Mat 5:27-30 Oísteis que fue
dicho a los antiguos: No adulterarás.
Mas yo
os digo, que cualquiera que mira a la mujer para codiciarla, ya adulteró
con ella en su corazón.
Por
tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; que
mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea
echado al quemadero.
Y si tu mano derecha te fuere ocasión de
caer, córtala, y échala de ti; que mejor te es que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al quemadero.
(La Biblia Casiodoro de Reina 1569)
Los discípulos de Jesús habían oído mucha denuncia del adulterio
(adulterio físico), Éxodo_20:14, pero ¿qué tanto
énfasis se daba al décimo mandamiento (Éxodo_20:17,
"No codiciarás la mujer de tu prójimo")?
Jesús condena el adulterio en el corazón, que es la causa del
adulterio físico; es decir, no basta con no cometer el adulterio físico.
Cristo quiere corazones limpios (Mateo_5:8) en
los cuales no haya adulterio.
Jesús no habla de "mirar" a una mujer para conversar con
ella, ni de mirarla para admirar y apreciar su belleza, sino que habla de la
mirada prolongada y sensual para codiciarla. La palabra clave es para,
que indica intento, disposición, o propósito. La mira para, con el
propósito de, codiciarla. El mirar a una
mujer para codiciarla significa estimular y excitar las pasiones para
cometer en el pensamiento el acto de adulterio con ella, es decir, llevar a
cabo el acto de adulterio en la imaginación. Tal adulterio en el corazón precede y
es la causa del adulterio físico. El que mira a una mujer para codiciarla es
capaz también de cometer el acto físico de adulterio en un momento de
tentación fuerte cuando no hay temor de ser descubierto. La enseñanza de Jesús se dirige en gran manera
a los pensamientos y deseos del corazón, como la fuente del pecado (Mateo_15:19-20; Marcos_7:21-23).
Este mismo mal sucede con respecto a muchos pecados:
El matar. Dos causas principales del homicidio son el
enojo y las palabras abusivas. Muchas personas nunca matan a nadie, pero
¿cuántas personas quisieran matar (o por lo menos, golpear) a otro si
pudieran escapar de las consecuencias? Su fantasía es ahogar o matar a balazos
a la persona que les atormenta. Esto es cometer homicidio en el corazón.
El robar.
¿Cuántas personas que no han robado codician en su corazón como Acán (Josué_7:21)? Si pudieran escapar del castigo ¿no
robarían los tales? Esto es robo en el corazón.
El bailar. Los
cristianos saben que no deben bailar, y que ni deben ir al baile para observar
a los que bailan. Pero ¿cuántos se divierten fantaseando que participan en el
baile? Esto es bailar en el corazón.
Volver a Egipto.
Los israelitas comían el maná que Dios les dio, pero en su corazón comían
"el pescado... los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los
ajos" que habían dejado en Egipto (Números_11:4-5).
Tenían "vivo deseo" de volver a Egipto. Sin duda comían diariamente
aquella comida de Egipto en sus corazones; es decir, con su imaginación
reproducían el acto de comer esas comidas predilectas. Sin duda tales
pensamientos producían bastante saliva en sus bocas. La imaginación es un
instrumento muy fuerte, tan fuerte que el cuerpo no distingue la diferencia
entre lo imaginado y lo verdadero. ¿Cuántos hermanos vuelven diariamente al
mundo para seguir participando de las cosas que supuestamente habían dejado?
Así es el adulterio en el
corazón. Es reproducir o llevar a cabo en la imaginación el acto mismo.
¡Tal codicia es pecado! ¡Es adulterio!
Jesús condena el uso de los ojos para codiciar:
Mateo_6:22-23,
habla del ojo bueno y del ojo maligno.
2Pedro_2:14 los ojos
llenos de adulterio.
Acán usó los ojos para
codiciar, Josué_7:21. Obsérvese el proceso de su
caída: "Vi... lo cual codicié y tomé... está escondido".
