El perfil de Josías se encuentra en 2 Reyes capítulo 24.
2 Reyes 22:1-2 Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó en
Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de
Boscat.
2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y
anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a
izquierda. ). El testimonio dado de la
firmeza sin fluctuar y de su adherencia a la causa de la verdadera FE, coloca
su carácter y reinado en honorable contraste con los de muchos de sus
antecesores reales.
En los días de Josías, se consideraba que los muchachos llegaban a ser
hombres a la edad de doce años. A los dieciséis, Josías comprendió la
responsabilidad de su oficio. Aun a esta corta edad, mostró más sabiduría que
muchos de los reyes más adultos anteriores a él, debido a que decidió buscar a
Dios y a su sabiduría. A los ocho años
de su reinado, este era el año décimo sexto de su edad, y, como los
reyes de Judá eran considerados menores mientras no cumplían los trece años, fue tres años después que llegó a su mayoría. Muy temprano había él manifestado
la piedad y excelentes disposiciones de su carácter. En el año duodécimo de su
reinado, pero el vigésimo de su edad, empezó a tomar un interés vivo en
purificar su reino de todos los monumentos de idolatría que, en el corto
reinado de su padre, habían sido edificados; y en un período posterior, su
creciente celo por asegurar la pureza del culto divino, lo llevó a vigilar la
obra de demolición en varias partes de sus dominios.
No permitamos que nuestra edad nos
descalifique para servir a Dios.
A pesar de la evidente sinceridad y celo de
Josías, y de la aparente obediencia del pueblo a los edictos del rey, él no
pudo extinguir el afecto que tenían profundamente arraigado a las idolatrías
introducidas en la primera parte del reinado de Manasés. Esta preferencia
latente aparece claramente desarrollada en los reinados siguientes, y el decreto
divino de la remoción de Judá, tanto como de Israel, al cautiverlo, fué
decretado irrevocablemente. La abolición de la idolatría empezó en el año
duodécimo y fué completada en el año décimo octavo del reinado de Josías. Trató a las sepulturas como culpables de los
crímenes de aquellos que yacían en ellas.
Una infamia mayor no habría sido posible imponer
a los sacerdotes idólatras que la exhumación de sus huesos, y mayor profanación
no habría podido hacerse a los altares de idolatría que el quemar sobre ellos
los huesos de los que allí habían oficiado en su vida.
Lo mismo hizo (romper los altares y quemar los
huesos de los sacerdotes) en las ciudades de Manasés. Efraim, Simeón, hasta en
Neftalí, en sus suburbios despoblados. Me
podría sorprender si no leo el contexto historico anterior, al notar que
Josías, cuyas posesiones hereditarias eran limitadas al reino de Judá, ejercía
tanta autoridad entre las tribus de Efraim, Manasés, Simeón y otras hasta
Neftalí, como en sus propios dominios; y, por lo tanto, es necesario recordar
que después de la destrucción de Samaria por Salmanasar, los remanentes que
quedaron en las montañas de Israel, mantenían un trato íntimo con Judá, y
consideraban a los soberanos de aquel reino como sus protectores naturales. Los
reyes de Judá adquirieron grande influencia entre ellos, la cual ejerció Josías
quitando todo vestigio de idolatría de la tierra. El no habría podido hacerlo
sin la conformidad del pueblo en lo propio de este proceder, conscientes ellos
de que esto estaba de acuerdo con sus antiguas leyes e instituciones. Los reyes
asirios, que eran ahora los señores del país, deben haber estado descontentos
con las libertades que se tomaba Josías más allá de sus territorios, pero
ellos, o no eran informados acerca de sus hazañas, o no se molestaban acerca de
su proceder fiel al único Dios, Jehová, relacionado, como creerían ellos, con
el dios de la tierra, especialmente como él no trató de tomar alguna ciudad, o
de perturbar la lealtad del pueblo.
El libro de la Ley de Dios que Hilcías encontró era probablemente el
libro de Deuteronomio, que se había perdido o escondido, durante el gobierno de
los reyes malvados. Ahora que se había encontrado, Josías se dio cuenta de que
debían llevarse a cabo cambios drásticos para poder llevar a la nación de
regreso a la línea de mandamientos de Dios. Este relato se halla registrado
también en 2 Reyes 22:8-13.
Es
inherente a la naturaleza humana el tomar el pecado a la ligera: dar excusas,
culpar a alguien más, o minimizar el daño hecho. No fue así con Josías. Estaba
tan consternado por el rechazo del pueblo hacia la Ley que desgarró su ropa
para expresar su dolor.
La verdadera comprensión de nuestro pecado nos debe llevar a un
arrepentimiento sincero, y ayudarnos a producir "arrepentimiento para
salvación" (2 Corintios 7:10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento
para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo
produce muerte.).
¿Estamos disculpando siempre nuestro pecado, culpando a otros o dando
a entender que no es tan malo? Dios no toma el pecado a la ligera, y quiere que
respondamos como lo hizo Josías.
Cuando
Josías leyó el libro que encontró Hilcías, respondió con arrepentimiento y
humildad y prometió seguir los mandamientos de Dios como estaban escritos en el
libro. La reacción de Josías al
escuchar la lectura del libro de la Ley fue de inmediato arrepentimiento y
búsqueda de la dirección de Dios. La profetisa Hulda lo asistió en este empeño. Debido a la humildad mostrada por
Josías, el Señor permitió a la nación vivir en paz durante su reinado. Pero
Judá todavía tendría que enfrentar el juicio de Dios por su prolongada apostasía.
La Biblia es la Palabra de Dios para nosotros, "es viva y
eficaz" (Hebreos 4:12 Porque la palabra de
Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra
hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón), pero no podemos saber
lo que Dios quiere que hagamos si no la leemos. Incluso, no basta con leer la
Palabra de Dios, debemos estar dispuestos a hacer lo que ella dice. No hay gran
diferencia entre el escrito escondido en el templo y la Biblia escondida en un
librero, llena de polvo. Una Biblia que no es leída es tan inútil como una que
se ha perdido.
El nombre
«Hulda» se deriva de la raíz hebrea cheled que significa «deslizarse velozmente». Quizá
el nombre refleje la rapidez de mente de Hulda y su habilidad para discernir
rápida y correctamente las cosas de Dios. En cualquier caso, Hulda fue usada
por Dios en este fugaz momento de la historia para dar a conocer su juicio y su
profecía, y para encender la chispa de uno de los más grandes avivamientos de
la historia.
Hulda es un ejemplo notable del
carácter y del potencial de la mujer que hoy puede recibir la llenura del
Espíritu Santo para acometer con éxito cualquier tarea que Dios le encargue.
Vale la pena observar cómo el sumo sacerdote Hilcías y el escriba
Safán, acudieron a Hulda para recibir palabra de sabiduría de Dios. Es evidente
el respeto y la confianza de estos hombres hacia Hulda, lo que nos enseña que
la influencia espiritual fluye de la forma de vida y no simplemente de la
presencia de dones espirituales.
(Hechos 2:17-18 Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu
sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras
hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán
visiones,
Y vuestros ancianos
soñarán sueños;
18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos
días
Derramaré de mi
Espíritu, y profetizarán) En los Hechos de los Apóstoles (me gusta la traducción en ingles Actos) promete que en los postreros días en la Iglesia
proliferará el derramamiento del Espíritu Santo sobre las mujeres.
Que el ejemplo de Josías y de Hulda en cuanto a respeto, confiabilidad
y correcta forma de vida nos enseñe a tener una vida espiritual guiada por la
Palabra de Dios en la Biblia, para que sea sabia y efectiva.