Mateo 5:31-32 También fue dicho: Cualquiera que repudiare a su
mujer, déle carta de divorcio.
Mas yo os
digo, que el que repudiare a su mujer, fuera de causa de fornicación, hace que
ella adultere; y el que se casare con la repudiada, comete adulterio.
(La Biblia Casiodoro de Reina
1569)
Jesús sigue explicando la justicia que es mayor que la de los escribas
y fariseos (Mateo_5:20). Se puede agregar que El
sigue describiendo la puerta estrecha y el camino angosto (Mateo_7:13-14) y también lo que significa edificar la
casa sobre la roca y no sobre la arena (Mateo_7:24-27).
La
enseñanza de Jesús sobre el matrimonio y el divorcio sorprendió a sus
discípulos. Como para imagínar la reacción de sus enemigos. De todas las
enseñanzas de Jesús no hay otra menos popular que esta. Hasta hermanos
en Cristo, aun hermanos que quieren llamarse "conservadores", han inventado
muchas "salidas" para "escapar" de esta enseñanza.
Hay tres textos que hablan de la carta de divorcio: Deuteronomio_24:1-2; Mateo_5:31; Mateo_19:7-8.
¿Cuál es la diferencia entre la ley de Cristo y la ley de Moisés sobre
el divorcio? También se debe preguntar, ¿cuál es la diferencia entre la ley de
Moisés y el plan original de Dios con respecto al matrimonio y el
divorcio? Se ha observado ya que Jesús
enseñó la obediencia a la ley de Moisés, hasta que ésta se cumpliera. La
enseñanza de Jesús es la justicia que es mayor que la de los escribas y
fariseos. Por lo tanto, El habla de lo que los discípulos habían oído, de lo
que se decía, es decir, de la enseñanza general que se presentaba y se oía en
aquel entonces. Pero en Mateo_5:31-32 Jesús sí
presenta una diferencia entre la ley de Moisés y la ley de Él. Sin embargo,
esta diferencia trata solamente de una concesión de la ley de Moisés. Es
importante observar que la misma diferencia que había entre la ley de Moisés y
la ley de Cristo era la diferencia entre la ley de Moisés y el plan original
de Dios con respecto al matrimonio.
Deuteronomio 24; 1-4 dice: Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella,
si después no le agradare por
haber hallado en ella alguna cosa torpe, le escribirá carta de repudio, y se la
entregará en su mano, y la despedirá de su casa.
2 Y salida de su
casa, podrá ir y casarse con otro varón.
3 Y si la
aborreciere el postrer varón, y le escribiere carta de repudio, y se la
entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si muriere el postrer varón
que la tomó para sí por mujer,
4 no podrá su
primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después
que fue inmunda; porque es
abominación delante del SEÑOR, y no contaminarás la tierra que el SEÑOR tu Dios
te da por heredad.
Algunos rabinos interpretaban "alguna cosa torpe" como
adulterio, pero si leemos Levítico_20:10, “Y el varón que adulterare con la mujer de
otro, el que cometiere
adulterio con la mujer de su prójimo, indefectiblemente morirá el adúltero y la
adúltera.”.
"Por la dureza de vuestro corazón" Moisés permitió el
divorcio, Mateo_19:8. Sin este permiso, por lo menos algunos habrían
evitado el matrimonio y tal vez habrían muerto a sus esposas. Al saber los
discípulos de Jesús que El no daba ese permiso, dijeron que no convenía
casarse, Mateo_19:10.
La carta de divorcio era para la protección de la mujer. El hombre no podía repudiar a su esposa sin
darle carta de divorcio, la cual le dio protección legal. La ley de Moisés era
muy benévola. Protegía los derechos de todos, y mayormente los de los
dependientes. Dios tuvo que controlar
esta práctica que no estaba de acuerdo a su voluntad (Génesis 2:24; Malaquías_2:14-16).