David usó los ojos para
codiciar, 2Samuel_11:2-4. Quebrantó tres
mandamientos: no codiciar, no adulterar, no matar. El proceso siempre es lo
mismo: Ver... codiciar (pecar en el corazón)... pecar físicamente.
Pablo no usó los ojos
para codiciar, Hechos_20:33.
¿Cómo tienta Satanás a los hombres a codiciar mujeres?
Por la asociación con mujeres tentadoras.
Proverbios_6:24-25,
hablando de la "mala mujer", dice, "No codicies su hermosura en
tu corazón". Pero lo primero es evitar su compañía.
1Corintios_15:33,
"No os dejéis engañar. Las malas compañías corrompen las buenas
costumbres". Esta amonestación no se limita a las mujeres cantineras y
prostitutas. Muchos hermanos caen en fornicación, y casi nunca se oye decir que
fue con alguna prostituta. Bien puede ser con alguna hermana en Cristo.
Por estar asociado todos los
días con alguna mujer (o con varias) en el trabajo o en otras actividades.
Todos los días muchos hermanos pasan menos horas con sus esposas que
con otras mujeres, asimismo muchas hermanas que trabajan fuera del hogar están
asociadas más tiempo con otros hombres que con sus propios esposos. Esto es por
causa del trabajo y otras actividades legítimas, pero es una trampa
peligrosísima, en la cual siguen cayendo gran número de hermanos incluyendo a
muchos predicadores.
Por Internet, la televisión, por libros, por
revistas.
Aun para la propaganda, sea para vender autos o pasta dental, se
exhiben mujeres casi desnudas y con acciones seductoras. Tal vez el peligro
más grande de todos tiempos es internet
en cualquiera de sus modalidades, ya sea en el móvil, tablet, portátil o
sobremesa. Es un medio poderoso para comunicar pensamientos, imágenes;
contactar de forma anónima. La mente es
bombardeada constantemente con películas indecentes que nutren, estimulan y
excitan los deseos, las pasiones, y los impulsos más bajos.
Por la ropa deshonesta y
provocativa de muchas mujeres:
"shorts", minifaldas,
ropa muy ajustada al cuerpo (pantalones como "jeans", también faldas
y vestidos), ropa transparente, faldas con costura muy abierta, vestidos y
blusas que descubren los hombros y parte de los senos, etc.
Pero sea lo que fuere la
tentación o provocación, es pecado mirar a la mujer para codiciarla. Es
adulterio.
¿Qué se puede hacer para no codiciar?
Cortar la mano,
sacar el ojo. Mateo_5:29-30, "Mejor te es" la cirugía
espiritual. Evitar o vencer la tentación, cueste lo que cueste. No hay
sacrificio demasiado severo, ni precio demasiado caro que pagar para salvar el
alma. Jesús hace una gran demanda, una demanda quirúrgica. Insiste en que todo
lo que cause, o que seduzca al pecado debe eliminarse totalmente de la vida. Lo
que quiere decir es que hay que
desarraigar de la vida sin sentimentalismos cualquier cosa que sirva
para-seducirnos al pecado. Si tenemos un hábito que puede ser una incitación al
mal, o una relación que nos puede descarriar, o un placer que podría acabar por
arruinar nuestra salud física, moral o espiritual tenemos que extirparlo
quirúrgicamente de nuestra vida.
