} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL SERMÓN DEL MONTE 17

lunes, 13 de febrero de 2017

EL SERMÓN DEL MONTE 17


Mat 5:38-39  Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
   Mas yo os digo: No resistáis con mal; antes a cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra;
(La Biblia Casiodoro de Reina 1569)

         El hombre tiende a desquitarse de la injusticia que se le ha hecho. En esta tendencia a menudo domina la irritación impetuosa y el afán de venganza, el deseo de devolver al prójimo con creces los perjuicios que éste le ha causado. Cuando uno ha faltado, se destierra toda la parentela. Ha habido una infracción, el perjudicado en seguida atenta contra la vida del otro. Si caen bombas en una ciudad, se arrojan sobre una ciudad del enemigo un número mil veces mayor de bombas como medida de represalia. El deseo no dominado de venganza es reprimido en el hombre, cuando se estipula exactamente la medida del desquite. Así sucedió en los antiguos ordenamientos jurídicos de los pueblos orientales, así también ocurrió en los libros jurídicos del Antiguo Testamento.
    Los judíos se aprovechaban de la ley que decía "ojo por ojo" para tomar venganza personal. En este texto Jesús no condena la práctica de la justicia (defender los derechos del inocente y castigar al culpable), sino la venganza personal. Debemos sufrir agravios con buena voluntad. La medida del castigo debía corresponder a la medida del perjuicio sin excederla con desenfreno. Aquí se establece y se exige con rigor un principio: «Pero si siguiese la muerte de ella, pagará vida por vida; ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe» (Éxodo_21:23-25). No parece que Jesús suprima esta norma jurídica del Antiguo Testamento, que debería ser válida para toda administración de justicia. Antes bien, como en los casos precedentes, Jesús se fija en la manera de pensar que se oculta tras las tradiciones israelitas. En esta mentalidad se insiste en los títulos jurídicos, en el desquite, se piensa en una justicia severa e insensible, en la idea que se arraiga profundamente en el corazón perturbado del hombre: como tú has hecho conmigo, así haré yo contigo. El que piensa y procede así, puede creer que se arregla la injusticia cuando ésta ha encontrado la reparación que corresponde exactamente. Jesús muestra otro camino, el camino de la justicia sobreabundante.

A la manera jurídica de pensar del Antiguo Testamento Jesús contrapone una nueva concepción del amor en el siguiente principio: No toméis represalias contra el malvado. No se vence el infortunio rechazándolo con la misma dureza, sino sufriéndolo. El mal conservará su violencia mientras siga en el poder, por tanto mientras el perjudicado conteste con las mismas armas. Pero el mal pierde su dominio, si es contrarrestado por el amor paciente. Entonces el golpe se pierde en el vacío, la violencia se anula, porque no encuentra oposición. Solamente se quebranta el poder del mal si se hace que el mal se estrelle contra sí mismo.


  Muchos de los judíos eran querellosos, pendencieros, y litigiosos.
 Todos los hombres, sean judíos o gentiles, deben cambiar (arrepentirse, Mateo_4:17); deben transformarse conforme a la imagen de Cristo (Romanos_12:2; Romanos_8:29; 2Corintios_3:18). Todos deben nacer otra vez, Juan_3:5 (el nuevo nacimiento requiere el bautismo, pero requiere mucho más que el bautismo).

             

