BENDICIÓN Y REFUGIO
Una de las verdades que saltan a la vista, en el último estudio, es la de la bendición que recibe Rut al ser admitida en la hacienda de Booz, para espigar. Tal privilegio abre las puertas de las posibilidades y las ventanas de las oportunidades para esta extranjera moabita. Las consideraciones que haremos en esta lección están referidas a la forma como Dios bendice y provee refugio para sus seguidores. En tal sentido, seremos desafiados a confiar en sus promesas y ser guiados por su providente diestra de amor y bondad.
Rut, cada día que pasa esta aprendiendo a confiar en el Señor de Israel y a ver las bendiciones de haber sido admitida como parte del pueblo escogido. El capítulo uno terminó mostrando la nueva ciudadanía de la que hace parte Rut. Ahora comienzan a narrarse algunos detalles sobresalientes de las ventajas y privilegios de esta nueva ciudadanía. En este sentido, la narración comienza, relacionando la familia de Elimelec con la de Booz, el dueño del campo al que será guiada Rut a espigar y en quien quedarán cifradas todas las esperanzas de redención y protección.
Noemí y Rut descansan en casa en Belén y ésta última aguarda el amanecer para emprender las labores. Por consiguiente, el hábil narrador de la escena, nos pinta como ella con la resolución de la cual nos estamos acostumbrando a verle, decide salir a espigar, no sin antes contar con la aprobación de Noemí. La historia, nos permite la imaginación ante algunos interrogantes que cruzan por nuestra mente. Además, se guarda silencio y se omiten algunos detalles que nos gustaría conocer al respecto. No obstante, lo que podemos considerar es que no son de trascendental importancia para el desarrollo de la temática que presenta el autor. Por lo cual, lo que esta presente en el texto, es lo relevante para esta historia de providencia y justicia a favor de los excluidos y marginados.
El capítulo dos nos advierte aspectos legales, de los que Rut se vale para la supervivencia.
También de símbolos y figuras que nos permiten ver la gracia de Dios obrando a favor de ella. Por lo tanto, tiene una mediación muy significativa a nivel pedagógico, pastoral y práctico para la vida del creyente. Por medio de ella, podemos articular dinámicas de la vida cristiana y sus consecuentes beneficios para los elegidos. En este apartado, nos es posible considerar aspectos altamente teológicos y verdades espirituales de las cuales se apropian los llamados a aceptar el Dios de Israel.
Meditaremos en la providencia que disfruta Rut y de la cual necesitamos apropiarnos para comprender las bendiciones de quienes han sido admitidos bajo las alas del Señor Dios. Noemí y Rut llegan a Belén con las manos vacías, al final del capítulo dos las dos tendrán un campo donde trabajar, unas criadas con cuales acompañarse durante la faena y una casa donde vivir. De lo íntimo a lo privado y de lo laboral a lo familiar. Las escenas o espacios que son recreados en esta lección son la casa y la era. Los lugares son la familia, el trabajo, el cuerpo.
UN CAMPO DONDE ESPIGAR
Luego de la larga travesía de unos ochenta kilómetros de distancia, se establecen en Belén.
El capítulo comienza la narración hablando de un pariente cercano que tiene Noemí, el cual era adinerado y bien reconocido en Belén. “Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz”. Después de esa información adicional que se provee al lector por parte del narrador, comienza en desarrollo de la historia, comentando un día inolvidable para éstas mujeres.
Rut nos sorprende con su diligencia en madrugar a prepararse para salir a buscar un campo para espigar. Es muy interesante reconocer que aunque Rut no sabía a donde ir, es alimentada por una esperanza sin límites, y una confianza en el Dios de Noemí. “Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia...” (2). El escritor nos advierte que quien va a salir al campo es una extranjera moabita, para dar más realce y fuerza a la decisión. La osadía de Rut es admirable. Ella misma toma la iniciativa de salir a buscar un campo donde espigar, con la seguridad, según lo manifiesta de que hallará gracia ante algún hombre para tal fin.
El desarrollo de la historia nos indica que se fue y llegó. Efectivamente, sin saberlo ella, llega al campo de Booz, el pariente, que el narrador nos ilustró al comienzo del capítulo.
Como dirían algunos, que casualidad. “Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec” (3). Ella desconocía por completo que estaba espigando en el campo de propiedad del familiar de su suegra y de su esposo fallecido.
Lo cierto del caso, es que ella, comienza su dura labor de recoger espigas, con el único fin de colectar lo necesario para el sustento de ella y su suegra amparada por la ley del espigueo la cual le favorece para su osada determinación. No obstante, al llegar el dueño de la hacienda, pregunta a los segadores en pos de quien ella va, sobre la identidad y procedencia de la mujer. “Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?” (5). Rut esta dando muestras de su osadía resolución, coraje y fortaleza. Es una mujer admirable, por su compromiso, sencillez y sujeción.
Booz al verla, es inquietado a tener información precisa sobre la procedencia y función de esta mujer en su propiedad. Los segadores le informan en detalle todo lo que se sabe de ella en la aldea. También, le comunican el permiso que solicitó ella para espigar en el campo. “y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas” (7). El mayordomo de la finca, informa como esta abnegada mujer es ejemplo por su dedicación, diligencia y cordialidad. Tanto así, que llama la atención a los mismos segadores y posteriormente a Booz. “…Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento” (7). Una de las cosas que más llama la atención sobre Rut a los trabajadores, es que desde la mañana cuando llegó no ha descansado. Todo el día la han visto trabajar sin parar. ¿Era tanta la necesidad de alimento que Rut no descansa? ¿Estaba tan comprometida Rut con su suegra, que no quiere desaprovechar la oportunidad de recoger las espigas? ¿Considera que de pronto no regresa a ese campo y por tanto, trabaja duramente? Lo cierto del caso es su dedicación.
Luego de verla trabajar Booz, se le acerca y le habla. Llama la atención que los segadores se refieren a ella como la moabita, y él se dirige a ella como un padre. “…Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí…” (8). Lo que él hace es ratificarle que ha sido aceptada en el campo para trabajar. El mismo dueño se acerca a ella, algo no visto antes, y en tono paternal le ordena no ir a otro campo a espigar durante la cosecha. En este sentido, Rut encontró un campo donde espigar, no por un día, si no por toda la cosecha.
Además, Booz, el cordial hombre rico, le da una serie de instrucciones las cuales le ratifican su deseo y propósito de que ella permanezca en su finca. Las advertencias tienen que ver con las órdenes que él dio a los criados respecto a ella y las provisiones que él ha hecho para cuidar de ella. Es decir, se ha ocupado de ella al darle trabajo, legislar para su seguridad y proveer para su sustento. Lo que desconocía Rut era que iba a recibir tanto. No obstante, en la declaración que hace al salir de casa, es que hallará gracia ante los ojos de un hombre. Efectivamente, esta viendo y meditando en la bendición de lo que había en su mente y corazón en la mañana. Necesitaba un campo para espigar, en el transcurso del día tiene más que eso. Muchas son las bendiciones agregadas a esta que llevaba en su corazón.
Tanta es la admiración y gratitud de ella por esto, que no duda en interrogar a su benefactor. Lo hace reconociendo su procedencia e indignidad. Rut es una mujer que reconoce sus orígenes, su falta de mérito y su verdadera condición. Pese a ser conciente de ello, también lo es de la gracia de Dios que dirige sus pasos y prospera su camino. Al igual que el siervo de Abraham, es posible que actuase Rut, al ver la bendición y prosperidad de Dios. “El hombre entonces se inclinó, y adoró a Jehová, y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de mi amo Abraham, que no apartó de mi amo su misericordia y su verdad, guiándome Jehová en el camino a casa de los hermanos de mi amo” (Génesis 24:26-27).
Sin embargo, sigue diligente y responsablemente su tarea de espigar. “Luego se levantó para espigar” (15). Después de este gesto de laboriosidad de Rut, él continúa dando instrucciones y órdenes a sus siervos respecto a ella. “Y Booz mandó a sus criados… Que recoja… entre las gavillas, y no la avergoncéis; y dejaréis también caer… de los manojos… para que lo recoja, y no la reprendáis”. Las cuatro órdenes son: déjenla recoger entre las gavillas, no la avergoncéis, dejen caer más de lo legal, no la reprendan. Estos mandatos tienen el propósito de bendecirla en su recolección y protegerla como mujer. Es decir, él se interesó y legisló a su favor como persona y trabajadora.
La narración nos indica que Rut espigó todo el día. Al oscurecerse salió de su labor de recolección y procedió a preparar lo recolectado. “Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada” (17). La tarea de espigar es una labor ardua y agotadora. Implicaba estar agachada todo el día. Aún así, ella tiene fuerzas para preparar el grano que ha recogido. Cuando tenemos sueños y somos alimentados por grandes esperanzas, nuestro ser es fortalecido. Se une a esto la gracia del Señor llenando su vida y consolándola por medio de su trabajo.
Parece que ella carga todo lo que ha recolectado durante el día. Su fortaleza de ánimo y las buenas noticias para contar a su suegra la fortalecen para llevar a casa lo recogido. Al llegar a casa, cuenta a su suegra las bendiciones del día. Además, Noemí manifiesta a Rut que ese varón que la ha recibido en su campo, es el pariente cercano que puede redimirlas. ¿Será que Noemí esta pensando en un futuro matrimonio entre Booz y Rut? ¿Se imagina Noemí que esta es la oportunidad para reivindicarse con el parentesco de él y su esposo?
Noemí, emite dos bendiciones para este hombre, que ha demostrado su benevolencia para con su fiel y abnegada nuera. Rut comenta sin omitir detalle, todo lo que le ha acontecido y lo que le ha dicho este varón. Una de las cosas que impresionó a Rut es la orden de seguir a sus criadas hasta el final de la cosecha. “Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega” (21). Por lo cual, ella llega a casa segura de tener un campo donde trabajar. A diferencia de la mañana cuando salió, iba con rumbo desconocido y para ella un tanto incierto. Al regresar, trae la satisfacción de un lugar seguro y específico donde dirigirse todos los días. La bendición de Dios se ha hecho evidente para ella en otorgarle un solo y permanente lugar de trabajo para proveer el sustento de las dos. Ahora su suegra le indica que él es el pariente redentor. Su suegra Noemí, como una mujer vieja y sabia, le ratifica el consejo de Booz de no ir a otro campo, si no seguir en compañía de sus criadas. “Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo” (22). Nos preguntamos, ¿esta observación de Noemí, esta unida a su deseo de redención? ¿Ella esta meditando en la forma como pueden arreglar un matrimonio? ¿Por qué le dice que es mejor estar con sus criadas y que no la encuentren en otro campo? ¿Podría ser afectada su reputación y alejada de Booz, el pariente cercano?
A las anteriores interrogantes no encontramos respuesta evidente en el pasaje. Lo cierto del caso, es que Rut aceptó voluntariamente este sabio consejo y continúo en su campo espigando. “Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo…” (23). Todos estos meses, esta dedicada mujer y buena hija, recibe y disfruta la bendición de tener un campo donde ir. Al rayar el alba se levanta con una dirección segura y por el mismo camino va y regresa cada día de su satisfactoria labor. Pese a ser duro el trabajo, ella está satisfecha y agradecida por la bondad de Dios al prosperar su viaje y proveer en abundancia para el sustento de las dos.
UNAS CRIADAS CON QUIENES TRABAJAR
Rut al cabo de su primer día de labores, no solo tiene un campo donde ir cada día, también, cuenta con un grupo de criadas, con la cuales trabajar. Al llegar es una desconocida y solitaria trabajadora. Al final del día esta rodeada de los segadores, las criadas y la mirada protectora y defensora de Booz, el dueño de la propiedad. “Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores…” (3). Ella cuenta con una compañía de hombres y mujeres que la protegen, cuidan y defienden. No esta sola, si no bien rodeada.
La compañía de los segadores es una bendición para esta joven mujer. La relación del dueño con los segadores es muy especial. Esta marcada por el respeto, la comunicación, la comunión y la bendición. Es Dios mismo quien une a este hombre con sus obreros. Por su parte los obreros, disfrutan de la bendición de servir a este respetable varón de Belén. “Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga” (4). Él los saluda con bendición y ellos le responden con bendición. El Dios de Israel, es el centro de sus relaciones laborales, por lo tanto, ella ha sido llevada a un buen campo de trabajo. Inician con bendición y terminan con bendición. Extraordinario ejemplo para nuestras relaciones de familia, trabajo e iglesia.
El mayordomo responde a Booz las preguntas respecto a la joven y su procedencia. Luego él mismo se dirige a ella y la invita a seguir en la compañía de sus criadas. “…Oye, hija mía… aquí estarás junto a mis criadas” (8). Después de la expresión cariñosa y tierna, indicándole su aceptación como parte del personal de la hacienda, le comunica que puede disfrutar de la relación, compañía y apoyo de sus criadas. No será reconocida como una extranjera espigadora, si no como una mujer digna, con las criadas del jefe a su servicio.