Son palabras duras, que sólo se entienden bien, si se sabe lo que es
el escándalo. Este vocablo puede tener diferentes significados. Se habla de
«dar escándalo», cuando uno induce a otro a un pecado, o de «escandalizarse»,
cuando alguien es incitado desde fuera a pecar. Entre las posibilidades de caer
en el pecado, hay una que sobrepasa a todas las demás: es el gran escándalo, la
verdadera tentación, la apostasía perfecta. Aquí no se habla de este tema, sino
de la inducción a un pecado particular, al pecado del abuso sexual, del desliz
moral. Aquí la tentación no procede de otros hombres, sino del propio interior,
del que brotan «malas intenciones... adulterios, fornicaciones. Pero la
tentación se sirve de los miembros del propio cuerpo. Se nombran en particular
el ojo y la mano, que parecen ser instrumentos especialmente preferidos de este
escándalo. El ojo que contempla de un modo lascivo y mira alrededor de sí de
una manera concupiscente; la mano que busca el bien prohibido y lo quiere
poseer, como ocurre en el adúltero con respecto a la mujer ajena. No son malos
los miembros ni tampoco el cuerpo en general, como se ha pensado en el desprecio
anticristiano de la materia, pero podemos ser instrumentos del mal, esclavos de
la sensualidad. Si la tentación sobreviene como un enemigo, el discípulo debe
proceder radicalmente, ha de rechazar en seguida el primer ataque. A esta
decisión aluden las siguientes palabras: sácatelo y arrójalo de ti... córtatela
y arrójala de ti. Del combate aparentemente pequeño depende toda la lucha. Si
el discípulo abre solamente un resquicio de la puerta al pecado, éste le
dominará por completo, su fortaleza es tomada por asalto. El libertinaje sexual
siempre tiene por consecuencia un debilitamiento de toda la moralidad, de la
fuerza del carácter y del fervor de la vida espiritual. El camino que se aleja
de Dios, a menudo empieza por no querer rechazar el pecado con prontitud. Lo
que amenaza al que no procede con esta decisión, es la gehenna. En tiempo de
Jesús los judíos llamaban así el lugar del castigo después del juicio final.
Jesús habla de él con frecuencia, incluso tan a menudo, que llama la atención.
Cuando se conoce esta posibilidad de ser arrojado para siempre y de
estar separado de Dios, nuestro afán adquiere su plena seriedad. No es ningún
juego, el camino de los discípulos no es un paseo cómodo. Seguramente muchas
veces tomaríamos otra decisión, si pensáramos más en dicha posibilidad. No con
angustia, sino con sobriedad varonil. El lenguaje de estos dos versículos es
sólidamente realista y conscientemente extremado. Tiene que entenderse por lo
que se dice en el versículo 28: las intenciones son lo decisivo. En ellas no se
hace tan sólo una escaramuza junto a los límites entre lo lícito y el pecado, o
en una zona neutral de los frentes de batalla, sino que se entabla todo el
combate. Se nos pone ante una alternativa. Estas palabras del Señor no agobian,
sino liberan a quien ya ha dado sinceramente su consentimiento a la voluntad de
Dios y al Evangelio. Hay un solo camino. Pero no dependemos de nuestras débiles
fuerzas, sino que el mismo Dios obra en nosotros por medio del Espíritu Santo
los actos de querer y obrar: « ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo que está en vosotros, y que lo tenéis recibido de Dios, y que no
os pertenecéis a vosotros mismos? Porque habéis sido comprados a precio.
Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (1Corintios_6:19…).
Hacer pacto con los ojos. Job_31:1 "Hice pacto con mis ojos". Salmo_119:37, "Aparta mis ojos que no vean
vanidad". Es ineludible que veamos muchas cosas, pero podemos tener mucho
control sobre lo que veamos, y podemos tener control sobre los pensamientos. Es
cuestión de hábitos.
Hacer pacto con el
corazón. Recordemos siempre lo que dice Santiago_1:14, que cada uno es tentado cuando de sus
propios deseos malos es seducido. La
palabra diablo significa tentador. El tentador más peligroso es nuestro
propio corazón, nuestra propia mente. Según esto, se puede decir que el
peor diablo (tentador) de cada uno es su propio corazón, si hay malos pensamientos
y deseos. Somos acosados diariamente por el propio corazón. Esta condición es
semejante al suicidio. Los que se destruyen por causa del corazón corrupto se
destruyen solos.
La vida es siempre un conflicto entre las
exigencias de las Pasiones y el control de la razón. La razón son las riendas
que mantienen las pasiones a raya. Pero, las riendas se pueden romper en
cualquier momento. El dominio propio puede bajar la guardia un instante, ¿y
qué sucede entonces? Mientras exista esta tensión interior, este conflicto
interior, la vida se mantiene insegura. En tales circunstancias no hay tal cosa
como estar a salvo. La única manera, nos dice Jesús, es erradicar para siempre
el deseo de lo prohibido. Sólo entonces está a salvo la vida. En ese caso, sólo
Dios puede juzgarnos. Nosotros no vemos nada más que las acciones exteriores de
una persona; sólo Dios ve los secretos del corazón. Y habrá muchas personas que
exteriormente son un modelo de rectitud, pero cuyos pensamientos íntimos son
culpables delante de Dios. Habrá muchas personas que puedan ser declaradas no
culpables en el juicio humano, que no puede ser nada más que de cosas externas,
pero cuya bondad se colapsa ante la mirada todo escrutadora de Dios. Y en ese
caso, esto quiere decir que cada uno de nosotros es culpable; porque no hay ni
uno solo que pueda resistir este juicio de Dios. Aun si hemos vivido una vida
de perfección moral externa, no hay nadie que pueda decir que no ha
experimentado nunca el deseo prohibido de cosas malas. Para la perfección
interior, lo único que es suficiente alegar es decir que el yo ha muerto y
Cristo vive en uno. «Con Cristo estoy juntamente crucificado -dice Pablo-, y ya
no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Galatas_2:20).
Huir. Hay salida de las tentaciones,
1Corintios_10:13. Recordemos el ejemplo de José,
Génesis 39:12. Literalmente huyó.
La salida principal de esta tentación es
el matrimonio. Para "salir" de la tentación de mirar a una
mujer para codiciarla "cásense". 1Corintios_7:2,
"pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada
una tenga su propio marido".
En algunas culturas se demoran mucho tiempo en casarse. Se cree que es
indispensable educarse, tener buen empleo (o negocio), casa, muebles, etc. Si
se puede esperar, bien, pero recuérdese que "mejor es casarse que estarse
quemando" (1Corintios_7:9), aunque el
matrimonio estorbe los planes económicos.
El sexto mandamiento del decálogo ha de proteger y asegurar el
matrimonio. La prohibición: No cometerás adulterio, tiene validez universal,
tanto para el hombre como para la mujer. Pero la interpretación de la ley y la
manera como los escribas la aplicaban, daba mayor libertad al hombre que a la
mujer. El carácter sagrado de esta comunidad entre el hombre y la mujer
solamente fue asegurado a causa de que fue prohibida la infracción externa, el
adulterio consumado, que representa un estado jurídico de las cosas que
estorban la vida en comunidad. La alta estima social y la protección jurídica
del matrimonio siempre son importantes: los pueblos y los estados han de
cuidarse de lograr estos fines. Jesús no quita esta prohibición, pero enseña
que la pureza del matrimonio no está ya asegurada por dicha prohibición. El
matrimonio ya se quebranta por el hecho de desear a otra mujer. El acto externo
sólo es la consumación de la concupiscencia interna. Ante Dios tiene
importancia el sentimiento, la pureza de lo que se piensa, la voluntad
incorrupta y límpida. El cónyuge debe estar formado por esta pureza hasta en
las raíces de su manera de pensar. Si realmente se hace así, se hacen patentes
por sí mismas muchas disposiciones sociales y leyes sobre la inviolabilidad del
matrimonio. Dios penetra en el corazón, nos juzga según nuestros sentimientos.
Es también un hecho que una conducta exteriormente intachable puede ser
fingida. Detrás de la brillante fachada puede esconderse un montón de gérmenes
dañinos y perversos. Deben coincidir por completo lo externo y lo interno, la
vida y los pensamientos, la apariencia y los sentimientos. Se puede conocer a
los hombres que viven así por sus ojos, por la nitidez en su manera de hablar,
por su acción sincera.
No separarse.
Habiéndose casado hágase todo esfuerzo posible para que el matrimonio dure
hasta la muerte, porque la separación (el divorcio) acaba con la protección
contra la fornicación.
No basta con no
cometer adulterio, porque es pecado mirar a una mujer para codiciarla, cometer adulterio
con ella en el corazón.
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