LE LLENA SUS MANOS VACÍAS
Con la seguridad de la redención y de su pastoreo, recibe la bendición de su provisión o prosperidad. La noche ha sido hermosa, llena de aprendizaje. Podemos imaginar a Rut sorprendida y admirada por lo que esta sucediendo. Todo es maravilloso. El carácter de Booz le tranquiliza, sus palabras le animan, su presencia le conforta. No obstante, antes del cierre de la escena, se habla de la generosidad con la cual Booz la sacia.
En el capítulo anterior, vimos como ella vio con sus propios ojos la generosa provisión de Dios para ella y su suegra. Al abordar este capítulo, desde el comienzo habla de cosecha, provisión, abundancia, generosidad. Parece que la gracia de la provisión de Dios rodea a Rut y a su suegra. De la miseria y hambre, han pasado a la abundancia y saciedad. Noemí desde que articula el plan en su mente y lo da a conocer a su nuera, lo hace teniendo en cuenta la era, cosecha, cebada. “…He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas” (2). Alrededor de la cosecha abundante se desarrolla la trama.
Con esa imagen en mente, Rut se dirige a la era. Allí hay riqueza, cantidad y abundancia. Booz, tiene abundante comida, bebida para él y los que con él estaban y mucha alegría y contentamiento. Se lugar de dormida es junto a la gran cosecha. “…y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón…” (7). Dormir a un lado del montón, es señal de abundancia y fertilidad. El lugar escogido para dormir es justo, al lado de la cosecha. Años atrás en esa tierra había hambre, escasez, esterilidad. Las cosas han cambiado y en este momento hay pan suficiente en la era de Booz.
La escena se desarrolla como se ha previsto, salvo algunas modificaciones en la estrategia incluidas por Rut. Además, se nos manifiesta la actuación de Booz, que es insospechada en el plan de Noemí. Luego del dialogo nocturno, el descanso juntos en la era hasta el amanecer, se levantan para emprender el día de trabajo. Si la noche fue agitada de sucesos, palabras, experiencias y expectativas, el día invita a Rut a descansar y a Booz a trabajar.
Sin embargo, al levantarse Booz, da muestras extraordinarias de su generosidad y compasión que le ha caracterizado. Él es un fuerte proveedor y sustentador no solo de la joven, sino también de la anciana, que esta en casa. La levantada nos permite conocer sus dos acciones. Una, la meditación que hace Booz, respecto a la estadía de Rut en la era y los comentarios que se pueden suscitar. “…se levantó antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo: No se sepa que vino mujer a la era” (14). La otra es pública, porque implica no la meditación, sino las palabras. La primera reflexión mental es similar a la que tiene José al saber que María está en cinta. “José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente” (Mateo 1:19). Con una leve variación, José sospecha de María, Booz quiere protegerla de las sospechas de otros.
No obstante, en los dos casos, hay demostración de sabiduría y prudencia para con ellas.
Acto seguido, comienza la segunda acción temprana de Booz, introducida por un dialogo.
“Después le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo…” (15). Es interesante, que en la acción nocturna el manto es mencionado con significativas variaciones. Rut suplica ser cubierta por el manto de Booz, mientras él le ordena despojarse del manto. La acción nocturna es una demostración íntima de amor, salvación y redención; la matutina es demostración de generosidad, abundancia y prosperidad. En ambos casos la acción recae sobre Booz. En la primera escena es ella la que hace la súplica en la segunda es él quien da la orden. En la primera el manto de Booz tiene efectos simbólicos salvíficos, en la segunda, el manto de ella, tiene función instrumental, nada más.
Como hemos estado estudiando Rut, ha sido llamada y capacitada para obedecer, por lo que tenemos la seguridad que sin reclamar va a cumplir la orden. Una vez el manto es puesto en las manos de ella, él procede a desarrollar la acción. A ella le pertenece la obediencia a él la acción. “…Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad” (15). Sin mediar palabras, sin explicaciones, ni argumentos actúa.
El desarrollo de su silenciosa acción es de provisión. En este caso, como en muchos podemos afirmar que una acción vale más que mil palabras. Aquí no es necesario las palabras, solo bastan las acciones. Quien le dio descanso y bendición, quien prometió redención completa y segura, esta llenando su manto de alimento.
No solo sacia su sed de redención, también sacia su hambre de sustento. La cubre con su manto y ahora llena el manto de ella con sustento de la era. Este cuadro es de generosa y abundante bendición. Rut escucha las palabras sobre la redención, ve el manto de Booz cubriéndola y lleva con sus manos sobre su hombro la señal de la vida, en su propio manto.
Acción, palabras y señal, se unen para dar valor y esperanza a lo que se ha pactado.
Si Rut no entendía algo, no se nos dice. El narrador se limita a decirnos que ella tomó el regalo y salió de la era. Su aceptación es pasiva y su obediencia es activa. No hay preguntas, ni cuestionamiento de parte de ella. Su silencio indica el grado de admiración, sorpresa, reverencia y respeto ante quien se ha comprometido a redimirla. Con la alegría en su rostro, la serenidad en su corazón y la abundancia en sus hombros, regresa a casa.
La escena se traslada del campo a la ciudad, de la era a la casa. En la tarde o noche anterior la escena fue de la casa a la era, en la mañana es de regreso. Se nos narra que salió del campo y llegó a su suegra. En este sentido, ella no se distrae por el camino, sus objetivos son claros, sus pasos son dirigidos, su mirada esta firme. No mira las circunstancias, descansa en su Redentor. El Dios que la ha acogido y traído a Belén, prospera sus pasos y le permite vivir y convivir en la esperanza, abundancia y fertilidad.
Al llegar a su casa, de donde salió el día anterior, se establece un nuevo dialogo. Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía? Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido” (16). En la noche anterior el dialogo en casa fue sobre una estrategia. Al regresar a casa el dialogo es sobre una evaluación. Todo ha sucedido, hay que creerlo y contarlo. Antes era incierto, ahora es real. Primero era proyecto, ahora es terminado. Es maravilloso, como Rut llega a casa y se desinhibe. Cuenta a su suegra todo lo que le ha acontecido. No omite detalle, que no cuente a ella. Por consiguiente, no hay secretos entre ellas. El plan es de las dos, por tanto, los resultados también. Esto nos habla de una relación familiar, fraternal y cristiana genuina. Su cariño, amor, entrega, compartir, nos hablan de sinceridad, honestidad e interés recíproco.
Rut entrega a su suegra el recado que trae. No fue ella la de la iniciativa de traerle la cebada como si sucedió en el capítulo anterior, con lo que le sobró del almuerzo. Fue Booz quien le envió por intermedio de Rut este regalo generoso del cual ella hace entrega, con su respectiva dedicatoria. “Y dijo: Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome…” (17). En este sentido, Rut tiene para compartir, no lo de ella, si no lo que se le ha dado.
Como dice la Escritura; no tenemos nada que no hayamos recibido. “Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo” (1 Cronicas 29:16). Lo que trae Rut a su casa, no le pertenece a ella, si no a Booz. Fue él quien dio a ella, para que ella compartiera. Aquí se enseña un principio hermoso al cristiano: compartir. “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Cronicas 29:14). Todo creyente debe llegar a casa con algo para compartir. En cada momento o circunstancia debe compartir las innumerables bendiciones y riquezas que Dios ha puesto sobre sus hombros.
El presente que lleva Rut a casa, puede ser interpretado, según lo mencionamos anteriormente, como un acto de desposorio. Por medio del recado, se puede considerar,
Booz está pagando la dote a Noemí, como apoderada de Rut. El precio por ella, era signo de vida y abundancia para ellas. Quizás, así lo entendió Noemí, porque convocó a su nuera a confiar en la acción incansable de este varón para concluir el asunto.
Lo que si desconocíamos hasta ahora, es la razón por la cual Booz envió este presente por medio de Rut. En este momento Rut lo manifiesta a Noemí, por lo que se nos descubre la finalidad. “…A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías” (17). Al hacer entrega formal del abundante y generoso galardón o regalo que se le envía, Rut como si fuera una tarjeta con una dedicatoria, lo expresa ante su suegra. El propósito de booz es darles una señal visible de su compromiso redentor, además, dar seguridad y descanso a estas viudas sobre su sustento en tierra de Belén. Al cierre de la cosecha, podían estar preocupadas por como iban a ser sustentadas en esta nueva etapa. La llegada de Rut con esta cantidad de alimento, puede alentar a las mujeres a ver la generosa y fiel provisión de Dios para ellas. Les debe llevar a recordar como la mano invisible del Dios Todopoderoso, les permite ver los hechos visibles de su provisión y salvación.
La expresión en labios de Rut y a oídos de Noemí, nos traslada a las palabras en labios de Noemí y a oídos de Rut y de las mujeres de Belén, sobre un tema similar, en el capítulo uno. “Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?” (20-21). Aunque Booz no escuchó esta queja pública de Noemí a su entrada en Belén, si las conoce. Por esta razón envía a Rut con sus manos llenas, para que no se presente como considera Noemí que Dios la tenía: vacía.
Como el Señor cambia todas las circunstancias.
Debemos recordar que no debemos juzgar los hechos y circunstancias por la providencia, si no por la palabra de Dios. En el capítulo uno Noemí juzga los hechos por sus sentimientos frustrados y amargados y la providencia del momento. No obstante, ahora esta siendo llamada a juzgar los hechos por la revelación de Dios. Booz contribuye a enseñar este principio de fe en la vida de Noemí. No esta vacía, ni vaciada. Sencillamente esta pasando por momentos difíciles en su vida diaria. Estos momentos son determinantes para ver la generosa gracia redentora del Señor.
Así como Booz conocía el argumento público de Noemí sin presenciarlo, nuestro Señor conoce todos nuestros pensamientos y sentimientos y nos trata respecto a ellos. Cuan equivocada estaba Noemí. No estaba con las manos vacías. No estaba en amargura y soledad. La mano del Señor ha estado guiando paso a paso su vida. Dios en su omnisciencia conoce todas las cosas que le han sucedido. Nada ha escapado de su conocimiento y control soberano. Ella, al igual que todo creyente, debe descansar sin temor en sus brazos.
Como en los menajes a las siete iglesias del Apocalipsis, el Señor conoce todo lo bueno y lo malo de las iglesias, asimismo conoce todo lo que ha pasado a estas sufridas mujeres. En tal sentido, Noemí, espiritualmente no estaba en amargura, ni en miseria. Las circunstancias mostraban eso, no obstante, la verdad espiritual indica lo contrario. Es por esta razón, que el presente de booz, por manos de Rut y a oídos de Noemí debió tener un efecto terapéutico y restaurador. Aunque se sienta amargada, vacía y sola, no lo esta. La verdad visible es desoladora, la verdad espiritual trate salvación y seguridad. La llegada de Rut a casa después de su encuentro con Booz, es signo de buenas nuevas. Redención, seguridad, abundancia, llenura, contrasta ampliamente con el expresión anterior de Noemí.
Podemos concluir esta lección diciendo que nuestros ojos ven desolación, miseria, amargura, el Redentor ve dulzura, gracia, abundancia. Por lo tanto, no debemos hacer juicios y conceptos a partir de lo que vemos, sentimos o vivimos. Todo juicio o conclusión al que lleguen los cristianos ha de ser con base en la palabra de Dios; el amor del Padre; la obra redentora de Cristo; el consuelo y comunión de su Santo Espíritu; esto debemos creer. “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18).
No hay comentarios:
Publicar un comentario