} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: TRIBULACIÓN QUE SE AVECINA

miércoles, 5 de noviembre de 2014

TRIBULACIÓN QUE SE AVECINA





Mat 24:9  Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
Mat 24:21  porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.
Mat 24:29  E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Mat 24:30  Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Mar 13:19  porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá.


REFLEXIÓN



La Palabra de Dios en la Biblia nos alerta de los acontecimientos que vendrán antes de la Segunda Venida de Jesucristo. Escudriñémosla con corazón limpio.


Los discípulos preguntaron acerca de los tiempos, ¿Cuándo serán estas cosas? Cristo no les contestó eso, pero ellos también habían preguntado: ¿Cuál será la señal? Esta pregunta la contestó plenamente. La profecía trata primero los acontecimientos próximos, la destrucción de Jerusalén, el fin de la iglesia y del estado judío, el llamado a los gentiles, y el establecimiento del reino de Cristo en el mundo; pero también mira al juicio general  y al cercano, apunta más en detalle a este último. Lo que dijo aquí Cristo a sus discípulos, tendía más a fomentar la cautela que a satisfacer su curiosidad, más a prepararlos para los acontecimientos que sucederían que a darles una idea clara de los hechos. Este es el buen entendimiento de los tiempos que todos debemos codiciar, para de eso inferir lo que Israel debe hacer.
Nuestro Salvador advierte a sus discípulos que estén en guardia contra los falsos maestros. Anuncia guerras y grandes conmociones entre las naciones. Desde el tiempo en que los judíos rechazaron a Cristo y Él dejó su casa desolada, la espada nunca se ha apartado de ellos.  A los que no oigan a los mensajeros de la paz, se les hará oír a los mensajeros de la guerra. Pero donde esté puesto el corazón, confiando en Dios, se mantiene en paz y no se asusta. Contrario a la mente de Cristo es que su pueblo tenga corazones perturbados aun en tiempos turbulentos.
Cuando miramos adelante a la eternidad de la miseria que está ante los obstinados que rechazan a Cristo y su evangelio, podemos decir en verdad: Los juicios terrenales más grandes sólo son principio de dolores. Consuela que algunos perseveren hasta el fin.
Nuestro Señor predice la predicación del evangelio en todo el mundo. El fin del mundo sólo vendrá cuando el evangelio haya hecho su obra.
Cristo anuncia la ruina que sobrevendrá al pueblo judío  y lo que dice aquí, servirá a sus discípulos para su conducta y para consuelo. Si Dios abre una puerta de escape, debemos escapar, de lo contrario no confiamos en Dios, sino lo tentamos. En tiempos de trastorno público corresponde a los discípulos de Cristo estar orando mucho, eso nunca es inoportuno, pero se vuelve especialmente oportuno cuando estamos angustiados por todos lados. Aunque debemos aceptar lo que Dios envíe, aún podemos orar contra los sufrimientos  y algo que prueba mucho al hombre bueno es ser sacado por una obra de necesidad del servicio y adoración solemnes de Dios en el día de reposo. Pero he aquí una palabra de consuelo, que por amor a los elegidos esos días serán acortados en relación a lo que concibieron sus enemigos, que los hubieran cortados a todos, si Dios, que usó a esos enemigos para servir sus propósitos, no hubiera puesto límite a la ira de ellos.
Cristo anuncia la rápida difusión del evangelio en el mundo. Es visto simplemente como el rayo. Cristo predicó abiertamente su evangelio. Los romanos eran como águila y la insignia de sus ejércitos era el águila. Cuando un pueblo, por su pecado, se hace como asquerosos esqueletos, nada puede esperarse, sino que Dios envíe enemigos para destruirlo. Esto es muy aplicable al día del juicio, la venida de nuestro Señor Jesucristo en ese día, 2 Tesalonicenses 2; 1-4  Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,  2  que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3  Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4  el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
  Pongamos diligencia para hacer segura nuestra elección y vocación; entonces podremos saber que ningún enemigo ni engañador prevalecerá contra nosotros.
 Cristo predice su segunda venida. Es habitual que los profetas hablen de cosas cercanas y a la mano para expresar la grandeza y certidumbre de ellas. En cuanto a la segunda venida de Cristo, se anuncia que habrá un gran cambio para hacer nuevas todas las cosas. Entonces verán al Hijo del hombre que viene en las nubes. En su primera venida fue puesto como señal que sería contradicha, pero en su segunda venida, una señal que debe ser admirada.
Tarde o temprano, todos los pecadores se lamentarán, pero los pecadores arrepentidos miran a Cristo y se duelen de manera santa  y los que siembran con lágrimas cosecharán con gozo dentro de poco. Los pecadores impenitentes verán a Aquel que traspasaron y, aunque ahora ríen, entonces lamentarán y llorarán con horror y desesperación interminable.
Los elegidos de Dios están dispersos en todas partes, los hay en todas partes y en todas las naciones, pero cuando llegue ese gran día de reunión no habrá uno solo de ellos que falte. La distancia del lugar no dejará a nadie fuera del cielo. Nuestro Señor declara que los judíos nunca cesarán de ser un pueblo distinto hasta que se cumplan todas las cosas que había predicho. Su profecía llega al día del juicio final, por tanto,  anuncia que Judá nunca dejará de existir como pueblo distinto, mientras dure este mundo.
Los hombres del mundo se conjuran y planean de generación en generación, pero no planean con referencia al hecho más seguro de la segunda venida de Cristo, que se acerca sobrecogedor, el cual terminará con toda estratagema humana, y echará a un lado por siempre todo lo que Dios prohíbe. Ese será un día tan sorpresivo como el diluvio para el mundo antiguo.
  Si nosotros supiéramos correctamente que todas las cosas terrenales deben pasar dentro de poco, no pondríamos nuestros ojos y nuestro corazón en ellas tanto como lo hacemos. ¡Qué palabras pueden describir con más fuerza lo súbito de la llegada de nuestro Salvador! Los hombres estarán en sus respectivas ocupaciones y, repentinamente se manifestará el Señor de gloria. Las mujeres estarán en sus tareas domésticas, pero en ese momento toda otra obra será dejada de lado, y todo corazón se volverá adentro y dirá, ¡es el Señor! ¿Estoy preparado para encontrarlo? ¿Puedo estar ante Él? Y de hecho ¿qué es el día del juicio para todo el mundo, si no el día de la muerte de cada uno?
Los judíos apresuraron el ritmo de su ruina al rebelarse contra los romanos y perseguir a los cristianos. Aquí tenemos una predicción de la destrucción que les sobrevino unos cuarenta años después de esto, una destrucción y un estrago como no los ha habido en la historia. Las promesas de poder para perseverar y las advertencias contra un alejamiento concuerdan bien unas con otras. Pero mientras más consideremos estas cosas, veremos motivos más abundantes para huir sin demora a refugiarnos en Cristo, y a renunciar a todo objeto terrenal por la salvación de nuestras almas.
Los discípulos habían confundido la destrucción de Jerusalén con el fin del mundo. Cristo corrigió este error y demostró que el día de la venida de Cristo y el día del juicio serán después de aquella tribulación. Aquí anuncia la disolución final del marco y trama presentes del mundo. Además, predice la aparición visible del Señor Jesús que viene en las nubes y la reunión de todos los elegidos con Él.

