} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ESTUDIO LIBRO DE RUT 7

sábado, 7 de diciembre de 2024

ESTUDIO LIBRO DE RUT 7

 

 

 

EL ES JEHOVÁ TU PROTECTOR (1)

 

Rut 2;1  Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.

Rut 2:2  Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas(A) en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Vé, hija mía.

Rut 2:3  Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.

Rut 2:4  Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga.

Rut 2:5  Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?

Rut 2:6  Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab;

Rut 2:7  y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.

Rut 2:8  Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas.

Rut 2:9  Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, vé a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.

Rut 2:10  Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?

Rut 2:11  Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes.

Rut 2:12  Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.

Rut 2:13  Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.

Rut 2:14  Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró.

Rut 2:15  Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;

Rut 2:16  y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis.

Rut 2:17  Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada.

Rut 2:18  Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio.

Rut 2:19  Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido.

 Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.

Rut 2:20  Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos.

Rut 2:21  Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega.

Rut 2:22  Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo.

Rut 2:23  Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.

 

        Luego de analizar la construcción del capítulo uno del libro de Rut, nos acercaremos al capítulo dos. De igual forma, comenzaremos  por analizar los elementos del capítulo que apuntan directamente a la soberanía y cuidado eterno de Dios para sus hijos. En este sentido, comprenderemos aspectos del carácter, esencia y verdades eternas relacionadas con Dios, nuestro Señor como protector eficaz y supremo de sus hijos.

En el capítulo primero, lección uno, vimos el tema sobre Jehová Dios de Israel y por tanto, de Rut y Noemí. En este contexto, analizamos de manera central la soberanía de Dios para con las cosas y las personas creadas. En este estudio revisaremos aspectos relacionados con Dios, pero enmarcados dentro de la providencia fiel y cariñosa para sus hijos. Desde esta óptica, es pertinente, ahondar en principios que nos permitan descansar en su misericordia providente, en la vida diaria para con sus hijos.

Nuestro Dios, del cual hablamos en la lección primera, es un protector, cuidadoso y providente. Esto implica que no escatima detalle para darnos a entender su gracia fiel.

Sustenta y provee para los suyos, pese a su pecaminosidad. Al estudiar este capítulo, meditaremos en la gracia, refugio y provisión de Dios para Rut y Noemí y por ende para todos sus hijos. De igual manera, es posible identificar las dinámicas extraordinarias y cuidado sobrenatural que emplea el Señor para revelar a nosotros sus bondades nuevas y fieles cada mañana. De eso daremos fe en el desarrollo del estudio.

Los tres subpuntos de este tema, los relacionaremos respectivamente con sus ojos, sus alas y su era, las cuales son símbolos, que podemos emplear para hacer más gráfica la realidad de su acción para los suyos. En este sentido, es fácil conocer la realidad de la gracia misericordiosa, de su refugio seguro y garantizado y de su provisión para cubrir abundantemente las necesidades de sus hijos, a los cuales está acercando bondadosamente a su casa y salvación. Por medio de este tema, buscamos que los creyentes, puedan descansar llenos de confianza en el Señor de todo cuidado, protección y fidelidad.

HAY GRACIA EN SUS OJOS

En la publicación anterior, quedamos en que Noemí y Rut llegaron de los campos de Moab y se instalaron en Belén, al principio de la cosecha de la cebada. Con esta imagen de ubicación, seguridad, recibimiento, saludo y cosecha quedamos en nuestra retina. Por consiguiente, al comenzar esta sección, lo hace el narrador, mostrándonos el desarrollo de un día normal en la vida de éstas mujeres. Luego del asombro que causa en las mujeres de Belén la apariencia de Noemí, y del rompimiento del silencio de ésta, frente a su dolor; retomaremos el amanecer del nuevo día para las dos nuevas ciudadanas en la aldea de Belén.

Como hemos de suponer hay mucha expectativa en ellas. El olor a cebada fresca y la apariencia de los campos invita al trabajo y alimenta la esperanza de sustento. Ellas están convencidas que su llegada es oportuna para el comienzo de la recolección de la cosecha.

Es por tanto, que el narrador, se limita a mostrarnos una pequeña introducción de transición, relacionada con el parentesco de Noemí con Booz, quien será personaje central en este capítulo. Luego procede a indicarnos las actividades que emprenden estas dos hábiles y fuertes mujeres, con el ánimo de mostrarnos su cotidianidad en Belén.