La Biblia de las Américas traduce correctamente
este texto, de acuerdo a la versión original (hebreo) y también la versión
griega del Antiguo Testamento (Septuaginta). Este texto no permitió que el que
repudiaba a su mujer volviera a casarse. Tampoco permitió que la mujer
repudiada volviera a casarse, pues al llegar a ser la mujer de otro hombre
estaba manchada. Esta ley simplemente permitió el divorcio bajo ciertas
circunstancias.
No había tal carta de divorcio antes de la ley de Moisés, y no ha
habido tal carta de divorcio después de la ley de Moisés. En el
principio", cuando Dios originó el matrimonio, lo hizo permanente.
"Varón y hembra los hizo". Así era el matrimonio original. "y dijo: Por esto dejará padre y
madre", para formar hogar, una nueva e independiente relación. "y se
unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne", una unión que debería
durar hasta la muerte.
Dios
aborreció el repudio, Malaquías_2:16, aun cuando lo toleraba. El divorcio se
puede comparar con la poligamia: Dios la toleraba, pero siempre
estaba en conflicto con el plan original. La poligamia causó grandes problemas,
como también el divorcio causa grandes problemas.
Jesús quitó el "permiso" que Moisés dio.
"Pero yo os digo"
otra cosa, versículo 32. La enseñanza de Jesús no permite el repudiar excepto
por causa de fornicación, aunque todavía hay mucha dureza de corazón.
La enseñanza de Jesús contradice las creencias populares sobre el
matrimonio, el divorcio y segundas nupcias, pero recuérdese que Él nos devuelve
"al principio", al plan original de Dios.
EL DIVORCIO NO POR FORNICACIÓN ES PECADO
Es muy importante observar que el tema principal de este
versículo 32 es el divorcio; es lo que Jesús condena. El habla de alguien que hace
algo condenable, es decir, repudia a su esposa no por causa de fornicación.
"Fue dicho" que
podían repudiar a sus esposas con tal que les dieran una "carta de
divorcio", pero la enseñanza de Jesús difiere de lo que "fue
dicho".
"Pero yo os digo". Hay
contraste aquí entre la enseñanza de Cristo y la enseñanza de la ley de Moisés
que permitió que la mujer se repudiara y que se le diera una carta de divorcio.
Es el único ejemplo en el Sermón del Monte en que chocan la enseñanza de Jesús
con la ley de Moisés, y solamente choca con un permiso concedido por
Moisés, un permiso que no se puede comparar con los diez mandamientos y el
resto de la ley. Jesús
anula una ley formal del Antiguo Testamento y la sustituye por un nuevo
mandamiento. Aquí donde los antepasados se habían desviado de la primitiva
disposición de Dios, y donde se había hecho a la mujer una injusticia tan
deplorable, se tenía que poner de nuevo en vigor la verdadera voluntad de Dios.
Así lo hace el Señor con la autoridad del que vino «a dar cumplimiento» a la
ley. Esto aquí significa que la imperfecta ley antigua se sustituye por la
perfecta ley nueva. Pero esta ley nueva en realidad es la antigua, porque
corresponde a la primitiva voluntad de Dios, que se había patentizado en el
libro de la creación.
Además, es importante recordar que en este caso, la enseñanza de Jesús
requiere que todos vuelvan "al principio", al plan original de Dios
con respecto al matrimonio; es decir, el permiso concedido por Moisés
era una digresión del plan de Dios, y Jesús obliga a todos a regresar
a ese plan original.
Jesús prohíbe al hombre que despache a su mujer.
