} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: DE PEQUEÑA A GRANDE

miércoles, 6 de enero de 2021

DE PEQUEÑA A GRANDE


Mar 4:30  Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos?

Mar 4:31  Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;

Mar 4:32  pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.

 

 La parábola de la semilla de mostaza es una de esas que participan del carácter de la historia y de profecía. Parece que tiene por objeto ilustrar la historia de la  iglesia visible de Cristo sobre la tierra, desde el tiempo de la primera venida hasta el día del juicio. La semilla plantada en la tierra, en la parábola precedente,  nos mostraba la obra de la gracia en un corazón. La semilla de mostaza nos muestra el progreso del cristianismo en el mundo.

Hay en esta parábola dos cuadros que cualquier judío podría reconocer fácilmente. Primero, en Palestina se usaba proverbialmente el grano de mostaza como la cosa más pequeña que se pudiera imaginar. Por ejemplo, «una fe como un grano de mostaza» quiere decir "la cantidad más pequeña imaginable de fe.» Este grano de mostaza crecía de hecho hasta hacerse algo como un árbol. Un viajero en Palestina nos habla de haber visto una planta de mostaza que, en altura, sobrepasaba a un caballo con su jinete. A los pájaros les encantan las semillitas negras del árbol, y era corriente ver una nube de pájaros en una planta de mostaza.

Segundo, en el Antiguo Testamento se describe un gran imperio como un árbol, y los países súbditos como las aves que encuentran cobijo a la sombra de sus ramas (Eze_17:22  ss; 31:1ss; Dan_4:10; Dan_4:21 ). La figura de un árbol con pájaros en sus ramas representa por tanto un gran imperio y las naciones que forman parte de él.

(i) Esta parábola dice: No te desanimes nunca por los principios humildes. Puede parecer que de momento no pueden producir más que un efecto muy pequeño; pero si ese efecto pequeño se repite y se repite, llegará a ser muy grande. Hay un experimento científico que muestra el efecto de los tintes. Se tiene una gran vasija de agua clara, y un frasquito de tinte. Gota a gota se deja caer el tinte en el agua clara. Al principio parece que no produce absolutamente ningún efecto, y el agua no parece colorearse lo más mínimo. Pero poco a poco el agua empieza a teñirse de color; poco a poco el color se hace más intenso hasta que todo el recipiente se colorea. Es el efecto de las gotas repetidas sucesivamente.

Algunas veces pensamos que, para todo lo que podemos hacer, realmente apenas vale la pena empezarlo. Pero debemos siempre tener presente esto: Todo tiene que tener un principio. Nada nace como Minerva de la cabeza de Zeus en la mitología griega, teniendo su forma definitiva. Debemos hacer lo que podamos; y el efecto acumulativo de todos los pequeños esfuerzos acabará produciendo un resultado sorprendente.

(ii) Esta parábola habla del imperio de la Iglesia. El árbol y los pájaros, como hemos visto, representan un gran imperio y todas las naciones que encuentran cobijo en él. La Iglesia empezó por una persona, y está diseñada para abarcar todo el mundo. Hay dos direcciones en las que esto es verdad.

(a) La Iglesia es un imperio en el que pueden tener su lugar todas las opiniones y todas las teologías. Tenemos la manía de tachar de herejes a todos los que no piensan como nosotros: John Wesley fue el mayor ejemplo de tolerancia de la Historia. «Pensamos -decía-, y dejamos pensar.» "Yo no tengo más derecho -decía- a objetar a uno que tiene una opinión diferente de la mía del que tengo a diferir de uno porque lleva peluca mientras que yo tengo todavía mi pelo.» Wesley tenía un saludo: "¿Es tu corazón como el mío? ¡Entonces, dame la mano!» Está bien que uno esté seguro de tener razón; pero eso no es razón para pretender que ningún otro la tenga.

(b) La Iglesia es un imperio en el que tienen cabida todas las naciones.

