1Corintios 15:51 He aquí, os digo un
misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a
la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53 Porque es necesario
que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de
inmortalidad. 54 Y cuando esto
corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la
muerte en victoria.55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde,
oh sepulcro, tu victoria?56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado,
y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean
dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos
míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre,
sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Arpazo (ἁρπάζω), arrebatar; del arrebatamiento
de los santos al retorno del Señor (1Tesalonicenses_4:17
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al
Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.)
CONTEXTO
La palabra resurrección señala, habitualmente, nuestra existencia más
allá de la tumba. La doctrina de la muerte y resurrección de
Cristo es el fundamento del cristianismo. Si se quita, se hunden de inmediato
todas nuestras esperanzas de eternidad. Por sostener con firmeza esta verdad
los cristianos soportan el día de la tribulación, y se mantienen fieles a Dios.
Creemos en vano, a menos que nos mantengamos en la fe del evangelio. Esta
verdad es confirmada por las profecías del Antiguo Testamento; muchos vieron a
Cristo después que resucitó. Este apóstol Pablo fue altamente favorecido, pero
siempre tuvo una baja opinión de sí, y la expresaba. Cuando los pecadores son
hechos santos por la gracia divina, Dios hace que el recuerdo de los pecados
anteriores los haga humildes, diligentes y fieles. Atribuye a la gracia divina
todo lo que era valioso en él. Aunque no ignoran lo que el Señor ha hecho por
ellos, en ellos y por medio de ellos, cuando miran toda su conducta y sus
obligaciones, los creyentes verdaderos son guiados a sentir que nadie es tan
indigno como ellos. Todos los cristianos verdaderos creen que Jesucristo, y
éste crucificado, y resucitado de entre los muertos, es la suma y la sustancia
del cristianismo. Todos los apóstoles concuerdan en este testimonio; por esta
fe vivieron y en esta fe murieron.
REFLEXIÓN
Aquí hay consuelo para los parientes y amigos de
los que mueren en el Señor. La pena por la muerte de amigos es lícita; podemos
llorar nuestra propia pérdida, aunque sea ganancia para ellos. El cristianismo
no prohíbe nuestros afectos naturales y la gracia no los elimina. Pero no debemos
exagerar nuestros pesares; esto es demasiado parecido a los que no tienen
esperanza de una vida mejor. La muerte es desconocida y poco sabemos del estado
después de morir, pero las doctrinas de la resurrección y de la segunda venida
de Cristo son remedio contra el temor a la muerte, y contra la pena indebida
por la muerte de nuestros amigos cristianos, tenemos la plena seguridad de
estas doctrinas.
Será felicidad que todos los santos se junten y permanezcan juntos
para siempre, pero la dicha principal del cielo es estar con el Señor, verle,
vivir con Él, y gozar de Él para siempre. Debemos apoyarnos unos a otros en los
momentos de tristeza, sin mortificar los espíritus unos a otros ni debilitarnos
las manos de unos y otros. Esto puede hacerse porque hay muchas lecciones que
aprender sobre la resurrección de los muertos y la segunda venida de Cristo.
¡Qué consuelo para el hombre cuando se le diga que va a comparecer ante el
trono del juicio de Dios! ¿Quién puede ser consolado con estas palabras? Sólo el
hombre a cuyo espíritu da testimonio Dios que sus pecados han sido borrados y
los pensamientos de su corazón son purificados por el Espíritu Santo, de modo
que puede amar a Dios y magnificar dignamente su nombre. No estamos en estado
seguro a menos que esto sea así en nosotros o que deseemos que así sea.
Enterrar a los muertos es como entregar
la semilla a la tierra para que brote de ella otra vez. Nada es más aborrecible
que un cuerpo muerto. Pero en la resurrección, los creyentes tendrán cuerpos
preparados para estar unidos para siempre a espíritus hechos perfectos. Todas
las cosas son posibles para Dios. Él es el Autor y la Fuente de la vida
espiritual y de la santidad para todo su pueblo, por la provisión de su
Espíritu Santo para el alma; también vivificará y cambiará el cuerpo por obra
de su Espíritu. Los muertos en Cristo no serán sólo resucitados sino
resucitarán cambiados gloriosamente. Los cuerpos de los santos serán cambiados
cuando resuciten. Entonces, serán cuerpos gloriosos y espirituales, aptos para
el mundo y el estado celestiales, donde vivirán para siempre jamás. El cuerpo
humano en su forma presente y con sus necesidades y debilidades, no puede
entrar en el reino de Dios, ni disfrutar de él. Entonces, no sembremos para la
carne, de la cual sólo podemos cosechar corrupción. El cuerpo sigue al estado
del alma. Por tanto, el que descuida la vida del alma, expulsa a su bien
presente; el que rehúsa vivir para Dios, despilfarra todo lo que tiene.
No todos los creyentes morirán, pero todos serán cambiados. Muchas
verdades del evangelio que estaban ocultas en misterios son dadas a conocer. La
muerte nunca aparecerá en las regiones a las cuales nuestro Señor llevará a sus
santos resucitados. Por tanto, procuremos la plena seguridad de la fe y la esperanza
para que, en medio del dolor, y en la perspectiva de la muerte, podamos pensar
con calma en los horrores de la tumba, seguros de que nuestros cuerpos dormirán
ahí, y mientras tanto, nuestras almas estarán presentes con el Redentor.
El pecado da a la muerte todo su poder
nocivo. El aguijón de la muerte es el pecado, pero Cristo, al morir quitó este
aguijón, Él hizo expiación por el pecado, Él obtuvo la remisión del pecado. La
fuerza del pecado es la ley. Nadie puede responder a sus exigencias, soportar
su maldición o terminar sus transgresiones. De ahí, el terror y la angustia. De
ahí que la muerte sea terrible para el incrédulo y el impenitente. La muerte
puede sorprender al creyente, pero no puede retenerlo en su poder. Que
Cristo nos dé la fe, y aumente nuestra fe, para que nosotros no sólo estemos a
salvo, sino gozosos y triunfantes.
Todas las congregaciones tienen personas que
aún no creen. Algunos se mueven en dirección a creer, y otros simplemente lo
suponen. Los impostores, sin embargo, no serán removidos (Mat_13:28-29 -28 El
les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues,
que vayamos y la arranquemos? 29 El les dijo: No, no
sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. ),
esa tarea queda en las manos de Dios. Las buenas nuevas acerca de Jesucristo
nos salvan, si las creemos con firmeza
y si las seguimos con fidelidad.
Siempre habrá personas que digan que Jesús no
resucitó. Pablo nos asegura que muchas personas vieron a Jesús después de su
resurrección: Pedro, los discípulos (los doce), más de quinientos creyentes
(muchos de los cuales vivían al momento en que Pablo escribió esto, aunque
otros murieron) Santiago (el hermano de
Jesús), todos los apóstoles y por último Pablo mismo. La resurrección es un
hecho histórico. No nos desalentemos por causa de los incrédulos, los que
niegan la resurrección. Llenémonos de esperanza porque un día nosotros y ellos
verán la prueba viviente, cuando Cristo vuelva.
La credencial más importante de Pablo como
apóstol era que fue un testigo presencial del Cristo resucitado. Pablo
era de la generación siguiente de creyentes, aun Cristo se le apareció. Como
fariseo celoso, Pablo llegó a ser enemigo de la iglesia cristiana hasta el
punto de capturar y perseguir creyentes. Esta es la razón por la que se
considera indigno de ser llamado apóstol de Cristo. A pesar de ser el más
influyente de los apóstoles, Pablo era profundamente humilde. Sabía que había
trabajado duro y que había logrado mucho, pero esto debido a que Dios derramó
su gracia sobre él. La verdadera humildad no radica en convencerse de que uno
no es valioso sino de que Dios obra en nosotros.
Pablo manifiesta haber trabajado más
que los demás apóstoles. Esta no es una declaración petulante, porque sabía que
su poder procedía de Dios y que no importaba quién trabajara más que los demás.
