Entonces se levantó el sumo
sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de
las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea,
y edificaron hasta la torre de Hananeel.
Junto
a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri.
Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la
enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos.
Junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías, hijo de Cos, y al lado de
ellos restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos
restauró Sadoc hijo de Baana.
E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus grandes no se
prestaron para ayudar a la obra de su Señor.
Gracias hermano en la
fe, que me has pedido reflexionara en estos versículos, para comprender el
mensaje y obrar en consecuencia. No limitarme a adquirir conocimiento de la
Biblia, que es bueno, pero que no sirve de provecho si no obedezco y no lo
pongo en práctica.
Dios Padre, nos da
sabiduría para aplicar lo que por gracia recibimos, y ponerlo en práctica en
nuestras vidas. Nadie es perfecto, todos cometemos errores; pero acaso ¿no es una muestra de amor fraterno corregir las conductas de las ovejas descarriadas?,
cuando los pastores se despreocupan de ellas, deben ser otras ovejas que den
esos toques para decirles: ¡hey!, no estás sola, estoy aquí para guiarte por la
senda segura.
Debemos vivir conforme a los propósitos de
Dios, que como sus caminos, son perfectos y proclamar el Tesoro que hemos
recibido para que otros puedan ser ricos en Cristo.
Nehemías se
destaca como un ejemplo excelente de fidelidad y devoción. Fue desinteresado,
pues dejó atrás una posición importante como copero de la corte de Artajerjes
para emprender la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Puesto que había
muchos enemigos, se expuso voluntariamente al peligro en favor de su pueblo y
de la adoración verdadera. No solo dirigió el trabajo de reparación del muro de
Jerusalén, sino que tuvo también una participación personal activa en la tarea.
No perdió el tiempo, fue valeroso y no tuvo temor. Confió completamente en
Jehová y mostró discreción en todo lo que hacía. Nehemías tenía celo por la
adoración verdadera, conocía la ley de Dios y la aplicaba. Estaba interesado en
edificar la fe de sus compañeros israelitas y demostró tener el debido temor a
Jehová. Aunque insistió celosamente en el cumplimiento de la ley de Dios, no
ejerció dominio sobre otros para provecho propio, sino que más bien se interesó
en los oprimidos. Nunca solicitó el pan que le correspondía al gobernador; al
contrario, proporcionó alimento a su costa a un buen número de personas. (Nehemías 5:14-19.) Nehemías pudo orar apropiadamente:
“Acuérdate de mí, sí, oh Dios mío, para bien”. (Nehemías
13:31.)
Vemos como
Nehémias, no se quedó cruzado de brazos inspeccionó, observó, y determinó lo
que debía hacerse obedeciendo a Dios:
Después de estar en Jerusalén durante tres días, Nehemías
hizo una inspección nocturna de la ciudad sin que nadie lo supiese, excepto
unos pocos hombres que estaban con él. Mientras que el resto iba a pie,
Nehemías montó en un animal, probablemente un caballo o un asno, y cuando las
ruinas le impidieron el paso, desmontó y continuó a pie. (Nehemías 2:11-16.)
Después de haber realizado la inspección, Nehemías reveló
su plan a los judíos y les hizo notar que la mano de Jehová intervenía en el
asunto. Animados por esto respondieron: “Levantémonos, y tenemos que edificar”.
A pesar de las palabras de mofa de Sanbalat el horonita, Tobías el ammonita y
Guésem el árabe, la obra de reconstrucción empezó aproximadamente el 4 de Ab
(julio-agosto)
Durante la obra Sanbalat y Tobías siguieron burlándose y
mofándose de los esfuerzos de los judíos por reparar el muro de Jerusalén.
