Filipenses 4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas
vuestras peticiones delante de Dios
en toda oración y ruego, con acción
de gracias.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Aitema (αἴτημα) derivado de aiteo, pedir, es aquello
que ha sido pedido, «peticiones»
1Juan_5:15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,
sabemos que tenemos las peticiones que
le hayamos hecho.
Enteuxis (ἔντευξις) «peticiones»
1Timoteo_2:1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de
gracias, por todos los hombres;
REFLEXIÓN
Cuando nos
comunicamos con Dios, no pedimos lo que queremos, sino que dialogamos con Él
sobre lo que quiere para nosotros. Si armonizamos nuestras oraciones de
acuerdo con su voluntad, Él nos oirá y
podemos estar seguros de que si Él escucha, nos dará una respuesta definida. ¡Empecemos
a orar con confianza!
Los
discípulos de Cristo debemos ser gente que ora. Todos, sin distinguir nación, lengua
rango o partido. Nuestro deber de cristianos está resumido en dos palabras:
piedad, esto es, la adoración justa de Dios y honestidad, esto es, buena conducta para con
todos los hombres. Estas deben ir unidas; no somos verdaderamente honestos si
no somos piadosos y no rendimos a Dios lo que le es debido; no somos
verdaderamente piadosos si no somos honestos. Debemos abundar en lo que es
aceptable ante los ojos de Dios nuestro Salvador.
Hay un solo Mediador y ese Mediador se dio como rescate por todos.
Esta designación fue hecha para beneficio de los judíos y los gentiles de toda
nación, para que todos los que lo quieran puedan ir por este camino al trono de
la misericordia del Dios que perdona, a buscar reconciliación con Él.
El pecado había puesto enemistad entre Dios y nosotros. Jesucristo es
el Mediador que hace la paz. Él es el rescate que iba a ser conocido en el
tiempo establecido. En la época del Antiguo Testamento se habló de sus
sufrimientos y de la gloria que seguiría, como de cosas que serían reveladas en
los últimos tiempos. Los que son salvados deben llegar al conocimiento de la
verdad, porque ese es el camino designado por Dios para salvar pecadores, si no
conocemos la verdad no podemos ser gobernados por ella.
El Señor Cristo nos invita a ir a Él en todas las
circunstancias, con nuestras súplicas y peticiones, a pesar del pecado que nos
asedia. Nuestras oraciones deben ser ofrecidas siempre sometidas a la voluntad
de Dios. En algunas cosas son contestadas rápidamente, en otras son otorgadas
de la mejor manera, aunque no como se pidió. Debemos orar por el prójimo y por
nosotros mismos. Hay pecados que batallan contra la vida espiritual en el alma
y contra la vida de lo alto. No podemos orar que sean perdonados los pecados de
los impenitentes e incrédulos mientras sigan así, ni que les sea otorgada
misericordia, la cual supone el perdón de pecado, mientras sigan
voluntariamente así. Pero podemos orar por su arrepentimiento, por el
enriquecimiento de ellos con la fe en Cristo, y sobre la base de ella, por
todas las demás misericordias salvadoras.
Debemos orar por el prójimo y por nosotros rogando al Señor que
perdone y recupere al caído y alivie al tentado y afligido. Seamos agradecidos
de verdad porque no hay pecado para muerte del cual uno se arrepienta
verdaderamente.
Los
creyentes debemos ser unánimes y estar dispuestos a ayudarnos mutuamente. Procuremos asegurarnos que nuestros nombres
estén escritos en el libro de la vida.
El gozo en Dios es de gran importancia en la vida cristiana; es
necesario llamar continuamente a ello a los cristianos. El gozo supera
ampliamente todas las causas de pesar. Los enemigos deben darse cuenta de lo
moderados que eran en cuanto a las cosas externas, y con cuánta moderación
sufrían las pérdidas y las dificultades. El día del juicio llegará pronto, con
la plena redención de los creyentes y la destrucción de los impíos.
Es nuestro deber mostrar cuidadosa diligencia en armonía con una sabia
previsión y con la debida preocupación; pero hay un afanarse de temor y
desconfianza que es pecado y necedad, y sólo confunde y distrae la mente. Como
remedio contra la preocupación que confunde es necesaria la constancia en la
oración. No sólo los tiempos establecidos de oración, sino constancia en todo
por medio de la oración. Debemos unir la acción de gracias con las oraciones y
las súplicas; no sólo buscar provisiones de lo bueno, sino reconocer las
misericordias que recibimos. Dios no necesita que le digamos nuestras
necesidades o deseos porque los conoce mejor que nosotros, pero quiere que le
demostremos que valoramos su misericordia y sentimos que dependemos de Él. La
paz con Dios, esa sensación consoladora de estar reconciliados con Dios, y de
tener parte de su favor, y la esperanza de la bendición celestial, son un bien
mucho más grande de lo que puede expresarse con palabras escritas. Esta paz
mantendrá nuestros corazones y mentes en Jesucristo; nos impedirá pecar cuando
estemos sometidos a tribulaciones y de hundirnos debajo de ellas; nos mantendrá
calmos y con una satisfacción interior.
Los creyentes tenemos que conseguir y mantener un buen nombre; un
nombre para todas las cosas con Dios y los hombres buenos.
Debemos recorrer en todo los caminos de la virtud y permanecer en
ellos; entonces, sea que nuestra alabanza sea o no de los hombres, será de
Dios. La manera de tener al Dios de paz con nosotros
es mantenernos dedicados a nuestro deber. Todos nuestros privilegios y la
salvación proceden de la misericordia gratuita de Dios, pero el goce de ellos
depende de nuestra conducta santa y sincera. Estas son obras de Dios,
pertenecientes a Dios, y a Él solo se deben atribuir y a nadie más, ni hombres,
ni palabras ni obras. Todo para Gloria del Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario