} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL SERMÓN DEL MONTE 14

lunes, 6 de febrero de 2017

EL SERMÓN DEL MONTE 14


Mat 5:27-30  Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
   Mas yo os digo, que cualquiera que mira a la mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
   Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al quemadero.
   Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala, y échala de ti; que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al quemadero.
(La Biblia Casiodoro de Reina 1569)


Los discípulos de Jesús habían oído mucha denuncia del adulterio (adulterio físico), Éxodo_20:14, pero ¿qué tanto énfasis se daba al décimo mandamiento (Éxodo_20:17, "No codiciarás la mujer de tu prójimo")?
Jesús condena el adulterio en el corazón, que es la causa del adulterio físico; es decir, no basta con no cometer el adulterio físico. Cristo quiere corazones limpios (Mateo_5:8) en los cuales no haya adulterio.
Jesús no habla de "mirar" a una mujer para conversar con ella, ni de mirarla para admirar y apreciar su belleza, sino que habla de la mirada prolongada y sensual para codiciarla. La palabra clave es para, que indica intento, disposición, o propósito. La mira para, con el propósito de, codiciarla.  El mirar a una mujer para codiciarla significa estimular y excitar las pasiones para cometer en el pensamiento el acto de adulterio con ella, es decir, llevar a cabo el acto de adulterio en la imaginación.  Tal adulterio en el corazón precede y es la causa del adulterio físico.  El que mira a una mujer para codiciarla es capaz también de cometer el acto físico de adulterio en un momento de tentación fuerte cuando no hay temor de ser descubierto.  La enseñanza de Jesús se dirige en gran manera a los pensamientos y deseos del corazón, como la fuente del pecado (Mateo_15:19-20; Marcos_7:21-23).

Este mismo mal sucede con respecto a muchos pecados:
 El matar.  Dos causas principales del homicidio son el enojo y las palabras abusivas. Muchas personas nunca matan a nadie, pero ¿cuántas personas quisieran matar (o por lo menos, golpear) a otro si pudieran escapar de las consecuencias? Su fantasía es ahogar o matar a balazos a la persona que les atormenta. Esto es cometer homicidio en el corazón.
 El robar. ¿Cuántas personas que no han robado codician en su corazón como Acán (Josué_7:21)? Si pudieran escapar del castigo ¿no robarían los tales? Esto es robo en el corazón.
 El bailar. Los cristianos saben que no deben bailar, y que ni deben ir al baile para observar a los que bailan. Pero ¿cuántos se divierten fantaseando que participan en el baile? Esto es bailar en el corazón.
 Volver a Egipto. Los israelitas comían el maná que Dios les dio, pero en su corazón comían "el pescado... los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos" que habían dejado en Egipto (Números_11:4-5). Tenían "vivo deseo" de volver a Egipto. Sin duda comían diariamente aquella comida de Egipto en sus corazones; es decir, con su imaginación reproducían el acto de comer esas comidas predilectas. Sin duda tales pensamientos producían bastante saliva en sus bocas. La imaginación es un instrumento muy fuerte, tan fuerte que el cuerpo no distingue la diferencia entre lo imaginado y lo verdadero. ¿Cuántos hermanos vuelven diariamente al mundo para seguir participando de las cosas que supuestamente habían dejado?
 Así es el adulterio en el corazón. Es reproducir o llevar a cabo en la imaginación el acto mismo. ¡Tal codicia es pecado! ¡Es adulterio!

Jesús condena el uso de los ojos para codiciar:
Mateo_6:22-23, habla del ojo bueno y del ojo maligno.
2Pedro_2:14 los ojos llenos de adulterio.
 Acán usó los ojos para codiciar, Josué_7:21. Obsérvese el proceso de su caída: "Vi... lo cual codicié y tomé... está escondido".
 David usó los ojos para codiciar, 2Samuel_11:2-4. Quebrantó tres mandamientos: no codiciar, no adulterar, no matar. El proceso siempre es lo mismo: Ver... codiciar (pecar en el corazón)... pecar físicamente.
 Pablo no usó los ojos para codiciar, Hechos_20:33.

¿Cómo tienta Satanás a los hombres a codiciar mujeres?

Por la asociación con mujeres tentadoras.  

 Proverbios_6:24-25, hablando de la "mala mujer", dice, "No codicies su hermosura en tu corazón". Pero lo primero es evitar su compañía.
 1Corintios_15:33, "No os dejéis engañar. Las malas compañías corrompen las buenas costumbres". Esta amonestación no se limita a las mujeres cantineras y prostitutas. Muchos hermanos caen en fornicación, y casi nunca se oye decir que fue con alguna prostituta. Bien puede ser con alguna hermana en Cristo.

 Por estar asociado todos los días con alguna mujer (o con varias) en el trabajo o en otras actividades.

Todos los días muchos hermanos pasan menos horas con sus esposas que con otras mujeres, asimismo muchas hermanas que trabajan fuera del hogar están asociadas más tiempo con otros hombres que con sus propios esposos. Esto es por causa del trabajo y otras actividades legítimas, pero es una trampa peligrosísima, en la cual siguen cayendo gran número de hermanos incluyendo a muchos predicadores.  