Si así ocurre, sería una adúltera volviéndose a casar, porque sigue en vigor el
vínculo del antiguo matrimonio. Y viceversa, si un hombre se casa con una mujer
que ha sido despedida por otro hombre, comete con ella un adulterio, porque
todavía es válido su matrimonio precedente. Los derechos están repartidos por
igual. No solamente la mujer, sino también el hombre peca, si contraen un
segundo matrimonio sin respetar que el otro consorte todavía esté ligado por un
matrimonio anterior. Esta clara disposición nos la han conservado los tres
primeros evangelios. San Pablo también lo conoce como precepto del Señor. La
Iglesia desde los primeros tiempos se ha sentido ligada a esta orden, como a
una ley ineludible. Ningún poder del mundo, ni siquiera la Iglesia ni el papa,
ni ningún pastor, están en condiciones de desatar por autoridad propia lo que Dios
ha unido. La dureza con frecuencia incomprendida de la legislación eclesiástica
sobre el matrimonio fluye de esta fuente, de la clara orden del Señor, de la
santa voluntad de Dios expresada en esta orden. Así está determinado por amor
al hombre, para el orden de su vida y para su salvación, como lo confirma la
experiencia de múltiples maneras. No tenemos que soportar esta disposición
férrea como una ley opresora, sino que hemos de darle de corazón una respuesta
afirmativa: es una ley que manifiesta la verdad.
"Repudiar" significa despedir, rechazar, divorciarse. Desde
luego no se trata de la separación legítima y necesaria causada por el empleo o
el negocio, por estar en el servicio militar, por viajes necesarios, etc. Los
predicadores tienen que estar separados de sus esposas muchas veces. Aunque se
debe agregar, que hay gran peligro de abusar de estas causas legítimas. La
sencilla verdad es que la separación de esposos aun por causas legítimas puede
causar problemas, 1Corintios_7:5. Los fariseos
preguntaron, "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por
cualquier causa?" Jesús habla del "repudio" cuando dice "no
lo separe el hombre". La palabra "repudiar" o
"divorciarse" significa la separación del hombre de la mujer.
Dios dice, "se unirá a su mujer", pero al divorciarse de ella, se
separa de ella. Es muy importante este punto. La separación es
divorcio. 1Corintios_7:10-11,
"Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor:
Que la mujer no se separe del marido". Dice Pablo que el Señor
mandó que la mujer no se separe del marido. ¿Cuándo mandó Jesús que la
mujer no se separe del marido? En Mateo_5:32 y
Mateo_19:3-9 al hablar del repudio (el divorcio). Sin embargo, tanto en Mateo_19:6 como en 1Corintios_7:10
vemos claramente que el repudiar a la mujer es la separación
de lo que Dios juntó, o sea la separación de los esposos. Esta verdad
merece mucho énfasis, porque en la actualidad se dan significados muy distintos
a las dos palabras "divorcio" y "separación". A la palabra
"divorcio" se le da un significado legal y final, mientras que a la
palabra "separación" se le da un significado menos serio. De hecho,
muchos ni siquiera creen que es pecado la separación (sólo que no se casen otra
vez).
Otra palabra que se usa es la palabra " abandonar". 1Corintios_7:11-13, después de decir que la hermana no
debe separarse del marido, Pablo agrega que "el marido no abandone a su
mujer". Es obvio que la palabra "abandonar" es otra forma de
"separarse". Jesús dice (Mateo_19:6)
"no lo separe el hombre". La palabra "separar" es la idea
básica. Los términos "repudiar" (o divorciarse), separarse, y
abandonar (o dejar) indican la misma cosa.
No disolver la unión hecha por Dios. La mujer que se separa del marido hace lo mismo que el marido que
repudia a su esposa (o la abandona). En todo caso se separa lo que Dios
junto.
La palabra "fornicación" incluye todo acto sexual ilícito, y
es la única causa aceptada por Dios para justificar la separación de los
esposos. Por ejemplo, 1Corintios_5:1, "De cierto se oye que hay entre
vosotros fornicación... alguno tiene la mujer de su padre". También la "homosexualidad" se
incluye en la palabra fornicación (Judit_1:7)
Mateo_19:3, "¿Es
lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?"
