
Cristo. Oremos por ellos. Preguntemos a Dios qué podemos hacer para ayudarles
en sus tribulaciones. Cuando una parte del cuerpo sufre, todo el cuerpo sufre.
Cuando todas las partes se unen, el sufrimiento es menor, todo el cuerpo se
beneficia.
En medio de la persecución aun a los creyentes firmes se les hará
difícil ser fieles. Para evitar ser engañados por los falsos mesías, debemos
entender que el regreso de Jesús será incuestionable. Cuando El vuelva, no
habrá duda alguna. Si alguien tiene que decirnos que el Mesías ya vino, es
porque no es así. Cuando Cristo venga, todos lo veremos.
Jesús, al hablar del fin de los tiempos, enfocaba a la vez
acontecimientos cercanos y futuros, como lo hacían los profetas del Antiguo Testamento.
Muchas de estas persecuciones ya han acontecido, muchas están todavía por
venir. Pero Dios está en control aún de la duración de las persecuciones. No
olvidará a su pueblo. Esto es todo lo que necesitamos saber acerca del futuro
para alentarnos a vivir con rectitud hoy.
Jesús advierte acerca de los falsos maestros que retienen la verdad.
Al examinarlos bien, se ve que muchos mensajes atractivos no están de acuerdo
con el mensaje de Dios en la Biblia. Sólo un fundamento sólido en la Palabra de
Dios nos puede equipar para percibir los errores y distorsiones de las falsas
enseñanzas.
Esperar por el regreso del Señor no significa especular ociosamente
acerca de cuánto falta para su venida, ni proponer fechas que el Padre no ha
revelado. Tampoco nos da licencia para descuidar nuestras responsabilidades
terrenales, y dejar de preocuparnos por hacer valer la autoridad del reino en
la vida cotidiana.
Oremos y vivamos en santa obediencia a la Palabra de Dios en la Biblia
para estar preparados para Su inminente venida.
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