} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CRECIMIENTO INVISIBLE Y RESULTADO SEGURO

miércoles, 6 de enero de 2021

CRECIMIENTO INVISIBLE Y RESULTADO SEGURO

 


Mar 4:26  Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;

Mar 4:27  y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.

Mar 4:28  Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;

Mar 4:29  y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

 

 Esta es la única parábola que no nos cuenta más que Marcos. El Reino de Dios quiere decir literalmente el reinado de Dios. Quiere decir el día cuando la voluntad de Dios se cumpla tan perfectamente en la Tierra como se cumple en el Cielo. Ese es el objetivo de Dios para todo el universo. Esta parábola es corta, pero está llena de verdades insoslayables.

(i) Nos habla de la impotencia humana. El labrador no hace crecer la semilla. En último análisis, ni siquiera sabe cómo crece. La semilla tiene el secreto de la vida y del crecimiento en sí misma. Nadie ha poseído nunca el secreto de la vida. Ninguna persona ha creado nunca nada en el sentido exacto de la palabra. El ser humano puede descubrir cosas; puede organizarlas; puede desarrollarlas; pero no puede crearlas. Nosotros no creamos el Reino de Dios; el Reino es de Dios. Es verdad que lo podemos frustrar o impedir; y que podemos producir una situación en el mundo en la que se le da la oportunidad de que venga más plenamente y más rápidamente. Pero por detrás de todas las cosas está Dios, y el poder y la voluntad de Dios.

(ii) Nos dice algo acerca del Reino. Es un hecho notable el que Jesús usara tan a menudo ilustraciones del crecimiento de la naturaleza para describir la venida del Reino de Dios.

(a) El crecimiento natural es a menudo imperceptible. Si vemos una planta todos los días no nos damos cuenta de su crecimiento. Es sólo cuando la vemos de tarde en tarde cuando notamos la diferencia. Así sucede con el Reino. No nos cabe la menor duda que el Reino está avanzando si comparamos, no hoy con ayer, sino este siglo con cualquiera de los pasados.

Cuando Elizabeth Fry fue a la cárcel de Newgate en 1817, encontró en el pabellón de las mujeres a trescientas mujeres e innumerables niños apiñados en dos pequeñas salas. Vivían y cocinaban y comían y dormían en el suelo. Los únicos que estaban a cargo eran un anciano y su hijo. Las mujeres estaban apelmazadas, medio desnudas, casi como bestias, mendigando dinero que gastaban en bebida alcohólica en el bar de la misma cárcel. Elizabeth encontró allí a un chico de nueve años que estaba esperando que le ahorcaran por romper una ventana y robar unos dibujos valorados en dos peniques. En 1853, los tejedores de Bolton estaban de huelga pidiendo un sueldo de diez peniques y medio al día, y los mineros de Stafford estaban en huelga pidiendo una paga de dos chelines y medio a la semana. (2 peniques son ahora 1 céntimo de euro).

Ahora esas cosas no se pueden ni imaginar. ¿Por qué? Porque el Reino sigue avanzando. Puede que el crecimiento del Reino, como el de la planta, sea imperceptible de un día para otro; pero con el paso de  los años es indudable.

(b) El crecimiento natural es constante. Noche y día, mientras el campesino duerme, el crecimiento prosigue. No hay nada irregular en la obra de Dios. Lo malo del esfuerzo humano y de la bondad humana es que son espasmódicos. Un día damos un paso adelante, y al día siguiente retrocedemos dos. Pero la obra de Dios prosigue calladamente; Dios desarrolla Su plan sin cesar.

(c) El crecimiento natural es inevitable. No hay nada tan poderoso como el crecimiento. Un árbol puede quebrar una acera de hormigón con el poder de su crecimiento. Una planta puede asomar su cabecita verde en un camino de asfalto. Nada puede detener el crecimiento. Así sucede con el Reino. A pesar de la rebeldía y la desobediencia humanas, la obra de Dios sigue adelante; y nada puede acabar por detener el plan de Dios.

(iii) Nos dice que hay una consumación. Llegará el día de la cosecha. Inevitablemente, cuando llegue la cosecha sucederán dos cosas, que son como las dos caras de la misma moneda: los frutos buenos se recogen, y los hierbajos y la cizaña se destruyen. La cosecha y el juicio van inseparablemente de la mano. Cuando pensamos en ese día por venir, se nos imponen tres cosas.

(a) Se nos convoca a la paciencia. Somos criaturas del momento, e inevitablemente pensamos en términos del momento. Dios tiene toda la eternidad para realizar Su obra. " Mil años para Ti son como el día de ayer, que ya ha pasado, y como una de las vigilias de la noche» Salm_90:4 ). En vez de la prisa humana malhumorada, impaciente, nerviosa, debemos cultivar en nuestra alma la paciencia que aprende a esperar en Dios.

(b) Se nos convoca a la esperanza. Estamos viviendo hoy en día en una atmósfera de desesperación. Se desespera de la Iglesia; se desespera del mundo; se otea el futuro con un estremecimiento de temor. «El hombre -dijo H. G. Wells- que empezó en una cueva a cubierto del viento terminará en las ruinas infectadas de un chabolario.» Entre las dos guerras mundiales, Sir Philip Gibbs escribió un libro en el que miraba hacia adelante pensando en la posibilidad de una guerra de gases asfixiantes; y decía algo así como: «Si huelo un gas asfixiante en la calle principal de Kensington, no voy a ponerme una máscara antigás. Voy a salir a la calle, y llenarme bien los pulmones, porque sabré que la farsa ha terminado.» Eso es lo que piensa mucha gente. Ahora bien: nadie puede pensar eso si cree en Dios. Si Dios es el Dios en Quien creemos, no cabe el pesimismo. Puede que haya remordimientos y pesar; puede que haya arrepentimiento y contrición; puede que haya examen de conciencia y reconocimiento del fracaso y del pecado; pero no puede haber nunca lugar para la desesperación.

(c) Se nos convoca a estar preparados para la consumación. Será demasiado tarde para prepararnos' cuando se nos eche encima. Tenemos que estar preparados, literalmente, para encontrarnos con nuestro Dios.

Si vivimos en la paciencia que no puede ser derrotada, en la esperanza que no puede resultar fallida y en la preparación que contempla siempre la vida a la luz de la eternidad, por la gracia de Dios estaremos listos para la consumación de Su plan cuando llegue.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario