Mateo 16; 17-19
Entonces le
respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo
reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te
digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella. Y a ti te
daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será
atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los
cielos.
Este pasaje es uno de los temas neurálgicos de la interpretación del
Nuevo Testamento. Desde la Reforma, siempre ha sido difícil enfrentarse con él
tranquilamente y sin prejuicios, porque para la Iglesia Católica es la base de
su posición acerca del Papa y de la Iglesia. La Iglesia Católica Romana
interpreta que se le dieron a Pedro las llaves para admitir o excluir a las
personas del Cielo, y para absolver o no a las personas de sus pecados. Además,
la Iglesia Católica Romana deduce que Pedro, con este tremendo derecho, llegó a
ser el obispo de Roma; y que este poder se transmitió a todos los obispos de
Roma, y que está personificado hoy en el Papa, que es el cabeza de la Iglesia y
el obispo de Roma.
Es fácil comprender que tal doctrina es inaceptable para un creyente
protestante; y también que, tanto protestantes como católicos Romanos, se
acercan a este pasaje, no tanto con un deseo sincero de descubrir su
significado, sino con la firme voluntad de no ceder nada de su propia posición;
sino, si les es posible, destruir la posición del otro. Hagamos un esfuerzo
sincera y honradamente para descubrir el verdadero sentido de este pasaje.
Aquí hay un juego de palabras. En griego Pedro es Petros, y
una roca es petra. La forma aramea del nombre de Pedro era Kefa, que
significa en arameo una roca. En las dos lenguas hay aquí un juego de
palabras. En cuanto Pedro hizo su gran descubrimiento y su confesión, Jesús le
dijo: «Tú eres petros, y sobre esta petra edificaré Mi Iglesia.»
En primer lugar, esto era un elogio tremendo. Es una metáfora en nada
extraña ni inusual al pensamiento judío.
Los rabinos le aplicaban la palabra roca a Abraham. Tenían el
siguiente dicho: «Cuando el Dios Santo vio que Abraham iba a levantarse, le
dijo: "Mira, he descubierto una roca (petra) para edificar el mundo
encima." Por tanto, Dios llamó a Abraham roca (tsúr), como está
escrito: "Mirad a la roca de la que fuisteis
cortados, al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados" (Isaías 51:1).
Abraham era la roca en la que se fundaban la nación y el propósito de Dios.
Pero con mucha más frecuencia se le aplica la palabra roca (tsúr) a
Dios mismo. "Él es la Roca, Cuya obra es
perfecta” (Deuteronomio 32:4). “Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca” (Deuteronomio 32:31). “No
hay roca como nuestro Dios” (1Samuel 2:2).
"El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador”
(2Samuel_2:22).
La misma frase aparece en Salmo 18:2 “¿Qué roca hay
fuera de nuestro Dios?” (Salmo_18:31).
Una cosa está clara. El llamar a alguien roca era el más grande
de los elogios; y ningún judío que conociera el Antiguo Testamento podía usar
nunca la frase sin que su pensamiento se volviera hacia Dios, Que era la única
Roca de su defensa y salvación. Entonces, ¿qué quiso decir Jesús cuando usó la
palabra roca en este pasaje
Es que Pedro mismo es la roca, pero en un sentido
especial. No es la roca en que se funda la Iglesia; esa Roca es Dios. Pedro es
la primera piedra de toda la Iglesia. Pedro fue la primera persona que
descubrió Quién era Jesús; la primera persona que dio el salto de la fe y vio
en Jesús al Hijo del Dios viviente. En otras palabras: Pedro fue el primer
miembro de la Iglesia y, en ese sentido, toda la Iglesia se construyó sobre él.
Es como si Jesús le dijera a Pedro: " Pedro, tú eres la primera persona
que ha comprendido Quién soy Yo; por tanto, tú eres la primera piedra, la
piedra fundamental, el verdadero principio de la Iglesia que Yo estoy
fundando.» Y a partir de entonces, todos los que hacen el mismo descubrimiento
que Pedro son piedras vivas añadidas al edificio de la Iglesia de Cristo.
(Esta opinión no es nueva ó peculiar de la iglesia
protestante. Muchos siglos ha fue emitida y defendida por Crisóstomo. También
lo fue por Tero, célebre orador católico romano de la orden de franciscanos, en
Maguncia, en el siglo 16. Será bueno, además, observar en este lugar, que es un error el suponer que
puedan interpretarse las Escrituras en armonía con lo que se llama "el
acuerdo unánime de los Padres de la Iglesia." Tal y como repiten en la
Iglesia Católica Romana. Tal acuerdo no existe; y la frase con que se le
designa no pasa de ser una combinación de palabras altisonantes que no estriba
en hechos verdaderos.)
Hay
dos cosas que nos ayudarán a clarificar la idea.
1)
A menudo la Biblia usa imágenes para poner algo en claro. No hay que
fijarse mucho en los detalles de la imagen; solo hay una enseñanza principal.
En relación con la Iglesia, el Nuevo Testamento usa repetidas veces la imagen
del edificio, pero la usa en muchos sentidos y desde muchos puntos de vista.
Aquí Pedro es la piedra fundamental, en el sentido de que él es la primera
persona sobre la que se ha seguido construyendo toda la Iglesia, porque él fue
la primera persona que descubrió Quién era Jesús. En Efesios
2:20, los profetas y los apóstoles se dice que son el fundamento de la
Iglesia. Fue sobre su trabajo, testimonio, fidelidad, sobre lo que depende,
humanamente hablando, la Iglesia de la Tierra. En ese mismo pasaje, se dice que
Jesucristo es la principal piedra angular; Él es la fuerza que mantiene unida a
la Iglesia. Sin Él, todo el edificio se desintegraría y derrumbaría. En 1Pedro 2:4-8, todos los cristianos somos piedras vivas
que se van usando en la edificación de la fábrica de la Iglesia. En 1Corintios 3:11, Jesús es el único fundamento, y nadie
puede poner otro. Está claro que los autores del Nuevo Testamento tomaron la
imagen del edificio, y la usaron de muchas maneras. Pero detrás de todas ellas
está siempre la idea de que Jesucristo es el verdadero cimiento de la Iglesia,
y el único poder que la mantiene unida. Cuando Jesús le dijo a Pedro que
edificaría Su Iglesia sobre él, no quiso decir que la Iglesia dependiera de
Pedro, porque depende del mismo Jesucristo y de Dios como su Roca. Lo que sí
quiso decir era que la Iglesia empezó con Pedro; en ese sentido Pedro es la
piedra fundamental de la Iglesia, y ese es un honor que nadie le puede quitar.
(Piedra fundamental: La primera que se pone en
los edificios. D R.A E.).
2) El segundo punto es que la misma palabra Iglesia (ekklésía) en este
pasaje nos despista un poco. Tendemos a pensar en la Iglesia como una
institución y una organización con edificios y oficinas, cultos y reuniones, y
organizaciones y toda clase de actividades. La palabra que usaría Jesús
probablemente sería qahal, que es la se usa en el Antiguo Testamento para la
congregación de Israel, la asamblea de todo el pueblo del Señor. Lo que Jesús
le dijo a Pedro fue: “Pedro, tú eres el principio del Nuevo Israel, el nuevo
pueblo del Señor, la nueva compañía de todos los que creen en Mi nombre.” Pedro
fue el primero de la congregación de los creyentes en Cristo. No fue una
iglesia en el sentido corriente, y menos en el de una denominación, lo que
empezó con Pedro, sino la comunión de todos los creyentes en Jesucristo, que no
se identifica con ninguna iglesia, ni se limita a ninguna iglesia, sino que
abarca a todos los que aman al Señor.
Así que podemos decir que la primera parte de este pasaje
controvertido quiere decir que Pedro es la piedra fundamental de la Iglesia en
el sentido de que él fue el primero de esa gran compañía que confiesa
gozosamente su descubrimiento de que Jesucristo es el Señor; pero que, en
última instancia, es Dios mismo la Roca sobre la que está edificada la Iglesia.
Jesús prosigue diciendo que las puertas del Hades no prevalecerán
contra Su Iglesia. ¿Qué quiere decir esto? La idea de puertas que prevalecen
no es precisamente una figura corriente o fácil de entender
En el Oriente antiguo, la puerta era
tradicionalmente el lugar en que los ancianos y los gobernantes se reunían para
dirimir las causas y dictar justicia, especialmente en los pueblos pequeños y
en las aldeas. Por ejemplo: la Ley establecía que, si un hombre tenía un hijo
rebelde y desobediente, que le trajera «ante los ancianos de su ciudad, a la
puerta del lugar donde viva» (Deuteronomio 21:19),
y allí se haría juicio, se dictaría la sentencia. En Deuteronomio 25:7, se dice que, cuando un hombre se
niega a cumplir la ley del levirato, “irá entonces
su cuñada a la puerta donde están los ancianos.” La puerta era el lugar
donde se reunían los ancianos para hacer justicia. Según esto, la puerta puede
haber llegado a significar la sede del gobierno. Durante mucho tiempo,
por ejemplo, el gobierno de Turquía se llamaba La sublime porte (porte es
la palabra francesa para puerta). Así que esta frase podría querer
decir: Los poderes, el gobierno del Hades, no prevalecerán nunca contra la
Iglesia.
Supongamos que volvemos a la idea de la Roca
en la que está fundada la Iglesia, y que Jesús es el Hijo del Dios viviente.
Ahora bien, el Hades no era el lugar de castigo de los condenados, sino donde,
según las creencias judías primitivas, se encontraban todos los muertos.
Obviamente, la función de las puertas es mantener algo dentro, confinarlo,
encerrarlo, controlarlo. Hubo una Persona Que las puertas del Hades no pudieron
retener, y fue Jesucristo. Él rompió las ligaduras de la muerte. Como el autor
de Hechos dice: “Era imposible que fuera
retenido por la muerte... No dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que Tu
Santo vea corrupción”. Así que esta puede ser una referencia triunfal a
la próxima Resurrección. Jesús puede que estuviera diciendo: "Tú has descubierto, Pedro, que Yo soy el Hijo del Dios
viviente. Pronto llegará el momento en que Yo sea crucificado, y las puertas
del Hades se cerrarán tras Mí. Pero no podrán retenerme; las puertas del Hades
no tienen poder contra Mí, el Hijo del Dios viviente.”
Como quiera que tomemos esta frase, expresa triunfalmente la
indestructibilidad de Cristo y de Su Iglesia.
Ahora llegamos a dos frases en las que
Jesús describe algunos privilegios que se le concedieron a Pedro y algunas
obligaciones que se le impusieron.
1) Dice que Él, Jesús, le dará a Pedro las llaves del Reino. Esta
es una frase indiscutiblemente difícil; haremos bien en empezar por establecer
las cosas de que podemos estar seguros acerca de ella.
a) Esta frase siempre significa alguna especie de
poder especial. Por ejemplo, los rabinos tenían un dicho: " Las llaves del
nacimiento, de la lluvia y de la resurrección de los muertos pertenecen a
Dios.» Es decir: sólo Dios tiene poder para crear la vida, para enviar la
lluvia y para hacer que los muertos vuelvan otra vez a la vida. Esta frase
siempre indica un poder especial.
b) En el Nuevo Testamento esta frase se refiere
regularmente a Jesús. Es en Sus manos, y no en las de ningún otro, donde están
las llaves. En Apocalipsis 1:18, el Cristo
Resucitado dice: " Yo soy el Viviente. Estuve
muerto, pero vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la
muerte y del Hades. De nuevo, en Apocalipsis 3: 7, el Cristo Resucitado se describe
como " el Santo, el Verdadero, el Que tiene la
llave de David, el Que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.”
Hay que interpretar esta frase en referencia a un derecho divino; y cualquiera
que fuera la promesa que recibió Pedro, no se puede tomar como, la anulación, o
la infracción, de un derecho que solo pertenece a Dios y al Hijo de Dios.
(c) Todas estos usos y figuras del Nuevo Testamento se remontan ¿una
alegoría que se encuentra en Isaías 22:22 , en
la que el Señor dice que Eliaquim llevará al hombro la llave de la casa de
David, y será el único que la cierre y abra.
Ahora bien: Eliaquim había de ser el mayordomo fiel de la casa. Es
el mayordomo el que lleva las llaves de la casa, el que abre la puerta por la
mañana, y la cierra por la tarde, y es el que introduce a los visitantes a la
presencia real. Así que lo que Jesús le está diciendo a Pedro es que, en días por venir, él será el mayordomo del
Reino. Y en el caso de Pedro, su misión consistiría en abrir, no en
cerrar la puerta del Cielo.
Eso se cumplió sin dejar lugar a dudas.. En Pentecostés, Pedro abrió
la puerta a tres mil almas (Hechos 2:41). Más
tarde le abrió la puerta al centurión gentil Cornelio, con lo cual hizo que la
puerta girara sobre sus goznes para admitir al gran mundo gentil (Hechos 10). Hechos 15 nos
cuenta cómo se abrió la puerta de par en par al mundo gentil en el Concilio de
Jerusalén, y que fue el testimonio de Pedro lo que hizo posible aquella
decisión emblemática (Hechos 15:14; Simeón es
Pedro). La promesa de que Pedro usaría las llaves del Reino quería decir
que él sería el encargado de abrir la puerta de Dios a miles y miles de
personas en los días por venir. Pero en este sentido no es solamente Pedro el
que tiene las llaves del Reino; cualquier cristiano las puede usar también para
abrirle la puerta del Reino a otras personas, entrando así a participar de la
gran promesa de Cristo.
2) Jesús le prometió a Pedro además que lo que él atara, quedaría
atado, y lo que él desatara, quedaría desatado. Debemos
entender esto en el sentido de que Pedro expondría los pecados humanos, los
ataría, a las conciencias de las personas, y que luego las desataría de sus
pecados notificándoles el amor y el perdón de Dios. Ese es un pensamiento
precioso, y sin duda cierto, porque tal es el deber de todo predicador y
maestro cristiano; pero aquí hay todavía más que eso.
Desatar y atar eran palabras que se usaban corrientemente con sentido figurado entre
los judíos. Se referían frecuentemente a las decisiones de los grandes maestros
y de los grandes rabinos. El sentido corriente que cualquier judío reconocería
era permitir y prohibir. Atar algo era declararlo prohibido; desatar era
declararlo permitido. Eran expresiones corrientes en relación con la
ley. Era de hecho lo único que podían querer decir en ese contexto. Así que lo
que Jesús le estaba diciendo a Pedro era, parafraseando: «Pedro, vas a tener responsabilidades graves y pesadas
sobre ti. Vas a tener que hacer decisiones que afectarán al bienestar de toda
la Iglesia. Serás el guía y el director de la joven Iglesia. Y las decisiones
que harás serán tan importantes que afectarán a las almas de las personas en el
tiempo y en la eternidad.”
El privilegio de las llaves quería decir que Pedro sería el mayordomo
de la casa de Dios, abriéndoles la puerta a las personas para que entraran en
el Reino. El deber de atar y desatar quería decir que Pedro tendría que hacer
decisiones sobre la vida y la práctica de la Iglesia que tendrían las
consecuencias más amplias. Y por supuesto, cuando leemos los primeros capítulos
de Hechos, vemos que eso fue precisamente lo que tuvo que hacer Pedro en
Jerusalén.
Si parafraseamos este pasaje que ha causado tantas discusiones y
controversias vemos que trata, no de formas eclesiásticas, sino de cosas que
corresponden a la Salvación. Jesús le dijo a Pedro: “Pedro,
tu nombre quiere decir roca, y tu destino será ser una roca. Eres la primera
persona que Me ha reconocido como el Que soy, y por tanto eres la primera
piedra del edificio de la comunión de los Míos. Contra esa comunión, las
aguerridas fuerzas del mal no podrán prevalecer, como tampoco Me podrán
mantener cautivo en el reino de la muerte. Y en días por venir serás el
mayordomo que abrirá las puertas del Reino para que entren los judíos y los
gentiles; pero debes ser un sabio administrador y guía que resuelva los
problemas y dirija la obra de la Iglesia naciente y creciente.”
Pedro había hecho el gran descubrimiento; y a Pedro se le concedió un
gran privilegio y una gran responsabilidad. Es un descubrimiento que cada
persona ha de hacer por sí misma; y cuando lo haya hecho, se le impondrán el
mismo privilegio y la misma responsabilidad que a Pedro.
¡Maranatha!