2Tesalonicenses 2:15 Así que, hermanos,
estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o
por carta nuestra.
1Timoteo 1:3 Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a
Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina,
Mateo 15:9 Pues en vano me
honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Marcos 7:7 Pues en vano me
honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres
2Timoteo 4:3 Porque vendrá tiempo
cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se
amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,
Paradosis (παράδοσις)
, pasar de mano de uno a la mano de otro la enseñanza de
los apóstoles, donde el uso que hace el
apóstol de la palabra constituye una negación de que lo que él predicaba se
hubiera originado en él mismo, siendo en cambio una afirmación de autoridad
divina para su enseñanza.
Heterodidaskaleo
«no enseñen diferente doctrina»
CONTEXTO
Pablo visitó por primera vez Éfeso en su
segundo viaje misionero. Más tarde, en su tercer viaje misionero, permaneció
allí por casi tres años. Éfeso, juntamente con Roma, Corinto, Antioquía y
Alejandría, era una de las ciudades más grandes en el Imperio Romano. Era un
centro para el comercio, la política, y las religiones de Asia Menor, y el
lugar en que el templo dedicado a la diosa Artemisa (Diana) estaba localizado.
La iglesia de Éfeso probablemente estaba
plagada de la misma herejía que estaba amenazando a la iglesia en Colosas, la
enseñanza que para ser aceptado por Dios, una persona tenía que descubrir
cierto conocimiento escondido y tenía que adorar a los ángeles. Pensando que
eso les ayudaría en su salvación, algunos efesios construyeron historias
míticas basadas en la historia o las genealogías del Antiguo Testamento. Los
falsos maestros estaban motivados por sus intereses propios y no por los de
Cristo. Enredaron a la iglesia en interminables e irrelevantes disputas y
controversias, restando tiempo para el estudio de la verdad.
REFLEXIÓN
Jesucristo es la
esperanza del cristiano, todas nuestras esperanzas de vida eterna están
edificadas en Él, Cristo es en nosotros la esperanza de gloria.
Lo que suscita
interrogantes no es edificante, porque da ocasión a debates dudosos, demuele la
iglesia en vez de edificarla. La santidad de corazón y vida puede mantenerse y
aumentarse sólo por el ejercicio de la fe en la verdad y las promesas de Dios
por medio de Jesucristo.
La gente se
alejará de la verdad, se cansarán del claro evangelio de Cristo, desearán las
fábulas y se complacerán en ellas. La gente hace eso cuando no soporta la
predicación penetrante, sencilla y que va al grano. Los que aman las almas
deben estar siempre alertas, arriesgarse, soportar todos los efectos dolorosos
de su fidelidad, y aprovechar todas las oportunidades para dar a conocer el
puro evangelio.
Las adiciones a
las leyes de Dios desacreditan su sabiduría, como si Él hubiera dejado fuera
algo necesario que el hombre puede suplir, de una u otra manera llevan siempre a que los
hombres desobedezcan a Dios.
No tenemos que
reconocer como íntegras otras palabras sino las de nuestro Señor Jesucristo en
la Biblia a estas debemos dar consentimiento sincero. Habitualmente los que
menos saben son los más orgullosos, porque no se conocen a sí mismos. De ahí
vienen la envidia, la discordia, los improperios, las malas sospechas, las
disputas sobre sutilezas y cosas nada claras, entre los hombres de mentes
carnales corruptas, ignorantes de la verdad y de su poder santificador, y que
procuran una ventaja mundana.
Cuando oímos de la
apostasía de muchos es gran consuelo y gozo que haya un remanente conforme a la
elección de gracia que persevera y perseverará, debemos regocijarnos
especialmente si tenemos razón para esperar estar en ese número. La
preservación de los santos se debe a que Dios los ama con amor eterno desde el
comienzo del mundo. El fin y los medios no deben separarse. La fe y la santidad
deben unirse así como la santidad y la felicidad. El llamamiento externo de
Dios es por el evangelio y este es hecho
efectivo por la obra interior del Espíritu. La creencia en la verdad lleva al
pecador a confiar en Cristo, y así a amarle y a obedecerle, están sellados por
el Espíritu Santo sobre su corazón. No tenemos prueba cierta de que algo más
haya sido entregado por los apóstoles fuera de lo que hayamos contenido en las
Sagradas Escrituras. Aferrémonos firmemente a las doctrinas enseñadas por los
apóstoles y rechacemos todos los agregados y las vanas tradiciones.
