} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA VIDA SIN CRISTO Y LA VIDA LLENA DE CRISTO

sábado, 13 de agosto de 2016

LA VIDA SIN CRISTO Y LA VIDA LLENA DE CRISTO


1 Pedro 1:14-25
Sed hijos obedientes. No sigáis viviendo una vida de acuerdo con los deseos que teníais en los días de vuestra ignorancia anterior, sino mostraos santos en la forma que os conducís en todos los aspectos de vuestra vida, como es santo el Que os ha llamado; porque escrito está: «Sed santos, porque Yo soy santo.» Si llamáis Padre al Que juzga a cada uno conforme a su obra con una imparcialidad total, conducíos con reverencia todo el tiempo de vuestra peregrinación por el mundo; porque sabéis que no fue con cosas perecederas como plata u oro como fuisteis rescatados de la manera vana de vivir que habíais aprendido de vuestros padres, sino con la sangre preciosa de Cristo, como la de un cordero sin mancha ni contaminación. Fue antes de la creación del mundo cuando fue predestinado para esta obra; ha sido al fin de las edades cuando ha aparecido, por amor a vosotros, que por medio de Él habéis llegado a creer en Dios, Que Le levantó de los muertos y Le ha dado gloria, para que pongáis en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.
Ahora que habéis purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad -una purificación que debe desembocar en un amor fraternal sincero-, amaos los unos a los otros de corazón y con constancia, porque habéis nacido de nuevo, no de simiente mortal, sino inmortal, por medio de la Palabra viva y permanente de Dios. Porque «toda carne es hierba, y su belleza como la florecilla del campo. La hierba se seca, y la flor se mustia; pero la Palabra de Dios permanecerá para siempre.» Y esa es la Palabra cuya buena noticia ha llegado hasta vosotros.



En este pasaje hay tres grandes líneas de enfoque que debemos considerar una a una. En primer lugar Pedro nos habla de Jesucristo como Redentor y Señor.

1. JESUCRISTO, REDENTOR Y SEÑOR

  Jesucristo es el Emancipador:
 Por medio de Quien somos libertados de la esclavitud del pecado y de la muerte; es el Cordero sin mancha ni contaminación. Cuando Pedro hablaba así de Jesús, su mente se retrotraía a dos imágenes del Antiguo Testamento: a Isaías 53, con su descripción del Siervo doliente por medio de cuyo sufrimiento somos salvados y sanados, y sobre todo a la del Cordero Pascual (Exodo12:5). En aquella noche memorable cuando dejaron atrás la esclavitud de Egipto, se mandó a los israelitas, que tomaran un cordero, y lo sacrificaran, y marcaran con su sangre el dintel y los dos postes de las puertas; y, cuando el ángel de la muerte pasara por la tierra matando a los primogénitos de los egipcios, " pasaría por alto” (eso es lo que quiere decir pascua) las casas así marcadas. Ese cuadro del Cordero Pascual contiene las ideas gemelas de la emancipación de la esclavitud y liberación de la muerte. No importa cómo lo interpretemos: costó la vida y la muerte de Jesucristo el libertarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte.

  Jesucristo personifica el eterno propósito de Dios.

Fue antes de la creación del mundo cuando fue predestinado para la Obra que se Le encomendó. Aquí tenemos un gran pensamiento. A veces tendemos a pensar en Dios primero como Creador y luego como Redentor, como si Él hubiera creado el mundo y después, cuando se Le rebeló, encontró la manera de rescatarlo mediante Jesucristo. Pero aquí se nos presenta a Dios como Redentor antes de ser Creador. Su propósito redentor no fue una salida de emergencia a la que se vio obligado cuando las cosas se Le pusieron mal; estaba ahí desde el principio, desde antes de la Creación.