Hay un dialogo progresivo entre Booz y los criados dando órdenes, indicaciones y restricciones respecto al cuidado y seguridad de Rut. Después de ser una pobre mujer que ruega se le permita espigar, ahora es el centro del dialogo. Todo en la hacienda comienza a girar en torno a lo que el dueño, hace por ella, su nueva identidad, posición, relación y dignificación. Rut recibe la gracia de ser aceptada y tenida muy en cuenta.
Ante estas manifestaciones de afecto y aprobación, ella reconoce que no es una sierva de Booz, porque según ella, no es ni como una de sus criadas. “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”, (Lucas 15:19). Rut tiene la capacidad de reconocer quien es en indignidad para disfrutar de semejantes relaciones. Ella esta admirada al ver la gracia con la que la ha mirado el Señor. Las criadas del dueño están a su entera disposición. Todos en la finca, saben quien es esta joven y tienen advertencias precisas y claras respecto al trato y proceder con ella. El mismo Booz se encargará que lo que ha ordenado respecto a ella se cumpla. Rut disfruta de la bendición de estar acompañada. De la misma forma, los creyentes al ser traídos a Cristo, tenemos una familia que nos recibe, atiende y cuida con especial cuidado; la iglesia.
Podemos reconocer lo que eso significa para una joven extranjera. Rut además de su condición de inmigrante, esta sufriendo el dolor de la soledad, pérdida de su esposo y adaptación a la nueva ciudad y trabajo. Por consiguiente, hemos de suponer sus prevenciones y silencio. No obstante, la gracia del Señor se hace patente, al traerla al lugar indicado, el campo de Booz y proveerle la comunión que ella necesita. Ya no es una desconocida y apartada mujer. Ahora disfruta de la felicidad de la comunión.
Una de las bendiciones de los hijos de Dios es estar en la comunión de su hijo Jesucristo y de sus seguidores. “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto” (Salmo 25:14). En la iglesia de los Hechos, una de las cosas más extraordinarias de los creyentes, es la comunión en el Espíritu Santo, unos con otros. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos. 2:42). De igual forma, Rut esta deleitándose en la abundante gracia de estar en comunión con las criadas de su amo y rodeada de los demás obreros. Por eso tiene muchas noticias para contar a su suegra al regresar a casa.
Rut llega donde su suegra por la noche, no para acostarse a dormir, después de tan duro día de trabajo. Por el contrario, se quedan hasta tarde compartiendo las experiencias tan significantes del día. Una de las cosas que ella le refiere es lo relacionado a las criadas. “Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega” (21). Podemos inferir que una de las cosas que más admiración le causó a ella, fue el interés que Booz manifestó en que ella estuviera al lado de sus criadas. Esta convencida que esa nueva relación le es provechosa para el desarrollo de su trabajo. Rut salió en la mañana en busca de un campo para trabajar. En la noche regresa con eso y mucho más. Tiene unas criadas con quienes trabajar.
Noemí su suegra no desaprovecha la oportunidad para dar sus consejos a Rut. Le comunica que lo mejor para ella es obedecer lo que el patrón le ha ordenado a los trabajadores y a ella; trabajar al lado de sus criadas. “Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo” (22). En este sentido, lo que Noemí esta haciendo es retomando el deseo y orden de Booz y hablando a su nuera de los beneficios que hay en esta buena y solícita decisión. Comienzan a revivir estas solitarias y dolidas mujeres. La tragedia del hambre, ocurrida en el capítulo primero, parece estar solucionada, con las buenas noticias y la cebada traída a casa por Rut.
El narrador de la escena nos muestra la obediencia sin reproche de esta mujer a este consejo, casi imperativo que recibe de Booz y que retoma Noemí para que sea cumplido. “Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo…” (23). Lo que se nos informa es la obediencia de Rut a permanecer en compañía de las criadas de la hacienda. Como lo hemos dicho, esto representa para ella una gran bendición, la cual debe ser compartida y celebrada.
De la soledad pasa a la compañía. Del desconocimiento al conocimiento. De la incertidumbre a la certeza. De la escasez a la abundancia. Nuevamente el capítulo dos, como en el capítulo uno, este está lleno de contrastes. En cada uno de ellos, se pone de manifiesto la radicalidad del cambio y la transformación de quienes son traídos por Dios a su finca. Ellos son saciados y satisfechos para su gloria y la bendición de otros.
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