Es interesante como el narrador, se refiere a ella, como Rut la moabita. “Y Rut la moabita dijo a Noemí” (Vs. 2). Parece ser que él, pone de presente, la actitud que produce para los judíos su relación con personas extranjeras. O quizás, quiere resaltar la gracia de estar una extranjera en Belén, en relación con una mujer judía. Igualmente, como en el capítulo uno, nuevamente, Rut se dirige a su suegra Noemí en términos de ruego. “…Te ruego que me dejes ir al campo…(Vs. 2). En el capítulo uno Rut ruega a su suegra que le permita estar con ella para ir donde ella vaya. Ahora ruega a Noemí que le permita ir al campo. Una de las cosas que en primera instancia, saltan a la vista, es la sujeción de Rut a Noemí. Ella ha aprendido a estar sometida a su suegra, figura de autoridad y respeto. Sabe lo importante de rendir cuentas a alguien, por lo que no sale sin permiso, si no que solicita la debida autorización, para cumplir su propósito. También, es importante reconocer la actitud como se dirige a ella. Con respeto, amabilidad, cariño y sujeción. Nuevamente, podemos inferir por el dialogo, que la relación entre suegra y nuera es altamente amorosa.

Luego de la respectiva fórmula de amabilidad y cortesía, le comunica el propósito de su salida al campo. “…y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia(Vs.

2). Rut, una mujer trabajadora y abnegada, no quiere desaprovechar ni un solo minuto para trabajar. Sabe que la cosecha comenzó y por tanto, está dispuesta a salir a trabajar.

Percibimos en su actitud una diligencia admirable y una responsabilidad por su suegra y por ella, altamente sugerente. Además, Rut ha sido informada, quizás por Noemí, de los derechos de los pobres, respecto a la recolección de la cosecha. Es decir, tiene conocimiento de las leyes a las que puede acudir para validar su trabajo.

En la legislación establecida por Dios para el pueblo de Israel, existen por lo menos cuatro con alto sentido social. Éstas son el año del Jubileo, el año Sabático, el Diezmo y el Espigueo. Cada una de estas instituciones judías, debía ser tenida en cuenta para poder disfrutar de la bendición fraternal y de la justicia entre hermanos. De manera especial, estas leyes estaban encaminadas a la protección y atención de las necesidades básicas de los pobres, las viudas los huérfanos, los extranjeros. El fin era legislar a favor de ellos, para evitar que las asimetrías sociales y económicas abrieran una brecha insalvable, también para salvaguardar el patrimonio familiar, la misericordia y la igualdad entre hermanos.

La Ley del Espigueo también fue establecida para instituir justicia social sobre el pobre, el extranjero, la viuda y el huérfano. Era parte del código de la santidad (Levítico 19:1-18). Las exhortaciones están agrupadas en cinco grupos mayores, cada uno con cinco principios. Los primeros cinco instituyen la Ley del Espigueo. Las cuales son: cuando siegues la mies de tu tierra, 1) no segarás hasta el último rincón de ella, 2) ni espigarás tu tierra segada; 3) y no rebuscarás tu viña; 4) ni recogerás el fruto caído de tu viña; 5) para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios, Levítico 19:9-10

El Código Deuteronómico de la misma manera instituyó la Ley del Espigueo, pero añadió que la cantidad que se dejaba debía ser “generosa”. Incluyó a la viuda y al huérfano junto con el extranjero, como beneficiarios de la ley. En Deuteronomio la Ley del Espigueo es justificada porque necesitaban recordar que eran “esclavos en la tierra de Egipto” (Deuteronomio 24:19-22 Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. 20  Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. 21  Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda.22  Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto.)

Después de conocer la legislación reinante a favor de los pobres y necesitados, Rut está dispuesta a hacerla valer para su propio bien y el de su suegra. Podemos considerar que Rut tiene los beneficios de esta ley social, por ser pobre, viuda y extranjera. Hace parte de tres grupos sociales para quienes estaba dada la norma legal. En este sentido, es una excelente defensora, lectora de los beneficios a los que tiene derecho. Hemos de considerar la gracia de Dios que la acompaña para este propósito, sin la cual sería imposible acceder a él. Rut está muy dispuesta a salir al campo, no en calidad de turista, paseo, descanso u otro fin. Su actividad está definida y es concreto el ruego que hace a su suegra. Rut actúa como una sierva, toma la posición de los pobres y reivindica este derecho.

De vital importancia es la resolución que nuevamente manifiesta, respecto al trabajo.

También, la fe y seguridad que expresa, al decir, que irá en pos de quien halle gracia. Rut, pese a ser extranjera, está siendo traída maravillosamente a la gracia salvadora. Confiesa que sólo puede ir en pos de quien le exprese gracia. Es decir, no puede ir tras alguien que la rechace o menosprecie. Ella está convencida, que existe la gracia, y por lo tanto, alguien se apiadará de ella y le permitirá recoger alimento.

