} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: Nehemías 3:1-5

viernes, 12 de agosto de 2016

Nehemías 3:1-5



Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel.
   Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri.
   Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos.
   Junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías, hijo de Cos, y al lado de ellos restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos restauró Sadoc hijo de Baana.
   E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor.

Gracias hermano en la fe, que me has pedido reflexionara en estos versículos, para comprender el mensaje y obrar en consecuencia. No limitarme a adquirir conocimiento de la Biblia, que es bueno, pero que no sirve de provecho si no obedezco y no lo pongo en práctica.
Dios Padre, nos da sabiduría para aplicar lo que por gracia recibimos, y ponerlo en práctica en nuestras vidas. Nadie es perfecto, todos cometemos errores; pero  acaso ¿no es una muestra de amor fraterno  corregir las conductas de las ovejas descarriadas?, cuando los pastores se despreocupan de ellas, deben ser otras ovejas que den esos toques para decirles: ¡hey!, no estás sola, estoy aquí para guiarte por la senda segura.
 Debemos vivir conforme a los propósitos de Dios, que como sus caminos, son perfectos y proclamar el Tesoro que hemos recibido para que otros puedan ser ricos en Cristo.

 Nehemías se destaca como un ejemplo excelente de fidelidad y devoción. Fue desinteresado, pues dejó atrás una posición importante como copero de la corte de Artajerjes para emprender la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Puesto que había muchos enemigos, se expuso voluntariamente al peligro en favor de su pueblo y de la adoración verdadera. No solo dirigió el trabajo de reparación del muro de Jerusalén, sino que tuvo también una participación personal activa en la tarea. No perdió el tiempo, fue valeroso y no tuvo temor. Confió completamente en Jehová y mostró discreción en todo lo que hacía. Nehemías tenía celo por la adoración verdadera, conocía la ley de Dios y la aplicaba. Estaba interesado en edificar la fe de sus compañeros israelitas y demostró tener el debido temor a Jehová. Aunque insistió celosamente en el cumplimiento de la ley de Dios, no ejerció dominio sobre otros para provecho propio, sino que más bien se interesó en los oprimidos. Nunca solicitó el pan que le correspondía al gobernador; al contrario, proporcionó alimento a su costa a un buen número de personas. (Nehemías 5:14-19.) Nehemías pudo orar apropiadamente: “Acuérdate de mí, sí, oh Dios mío, para bien”. (Nehemías 13:31.)

 Vemos como Nehémias, no se quedó cruzado de brazos inspeccionó, observó, y determinó lo que debía hacerse obedeciendo a Dios:
Después de estar en Jerusalén durante tres días, Nehemías hizo una inspección nocturna de la ciudad sin que nadie lo supiese, excepto unos pocos hombres que estaban con él. Mientras que el resto iba a pie, Nehemías montó en un animal, probablemente un caballo o un asno, y cuando las ruinas le impidieron el paso, desmontó y continuó a pie. (Nehemías 2:11-16.)
Después de haber realizado la inspección, Nehemías reveló su plan a los judíos y les hizo notar que la mano de Jehová intervenía en el asunto. Animados por esto respondieron: “Levantémonos, y tenemos que edificar”. A pesar de las palabras de mofa de Sanbalat el horonita, Tobías el ammonita y Guésem el árabe, la obra de reconstrucción empezó aproximadamente el 4 de Ab (julio-agosto)
Durante la obra Sanbalat y Tobías siguieron burlándose y mofándose de los esfuerzos de los judíos por reparar el muro de Jerusalén. Nehemías presentó esta situación a Dios en oración, “y el pueblo continuó teniendo corazón para trabajar”. Cuando el muro alcanzó la mitad de su altura, Sanbalat, Tobías y los pueblos vecinos intensificaron su oposición hasta el punto de que tramaron luchar contra Jerusalén. En ese sentido, Nehemías repetidas veces recibió informes de los judíos que vivían cerca de la ciudad, y nuevamente manifestó su confianza orando a Jehová. Para enfrentarse a esa tensa situación, armó a los trabajadores, dispuso que otros hiciesen guardia y planeó un sistema de alarma. Nehemías ni siquiera se quitó la ropa durante la noche, seguramente a fin de estar preparado para luchar en caso de que el vigía diera una señal de alarma. (Nehemías 4.)
Aunque la situación era muy apremiante, Nehemías no estaba demasiado ocupado como para no dar debida consideración a las protestas de los judíos. Cuando oyó sus quejas sobre la opresión que para ellos suponía tener que pagar interés, censuró a los nobles y a los gobernantes diputados, convocó una gran asamblea y, una vez expuesto el mal, dio instrucciones para remediar la situación. (Nehemías 5:1-13.)
Después de esto, los enemigos trataron de detener los trabajos de reconstrucción. En cuatro ocasiones intentaron apartar a Nehemías de su proyecto, pero él les informó que no podía restar tiempo de la gran obra que estaba efectuando. Posteriormente, Sanbalat le envió una carta abierta que contenía acusaciones falsas y en la que pedía una reunión, a lo que Nehemías contestó: “Cosas tales como las que tú estás diciendo no se han efectuado, sino que de tu propio corazón las estás inventando”. Tobías y Sanbalat aún tramaron otra artimaña: contrataron a un judío para atemorizar a Nehemías, a fin de que se escondiese de manera ilegal en el templo; sin embargo, Nehemías no cedió al temor, y el trabajo de reparación terminó con éxito en el día 25 de Elul (agosto-septiembre), exactamente cincuenta y dos días después de haber empezado. A pesar de todo, Tobías continuó enviando cartas amenazadoras a Nehemías. (Nehemías 6.)
Una vez terminado el muro, Nehemías dirigió su atención a la tarea de organizar a los servidores del templo. A continuación, colocó a dos hombres al mando de la ciudad, uno de los cuales era su hermano Hananí. También dio instrucciones sobre cuándo abrir y cerrar las puertas de la ciudad, así como en cuanto a su protección. (Nehemías 7:1-3.)