  Jesucristo no es sólo el Cordero que fue sacrificado

 Es también el Resucitado y el Triunfador a Quien Dios dio la gloria. Los pensadores del Nuevo Testamento rara vez separan la Cruz de la Resurrección; rara vez piensan en el sacrificio de Cristo sin pensar en Su triunfo.  Nos dice que  toda la historia de la Pasión y la Resurrección de Cristo para encontrar la manera de representarla dramáticamente. “Empecé a darme cuenta de que hay algo equivocado sutil y trágicamente en cualquier énfasis que se haga en la agonía de la Cruz que pudiera nublar la gloria de la Resurrección, cualquier sugerencia de -que lo que aseguró la salvación del mundo fue el dolor soportado pacientemente más bien que el amor triunfador de la vida y de la muerte.” Cabe preguntarse dónde concentran la mirada los creyentes desde el principio de la cuaresma, qué es lo que más vemos. "¿Es la oscuridad que cubrió la Tierra al mediodía, rodeando el dolor y la angustia de la Cruz? ¿O es la deslumbradora misteriosa brillantez del amanecer que irradió desde la tumba vacía?
 Hay formas de predicación evangélica seria y devota, y de obras teológicas que dan la impresión de que, de alguna manera, la Cruz ha ensombrecido la Resurrección, y que todo el propósito de Dios se cumplió en el Calvario. La verdad, que se nubla a nuestro grave riesgo espiritual, es que la Crucifixión no se puede interpretar ni entender más que a la luz de la Resurrección.
Con Su muerte Cristo emancipó a la humanidad de la esclavitud al pecado y la muerte; pero con Su Resurrección le da una vida gloriosa e indestructible como la Suya. Su Resurrección nos da fe y esperanza en Dios.
En este pasaje vemos a Jesús como el gran Emancipador al precio del Calvario; vemos en Jesús el eterno propósito redentor de Dios; vemos a Jesús como el Vencedor glorioso de la muerte y Señor de la vida, el dador de la vida que la muerte no puede tocar, y de una esperanza que nada puede arrebatar.



2. LA VIDA SIN CRISTO

Pedro escoge tres características de la vida sin Cristo.

(i)            Es una vida de ignorancia (versículo 14).

 El mundo pagano estaba siempre asediado por la incognoscibilidad de Dios. Lo único que podían los seres humanos era buscar Su misterio a tientas en la oscuridad. «Es difícil -decía Platón- investigar y hallar al Diseñador y Padre del universo; y, si se Le pudiera encontrar, sería imposible explicárselo a otros de manera que lo pudieran comprender.» Aristóteles hablaba de Dios como la Causa suprema, soñado por todos pero a Quien no conocía nadie. El mundo antiguo no dudaba que hubiera un Dios o dioses, pero creía que era imposible conocerle o conocerlos, y que no tenían ningún interés en la humanidad o en el mundo. En un mundo sin Cristo, Dios era un misterio y un poder, pero no un amor; no había Nadie a Quien elevar los brazos en busca de ayuda, o los ojos, de esperanza.

(ii)          Es una vida dominada por el deseo (versículo 14).

Al leer los reportajes del mundo al que vino el Cristianismo, no podemos por menos de sentirnos apabullados por la brutal carnalidad de su vida. Existía una pobreza desesperada en el límite inferior de la escala social; pero en el superior, leemos acerca de banquetes multimillonarios en los que se servían sesos de pavos reales y lenguas de ruiseñores, y donde el emperador Vitelio colocó en la mesa en un solo banquete dos mil pescados y siete mil aves. La castidad era cosa olvidada. Marcial habla de una mujer que había llegado a tener diez maridos; Juvenal, de una mujer que había tenido ocho maridos en cinco años, y Jerónimo nos cuenta que en Roma había una mujer casada con su marido vigésimo tercero, del que ella era la vigésima primera esposa. Tanto en Roma como en Grecia, la práctica de la homosexualidad era tan corriente que ya se consideraba natural. Era un mundo dominado por el deseo, cuya meta era encontrar nuevas y más salvajes formas de satisfacer la concupiscencia.

(iii)         Era una vida caracterizada por la inutilidad.