 Por  Internet, la televisión, por libros, por revistas.

Aun para la propaganda, sea para vender autos o pasta dental, se exhiben mujeres casi desnudas y con acciones seductoras. Tal vez el peligro más grande de todos  tiempos es internet en cualquiera de sus modalidades, ya sea en el móvil, tablet, portátil o sobremesa. Es un medio poderoso para comunicar pensamientos, imágenes; contactar de forma anónima.  La mente es bombardeada constantemente con películas indecentes que nutren, estimulan y excitan los deseos, las pasiones, y los impulsos más bajos.

 Por la ropa deshonesta y provocativa de muchas mujeres:

 "shorts", minifaldas, ropa muy ajustada al cuerpo (pantalones como "jeans", también faldas y vestidos), ropa transparente, faldas con costura muy abierta, vestidos y blusas que descubren los hombros y parte de los senos, etc.
 Pero sea lo que fuere la tentación o provocación, es pecado mirar a la mujer para codiciarla. Es adulterio.


¿Qué se puede hacer para no codiciar?

Cortar la mano, sacar el ojo. Mateo_5:29-30, "Mejor te es" la cirugía espiritual. Evitar o vencer la tentación, cueste lo que cueste. No hay sacrificio demasiado severo, ni precio demasiado caro que pagar para salvar el alma. Jesús hace una gran demanda, una demanda quirúrgica. Insiste en que todo lo que cause, o que seduzca al pecado debe eliminarse totalmente de la vida. Lo que quiere  decir es que hay que desarraigar de la vida sin sentimentalismos cualquier cosa que sirva para-seducirnos al pecado. Si tenemos un hábito que puede ser una incitación al mal, o una relación que nos puede descarriar, o un placer que podría acabar por arruinar nuestra salud física, moral o espiritual tenemos que extirparlo quirúrgicamente de nuestra vida.

Son palabras duras, que sólo se entienden bien, si se sabe lo que es el escándalo. Este vocablo puede tener diferentes significados. Se habla de «dar escándalo», cuando uno induce a otro a un pecado, o de «escandalizarse», cuando alguien es incitado desde fuera a pecar. Entre las posibilidades de caer en el pecado, hay una que sobrepasa a todas las demás: es el gran escándalo, la verdadera tentación, la apostasía perfecta. Aquí no se habla de este tema, sino de la inducción a un pecado particular, al pecado del abuso sexual, del desliz moral. Aquí la tentación no procede de otros hombres, sino del propio interior, del que brotan «malas intenciones... adulterios, fornicaciones. Pero la tentación se sirve de los miembros del propio cuerpo. Se nombran en particular el ojo y la mano, que parecen ser instrumentos especialmente preferidos de este escándalo. El ojo que contempla de un modo lascivo y mira alrededor de sí de una manera concupiscente; la mano que busca el bien prohibido y lo quiere poseer, como ocurre en el adúltero con respecto a la mujer ajena. No son malos los miembros ni tampoco el cuerpo en general, como se ha pensado en el desprecio anticristiano de la materia, pero podemos ser instrumentos del mal, esclavos de la sensualidad. Si la tentación sobreviene como un enemigo, el discípulo debe proceder radicalmente, ha de rechazar en seguida el primer ataque. A esta decisión aluden las siguientes palabras: sácatelo y arrójalo de ti... córtatela y arrójala de ti. Del combate aparentemente pequeño depende toda la lucha. Si el discípulo abre solamente un resquicio de la puerta al pecado, éste le dominará por completo, su fortaleza es tomada por asalto. El libertinaje sexual siempre tiene por consecuencia un debilitamiento de toda la moralidad, de la fuerza del carácter y del fervor de la vida espiritual. El camino que se aleja de Dios, a menudo empieza por no querer rechazar el pecado con prontitud. Lo que amenaza al que no procede con esta decisión, es la gehenna. En tiempo de Jesús los judíos llamaban así el lugar del castigo después del juicio final. Jesús habla de él con frecuencia, incluso tan a menudo, que llama la atención.

Cuando se conoce esta posibilidad de ser arrojado para siempre y de estar separado de Dios, nuestro afán adquiere su plena seriedad. No es ningún juego, el camino de los discípulos no es un paseo cómodo. Seguramente muchas veces tomaríamos otra decisión, si pensáramos más en dicha posibilidad. No con angustia, sino con sobriedad varonil. El lenguaje de estos dos versículos es sólidamente realista y conscientemente extremado. Tiene que entenderse por lo que se dice en el versículo 28: las intenciones son lo decisivo. En ellas no se hace tan sólo una escaramuza junto a los límites entre lo lícito y el pecado, o en una zona neutral de los frentes de batalla, sino que se entabla todo el combate. Se nos pone ante una alternativa. Estas palabras del Señor no agobian, sino liberan a quien ya ha dado sinceramente su consentimiento a la voluntad de Dios y al Evangelio. Hay un solo camino. Pero no dependemos de nuestras débiles fuerzas, sino que el mismo Dios obra en nosotros por medio del Espíritu Santo los actos de querer y obrar: « ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, y que lo tenéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis a vosotros mismos? Porque habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (1Corintios_6:19…).