La respuesta casi universal es que "sí, por cualquier causa". Muchos se
casan para divorciarse, y se divorcian para casarse otra vez, haciendo burla
del arreglo divino. "Cualquier
causa", según los judíos, podía ser el carácter malo, el ser pendenciera,
que saliera a la calle sin llevar velo, que hablara con otro hombre en la
calle, que quemara el pan, que echara mucha sal en la comida, que el hombre
encontrara otra mujer más atractiva, que los suegros fueran entremetidos, etc.
(literalmente, "por cualquier causa"). Hoy en día la situación no ha
mejorado. "Cualquier causa" puede ser en la actualidad la
incompatibilidad, la crueldad física y mental, la borrachera, los conflictos
religiosos, los pleitos y disgustos sobre las finanzas, los conflictos con
familiares (suegros, cuñados), el no poder entenderse, (no llevarse bien), por
ser el hombre desobligado o criminal (aun encarcelado), por ser la mujer
regañona o gorda, por no bañarse, y por una infinidad de cosas. Pero Jesús dice
que hay una sola causa para repudiar, y esa causa es la fornicación.
Es decir, la expone a gran tentación, y si se casa con otro hombre, su
marido comparte la culpa: "el que repudia... hace que ella adultere".
Este es el punto principal del texto. Desde luego, la mujer no es una
adúltera en el momento de ser repudiada, pero Jesús habla de la realidad, de la
práctica común, de que la mujer repudiada casi siempre se casa otra vez.
Hablando en forma general, así sucede (por razón económica, por querer
padre para sus hijos, por motivos sexuales, por temor, o simplemente por no
querer vivir sola). Pero si se casa (se
junta) con otro varón, será llamada adúltera, Romanos_7:2-3.
Serán ella y el segundo hombre adúlteros
casados, porque ella queda sujeta (ligada) a su primer marido, aunque
esté casada (unida) con otro hombre.
Pero el que la repudió comparte la culpa. Mateo_18:6-7.
“y el que se casare con la repudiada, comete
adulterio”. Observemos que Jesús dice
"se casa". La segunda pareja "se casa". Es casamiento. Son
casados. Sin embargo, el uso de la
palabra "casarse" no indica que la unión es aceptable; no lo es,
porque aunque esta unión se llame "matrimonio" en realidad es
adulterio. ¿Por qué? Porque la mujer repudiada (separada, divorciada,
abandonada, dejada) todavía es la esposa de otro hombre.
Comparemos otros textos:
Mateo_19:9,
"el que se casa con la repudiada, adultera".
Lucas_16:18,
"el que se casa con la repudiada del marido, adultera".
Romanos_7:3, "si en
vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera". Será
llamada adúltera, porque aunque tenga marido vivo, está "unida" con
otro hombre. Está "casada" con un hombre, pero está "sujeta a la
ley de" otro hombre (su marido verdadero).
Aunque vayan al registro civil para casarse y la segunda unión sea
legal ante los ojos del gobierno, aun así ante los ojos de Dios es adulterio.
El tiempo del verbo MOICHATAI, traducido adultera, es el
presente. Este tiempo indica acción continua (iterativa), es decir, sigue
cometiendo adulterio, porque cuando alguno repudia a su esposa, ¿por qué se
casa con otra? Obviamente la razón principal es para cohabitar con ella (Génesis_2:18; 1Corintios_7:1-5). Desde luego, esto no
es un solo acto, sino una continuación de una acción pecaminosa. Los que
insisten en que Jesús se refiere a un solo acto, usan ilustraciones de otras
acciones, como la de dar testimonio falso, concluyendo que el que lo hace
simplemente “comete perjurio”, pero que no es acción iterativa. Si lo hace una
sola vez, no es acción iterativa, ¿pero si sigue dando falso testimonio? El que
se casa con la repudiada no comete adulterio una sola vez, sino continuamente
porque vive con ella.
