} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: PETICIONES Y ORACIONES

jueves, 25 de septiembre de 2014

PETICIONES Y ORACIONES





Filipenses 4:6  Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
 7  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

  Aitema (ατημα)  derivado de aiteo, pedir, es aquello que ha sido pedido,  «peticiones»
 1Juan_5:15    Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
   

Enteuxis (ντευξις)  «peticiones»
1Timoteo_2:1  Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;


REFLEXIÓN

 Cuando nos comunicamos con Dios, no pedimos lo que queremos, sino que dialogamos con Él sobre lo que quiere para nosotros. Si armonizamos nuestras oraciones de acuerdo con su voluntad, Él nos oirá  y podemos estar seguros de que si Él escucha, nos dará una respuesta definida. ¡Empecemos a orar con confianza!

 Los discípulos de Cristo debemos ser gente que ora. Todos, sin distinguir nación, lengua rango o partido. Nuestro deber de cristianos está resumido en dos palabras: piedad, esto es, la adoración justa de Dios  y honestidad, esto es, buena conducta para con todos los hombres. Estas deben ir unidas; no somos verdaderamente honestos si no somos piadosos y no rendimos a Dios lo que le es debido; no somos verdaderamente piadosos si no somos honestos. Debemos abundar en lo que es aceptable ante los ojos de Dios nuestro Salvador.
Hay un solo Mediador y ese Mediador se dio como rescate por todos. Esta designación fue hecha para beneficio de los judíos y los gentiles de toda nación, para que todos los que lo quieran puedan ir por este camino al trono de la misericordia del Dios que perdona, a buscar reconciliación con Él.
El pecado había puesto enemistad entre Dios y nosotros. Jesucristo es el Mediador que hace la paz. Él es el rescate que iba a ser conocido en el tiempo establecido. En la época del Antiguo Testamento se habló de sus sufrimientos y de la gloria que seguiría, como de cosas que serían reveladas en los últimos tiempos. Los que son salvados deben llegar al conocimiento de la verdad, porque ese es el camino designado por Dios para salvar pecadores, si no conocemos la verdad no podemos ser gobernados por ella.

El Señor Cristo nos invita a ir a Él en todas las circunstancias, con nuestras súplicas y peticiones, a pesar del pecado que nos asedia. Nuestras oraciones deben ser ofrecidas siempre sometidas a la voluntad de Dios. En algunas cosas son contestadas rápidamente, en otras son otorgadas de la mejor manera, aunque no como se pidió. Debemos orar por el prójimo y por nosotros mismos. Hay pecados que batallan contra la vida espiritual en el alma y contra la vida de lo alto. No podemos orar que sean perdonados los pecados de los impenitentes e incrédulos mientras sigan así, ni que les sea otorgada misericordia, la cual supone el perdón de pecado, mientras sigan voluntariamente así. Pero podemos orar por su arrepentimiento, por el enriquecimiento de ellos con la fe en Cristo, y sobre la base de ella, por todas las demás misericordias salvadoras.
Debemos orar por el prójimo y por nosotros rogando al Señor que perdone y recupere al caído y alivie al tentado y afligido. Seamos agradecidos de verdad porque no hay pecado para muerte del cual uno se arrepienta verdaderamente.

 Los creyentes debemos ser unánimes y estar dispuestos a ayudarnos mutuamente.  Procuremos asegurarnos que nuestros nombres estén escritos en el libro de la vida.
El gozo en Dios es de gran importancia en la vida cristiana; es necesario llamar continuamente a ello a los cristianos. El gozo supera ampliamente todas las causas de pesar. Los enemigos deben darse cuenta de lo moderados que eran en cuanto a las cosas externas, y con cuánta moderación sufrían las pérdidas y las dificultades. El día del juicio llegará pronto, con la plena redención de los creyentes y la destrucción de los impíos.
Es nuestro deber mostrar cuidadosa diligencia en armonía con una sabia previsión y con la debida preocupación; pero hay un afanarse de temor y desconfianza que es pecado y necedad, y sólo confunde y distrae la mente. Como remedio contra la preocupación que confunde es necesaria la constancia en la oración. No sólo los tiempos establecidos de oración, sino constancia en todo por medio de la oración. Debemos unir la acción de gracias con las oraciones y las súplicas; no sólo buscar provisiones de lo bueno, sino reconocer las misericordias que recibimos. Dios no necesita que le digamos nuestras necesidades o deseos porque los conoce mejor que nosotros, pero quiere que le demostremos que valoramos su misericordia y sentimos que dependemos de Él. La paz con Dios, esa sensación consoladora de estar reconciliados con Dios, y de tener parte de su favor, y la esperanza de la bendición celestial, son un bien mucho más grande de lo que puede expresarse con palabras escritas. Esta paz mantendrá nuestros corazones y mentes en Jesucristo; nos impedirá pecar cuando estemos sometidos a tribulaciones y de hundirnos debajo de ellas; nos mantendrá calmos y con una satisfacción interior.
Los creyentes tenemos que conseguir y mantener un buen nombre; un nombre para todas las cosas con Dios y los hombres buenos.
Debemos recorrer en todo los caminos de la virtud y permanecer en ellos; entonces, sea que nuestra alabanza sea o no de los hombres, será de Dios.   La manera de tener al Dios de paz con nosotros es mantenernos dedicados a nuestro deber. Todos nuestros privilegios y la salvación proceden de la misericordia gratuita de Dios, pero el goce de ellos depende de nuestra conducta santa y sincera. Estas son obras de Dios, pertenecientes a Dios, y a Él solo se deben atribuir y a nadie más, ni hombres, ni palabras ni obras. Todo para Gloria del Señor.



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