Rut está hablando en términos evangélicos de la gracia. ¿Conocía Rut la legislación hebrea?

¿Sabía que era necesaria la gracia para poder tener éxito en este propósito? ¿Rut está hablando de la gracia de Dios, la cual conlleva a la redención? Lo que sí sabemos es, que al ser traída por Dios a Belén, está siendo maravillosamente guiada por el Señor en todas las cosas. Luego, esta expresión sale de sus labios, inspirada por el Espíritu Santo. Por su parte, refleja la seguridad de corazón, que el Dios de Israel, guía y sostiene sus pasos.

Noemí su suegra, accede a la humilde y respetuosa petición de su nuera y le permite ir a espigar. “Y ella le respondió: Ve, hija mía” (Vs. 2). Salió Rut al campo guiada soberanamente por el Señor. Llega al campo de Booz, el pariente de Elimelec, esposo de

Noemí y se enfrenta a la misericordia y gracia del Señor frente a ella. Primero la gracia del Señor se manifiesta en recibir el aval de Noemí para ir a espigar, luego al ser guiada al campo de Booz, luego ser recibida por los espigadores y por el administrador de la finca.

Posteriormente, al ser vista por Booz, es bien recibida y atendida como una persona especial. Tanto así, que la misma Rut se sorprende. “Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?” (Vs. 10).

Tal pregunta es bien interesante. Rut reconoce que no hay mérito alguno en ella como para ser benefactora de tanto bien de parte de Booz. Además, expresa su indignidad, falta de capacidad y miseria, como para ser tan bien aceptada. La actitud de Booz es la que nos ocupa. Es tan maravillosa su actitud para con esta viuda pobre y extranjera que ella misma se sorprende. En este sentido, debemos reflexionar sobre la gracia del Señor. Una de las características de la gracia de Dios para los pecadores miserables es que es totalmente inmerecida, totalmente impagable y totalmente gratuita.

Lo que percibe Rut es la irresistible gracia divina a su favor. ¡No hay razón humana para esta bendición! Solamente la misericordia soberana de nuestro Dios nos hace partícipes de este regalo. Desde el punto de vista de Rut no hay razón para ella. Desde el punto de vista de Dios, es una tierna y compasiva decisión de bendición eterna para sus amados. Nos amó sin merecerlo, nos alcanzó siendo pecadores y nos miró siendo despreciables. El interrogante de Rut es la actitud de todo verdadero hijo de Dios que es alcanzado por la mirada graciosa y tierna del Señor: ¿por qué a mí? ¿No soy digno? ¿No puede ser?

Contraria a la actitud arrogante de muchas personas, que se consideran dignas de la gracia de Dios, Rut manifiesta su indignidad y asombro ante tanta generosidad, que pregunta a su benefactor, ¿por qué a mí? ¿Te has dignado mirarme? Tu mirada de gracia me sorprende, no por ti, si no por mi pecado, por lo cual no soy merecedora. Actitud extraordinaria, que describe la bendición de la soberana elección de los elegidos, para salvación.

Luego del asombro admirable pero irresistible de la gracia inmerecida a su favor, manifiesta la seguridad y convencimiento de la misma. “Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas (Vs. 13). Reconoce nuevamente su posición, pero acepta la bendición de Dios al mirarla. Una de las actitudes de los amos hacía sus esclavos o criados, es que estos últimos ni siquiera son dignos de ser mirados. No obstante, Rut manifiesta una y otra vez, como la gracia de Dios, ha sido tan evidente en ella, que ha sido mirada por su amo; en este caso Booz.

Al llegar a Belén la miran en asocio con Noemí, su suegra como mujeres solas, abandonadas, extranjeras y amargadas. Ahora recibe una mirada que cambia su perspectiva de vida, la gracia del dueño. Lo que hace la diferencia entre nuestro estado anterior y el actual, en los hijos de Dios es su mirada de gracia. Sus consoladores ojos dan reconocimiento, dignifican, aceptan, valoran y muestran nuestra condición. La mirada de Booz a Rut, no solo le consuela por lo que Dios es con ella, si no por lo que ella es. Es decir, muestran la gracia bondadosa y la miserable condición. Solo cuando somos mirados por el Señor recibimos la bendición de su hermosa mirada para recrearnos en su amor y para entender dónde estamos sin su sabia mirada. Sus ojos producen un doble reconocimiento en sus hijos: de lo que es Dios y lo que somos sin Él.

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