Su problema de raíz era que no iba a ninguna parte. Catulo escribe a su Lesbia solicitándole las delicias del amor. Le ruega que atrape el momento con sus goces fugaces. «Los soles pueden salir y ponerse de nuevo; pero una vez que se ponga nuestra breve luz, ya no queda nada más que una noche interminable de la que no se despierta.» Si una persona había de morir como un perro, ¿por qué no vivir como tal? La vida era un negocio inútil, con unos pocos breves años a la luz del Sol; y luego, la nada eterna. No había nada por lo que vivir ni morir. La vida no puede por menos de ser inútil si no hay nada al otro lado de la muerte.

3. LA VIDA LLENA DE CRISTO

Pedro encuentra tres características de la vida llena de Cristo, y razones impulsoras para cada una de ellas.

(i)            La vida llena de Cristo es una vida de obediencia y de santidad (versículos 14-16).

El ser escogidos de Dios es entrar, no sólo en un gran privilegio, sino también en una gran responsabilidad. Pedro recuerda el antiguo mandamiento que estaba a la base de toda la religión hebrea. Dios insistía en que Su pueblo fuera santo, porque Él es santo (Levítico 11:44; 19:2;20:7; 20:26).   En este sentido, el templo y el sábado eran santos, y los cristianos son santos porque son diferentes de todos los demás porque pertenecen a Dios, Que es el único Santo por antonomasia. Un cristiano es una persona que pertenece a Dios, porque Dios la ha elegido para una labor en el mundo y para un destino en la eternidad. Ha sido elegido para vivir para Dios en el tiempo, y con Él en la eternidad. En el mundo tiene que obedecer Sus leyes y reproducir Su vida. Al cristiano se le encomienda la tarea de ser diferente.

(ii)          La vida llena de Cristo es una vida de reverencia (versículos 17-21).

La reverencia es la actitud mental de la persona que es consciente de estar en la presencia de Dios. En estos cinco versículos, Pedro escoge tres razones para esta reverencia:
 (a) El cristiano es un forastero en este mundo. Vive su vida a la sombra de la eternidad; tiene en mente siempre, no sólo dónde está, sino también a dónde se dirige.
(b) Va a Dios; cierto: puede llamar Padre a Dios, pero ese mismo Dios al Que llama Padre es también el Que juzga a todas las personas con estricta imparcialidad. El cristiano es una persona que tendrá que rendir cuentas. Tiene un destino que ganar o perder. La vida en este mundo adquiere una importancia tremenda porque conduce a la del más allá.
(c) El cristiano debe vivir con reverencia su vida porque costó muy cara, nada menor que la vida y la muerte de Jesucristo. Entonces, como la vida tiene un valor tan incalculable, no se puede perder o desperdiciar. Ninguna persona respetable malgasta lo que tiene un infinito valor humano.

(iii)         La vida llena de Cristo es una vida de amor fraternal.

  El cristiano es una persona que ha nacido de nuevo, no de simiente mortal, sino inmortal. El cristiano que es hecho de nuevo no se debe a intervención humana, sino a la de Dios,   " los que son nacidos, no de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios» (Juan_1:13).   El cristiano nace de nuevo al penetrar en él la semilla de la Palabra de Dios, el cristiano es una persona hecha de nuevo. Porque ha nacido de nuevo, la vida de Dios está en él. La característica suprema de la vida de Dios es el amor, así es que el cristiano tiene que mostrar a los demás ese amor divino. Debe manifestarse en un amor a los hermanos que es sincero, cordial y firme.


Porque ha nacido de nuevo, la vida de Dios está en él. La característica suprema de la vida de Dios es el amor, así es que el cristiano tiene que mostrar a los demás ese amor divino.


El cristiano es una persona que vive una vida llena de Cristo, una vida que es diferente, que nunca olvida la infinitud de su obligación, y que hace hermosa el amor de Dios que le dio nacimiento.

¡Maranatha!

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