Es importante que se aclare bien este asunto. El divorcio debe
ser denunciado como pecado. Algunos creen que no es tan malo el divorcio
(o la separación) con tal que el hermano o la hermana no vuelva a casarse, pero
no hay ningún texto que enseñe esto.
En esta lección se presentan varias razones por las cuales el divorcio
(o la separación), no por causa de fornicación, debe ser clasificado como
pecado. Es muy importante que esta lección se enseñe en clases de jóvenes.
Destruye
la defensa contra la fornicación
1Corintios_7:2, "Pero a
causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su
propio marido". El matrimonio es, pues, la defensa contra la
fornicación. Pero el divorcio destruye esta defensa, esta protección.
Al separarse de su cónyuge cada uno está expuesto a la tentación
fuerte de unirse con otra persona (volver a casarse) y, al hacerlo, comete
adulterio.
Muchísimas personas abandonan la santidad sexual cuando su matrimonio está
destruido. Piensan que no pueden vivir solos y se casan otra vez aunque la
unión sea adulterio, y les cueste su alma. El hermano o la hermana que dice
"ya no aguanto más" (en un matrimonio no agradable) deben reflexionar
seriamente sobre este punto. Se supone que la separación es la solución ideal,
porque así se aleja de algunos problemas, pero la separación causa otros
problemas más serios, y el más serio de todos es el peligro de caer en
fornicación. Hebreos_13:4, "Honroso sea
en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los
adúlteros juzgará Dios". La mayoría de los cónyuges que son víctimas
del divorcio (o separación) llegan a ser adúlteros (aunque casados), con
muy poca esperanza de salvar su alma. Si se recuerda esto, muchas situaciones
"intolerables" serán más tolerables. Tanto la mujer que se disgusta y
quiere separarse de su marido, como el hombre desobligado que no toma en serio
su matrimonio deben recapacitar.
Destruye
la "salida" principal de la tentación de cometer adulterio.
El matrimonio es la salida principal de la tentación de la fornicación
1Corintios_10:13, Dios "dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar". Pero el
divorcio "cierra" o "tapa" esta salida principal. Si una
pareja no se separa por causa de fornicación, los dos quedan sin esta salida.
Va en contra del plan que Dios tuvo desde la creación.
Mateo_19:4, "¿No
habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo".
En el principio del mundo cuando Dios creó el cielo y la tierra y todas las
cosas, el clímax de su creación fue la creación del hombre y la mujer, para
ser una pareja. Dios dijo, "No es bueno que el hombre esté solo, le
haré ayuda idónea para él" (Génesis_2:18).
El divorcio destruye este hermoso plan y propósito de Dios.
El divorcio divide lo que Dios une.
El
plan de Dios era y es que "dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer" (Génesis_2:24). Pero el
divorcio no une, sino divide lo que Dios une.
El divorcio no hace "una carne" sino dos.
El plan divino dice, "los dos serán una sola carne". Pero el
divorcio dice, "No, ya no serán una sola carne, sino dos.
El divorcio separa lo que Dios junta.
Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". Pero el
divorcio dice, "No tienen que seguir juntos; pueden separarse".
El divorcio destruye el hogar
El divorcio es un verdadero trauma para los hijos, porque ellos son víctimas
inocentes.
Son las víctimas de la carnalidad
de sus padres inmaduros e irresponsables. En esto se ve claramente el egoísmo
de la pareja que se divorcia. Por no querer humillarse, no se llevan bien y
destruyen el hogar aunque sufran sus hijos inocentes.
Conclusión:
No conviene, pues,
enseñar que está bien que los esposos se separen o se divorcien con tal que no
se casen otra vez. (Así interpretan 1 Corintios_7:10-11 algunos
hermanos). Considérense, por favor, con toda seriedad los pensamientos
presentados en este humilde estudio acerca del divorcio, porque hay gran
necesidad de evitar este cáncer.
¡Maranatha!
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