  El sumo sacerdote es la primera persona mencionada que se puso a trabajar vigorosamente y ayudó en la obra. Los líderes espirituales no solo deben guiar de palabra, sino por medio de la acción, dando ejemplo. Actuando como atalayas, vigilantes y atentos a los movimientos de los traidores de dentro y los enemigos de afuera.. La puerta de las Ovejas era la puerta que se usaba para meter las ovejas a la ciudad y llevarlas al templo para los sacrificios. Nehemías hizo que los sacerdotes repararan esta puerta y la correspondiente sección del muro, respetando el área de interés de los sacerdotes a la vez que enfatizaba la importancia de la adoración.

  Todos los ciudadanos de Jerusalén hicieron su parte en la enorme obra de reconstrucción del muro de la ciudad. El muro estaba dividido en porciones, cada una de las cuales era señalada respectivamente a cada una de las grandes familias que habían regresado del cautiverio. Esta distribución, por la cual la edificación era manejada en todas las partes simultáneamente con gran energía, fue eminentemente favorable para que el trabajo se terminara rápidamente. Cada sacerdote reparó la pared frente a su propia casa, además de otras secciones. Si cada persona era responsable de la parte del muro que estaba más cerca de su propia casa, estaría más motivada para construirla rápida y adecuadamente,  no desperdiciaría el tiempo trasladándose a partes más distantes del muro, estaría defendiendo su propia casa si el muro era atacado, y  haría de la construcción un esfuerzo familiar. Nehemías mezcló los intereses personales con los objetivos del grupo, ayudando a todos a sentir que el proyecto del muro era un proyecto propio.  
Aunque los obreros de Tecoa ayudaban en la obra, aparentemente los jefes de familia se negaron a sostener la obra de Nehemías y sus compañeros. No todos los judíos estaban a favor de la política de Nehemías.
 De manera similar, el trabajo de la iglesia requiere del esfuerzo y compromiso genuino de cada miembro para que el cuerpo de Cristo funcione con eficacia (1Corintios 12:12-27). ¡El cuerpo lo necesita! 

Tú que lees esto ¿estás haciendo tu parte? Busca un lugar para servir a Dios y comienza a contribuir con cualquier cosa que se requiera (tiempo, talento, dinero, etc.). Que no te importe que los responsables, los guías, se encuentren demasiado ocupados haciendo que hacen, mirando para otro lado cuando ven actitudes que pueden ser de tropiezo. Desde el cielo están tomando  nota de su actitud permisiva o despótica, que no se ajusta a la Palabra de Dios en la Biblia. Recuerda que muchas veces, a nuestro lado, creemos tener ovejas cuando la realidad es bien distinta. Tratan de imitar a las ovejas, pero saltan de roca en roca, en vez de humilla su cabeza para alimentarse de las briznas de hierba, van de rama en rama comiendo la yemas tiernas. Son cabritos imitando a las ovejas, pero su verdadera naturaleza sale a la luz, dando topetazos sutiles para desviarnos del resto del rebaño.
Hace algún tiempo leí como hacen en Nueva Zelanda para llevar a las ovejas en fila al matadero. Tienen una cabra adiestrada, a la que llaman la Cabra Judas, para que vaya dando pequeños toques a las ovejas y la sigan. Las ovejas como son cortas de vista, creen que es una compañera, y la siguen; tras ella van de una en una, en fila al matadero. Al llegar a cierto punto del recorrido, dicha cabra sale por el lugar aprendido por repetición, y vuelve actuar cuando le indican y es necesaria su “traición”.
Cuando los pastores esconden la cabeza como el avestruz, viendo el peligro que se cierne sobre el rebaño, por causa de actitudes contarias a la Palabra de Dios en la Biblia, son responsables ante el Dueño, y será Éste quien les pida cuentas de cómo han guardado el rebaño.

  Jerusalén era una ciudad grande, y debido a que muchos caminos convergían allí, se requerían muchas puertas. Los muros que estaban a cada lado de estas pesadas puertas de madera eran más altos y más gruesos para que los soldados pudieran hacer guardia y defenderlas en contra de cualquier ataque. Algunas veces, había dos torres de piedra para vigilar una puerta. En tiempos de paz, las puertas de la ciudad eran centro de actividad: el consejo de la ciudad se llevaba a cabo ahí, y los vendedores colocaban sus mercancías a lo largo de la entrada. Construir los muros de la ciudad y sus puertas no solo era una prioridad militar, sino además un refuerzo para el comercio.

  Los nobles de Tecoa eran haraganes y no querían ayudar. Estos hombres eran los únicos que no apoyaron el proyecto de construcción en Jerusalén. Todo grupo, incluso las iglesias, tienen personas que piensan que son demasiado sabias o importantes para trabajar arduamente. El aliento sutil parece no ayudarlos. Algunas veces, la mejor política es ignorarlos. Quizá piensen que se están saliendo con la suya, pero su inactividad la recordarán todos los que sí trabajaron duro.
Si somos parte de un grupo que trabaja en una gran idea, asegurémonos de que cada persona vea la importancia y el significado del trabajo que tiene que realizar. Esto asegurará un trabajo de calidad  en armonía y comunión, satisfacción personal y que otros, viéndonos, glorifiquen a Dios.

¡Maranatha!
  

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