    Habían oído estas enseñanzas porque la ley de Moisés se leía cada sábado en las sinagogas, Hechos_15:21
 Algunos hacen burla de esta ley, diciendo que era "ley salvaje y sangrienta". Creen que "el Dios del Antiguo Testamento" era duro y cruel. Pero, por el contrario, esta ley era justa porque puso límite a la venganza. Requería que el castigo solamente correspondiera al crimen; es decir, al vengador no se le permitió destruir al que le hubiera herido. Los que critican esta ley son aquellos que no conocen a Dios y se oponen al castigo de los criminales. Los tales atacan y critican a los que son víctimas del crimen, como si éstos hubieran causado o contribuido al crimen, mientras que defienden los derechos de los criminales.
   Bajo la ley de Moisés no todo el mundo sino solamente los jueces habían de ejecutar con seriedad esta ley para practicar la justicia, para defender los derechos de los inocentes, y para castigar a los que pisoteaban la ley de Dios. Es verdad que el pueblo mismo había de apedrear a ciertos culpables (Números_15:35; Deuteronomio_21:21), pero en ese caso el pueblo ejecutaba la justicia bajo la autoridad y dirección de los jueces. No practicaba la venganza personal.
   Pero los judíos que vivían en el tiempo de Jesús se aprovechaban de esta ley para justificar la venganza personal, cosa no autorizada, Levítico_19:18; Proverbios_24:29. Esta ley nunca fue dada para autorizar la venganza personal.
   ¿En qué sentido deben ser resistidos los malos? :
(1). Los jueces y magistrados habían de "resistir" (castigar) a los malos.
(2). Bajo el Nuevo Testamento el gobierno es el "vengador". El gobierno civil, de cualquier país, debe "resistir" al que es malo. Romanos_13:1-4, "... es servidor de Dios para tu bien... no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo". La espada no es para limpiar uñas, sino para ejecutar (dar pena de muerte) a los criminales 1Pedro_2:13-17, "someteos... a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien".
 (3). Cristo resistió a los malos, Mateo_21:12-13  pero no con odio ni con espíritu vengativo.
 (4). Resistimos a los malos, cuando resistimos el error y reprendemos el pecado con el evangelio, 2Timoteo_4:2-4, y con mansedumbre (2Timoteo_2:24).
(5). Resistimos a los malos cuando practicamos disciplina en la iglesia, Mateo_18:17; Romanos_16:17; 1Corintios_5:1-13
   ¿En qué sentido, pues, no deben ser resistidos los malos? ¿Está Dios al lado de los malos? ¿Los quiere a ellos más que a sus propios hijos? Dios sí ama a los malos, pero aborrece su maldad. ¿Qué significa esta prohibición? Al decir "No resistáis a los malos", Jesús explica en qué sentido los malos no deben ser resistidos. Agrega, "antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”.

              ¿No debemos resistir al ladrón y al asaltante?

              No parece que Jesús se refiera en este texto a los tales. Él dice (Mateo_24:43) "que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa". Jesús no toma el lado de los malos en contra de los justos, sino que busca el bienestar espiritual de todos. No nos ayudan espiritualmente los golpes, a menos que los suframos con paciencia, evitando los corajes y resentimientos que destruyen el carácter de cristiano. Recuérdese siempre que es mejor estar golpeado físicamente que estar golpeado espiritualmente. El alma necesita más defensa y protección que el cuerpo.
   El cristiano debe evitar no solamente el maldecir y el retornar golpes, sino que debe darle la otra mejilla con buena voluntad y con buen humor. Esto es para evitar los resentimientos. El discípulo de Jesús debe aprender a soportar con buena voluntad tal trato insultante.
 Debemos evitar el espíritu vengativo. Otra vez preguntamos, ¿favorece Dios a los malos? No, Dios no favorece a los malos; El favorece a sus hijos, pero Dios sabe que si el diablo produce en nosotros espíritu vengativo, nos destruye. Ya no seremos ciudadanos del reino de los cielos; más bien seremos ciudadanos del reino de las tinieblas. Por eso, para nuestro propio bien espiritual, dice, "No resistáis..." Los que resisten a los malos (volviendo mal por mal) lo hacen enojados y con espíritu de venganza. Por eso, "No resistáis..."

   Lucas_9:51-55, cuando los samaritanos no recibieron a Jacobo y Juan, estos dijeron, "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?" Jesús les contestó, "Vosotros no sabéis de qué espíritu sois". Obviamente tenían espíritu vengativo. Querían hacerles "pagar" por lo que hicieron.