Nehemías presentó esta situación a Dios en oración, “y el pueblo continuó
teniendo corazón para trabajar”. Cuando el muro alcanzó la mitad de su altura,
Sanbalat, Tobías y los pueblos vecinos intensificaron su oposición hasta el
punto de que tramaron luchar contra Jerusalén. En ese sentido, Nehemías
repetidas veces recibió informes de los judíos que vivían cerca de la ciudad, y
nuevamente manifestó su confianza orando a Jehová. Para enfrentarse a esa tensa
situación, armó a los trabajadores, dispuso que otros hiciesen guardia y planeó
un sistema de alarma. Nehemías ni siquiera se quitó la ropa durante la noche,
seguramente a fin de estar preparado para luchar en caso de que el vigía diera
una señal de alarma. (Nehemías 4.)
Aunque la situación era muy apremiante, Nehemías no
estaba demasiado ocupado como para no dar debida consideración a las protestas
de los judíos. Cuando oyó sus quejas sobre la opresión que para ellos suponía
tener que pagar interés, censuró a los nobles y a los gobernantes diputados,
convocó una gran asamblea y, una vez expuesto el mal, dio instrucciones para
remediar la situación. (Nehemías 5:1-13.)
Después de esto, los enemigos trataron de detener los
trabajos de reconstrucción. En cuatro ocasiones intentaron apartar a Nehemías
de su proyecto, pero él les informó que no podía restar tiempo de la gran obra
que estaba efectuando. Posteriormente, Sanbalat le envió una carta abierta que
contenía acusaciones falsas y en la que pedía una reunión, a lo que Nehemías
contestó: “Cosas tales como las que tú estás diciendo no se han efectuado, sino
que de tu propio corazón las estás inventando”. Tobías y Sanbalat aún tramaron
otra artimaña: contrataron a un judío para atemorizar a Nehemías, a fin de que
se escondiese de manera ilegal en el templo; sin embargo, Nehemías no cedió al
temor, y el trabajo de reparación terminó con éxito en el día 25 de Elul
(agosto-septiembre), exactamente cincuenta y dos días después de haber
empezado. A pesar de todo, Tobías continuó enviando cartas amenazadoras a
Nehemías. (Nehemías 6.)
Una vez terminado el muro, Nehemías dirigió su atención a
la tarea de organizar a los servidores del templo. A continuación, colocó a dos
hombres al mando de la ciudad, uno de los cuales era su hermano Hananí. También
dio instrucciones sobre cuándo abrir y cerrar las puertas de la ciudad, así
como en cuanto a su protección. (Nehemías 7:1-3.)
El sumo sacerdote
es la primera persona mencionada que se puso a trabajar vigorosamente y ayudó
en la obra. Los líderes espirituales no solo deben guiar de palabra, sino por
medio de la acción, dando ejemplo. Actuando como atalayas, vigilantes y atentos
a los movimientos de los traidores de dentro y los enemigos de afuera.. La
puerta de las Ovejas era la puerta que se usaba para meter las ovejas a la
ciudad y llevarlas al templo para los sacrificios. Nehemías hizo que los
sacerdotes repararan esta puerta y la correspondiente sección del muro,
respetando el área de interés de los sacerdotes a la vez que enfatizaba la
importancia de la adoración.
Todos los
ciudadanos de Jerusalén hicieron su parte en la enorme obra de reconstrucción
del muro de la ciudad. El muro estaba dividido en porciones, cada una de las
cuales era señalada respectivamente a cada una de las grandes familias que
habían regresado del cautiverio. Esta distribución, por la cual la edificación
era manejada en todas las partes simultáneamente con gran energía, fue
eminentemente favorable para que el trabajo se terminara rápidamente. Cada
sacerdote reparó la pared frente a su propia casa, además de otras secciones.
Si cada persona era responsable de la parte del muro que estaba más cerca de su
propia casa, estaría más motivada para construirla rápida y adecuadamente, no desperdiciaría el tiempo trasladándose a partes
más distantes del muro, estaría defendiendo su propia casa si el muro era
atacado, y haría de la construcción un
esfuerzo familiar. Nehemías mezcló los intereses personales con los objetivos
del grupo, ayudando a todos a sentir que el proyecto del muro era un proyecto
propio.
