} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ESTAR CERCA… NO ES ESTAR DENTRO DEL REINO DE CRISTO

lunes, 23 de agosto de 2021

ESTAR CERCA… NO ES ESTAR DENTRO DEL REINO DE CRISTO

 

 Mar 12:28  Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó:¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

Mar 12:29  Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

Mar 12:30  Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

Mar 12:31  Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Mar 12:32  Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;

Mar 12:33  y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.

Mar 12:34  Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.     

 

           Estos versículos contienen una conversación entre nuestro Señor Jesucristo y " uno de los escribas." Por tercera vez en un mismo día vemos a nuestro Señor  puesto a prueba con una cuestión difícil. Habiendo reducido al silencio a los fariseos y saduceos, le piden que decida un punto en que había mucha  divergencia de opiniones entre los judíos: " ¿Cuál es entre los mandamientos el primero de todos?"

Este escriba vino a Jesús con una pregunta que se debatía a menudo en las escuelas rabínicas. En el judaísmo había una especie de doble tendencia. Estaba la tendencia a extender la Ley ilimitadamente en cientos y miles de reglas y normas; pero también existía la tendencia a tratar de reunir la Ley en una sola frase, una afirmación general que fuera el compendio de todo su mensaje. A Hillel le preguntó una vez un prosélito que le instruyera en toda la Ley mientras él se mantenía sobre un pie. La respuesta de Hillel fue: «Lo que aborreces para ti mismo, no se lo hagas a tu prójimo; esto es toda la Ley, y el resto no es más que comentario. Ve, y aprende.» Aquiba dijo después que Cristo: "Ama a tu prójimo como a- ti mismo": este es el principio de la Ley más grande y más general.» Simón el Justo también dijo: "El mundo se sostiene sobre tres cosas: la Ley, el culto y las obras de amor.»

Shammay enseñó que Moisés había recibido 613 preceptos en el monte Sinaí, 365 según los días del año solar, más 248, según las generaciones de la humanidad. David redujo los 613 a 11 en Salmo 15.

Aquí se puede ver que el ingenio rabínico trataba de concentrar tanto como de extender la Ley. Había realmente dos escuelas de pensamiento. Algunos creían que había temas más ligeros y más graves en la Ley; que había grandes principios que era de suprema importancia captar. Como Agustín diría unos siglos después: «Ama a Dios, y haz lo que quieras.» Pero había otros que estaban totalmente en contra de esto, y que sostenían que todos los principios pequeños eran tan vinculantes como los grandes, y que tratar de distinguir entre sus relativas importancias era sumamente peligroso. El escriba que Le hizo a Jesús esta pregunta estaba interesado en algo que constituía un tema candente del pensamiento judío.

La respuesta de Jesús tomó dos grandes mandamientos, y los aunó.

(i) «Oye, Israel: no hay más Señor que el Señor nuestro Dios.» Esa sencilla frase es realmente el credo del judaísmo (Deu_6:4 ). Se usaba de tres maneras. Se la llama la Shemá. Shemá es el imperativo del verbo hebreo shama', oír, y se llama así porque esa es la primera palabra de la frase, y en español Oye Israel.

(a) Era y es la frase inicial del culto de la sinagoga antiguamente y ahora. La shemá entera está tomada de Deu_6:4-9 ; Deu_11:13-21 ; Num_15:37-41 . Es la confesión de que no hay más que un Dios, el fundamento del monoteísmo judío.

(b) Los tres pasajes de la shemá se escribían en las filacterias (Mat_23:5 ), que eran tiras de piel que los devotos judíos se ponían en la frente y en la muñeca cuando hacían oración. Cuando oraban, les recordaba su credo. La razón para usar las fIlacterias se encontraba en Deu_6:8 .

(c) La shemá se guardaba en una cajita cilíndrica llamada mezuzá, que se fijaba, y se sigue fijando, a la puerta de todas las casas judías y de todas las habitaciones para recordarles a los judíos a Dios en sus entradas y salidas.

Cuando Jesús citó esta frase como el primer mandamiento, cualquier judío devoto habría estado de acuerdo con Él.

(ii) «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Es una cita de Lev_19:18 . Jesús hizo una cosa insólita con ella. En su contexto original se refiere al correligionario judío. No se pretendía que incluyera a los gentiles, a los que estaba permitido odiar. Pero Jesús citó este mandamiento sin restricciones ni fronteras. Tomó una ley antigua, y la colmó con un nuevo significado.

La cosa nueva que hizo Jesús fue aunar estos dos mandamientos. Ningún rabino lo había hecho nunca. Sólo hubo un intento de relacionarlos anteriormente. Alrededor del año 100 a C. se compuso una serie de tratados Los Testamentos de los Doce Patriarcas, en los que el autor anónimo puso en las bocas de los patriarcas algunas enseñanzas muy preciosas.

Razón tenemos de agradecer a Dios que tantas cuestiones  difíciles fuesen propuestas a nuestro Señor; pues sin esa circunstancia quizás nunca se hubieran dicho las palabras llenas de alta sabiduría que sus tres  respuestas contienen. En este caso, y en otros muchos, vemos como Dios hace salir el bien del mal. Puede hacer que los asaltos más maliciosos de sus  enemigos produzcan el bien de su iglesia, y redunden en Su alabanza. Puede hacer que la enemistad de los fariseos y saduceos se convierta en instrucción de  Su pueblo. Que poco se imaginaban los tres que en este capítulo vemos preguntarle el gran beneficio que sus arteras cuestiones iban a conferir a toda la  Cristiandad. "Del comedor sale la carne." Jueces 14.16.