   Romanos_12:18-21, "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos..." ¿Por qué? Porque el espíritu vengativo no es cualidad del buen carácter necesario para ser ciudadanos del reino de los cielos. Los que buscan venganza personal van al infierno. "Mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno" (Mateo_5:29; Mateo_18:8). Dios se encarga de tomar venganza. "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor". Nos corresponde a nosotros volver bien por mal: "si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber". ¿Para el beneficio del enemigo? Sí, y también para el beneficio espiritual de nosotros mismos.

   Hay varios ejemplos buenos para nosotros con respecto a este tema:

(1). Sobre todo, el ejemplo de Jesús. El mejor comentario sobre este texto es el ejemplo de Jesús mismo.  Mateo_26:67; Juan_18:22-23  "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".
 (2). El ejemplo de Esteban, Hechos_7:60, "Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y... durmió'".
 (3). El ejemplo de Pablo, 2Timteo_4:16, "En mi primera defensa ninguna estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta".
 Si practicamos esta enseñanza habrá dos resultados muy beneficiosos:
   Nuestra salvación. Se prepara el alma para que podamos ser ciudadanos del reino de los cielos y vivir con Dios para siempre.
   Trae beneficios para el ofensor. ¿Cuál es el único medio de ganarle? Si el discípulo vuelve mal por mal, insulto por insulto, y reproche por reproche, entonces los dos pierden, pero si el discípulo obedece este texto, no solamente se salva él mismo, sino que también habrá esperanza de que se salve a aquel que le maltrata. Romanos_2:4, "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?" La benignidad, paciencia y longanimidad de Dios nos guía al arrepentimiento. De la misma manera, la benignidad, paciencia y longanimidad de nosotros también guía al pecador al arrepentimiento. Romanos_12:20, "pues haciendo esto ("dale de comer, dale de beber") ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza"; es decir, si respondemos con bondad y bendiciones, el enemigo se sentirá afligido en su corazón. Tal bondad produce el remordimiento. Tal conducta puede producir corazón contrito (Salmo_51:17). Las "ascuas" ("carbones encendidos") son las llamas de vergüenza que producen los actos y palabras de benevolencia. De esta manera (al volver bien por mal), es muy posible que el enemigo se convierta en amigo (y tal vez cristiano). Esta conducta es parte del plan de salvación.
Jesús estaba totalmente en lo cierto, porque Su camino es el único que conduce a la salvación y a la seguridad. Hasta cierto punto todos tenemos una personalidad dividida. Hay una parte de nosotros que es atraída al bien, y otra parte de nosotros que es atraída al mal. Mientras una persona sea así, se está librando una batalla en su interior. Una voz la está incitando a tomar la cosa prohibida; la otra voz se lo está prohibiendo.
Mientras exista esta tensión interior, este conflicto interior, la vida se mantiene insegura. En tales circunstancias no hay tal cosa como estar a salvo. La única manera, nos dice Jesús, es erradicar para siempre el deseo de lo prohibido. Sólo entonces está a salvo la vida.
En ese caso, sólo Dios puede juzgarnos. Nosotros no vemos nada más que las acciones exteriores de una persona; sólo Dios ve los secretos del corazón. Y habrá muchas personas que exteriormente son un modelo de rectitud, pero cuyos pensamientos íntimos son culpables delante de Dios. Habrá muchas personas que puedan ser declaradas no culpables en el juicio humano, que no puede ser nada más que de cosas externas, pero cuya bondad se colapsa ante la mirada todo escrutadora de Dios.
Y en ese caso, esto quiere decir que cada uno de nosotros es culpable; porque no hay ni uno solo que pueda resistir este juicio de Dios. Aun si hemos vivido una vida de perfección moral externa, no hay nadie que pueda decir que no ha experimentado nunca el deseo prohibido de cosas malas. Para la perfección interior, lo único que es suficiente alegar es decir que el yo ha muerto y Cristo vive en uno. «Con Cristo estoy juntamente crucificado -dice Pablo-, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Gálatas_2:20).
El nuevo nivel mata todo nuestro orgullo, y nos impulsa a Jesucristo, Que es el único que puede permitirnos alcanzar ese nivel que Él mismo nos propone.
           


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