Debido a su posición prominente como fariseo, la conversión de Pablo lo hizo
objeto de una mayor persecución en comparación con los otros apóstoles, siendo
esta la razón por la que trabajó más fuerte en la predicación del mismo
mensaje.
La mayoría de los griegos no creían en la
resurrección corporal de las personas. Veían la vida venidera como algo que
sólo se relacionaba con el alma. De acuerdo a la filosofía griega, el alma era
la persona real, aprisionada en el cuerpo físico, y en la muerte quedaba
liberada. No había inmortalidad para el cuerpo sino que el alma entraba en un
estado eterno. En las Escrituras, al contrario, el cuerpo y el alma se
unificarán después de la resurrección. La iglesia en Corinto se hallaba en el
corazón de la cultura griega. Por eso muchos creyentes tuvieron dificultad para
creer en la resurrección corporal. Pablo escribió esta parte de su carta para
resolver esta confusión acerca de la resurrección.
La resurrección de Cristo es el centro de la
fe cristiana. Como Cristo resucitó de la muerte, como prometió, sabemos que
dijo la verdad: El es Dios. Como resucitó, su muerte por nuestras pecados fue
válida y somos perdonados. Porque resucitó vive e intercede por nosotros.
Porque resucitó y venció la muerte, sabemos que también nosotros resucitaremos.
Aunque Cristo no fue el primero en resucitar de la muerte (El resucitó a Lázaro
y otros), fue el primero que nunca volvió a morir. El es el precursor, la
prueba de nuestra resurrección a la vida eterna.
La muerte vino como resultado del pecado de
Adán y Eva. Pablo explica por qué el pecado de Adán trajo pecado a todos, cómo
la muerte y el pecado se esparcieron entre todos los seres humanos por causa
del primer pecado, y el paralelo existente entre la muerte de Adán y la de
Cristo.
Esta no es una crónica secuencial de
acontecimientos ni se da una fecha específica para ellos. Pablo destaca que el
Cristo resucitado conquistará todo lo maligno, incluyendo la muerte.
Aunque Dios el Padre y Dios el Hijo son
iguales, cada uno tiene funciones especiales y áreas de soberano control.
Cristo no es inferior al Padre, pero su responsabilidad es derrotar al maligno
en la tierra. Primero derrotó al pecado y a la muerte en la cruz, y en los días
finales derrotará a Satanás y a toda maldad. Los acontecimientos mundiales
parece que estuvieran fuera de control y da la impresión de que la justicia
fuera rara pero Dios la controla, permitiendo que el maligno permanezca por un
tiempo hasta que envíe una vez más a Jesús a la tierra. Luego Jesús presentará
a Dios un mundo nuevo y perfecto.
Si la muerte es el final de todo,
disfrutar el momento es lo más importante. Pero los cristianos sabemos que hay
vida más allá de la tumba y que nuestra vida en la tierra es sólo una
preparación para la que nunca acabará. Lo que hacemos
hoy incide en nuestra eternidad. A la luz de la eternidad el pecado es a una
apuesta tonta.
Tener relación con aquellos que negaban la
resurrección podría corromper el carácter de un buen cristiano. No permitamos
que nuestras relaciones con los incrédulos nos lleven fuera de Cristo o haga
vacilar nuestra fe.
Pablo empieza la discusión acerca de qué clase
de cuerpos resucitados tendrán. Si pudiéramos seleccionar nuestro propio cuerpo
¿qué tipo escogeríamos?, ¿fuerte, atlético, hermoso? Pablo explica que seremos
reconocidos en nuestros cuerpos resucitados y que serán mejores de lo que
imaginamos, serán hechos para vivir por siempre. Mantendremos nuestra
personalidad e individualidad, pero llegarán a ser perfectos por medio de la
obra de Cristo. Las Escrituras no nos dicen todo lo que nuestros cuerpos
resucitados serán capaces de hacer, pero sí sabemos que serán perfectos, sin
ser afectados por la enfermedad o las dolencias (Filipenses 3:21 el cual transformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la
gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas
las cosas).
