} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: HUMILDAD

lunes, 29 de septiembre de 2014

HUMILDAD





Efesios 4:2  con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor
 Mateo 18:3  y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.(B)
Mateo 18:4  Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.
Tapeinofrosune (ταπεινοφροσύνη) humildad de mente.
Tapeinos (ταπεινός) significa primariamente aquello que es bajo, y que no se levanta mucho de la tierra, y, de ahí, metafóricamente, significa humilde, de baja condición. En el NT se usa siempre en buen sentido, metafóricamente:   de humilde condición;   espíritu humilde.  
Metamorfoo (μεταμορφόω) se traduce «transformaos» en Romanos 12:2  No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. «Somos transformados»  2Corintios 3:18  Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

 Prautes, o praotes (πραΰτησͅ) mansedumbre.
En su utilización en las Escrituras, donde tiene un significado más pleno y profundo que en los escritos griegos seculares, consiste «no solo en el comportamiento externo de la persona; ni tampoco en sus relaciones con sus semejantes; tampoco se trata meramente de su disposición natural. Más bien es una obra efectuada en el alma; y se la ejerce en primer lugar y ante todo para con Dios. Es aquella disposición de espíritu con la que aceptamos sus tratos con nosotros como buenos, y por ello sin discutirlos ni resistirlos. Este término está estrechamente relacionado con la palabra Tapeinofrosune, humildad, y es una directa consecuencia de ella  «humilde y pobre»; son solo los de corazón humilde que son también mansos, y que, como tales, no luchan contra Dios ni se enfrentan ni contienden con él. Sin embargo, esta mansedumbre, siendo ante todo una mansedumbre ante Dios, lo es también ante los hombres, incluso ante hombres malos, en base de estar consciente de que estos, con todos los insultos y malos tratos que puedan infligir, son permitidos y empleados por Dios para la disciplina y purificación de sus elegidos».  Se asocia con Enkrateia, dominio propio o templanza.
El significado de Prautes «no se expresa fácilmente en castellano, porque el término que se usa comúnmente, mansedumbre, sugiere debilidad y pusilanimidad en mayor o menor grado, en tanto que Prautes no lo denota en absoluto. Sin embargo, es difícil encontrar una traducción menos expuesta a objeciones que «mansedumbre»; se ha sugerido «gentileza», pero describe una condición de mente y corazón, y, como «gentileza» es más bien apropiada a acciones, este último término no es mejor que el primero. Por ello, se tiene que comprender con claridad que la mansedumbre manifestada por el Señor y recomendada al creyente es resultado de poder. La suposición que se hace comúnmente es que cuando alguien es manso es porque no puede defenderse; pero el Señor era manso porque tenía los infinitos recursos de Dios a su disposición. Descrita en términos negativos, la mansedumbre es lo opuesto a la afirmación propia y al propio interés; es una ecuanimidad de espíritu que ni se entusiasma ni se deprime, simplemente porque no se ocupa en absoluto del propio yo. (Diccionario Bíblico Vine)

REFLEXIÓN
  Se instruye a los cristianos que muestren «toda mansedumbre para con todos los hombres»,  porque la mansedumbre conviene a «los escogidos de Dios». Al «hombre de Dios» se le apremia a exhibir esta virtud; tiene que seguir «la mansedumbre» por ella misma y estar a su servicio, y debe muy especialmente exhibir «espíritu de mansedumbre» con los «ignorantes y descarriados» incluso a aquellos «que se oponen» hay que corregirlos con mansedumbre. Santiago exhorta a sus «amados hermanos» a recibir «con mansedumbre la palabra implantada». Pedro ordena «mansedumbre» en la exposición de la base de la esperanza cristiana.    

 Nada se exhorta con mayor énfasis en las Escrituras que andar como corresponde a los llamados al reino y gloria de Cristo. Por humildad entendamos lo que se opone al orgullo. Por mansedumbre, la excelente disposición del alma que hace que los hombres no estén prontos a provocar, y que no se sientan fácilmente provocados u ofendidos. Encontramos mucho en nosotros mismos por lo cual apenas nos podríamos perdonar; por tanto, no debe sorprendernos si hallamos en el prójimo lo que creemos difícil de perdonar. Hay un Cristo en quien tenemos esperanza todos los creyentes, y un cielo en el que todos esperamos; por tanto, debieramos ser de un solo corazón. Todos tenían una fe en su objeto, Autor, naturaleza y poder. Todos ellos creían lo mismo en cuanto a las grandes verdades de la religión; todos ellos habían sido recibidos en la Iglesia por un bautismo con agua en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo como signo de la regeneración. En todos los creyentes habita Dios Padre como en su santo templo, por su Espíritu y gracia especial.

Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en la tierra. A la luz de esta verdad, Pablo nos desafía a tener vidas dignas al llamado que hemos recibido, el maravilloso privilegio de ser llamados propiedad de Cristo. Esto incluye ser humilde, gentil, paciente, comprensivo y pacificador. La gente observa y acecha mirando con lupa lo que hacemos o dejamos de hacer en nuestra vida. ¿Pueden ver a Cristo en nosotros? 
En el griego clásico, el sentido de esta palabra, humildad, es bajeza de espíritu; el evangelio la ha elevado para expresar una gracia cristiana, es decir, la de estimarnos a nosotros mismos pequeños, puesto que lo somos; el pensar con verdad, y por tanto humildemente, de nosotros mismos.  Mansedumbre, aquel espíritu en el cual aceptamos las disposiciones de Dios con respecto a nosotros, sin disputar y sin resistirnos, y en el cual aceptamos pacientemente los males que nos hacen los hombres, pensando que son permitidos por Dios para el castigo y la purificación de su pueblo. Sólo el corazón humilde y sumiso puede ser también manso. Así como la “humildad y la mansedumbre” corresponden a la idea de “soportarnos los unos a los otros en amor”  así la “paciencia” corresponde a  ser “solícitos  para guardar la unidad del Espíritu  la unidad entre los hombres de temperamentos diferentes, la cual proviene de la presencia del Espíritu, quien es a su vez “uno”, unidos en  el “vínculo de la paz” que une los miembros de la iglesia.
Si queremos entrar en el Reino debemos ocupar el escalón más bajo, seamos siervos de los demás, transformando nuestro entendimiento, crucificando el orgullo, inocentes y humildes como los niños...  como dijo Jesús.


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