} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA MISERICORDIA DE DIOS

domingo, 30 de noviembre de 2014

LA MISERICORDIA DE DIOS


 
Leyendo la Palabra de Dios en la Biblia en el libro de Isaías 64:6-8, leemos estos principios:

 6  Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas: nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.
 7  Nadie invoca tu nombre, ni se esfuerza por aferrarse a ti. Pues nos has dado la espalda y nos has entregado en poder de nuestras iniquidades.
 8  A pesar de todo, SEÑOR, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.

Tame(טָמֵא) «inmundo». El inmundo. La inmundicia ritual pudiera resultar por varias razones. Hacía que la persona afectada fuera incapaz de adorar a Dios.

Trapo de inmundicia. Paño de menstruosa.  Este trapo era usado por la mujer durante su periodo. Durante este tiempo la mujer era considerada ceremonialmente inmunda, también lo era todo lo que la tocara (Levítico 20:18 Si alguien se acuesta con una mujer y tiene relaciones sexuales con ella durante su período menstrual, pone al descubierto su flujo, y también ella expone el flujo de su sangre. Los dos serán eliminados de su pueblo.)

Nosotros barro: Esta metáfora alude a la soberanía de Dios, que moldea a los individuos, a las naciones y la historia de la humanidad según su propósito.



 REFLEXIÓN:

Este pasaje puede malinterpretarse con mucha facilidad. No significa que Dios nos rechace si vamos a Él con fe, ni que El desprecia nuestros esfuerzos para agradarle. Significa que si vamos a Dios demandando su aceptación sobre la base de nuestra "buena" conducta, nuestros méritos, Él señalará que nuestra bondad no es nada comparada con su justicia infinita. Este pasaje va dirigido sobre todo a los impenitentes, los no arrepentidos, no para el verdadero seguidor de Dios.
La apariencia de Dios es tan intensa como un fuego abrasador que consume todo a su paso. Si somos tan impuros, ¿cómo podemos ser salvos? Solo por la misericordia de Dios. Los israelitas experimentaron la gloria de Dios en el monte Sinaí (Éxodo19:16-19  16  En la madrugada del tercer día hubo truenos y relámpagos, y una densa nube se posó sobre el monte. Un toque muy fuerte de trompeta puso a temblar a todos los que estaban en el campamento.
 17  Entonces Moisés sacó del campamento al pueblo para que fuera a su encuentro con Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte Sinaí.
 18  El monte estaba cubierto de humo, porque el SEÑOR había descendido sobre él en medio de fuego. Era tanto el humo que salía del monte, que parecía un horno; todo el monte se sacudía violentamente,
 19  y el sonido de la trompeta era cada vez más fuerte. Entonces habló Moisés, y Dios le respondió en el trueno). Cuando Dios se presentó ante Moisés, hubo truenos, humo y un terremoto. Si Dios se presentara ante nosotros, su gloria nos aplastaría especialmente cuando miráramos nuestros "trapos de inmundicia"  

Incapaces de enmendarnos debidamente, pedimos a la soberana voluntad de Dios que nos plasme para salvación, como nos hizo al principio, por cuyo motivo es nuestro “Padre”.
El pecado nos hace impuros para que no podamos acercarnos más a Dios (Romanos 3:23  pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios). Nuestros mejores esfuerzos siguen infectados de pecado. La única esperanza, por lo tanto, es la fe en Jesucristo, quien nos puede limpiar y llevar ante la presencia de Dios (Romanos 3:24-26 24  pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó.
 25  Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados;
 26  pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús)

La felicidad de su pueblo está unida a lo que Dios ha destinado y está preparando para nosotros. ¿Podemos creer esto, y luego pensar que cualquier cosa es demasiado grande para esperar de su verdad, poder y amor? Es espiritual y no puede ser comprendido por la inteligencia humana. Está todo preparado por Dios desde la eternidad. Para Él ya todo ha ocurrido, mientras que para nosotros aún es futuro.  Si llegamos a entender qué comunión hay entre un Dios de gracia y un alma que recibe la gracia, estaremos preparados para rendirnos plenamente a Su Voluntad.
Debemos tomar conciencia de cumplir nuestro deber en todo lo que requiere el Señor nuestro Dios. Tú lo encontraste, mejor dicho Él nos halló, a cada uno en sus circunstancias y pecados; ahí se pone de manifiesto Su poder de transformación, esto habla de su libertad y disposición para hacernos bien. Aunque Dios ha estado enojado con nosotros por nuestros pecados, y con justicia, su ira ha terminado pronto, pero en su favor hay vida que sigue y continúa y en eso confiamos para nuestra salvación.
El pueblo de Dios, en aflicción, confiesa y lamenta sus pecados, y se reconoce indigno de su misericordia. El pecado es eso abominable que el Señor odia. Nuestras obras, no importa lo que parezcan ser, si pensamos que tienen mérito delante de Dios, son como harapos, y no nos cubrirán, trapos inmundos que sólo nos contaminarán. Hasta nuestras pocas buenas obras en que hay verdadera excelencia, como fruto del Espíritu, son tan defectuosas y contaminadas por ser hechas por nosotros, que deben ser lavadas en la fuente abierta para el pecado y la inmundicia.
Malo es cuando se retiene la oración al faltar la comunión con el Señor; acercarse a Él sin antes habernos lavado en la única fuente limpia, Cristo Jesús. Orar es aferrarse por fe de las promesas que el Señor nos ha hecho por su buena voluntad y presentarlas como argumento para aferrarse de Él, y rogarle fervorosamente que no nos abandone o suplicar su intercesión.
Los incrédulos se acarrearon los problemas por su propia necedad. Los pecadores son destruidos y luego llevados por el viento de su propia iniquidad; los marchita y luego los destruye. Cuando se hicieron como cosa inmunda, no asombró que Dios los aborreciera.
Necios y negligentes como somos, pobres y despreciados, todavía eres nuestro Padre. Es por estar sometidos a la ira de un Padre que seremos reconciliados  y el alivio que requiere nuestro caso lo esperamos sólo de Él. Nos encomendamos a Dios. No decimos: “Señor, no nos reprendas”, porque eso podría ser necesario, sino “No te enojes”.  Dios puede demorar la respuesta a nuestras oraciones por un tiempo, pero al final, responderá a los que invocaron su nombre y esperan en su misericordia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario