2) MISERICORDIA Y DESCANSO EN DIOS (2)
En la anterior publicación del blog pudimos considerar las dinámicas relacionadas con la tierra, el desarraigo, desplazamiento, despedidas y caminatas, pasaremos a considerar lo relacionado con el pueblo. Es decir, el sentido de identidad que significa pertenecer a un pueblo y las implicaciones psicosociales del desapego para ir a nuevos lugares. Mientras la expresión tu tierra será mi tierra, indica identidad; la expresión “tu pueblo será mi pueblo” indica pertenencia. Lo que pasa, es que Noemí encuentra su verdadera identidad en Belén y Rut por su parte, su nueva identidad, al llegar a su nuevo y próspero hogar.
Analizaremos las implicaciones de esto, desde la perspectiva del peregrino, es decir, de nquien debe caminar hasta llegar a su nuevo hogar. Meditaremos en lo que implica pertenecer a un pueblo, comunidad o aldea específica. Desde este punto de vista, revisaremos, como la misericordia y el descanso de Dios se manifiestan en la vida de estas viudas, hasta conducirlas a un pueblo de abundancia, esperanza y seguridad.
Es interesante comprender la realidad de vida que está pasando Noemí y posteriormente, su nuera Rut. Después de vivir y estar establecidos en Belén, por una situación de hambre, se desplazan a tierra extranjera. El narrador del libro, nos ubica magistralmente, primero en una aldea pequeña, segura e histórica cerca de Jerusalén, y unos kilómetros de distancia, nos lleva a Moab, un país extranjero, pero emparentado con Israel. Allí, Noemí y su familia se establecen y viven durante más de diez años. Estos años aunque dolorosos son necesarios para sobrevivir y establecer nuevas relaciones con mujeres moabitas.
Por una realidad de pérdida y dolor, y una noticia de provisión en Belén, Noemí la anciana protagonista de esta primera parte de la historia, decide regresar a su pueblo de origen.
Podemos considerar que la angustia del hambre y su afán por sobrevivir les desplaza de Belén. Ahora es el dolor por las pérdidas y la soledad, las que le desplazan de Moab.
Pareciera que el dolor, sufrimiento, soledad y aflicción son una constante en la vida de Noemí. Es interesante, reconocer que lo que motiva las decisiones de salida de un pueblo a otro, parece ser situaciones trascendentalmente dolorosas y límites. Estas situaciones límite, movilizan a la familia de una ciudad a otra. Además, a simple vista, nos parece, que esta familia no su puede establecer y permanecer en un pueblo por largo tiempo.
Por el contrario, son como peregrinos, de un lado a otro. Cambian de ciudad a ciudad. Salen de un pueblo y luego deciden regresar a él. ¿Inestabilidad? ¿Falta de identidad? ¿Incertidumbre? ¿Inconformidad? ¿Malas decisiones? Éstas son algunas de las preguntas que nos surgen a partir del relato, respecto a los cambios repentinos y decisivos de la familia. No obstante, lo que se pone de manifiesto, es la forma magistral y soberana como están siendo dirigidas y conducidas por el desierto de un lugar a otro, por el Señor. Los cambios son producidos por Dios, quien les lleva a su verdadero y seguro descanso.
En este sentido, el desarraigo es la forma como están siendo enseñadas estas mujeres a esperar por completo en el Señor. Por lo tanto, deben estar gozosas y esperanzadas en lo porvenir, porque sin duda, se está tejiendo el futuro con esperanza y abundancia. Noemí, está siendo formada en aspectos del carácter, que todo hijo de Dios necesita. Aprender a confiar en el Señor y depender sólo de Él. Parece ser, que no puede establecer relaciones duraderas y seguras. Su estadía en Belén es dramáticamente alterada. Sale con su familia a un pueblo desconocido para salvaguardar su vida. Tiene que desarraigarse de los conciudadanos y establecerse en una nueva comunidad, sin embargo, esta con los seres más cercanos y queridos. Pero se enfrenta en tierra extranjera a la muerte de sus seres amados.
Noemí es duramente golpeada por la muerte, la separación definitiva de la compañía y apoyo de los hombres de la casa. Las pocas relaciones que podía tener en Moab, son alteradas por el dolor y la aflicción. Su cotidianidad es otra vez puesta en desequilibrio. Se enfrenta a la incertidumbre y desafío de regresar a Belén de donde salió hace diez años.
Esta mujer está aprendiendo a peregrinar. Se está acostumbrando a las despedidas. Primero se despide de sus conocidos en Belén, luego de su esposo Elimelec y de sus hijos Mahlón y Quelión, posteriormente de la gente en Moab, luego de su nuera Orfa. Nos preguntamos ¿éstas despedidas se están volviendo normales en la vida de esta mujer? Por su parte, hemos de considerar el dolor natural y emocional de tantas despedidas. También, es importante reconocer que los hijos de Dios, mientras caminan siendo dirigidos por la invisible, pero poderosa mano del Señor, han de estar dispuestos a dejar todo atrás y seguir sus pisadas. En este sentido, lo que hace Noemí, es seguir adelante.
Las despedidas además, implican preparación. Por lo que hemos de suponer que Noemí está aprendiendo cuando y en qué momento despedirse. Es decir, está siendo preparada para no crear dependencias emocionales y lazos tan fuertes que le impidan actuar. Está creciendo en su madurez emocional. Una de las cosas que nos afecta para tomar decisiones oportunas, es el apego emocional excesivo de las cosas o las personas. Noemí, no se apega ni a las personas, ni a la tierra, ni a los pueblos. Claro está, implicaba para ella dolor y aflicción. Nos debemos preguntar, ¿estamos aprendiendo a despedirnos y seguir adelante?
Una de las tareas difíciles que afrontamos son las despedidas. Llegamos, nos establecemos y creemos que nunca vamos a regresar. No obstante, Noemí, es una mujer que está siendo equipada para estar como peregrina, con la maleta al hombro, las sandalias puestas y el bastón en la mano; lista para salir en el momento oportuno.
Noemí, se despide de Belén, en el momento oportuno. Luego se despide de Moab en el momento oportuno. Lo que nos queda por decir, al respecto, es que está siendo misericordiosamente dirigida por el Dios de la vida. Es Él quien dirige sus pasos y los de su familia. Su misericordia es la que la rodea y la hace caminar a nuevos lugares. Pareciera, que esta mujer está caminando con visión escatológica, es decir, con la seguridad que va de la mano del Señor. Sin importar el dolor, sufrimiento, pérdidas, no se queja, avanza, no da paso atrás. Generalmente, nosotros o tomamos decisiones antes de tiempo o las postergamos hasta que es demasiado tarde. La experiencia de Noemí, según nos lo presenta el hábil narrador, es que está tomando decisiones apremiantes en situaciones decisivas.
Al emprender el viaje de regreso, esta valiosa mujer, va con la esperanza de mejores oportunidades. Caminar hacía Belén es indicio de oportunidades, sustento y cuidados, cuando es iluminada y sostenida por una voz que resuena en sus oídos, “Jehová ha visitado a su pueblo para darles pan”. En el camino, se detiene, para despedirse de sus fieles nueras. ¿Esta tan acostumbrada a las despedidas que se despide de Orfa y Rut? ¿Prefiere seguir sola? ¿Esta tan dolida por el dolor emocional sufrido, que no quiere seguir sufriendo, el posible desprecio o pérdida de sus nueras, y decide despedirse? Lo cierto, es que una de sus nueras después del insistente llamado al retorno, acepta abandonarla.
Sin embargo, Rut responde con firme resolución, no me regresaré. No sabemos quien esta más resuelta, si Noemí, en rogarle que se regrese, o Rut reafirmando su decisión de proseguir. Por las respuestas de Noemí, podemos inferir que ella considera equivocadamente, que Rut tiene alguna expectativa personal y egoísta para decidir acompañarla. ¿Considera Noemí que Rut insiste en acompañarla, porque piensa en sí misma? ¿Es una decisión egoísta y subjetiva de Rut al empeñarse en acompañarla a Belén?
El narrador no nos da respuesta a estas intuiciones. Sin embargo, nos explica las respuestas a estos interrogantes con la insistente Rut afirmando su decisión de continuar.
Además, de ver la firmeza de carácter de éstas dos mujeres, podemos advertir la misericordia del Señor y el consuelo reciproco que ésta otorgando a estas agobiadas viudas.
No obstante, se excluye cualquier lenguaje de queja y desesperanza de parte de ellas. Más bien, Rut responde con una afirmación elocuente, de adoptar el pueblo de su suegra como el suyo. “…Tu pueblo será mi pueblo…” (verso16). ¿Amaba tanto Rut a Noemí, que decide estar a su lado? ¿Era tan buena suegra, que la prefiere en lugar de su madre? ¿Tenía alguna esperanza escondida en Noemí, respecto a su futuro?
La aceptación “a ciegas” de parte de Rut de un pueblo desconocido y nuevo, como el suyo, es un verdadero milagro. Podemos advertir en esta decisión, la inseparable mano del Señor omnipresente inspirando esta respuesta. Además, es un indicio de identidad y pertenencia, tal afirmación. Lo que Rut está diciendo, es que acepta el pueblo de su suegra como el suyo. Recordemos que pertenecer al pueblo de Israel, era un privilegio, además, que una oportunidad reservada para los escogidos. Por su parte, Rut está siendo llevada milagrosamente a este pueblo y exclama públicamente su alegría y convencimiento de pertenecer al pueblo al que está siendo llevada.
En este sentido, ante la insistencia de Noemí de regresar a su tierra, como en el caso de Abraham, Rut, se afirma en su peregrinar hacia la tierra prometida. Rut, está siendo una peregrina, tal cual Abraham y está vislumbrando desde la distancia por la fe, las bendiciones, misericordia, descanso y seguridad que se avecinan para su turbada vida.
Encontrar un pueblo al cual pertenecer es una gracia extraordinaria. Ser traída al pueblo de Dios es una expresión de infinita misericordia. Además, está siendo traída providencialmente, por el Señor a la que posteriormente será llamada la ciudad de David.
Sin saberlo, esta mujer en profunda desventaja y totalmente sin mérito propio, está siendo acercada e injertada el pueblo de la promesa. ¡Que maravillosa bendición!
Rut, por consiguiente, sale de su pueblo pagano gentil, para ser llevada a un verdadero pueblo. Sale sin tierra y sin pueblo, por lo tanto, sin identidad y sin pertenencia. Ahora, con su confesión pública y la certeza en su corazón, tiene tierra y pueblo por su relación con Noemí. Por lo cual podemos decir, que tiene identidad y pertenencia. No es una extranjera marginal, sino una mujer adoptada y perteneciente a un pueblo con una historia eterna.
El pueblo de Rut será el de Belén, la ciudad del Salvador. El pueblo donde brilla la estrella de David. Pareciera que Rut, al igual que los sabios de oriente, vieron brillar la estrella en
Belén y fue guiada como viendo al invisible. Esa es la única razón, por la cual vemos tanta insistencia en ella de persistir en su viaje. Para Noemí, es una locura su terquedad; para ella, con la fe y la luz que la dirige, es la decisión acertada, no va a obscuras, sino a plena luz del día. Camina al pueblo de la salvación, la esperanza y el descanso verdadero. No insistas en que regrese, he sido convencida por Dios, que ese es mi pueblo.
(Continuará...)
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