Quizá nosotros no estemos enfrentando persecución intensa ahora, pero hay cristianos en otras partes del mundo que lo están. Cuando oigamos de cristianos que sufren por su fe, recordemos que son nuestros hermanos en Cristo. Oremos por ellos. Preguntemos a Dios qué podemos hacer para ayudarles en sus tribulaciones. Cuando una parte del cuerpo sufre, todo el cuerpo sufre. Cuando todas las partes se unen, el sufrimiento es menor, todo el cuerpo se beneficia.
En medio de la persecución aun a los creyentes firmes se les hará difícil ser fieles. Para evitar ser engañados por los falsos mesías, debemos entender que el regreso de Jesús será incuestionable. Cuando El vuelva, no habrá duda alguna. Si alguien tiene que decirnos que el Mesías ya vino, es porque no es así. Cuando Cristo venga, todos lo veremos.
Jesús, al hablar del fin de los tiempos, enfocaba a la vez acontecimientos cercanos y futuros, como lo hacían los profetas del Antiguo Testamento. Muchas de estas persecuciones ya han acontecido, muchas están todavía por venir. Pero Dios está en control aún de la duración de las persecuciones. No olvidará a su pueblo. Esto es todo lo que necesitamos saber acerca del futuro para alentarnos a vivir con rectitud hoy.
Jesús advierte acerca de los falsos maestros que retienen la verdad. Al examinarlos bien, se ve que muchos mensajes atractivos no están de acuerdo con el mensaje de Dios en la Biblia. Sólo un fundamento sólido en la Palabra de Dios nos puede equipar para percibir los errores y distorsiones de las falsas enseñanzas.

Esperar por el regreso del Señor no significa especular ociosamente acerca de cuánto falta para su venida, ni proponer fechas que el Padre no ha revelado. Tampoco nos da licencia para descuidar nuestras responsabilidades terrenales, y dejar de preocuparnos por hacer valer la autoridad del reino en la vida cotidiana.
Oremos y vivamos en santa obediencia a la Palabra de Dios en la Biblia para estar preparados para Su inminente venida.

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