¡Qué impresión produce la manera con que el Señor pinta el entendimiento con que debemos mirar a Dios y a nuestro prójimo No solamente debemos  obedecer al uno, y abstenernos de dañar al otro; en ambos casos debemos dar algo más; tenemos que dar amor, el más fuerte de todos los afectos, y el más  comprensivo. Esta regla lo incluye todo; hace innecesarios los detalles. Nada puede faltar intencionalmente donde hay amor.

¡Qué expresivo es también nuestro Señor cuando nos describe la medida con que debemos amar a Dios y a nuestro prójimo! Debemos amar a Dios más que a  nosotros mismos, y con todo el poder de las facultades más íntimas de nuestro ser; nunca podremos amarlo bastante ni demasiado bien. Debemos amar a  nuestros prójimos como a nosotros mismos y hacerles bajo todos respectos lo que quisiéramos que nos hiciesen a nosotros. Clara y obvia es la profunda  sabiduría de la distinción que establece. Podríamos fácilmente errar en nuestros afectos hacia los demás, ya por tenerlos exageradamente en mucho o en poco;  por eso la regla es amarlos como a nosotros mismos, ni más ni menos. No podemos errar por exceso en nuestro amor a Dios. Es digno de todo lo que seamos  capaces de tributarle, así es que debemos amarlo con todo nuestro corazón.

Tengamos continuamente presentes estas dos reglas tan ensalzadas, y usémoslas diariamente durante el viaje de la vida. Considerémoslas como un compendio  de lo que debemos practicar tanto en lo que concierne a nuestras relaciones con Dios, como con los hombres. Juzguemos por ellas todas las dificultades que  puedan asaltar nuestra conciencia, respecto a lo que es bueno y a lo que es malo. Feliz el hombre que se empeñe en amoldar su vida siguiendo siempre estas  reglas.

Esta breve exposición nos enseña cual es el verdadero tipo de deber, y en que gran necesidad estamos todos por naturaleza de la expiación y mediación de  nuestro Señor Jesucristo. ¿En dónde están los hombres que puedan asegurar con verdad, que han amado de una manera perfecta a Dios y al hombre? ¿Dónde  hallar en la tierra una persona que no se confiese "criminal" al ser juzgado por esa ley? No es de admirarse que la Escritura diga: " No hay nadie justo, no, ni  uno solo." "Por las obras de la ley ninguna carne se justificará." Rom. 3 2Sa_10:20. Una ignorancia grosera de las exigencias de la ley de Dios es tan solo lo que  nos hace no darte el alto valor que tiene el Evangelio. Aquel que tiene la percepción más clara de la ley moral, será siempre el que tenga el juicio más elevado  del valor de la sangre expiatoria del Cristo.

Observemos, además, en estos versículos, cuan adelantado puede un hombre estar en religión, y no ser, a pesar de eso, verdadero discípulo de Cristo. El escriba, en el pasaje que comentamos, era evidentemente un hombre de más saber que la mayor parte de los de su clase. Veía cosas que muchos escribas y  fariseos nunca vieron; prueba evidente son sus mismas palabras. "Hay un Dios; y no hay otro más que Él; y amarlo de todo corazón, y con todo el  entendimiento, y con toda el alma, y con todas nuestras fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que holocaustos y sacrificios." Estas palabras  son muy notables, y tanto más si recordamos quien las dijo y en que época vivía; no nos maravilla, pues, leer después lo que nuestro Señor le dijo, "Tú no  estás lejos del reino de Dios...

Pero no debemos cerrar los ojos al hecho, que en ningún lugar se nos dice que este hombre se hiciera discípulo de nuestro Señor; sobre este particular hay  silencio profundo. Los pasajes paralelos en S. Mateo no arrojan ninguna luz sobre este caso, y nada nos dicen de él las otras partes del Nuevo Testamento.

Tenemos que deducir la desagradable conclusión, que, como el joven rico no pudo decidirse a abandonarlo todo y seguir a Cristo; o que, como algunos de los  príncipes que se mencionan en otro lugar, " amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios." Juan 12.43. Por fin, aunque "no lejos del reino de  Dios " probablemente nunca entró en él, y fuera de él murió.

Desgraciadamente, casos como el del escriba son harto comunes. Centenares de personas hay, que como él, ven mucho y .saben mucho de las verdades  religiosas, y viven, sin embargo, y mueren indecisos. Pocas cosas hay que pasen tan desapercibidas como la altura a que pueden llegar muchas personas en sus  progresos religiosos, y no obstante no convertirse nunca, ni nunca salvarse. Fijémonos bien en el caso de este hombre, y tengamos cuidado.

Guardémonos de fundar nuestra esperanza de salvación en conocimientos meramente intelectuales. Vivimos en una época  en que se corre un gran peligro de hacerlo así. Al recibir educación los niños aprenden de la religión muchas cosas que sus  padres ignoraban completamente. Pero la educación no hace solo a un hombre cristiano a los ojos de Dios. No debemos  solamente conocer las principales doctrinas del Evangelio con nuestra inteligencia, sino recibirlas en nuestros corazones, y  ser guiado por ellas en nuestras vidas. No descansemos hasta no haber entrado en el reino de Dios, hasta no habernos  arrepentido de corazón, hasta que creamos fuertemente, hasta que no seamos nuevas criaturas en Cristo Jesús. Si nos  quedamos satisfechos con "no estar lejos del reino" nos encontraremos al fin excluidos de él para siempre.

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