CONTEXTO
Éfeso, conocida familiarmente en la historia con una
gran variedad de nombres, fue una ciudad muy famosa de Asia Menor. Los
acontecimientos notables relacionados con la obra de Dios en "formar allí un
pueblo para sí mismo" (Isaías 43:21) a través de las labores de Pablo,
junto con el comienzo y progreso de esa iglesia, son relatados por Lucas en los
Hechos del Apóstoles.
Pablo escribió esta carta a la iglesia de Éfeso y a
todos los creyentes, a fin de darles una enseñanza profunda en la manera de
nutrir y mantener la unidad de la iglesia. Quiso que circulara esta información
importante en forma escrita porque él se hallaba en prisión y no podía visitar
las iglesias personalmente. Los Efesios habían sido instruidos por Pablo en la
doctrina pura del evangelio. En un período posterior, mientras estaba prisionero
en Roma, y percibiendo que necesitaban confirmación, les escribió, por ese motivo,
la presente Epístola.
Los primeros tres capítulos están ocupados principalmente
con elogiar la gracia de Dios. Inmediatamente después del saludo al comienzo
del primer capítulo, trata de la libre elección de Dios. Esto le brinda la
oportunidad de afirmar que ahora fueron llamados al reino de Dios, porque
habían sido designados para vida antes de nacer. Y aquí se produce una
sorprendente muestra de la maravillosa misericordia de Dios, cuando la
salvación de los hombres se remonta a su fuente verdadera y nativa, el acto
libre de adopción. Pero como las mentes de los hombres no están preparadas para
recibir un misterio tan sublime, se pone a orar para que Dios ilumine a los
Efesios en el pleno conocimiento de Cristo.
En el segundo capítulo, haciendo dos comparaciones,
pone de relieve las riquezas de la gracia divina.
1. Les recuerda lo miserables que eran antes de ser
llamados a Cristo. Nunca llegamos a ser debidamente conscientes de nuestras
obligaciones para con Cristo, ni estimamos correctamente su bondad hacia
nosotros, hasta que hemos sido llevados a ver, en el otro lado, la infeliz
condición en el que anteriormente estábamos "sin Cristo".(Efesios 2:12)
2. Los gentiles eran “extranjeros” de las promesas
de vida eterna, que Dios se había complacido en otorgar sólo a los judíos.
En el tercer capítulo, declara que había sido
designado para ser, de manera especial, el Apóstol de los Gentiles, porque,
durante un largo período, fueron “extranjeros y advenedizos”, (Efesios 2:19),
pero ahora están incluidos entre el pueblo de Dios. Como esto era algo inusual,
y como su misma novedad produjo inquietud en muchas mentes, lo llama un
“misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los
hombres” (Efesios 3:4-5) pero “la administración” (Efesios 3:2) del cual le
había sido confiada a sí mismo.
Hacia el final del capítulo, ora nuevamente para que
Dios conceda a los Efesios un conocimiento tan íntimo de Cristo, que no
tendrían ningún deseo de saber nada más. Su objetivo al hacerlo no es
simplemente llevarlos a agradecer a Dios por tantos favores, y a la expresión
de esa gratitud mediante la total devoción a su servicio, pero aún más a eliminar
toda duda sobre su propia vocación. Probablemente Pablo temía que los falsos apóstoles
sacudieran su fe al insinuar que sólo habían sido instruidos a medias. Habían
sido gentiles y, cuando abrazaron el cristianismo puro, no se les había dicho
nada acerca de ceremonias o circuncisión. Pero todos los que imponen a los
cristianos la observancia de la ley confesaron en voz alta que aquellos que no
han sido introducidos en la iglesia de Dios por la circuncisión deben ser
considerados profanos. Esta era su canción ordinaria, que ningún hombre quien
no está circuncidado tiene derecho a ser contado entre el pueblo de Dios, y que
todos deben observar los ritos prescritos por Moisés. En consecuencia, lo
presentaron como cargo. contra Pablo, que exhibió a Cristo como el Salvador de
los gentiles y de los judíos por igual. Ellos afirmaron que su apostolado era
una profanación de la doctrina celestial, porque invitaba a los hombres malvados,
sin discriminación, a participar en el pacto de gracia.
Para que los Efesios, cuando fueran atacados por
estas calumnias, no cedieran, resolvió a reunirse con ellos. Si bien él
sostiene con tanta seriedad que fueron llamados al evangelio porque habían sido
elegidos antes de la creación del mundo, les acusa, por otra parte, que no
pensaran que el evangelio les había sido traído accidentalmente por la voluntad
de los hombres, o que les llegó por casualidad; porque la predicación de Cristo
entre ellos no era otra cosa que el anuncio de aquel decreto eterno. Mientras
les presenta la infeliz condición de su vida anterior, al mismo tiempo les
recuerda que la singular y sorprendente misericordia de Dios apareció para
rescatarlos de tan profundo abismo.
Mientras se pone delante de ellos contempla su
propia comisión como apóstol de los gentiles, los confirma en la fe que una vez
recibieron, porque habían sido divinamente admitidos en la comunión de la
Iglesia. Y, sin embargo, cada una de las frases a las que nos hemos referido
ahora debe considerarse como una exhortación adecuada para animar a los Efesios
a la gratitud.
En el capítulo cuarto, describe la manera en que el
Señor gobierna y protege su iglesia, que es, por el evangelio predicado por los
hombres. De ahí se sigue que de ninguna otra manera se puede preservar su
integridad y que el objeto al que apunta es la verdadera perfección. El
designio del apóstol es recomendar a los Efesios el ministerio por el cual Dios
reina entre a nosotros. Luego detalla los frutos de esta predicación: una vida
santa y todos los deberes de la piedad. Tampoco se contenta con describir en
términos generales cómo deben vivir los cristianos, pero establece exhortaciones
particulares adaptadas a las diversas relaciones de la sociedad.
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