Hoy en día también podríamos entrar en
discusiones sin valor e irrelevantes, pero tales disputas rápidamente excluyen
el mensaje transformador de Cristo. Mantengámonos alejados de especulaciones
religiosas y de argumentos teológicos sin sentido. Al comienzo pueden parecer
inocentes, pero tienen la intención de desviarnos del mensaje central del
evangelio: la persona y obra de Jesucristo. Y ellos consumen tiempo que
deberíamos usar para anunciar el evangelio a otros. Tenemos que apartarnos de
todo lo que nos impida hacer la obra de
Dios.
Hay muchos líderes y autoridades hoy que
demandan lealtad, muchos de los cuales nos apartarían de Cristo con tal de que
los siguiéramos. Aunque aparentan conocer la Biblia, su influencia puede ser
peligrosamente sutil.
¿Cómo podemos
reconocer las enseñanzas falsas?
·
--Promueven controversias en lugar de
ayudar a la gente a venir a Jesús.
· --
Con frecuencia, son promovidas por
aquellos cuya motivación es hacerse de un nombre, adquirir fama y dinero.
·
--Son contrarias a la verdadera enseñanza de las
Escrituras. Para protegernos del engaño de los falsos maestros, deberíamos
saber lo que la Biblia enseña y mantenernos firmes en nuestra fe depositada
sólo en Cristo.
Los falsos maestros estaban motivados por un
espíritu de curiosidad, y un deseo de ganar poder y prestigio. Al revés, los
maestros cristianos genuinos están motivados por una fe sincera y por el deseo
de hacer lo recto. Puede ser excitante impresionar a la gente con nuestro gran
conocimiento pero, un gran prestigio basado en la falsedad es, al fin y al
cabo, vacío.
Argumentar sobre detalles de la Biblia puede
conducirnos por interesantes pero irrelevantes rutas secundarias y hacernos
perder la verdadera intención del Evangelio. Los falsos maestros de Éfeso
construyeron vastos sistemas especulativos y luego argumentaron acerca de
detalles insignificantes de sus ideas imaginarias.
No debemos
permitir que nada nos distraiga de las buenas nuevas de Jesucristo, el punto
principal de las Sagradas Escrituras. Necesitamos saber lo que la Biblia dice,
aplicarla cada día a nuestras vidas y enseñarla a otros. Cuando hagamos esto,
estaremos en condiciones de evaluar todas las enseñanzas a la luz de la verdad
central acerca de Jesús. No perdamos demasiado tiempo en detalles superficiales
de las Escrituras al grado que excluya el asunto principal de lo que Dios nos está
enseñando.
Los falsos maestros querían ser famosos como
maestros de la ley de Dios, pero ellos ni siquiera entendían el propósito de la
ley. La ley no tenía como objetivo dar a los creyentes una lista de
mandamientos para cada ocasión, sino mostrar a los no creyentes su pecado y
conducirlos a Dios.
Hoy día hay denominaciones, dentro de las iglesias evangélicas,
que quieren legitimar la homosexualidad como un estilo de vida alternativo
aceptable. Inclusive algunos cristianos dicen que la gente tiene el derecho de
elegir su preferencia sexual. Pero la Biblia específicamente llama a la homosexualidad
conducta pecaminosa. 1Corintios 6:9 ¿No sabéis que los
injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con
varones,
Debemos tener cuidado, sin embargo, de
condenar sólo la práctica y no a las personas. Los que cometen actos
homosexuales no deben ser temidos, ridiculizados u odiados. Pueden ser
perdonadas y sus vidas transformadas. La iglesia debiera ser un refugio de
perdón y sanidad para los homosexuales arrepentidos, sin comprometer su
posición en contra de la conducta homosexual.
La gente puede sentirse tan culpable por su
pasado que podrían llegar a pensar que Dios jamás podría perdonarlos y
aceptarlos. Pero consideremos el pasado de Pablo. El se había burlado de las
enseñanzas de Jesús ("antes blasfemo") y persiguió y asesinó al
pueblo de Dios ("perseguidor e injuriador") antes de llegar a Cristo
por fe. Dios perdonó a Pablo y lo usó poderosamente para su Reino. No importa cuán
avergonzado y horrible sea nuestro pasado, Dios puede perdonarnos y usarnos para que otras personas a través de
nuestro testimonio puedan formar parte de la familia de la fe.
