Quienes amamos
verdaderamente a Dios podemos triunfar en Él como Roca y Refugio nuestro y, con
confianza, podemos invocarle. Bueno es
que nosotros observemos todas las circunstancias de una misericordia que
magnifica el poder de Dios y su bondad para nosotros. David era hombre de
oración y halló que Dios es un Dios que oye la oración. Si oramos como David,
nos irá bien como a él.
Somos criaturas
moribundas, pero Dios es Dios eterno, protector de su iglesia; podemos tener
confianza que no será descuidada.
Cuando
consideramos nuestra vileza, nuestras tinieblas y muerte, y los múltiples
defectos de nuestras oraciones, tenemos razón de temer que no sean recibidas en
el cielo; pero, aquí, se nos asegura lo contrario, porque tenemos un Abogado
junto al Padre, y estamos bajo la gracia, no bajo la ley.
La redención es
el tema de la alabanza de la iglesia cristiana; y esa gran obra se describe por
medio de la liberación y restauración temporal de Israel. Míranos Señor Jesús y
llévanos a la libertad gloriosa de tus hijos para que seamos bendecidos y
alabemos tu nombre.
El
favor de Dios para con la Iglesia aterrarán a los enemigos de ella, porque Dios
se glorifica grandemente con obrar así, escuchando a los humildes.
Afligidos en nuestro corazón, alcemos los ojos a
Jesús, para recobrar la fortaleza por Su Santo Espíritu; postrando nuestro
rostro, humillados ante Su Presencia, la oración en nuestros labios, la
alabanza en nuestra mente y corazón.
Que el Dios de Paz nos conceda la gracia de vivir
sabiamente, siguiendo el modelo, a Su Hijo Jesucristo. Ojalá que las
adversidades sean para nosotros como el hierro fundido bajo el martillo del
herrero, que va dando forma a cada golpe en el duro metal para convertirlo en
un baso útil, un instrumento para uso del Bienhechor. Sabiendo que esa obra que
el Señor ha comenzado en nosotros, proseguirá formándonos según el Plan de Dios
para cada uno de nosotros.
¡Gracias Señor por convertir unos basos indignos en
instrumentos según Tu Voluntad!
¡Maranatha! ¡Si, ven Señor Jesús