Aunque los obreros de Tecoa
ayudaban en la obra, aparentemente los jefes de familia se negaron a sostener
la obra de Nehemías y sus compañeros. No todos los judíos estaban a favor de la
política de Nehemías.
De manera similar,
el trabajo de la iglesia requiere del esfuerzo y compromiso genuino de cada
miembro para que el cuerpo de Cristo funcione con eficacia (1Corintios 12:12-27). ¡El cuerpo lo necesita!
Tú que lees esto ¿estás haciendo tu parte? Busca un lugar
para servir a Dios y comienza a contribuir con cualquier cosa que se requiera
(tiempo, talento, dinero, etc.). Que no te importe que los responsables, los
guías, se encuentren demasiado ocupados haciendo que hacen, mirando para otro
lado cuando ven actitudes que pueden ser de tropiezo. Desde el cielo están
tomando nota de su actitud permisiva o
despótica, que no se ajusta a la Palabra de Dios en la Biblia. Recuerda que
muchas veces, a nuestro lado, creemos tener ovejas cuando la realidad es bien
distinta. Tratan de imitar a las ovejas, pero saltan de roca en roca, en vez de
humilla su cabeza para alimentarse de las briznas de hierba, van de rama en
rama comiendo la yemas tiernas. Son cabritos imitando a las ovejas, pero su
verdadera naturaleza sale a la luz, dando topetazos sutiles para desviarnos del
resto del rebaño.
Hace algún tiempo leí
como hacen en Nueva Zelanda para llevar a las ovejas en fila al matadero.
Tienen una cabra adiestrada, a la que llaman la Cabra Judas, para que vaya
dando pequeños toques a las ovejas y la sigan. Las ovejas como son cortas de
vista, creen que es una compañera, y la siguen; tras ella van de una en una, en
fila al matadero. Al llegar a cierto punto del recorrido, dicha cabra sale por
el lugar aprendido por repetición, y vuelve actuar cuando le indican y es
necesaria su “traición”.
Cuando los pastores esconden la cabeza como el avestruz,
viendo el peligro que se cierne sobre el rebaño, por causa de actitudes
contarias a la Palabra de Dios en la Biblia, son responsables ante el Dueño, y
será Éste quien les pida cuentas de cómo han guardado el rebaño.
Jerusalén era una
ciudad grande, y debido a que muchos caminos convergían allí, se requerían
muchas puertas. Los muros que estaban a cada lado de estas pesadas puertas de
madera eran más altos y más gruesos para que los soldados pudieran hacer
guardia y defenderlas en contra de cualquier ataque. Algunas veces, había dos
torres de piedra para vigilar una puerta. En tiempos de paz, las puertas de la
ciudad eran centro de actividad: el consejo de la ciudad se llevaba a cabo ahí,
y los vendedores colocaban sus mercancías a lo largo de la entrada. Construir
los muros de la ciudad y sus puertas no solo era una prioridad militar, sino
además un refuerzo para el comercio.
Los nobles de
Tecoa eran haraganes y no querían ayudar. Estos hombres eran los únicos que no
apoyaron el proyecto de construcción en Jerusalén. Todo grupo, incluso las
iglesias, tienen personas que piensan que son demasiado sabias o importantes
para trabajar arduamente. El aliento sutil parece no ayudarlos. Algunas veces,
la mejor política es ignorarlos. Quizá piensen que se están saliendo con la
suya, pero su inactividad la recordarán todos los que sí trabajaron duro.
Si somos
parte de un grupo que trabaja en una gran idea, asegurémonos de que cada
persona vea la importancia y el significado del trabajo que tiene que realizar.
Esto asegurará un trabajo de calidad en
armonía y comunión, satisfacción personal y que otros, viéndonos, glorifiquen a
Dios.
¡Maranatha!
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