Pablo compara la resurrección de nuestros
cuerpos con el crecimiento en un jardín. La semilla plantada en la tierra no
crece a menos que primero "muera". La planta que crece luce muy
diferente a la semilla porque Dios le dio un nuevo "cuerpo". Hay
diferentes clases de cuerpo: personas, animales, peces, aves. Así como los
ángeles en el cielo tienen cuerpos diferentes en belleza y gloria. Nuestros
cuerpos resucitados serán diferentes y más capaces que los que ahora tenemos.
Nuestros cuerpos espirituales no serán débiles, nunca se enfermarán ni morirán.
Todos
enfrentamos limitaciones. Todas aquellas personas que tienen algún impedimento
físico, mental o emocional están especialmente al tanto de esto. Algunos pueden
ser ciegos pero pueden ver una nueva forma de vivir. Otros pueden estar sordos
pero pueden oír las buenas nuevas de Dios. Otros pueden cojear, pero caminan en
el amor de Dios. Además, tienen el estímulo de saber que su impedimento es sólo
temporal. Pablo nos dice que se nos dará cuerpos nuevos cuando Jesús regrese y
estos cuerpos no tendrán impedimentos, no morirán ni enfermarán. Esto nos da
esperanza en nuestro sufrimiento.
"No todos dormiremos" significa que
el cristiano que esté vivo ese día no morirá, pero será transformado en forma
inmediata. El toque de la trompeta será el medio de anuncio en el cielo nuevo y
la tierra nueva.
Satanás parece ser el triunfador en el jardín
de Edén y cuando Jesús murió en la cruz. Pero Dios
cambió la aparente victoria de Satanás en fracaso cuando Cristo resucitó de la
muerte. Desde entonces la muerte ha dejado de ser una fuente de temor. Cristo
la venció y un día lo haremos también. La muerte ha sido vencida y nuestra
esperanza va más allá de la tumba.
Pablo dice que gracias a la resurrección, nada
que hagamos es en vano. Algunas veces dudamos en hacer lo bueno porque no vemos
resultados, pero si podemos mantener una perspectiva celestial, nos será
posible entender que no es frecuente ver lo bueno que viene como resultado de
nuestros esfuerzos. Si realmente creemos que Cristo ganó la victoria final,
esto debiera afectar la forma en que vivimos ahora. No nos desalentemos frente
a una aparente pérdida de resultados en lo que hemos venido haciendo. Mientras
tengamos oportunidad de hacer lo bueno, hagámoslo. Nuestra labor tendrá
resultados eternos.
Aunque todos serán resucitados, no piense
nadie que todos hayan de ser salvos; al contrario, cada uno tendrá su propio
lugar, Cristo el primero (Colosenses_1:18 y él es la
cabeza del cuerpo que es la iglesia,(C) él que es el principio, el
primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;),
y luego los piadosos, los que mueren en Cristo (1Tesalonicenses_4:16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel,
y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. ), que estarán separados de los impíos, y luego “el
fin,” esto es, la resurrección de los demás muertos. Parece que las iglesias
cristianas, ministros e individuos cristianos están por ser juzgados primero,
“a su venida”; después, “todas las naciones” . El propio rebaño de Cristo
compartirá de su gloria “en su venida,” lo que no ha de ser confundido con “el
fin,” o sea, el juicio final (Apocalipsis_20:4-6 Y vi
tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi
las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra
de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no
recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con
Cristo mil años. 5 Pero los otros
muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la
primera resurrección.6
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que
serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
Apocalipsis_20:11-15 11
Y vi un gran trono blanco y al que estaba
sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar
se encontró para ellos. 12 Y vi a los muertos,
grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro
libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras 13 Y el mar entregó los
muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que
había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta
es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló
inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego).
El cuerpo de la resurrección
no estará sujeto a la muerte; será bello y perfecto; tendrá capacidades
ilimitadas desconocidas en este mundo; estará adaptado para la vida en el reino
espiritual. Un cuerpo espiritual
no es un cuerpo inmaterial, sino uno adaptado a las realidades de la era por venir.
El cuerpo resucitado será nuestro verdadero cuerpo transformado, porque aquello
que se siembra es lo que resucitará.
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