Con frecuencia podemos sentir que nuestra fe
en Dios y nuestro amor por Jesús y hacia otros son inadecuados. Pero podemos
estar seguros de que Cristo ayudará a nuestra fe y amor a crecer en la medida
que nuestra relación con El se profundice a través del conocimiento de la
Palabra de Dios en la Biblia. No hay otro modo.
Jesús vino al mundo para salvar pecadores, y
ningún pecador está excluido de su poder salvador. Jesús no vino meramente para
mostrarnos cómo vivir una mejor vida o para desafiarnos a ser mejores personas.
El vino para ofrecernos salvación que nos lleve a la vida eterna. ¿Hemos aceptado
su ofrecimiento?
Pablo se llama a sí mismo el peor, o "el
primero" de los pecadores. Consideramos a Pablo un gran héroe de la fe,
pero él nunca se vio a sí mismo de esa manera porque se acordaba de su vida
antes de conocer a Cristo. Mientras más comprendía la gracia de Dios, más
consciente era de su propia pecaminosidad.
La vida de cada
cristiano debería estar marcada por humildad y gratitud. Nunca olvidemos que nosotros
también somos unos pecadores salvados
por gracia.
¿Cómo podemos mantener nuestra conciencia
limpia? Atesoremos nuestra fe en Cristo
más que cualquier otra cosa y hagamos lo que sabemos es correcto. Cada vez que deliberadamente
ignoremos nuestra conciencia, estaremos endureciendo nuestro corazón. Muy
pronto nuestra capacidad para diferenciar entre lo correcto e incorrecto
disminuirá. Pero al caminar con Dios, El nos hablará por medio de nuestra
conciencia, dándonos a conocer la diferencia entre lo bueno y lo malo. Asegurémonos
de actuar motivados por esos impulsos internos, de manera que hagamos lo que es
correcto, así nuestra conciencia permanecerá limpia.
La iglesia de hoy es con frecuencia muy débil
en disciplinar a los cristianos que pecan deliberadamente. La desobediencia
deliberada debería ser tratada de inmediato para evitar que toda la
congregación se vea afectada. Pero la disciplina se debe aplicar de tal manera
que el ofensor vuelva al Señor y sea recibido en la comunión amorosa de la
iglesia. La definición de disciplina incluye estas palabras: fortalecimiento,
purificación, entrenamiento, corrección, perfeccionamiento. Por lo tanto,
condenación, sospecha, alejamiento, o exilio permanente no deberían ser parte
de la disciplina de la iglesia.
El conocimiento de la Palabra de Dios es para
el cristiano genuino, la lámpara que ilumina su caminar en la noche de este
mundo. La Palabra de Dios confirma el fundamento de la fe, nacida de corazón limpia, un corazón purificado
por la fe, una buena conciencia, una
conciencia librada de culpa por el efecto de una fe sana en Cristo. Como fruto una conciencia buena está unida con
la fe sana; una conciencia mala, con falta de firmeza en la fe. Fe no fingida no una fe hipócrita,
muerta y estéril, sino una fe que obra por amor.
Los
maestros falsos atraían a los hombres, con mala doctrina separándolos de tal fe
cariñosa, activa, real y guiándolos a “cuestiones” especulativas e inútiles. Se
desviaron a vanas pláticas acerca de la ley y las genealogías de ángeles.
Es la mayor vanidad cuando las cosas divinas no son discutidas con verdad.
La doctrina que habéis aprendido,
describe un conjunto de creencias y prácticas ya fijadas que conforman
finalmente un esqueleto de ortodoxia apostólica, que no puede ser manipulada
como hacen en la actualidad, corrientes “pseudo cristianas” o que se denominan
cristianas.
La apostasía está aquí,
ha venido para quedarse. Estemos pues afanados en el conocimiento de la Palabra
de Dios en la Biblia, escudriñando, escarbando para hallar los tesoros
escondidos en la Palabra, que nos proporcionaran una vida abundante de paz,
gozo sintiendo la presencia del Señor Jesús mientras llega en Su Segunda Venida.
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