Hacer pacto con los ojos. Job_31:1 "Hice pacto con mis ojos". Salmo_119:37, "Aparta mis ojos que no vean vanidad". Es ineludible que veamos muchas cosas, pero podemos tener mucho control sobre lo que veamos, y podemos tener control sobre los pensamientos. Es cuestión de hábitos.

Hacer pacto con el corazón. Recordemos siempre lo que dice Santiago_1:14, que cada uno es tentado cuando de sus propios deseos malos es seducido.  La palabra diablo significa tentador. El tentador más peligroso es nuestro propio corazón, nuestra propia mente. Según esto, se puede decir que el peor diablo (tentador) de cada uno es su propio corazón, si hay malos pensamientos y deseos. Somos acosados diariamente por el propio corazón. Esta condición es semejante al suicidio. Los que se destruyen por causa del corazón corrupto se destruyen solos.
 La vida es siempre un conflicto entre las exigencias de las Pasiones y el control de la razón. La razón son las riendas que mantienen las pasiones a raya. Pero, las riendas se pueden romper en cualquier momento. El dominio propio puede bajar la guardia un instante, ¿y qué sucede entonces? Mientras exista esta tensión interior, este conflicto interior, la vida se mantiene insegura. En tales circunstancias no hay tal cosa como estar a salvo. La única manera, nos dice Jesús, es erradicar para siempre el deseo de lo prohibido. Sólo entonces está a salvo la vida. En ese caso, sólo Dios puede juzgarnos. Nosotros no vemos nada más que las acciones exteriores de una persona; sólo Dios ve los secretos del corazón. Y habrá muchas personas que exteriormente son un modelo de rectitud, pero cuyos pensamientos íntimos son culpables delante de Dios. Habrá muchas personas que puedan ser declaradas no culpables en el juicio humano, que no puede ser nada más que de cosas externas, pero cuya bondad se colapsa ante la mirada todo escrutadora de Dios. Y en ese caso, esto quiere decir que cada uno de nosotros es culpable; porque no hay ni uno solo que pueda resistir este juicio de Dios. Aun si hemos vivido una vida de perfección moral externa, no hay nadie que pueda decir que no ha experimentado nunca el deseo prohibido de cosas malas. Para la perfección interior, lo único que es suficiente alegar es decir que el yo ha muerto y Cristo vive en uno. «Con Cristo estoy juntamente crucificado -dice Pablo-, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Galatas_2:20).

Huir. Hay salida de las tentaciones, 1Corintios_10:13. Recordemos el ejemplo de José, Génesis 39:12. Literalmente huyó.

  La salida principal de esta tentación es el matrimonio. Para "salir" de la tentación de mirar a una mujer para codiciarla "cásense".  1Corintios_7:2, "pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido".
En algunas culturas se demoran mucho tiempo en casarse. Se cree que es indispensable educarse, tener buen empleo (o negocio), casa, muebles, etc. Si se puede esperar, bien, pero recuérdese que "mejor es casarse que estarse quemando" (1Corintios_7:9), aunque el matrimonio estorbe los planes económicos.
El sexto mandamiento del decálogo ha de proteger y asegurar el matrimonio. La prohibición: No cometerás adulterio, tiene validez universal, tanto para el hombre como para la mujer. Pero la interpretación de la ley y la manera como los escribas la aplicaban, daba mayor libertad al hombre que a la mujer. El carácter sagrado de esta comunidad entre el hombre y la mujer solamente fue asegurado a causa de que fue prohibida la infracción externa, el adulterio consumado, que representa un estado jurídico de las cosas que estorban la vida en comunidad. La alta estima social y la protección jurídica del matrimonio siempre son importantes: los pueblos y los estados han de cuidarse de lograr estos fines. Jesús no quita esta prohibición, pero enseña que la pureza del matrimonio no está ya asegurada por dicha prohibición. El matrimonio ya se quebranta por el hecho de desear a otra mujer. El acto externo sólo es la consumación de la concupiscencia interna. Ante Dios tiene importancia el sentimiento, la pureza de lo que se piensa, la voluntad incorrupta y límpida. El cónyuge debe estar formado por esta pureza hasta en las raíces de su manera de pensar. Si realmente se hace así, se hacen patentes por sí mismas muchas disposiciones sociales y leyes sobre la inviolabilidad del matrimonio. Dios penetra en el corazón, nos juzga según nuestros sentimientos. Es también un hecho que una conducta exteriormente intachable puede ser fingida. Detrás de la brillante fachada puede esconderse un montón de gérmenes dañinos y perversos. Deben coincidir por completo lo externo y lo interno, la vida y los pensamientos, la apariencia y los sentimientos. Se puede conocer a los hombres que viven así por sus ojos, por la nitidez en su manera de hablar, por su acción sincera.

 No separarse. Habiéndose casado hágase todo esfuerzo posible para que el matrimonio dure hasta la muerte, porque la separación (el divorcio) acaba con la protección contra la fornicación.

No basta con no cometer adulterio, porque es pecado mirar a una mujer para codiciarla, cometer adulterio con ella en el corazón.
           



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