Os voy a contar una historia: Una vez, se estaba construyendo una iglesia. Una de sus muchas bellezas iba a ser una vidriera de colores. El comité de construcción buscaba un tema, y finalmente se decidió por los versos del himno: “Del trono eterno en derredor niñitos mil están…”

Contrataron a un gran artista para que hiciera el modelo del que luego se haría la vidriera. Tan pronto como empezó su trabajo, se entregó a él totalmente. Cuando lo terminó, se acostó y se quedó dormido; pero por la noche creyó oír un ruido en el estudio. Fue a investigar, y vio a un extraño, con la paleta y el pincel en la mano, trabajando en su pintura. "¡Estate quieto! -gritó- ¡Vas a estropearme el cuadro!» «Creo -dijo el extraño- que ya lo has estropeado tú.» «¿Por qué me dices eso?» -preguntó el artista. «Porque -le contestó el otro- tú tienes muchos colores en la paleta, pero no has usado nada más que el blanco para los rostros de los niños. ¿Quién te dijo que el Cielo es un lugar en el que no hay más que niños blancos?" «Nadie -confesó el artista-; pero así es como yo me lo figuré.» «¡Mira! -dijo el extraño-. Voy a poner algunas de sus caritas amarillas, y otras negras, y otras rojas, y otras grises. Todos están allí, porque han aceptado Mi invitación.» "¿Tu invitación? ¿Quién eres Tú?» El Extraño sonrió, y dijo: «Una vez hace mucho Yo dije: "Dejad a los niños venir a Mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino del Cielo" -¡Y lo sigo diciendo!» Entonces el artista se dio cuenta de que era el Maestro en persona; y cuando se dio cuenta, Él desapareció. El cuadro parecía tanto más maravilloso ahora que tenía niños negros y amarillos y rojos y grises y blancos. Por la mañana, el artista se despertó y fue corriendo al estudio. Su cuadro estaba corno lo había dejado el día antes; y se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Aunque aquel mismo día venían los del comité a ver el cuadro, él cogió los pinceles y la paleta, y empezó a pintar los niños de todos los colores que tienen las razas humanas en todo el mundo. Cuando llegó el comité, todos pensaron que el cuadro era maravilloso; y uno dijo conmovido: "¡Vamos a tener la familia de Dios en nuestra iglesia!»

La Iglesia es la familia de Dios; y en esa Iglesia que empezó en Palestina tan pequeña como un granito de mostaza, hay sitio para todas las naciones del mundo. No hay barreras en la Iglesia de Dios. Los hombres las levantan, pero Dios en Cristo las elimina.

La iglesia de Cristo no se ha detenido aún en su crecimiento, a pesar de la triste apostasía de algunos de sus ramos, y de la deplorable debilidad de otros; aun  sigue extendiéndose y desarrollándose por el mundo. Nuevos ramos han brotado de continuo en América, en la India, en Australia, en África, en China, en las  Islas del mar del Sur, durante estos últimos cincuenta años. No han duda que se ven muchos males, que la corrupción y las falsas profesiones abundan; pero,  lo cierto es que el paganismo se va debilitando, gastándose y desvaneciéndose. A pesar de las predicciones de Paine y de Voltaire, a despecho de enemigos  extraños y de traidores que abriga en su seno, la iglesia visible progresa, la semilla de mostaza sigue creciendo.

Y podemos estar seguros que la profecía aún no se ha realizado en toda su extensión. Aún no ha llegado el día, en que la gran Cabeza de la iglesia asumirá el  poder, y reinará, y pondrá a todos sus enemigos bajo sus pies. La tierra tendrá aún que llenarse con el conocimiento de Dios, como las aguas cubren el fondo  del mar. Isaías 2.2 Satanás será atado; los paganos formarán parte de la heredad de nuestro Señor, y los últimos confines de la tierra serán posesión suya. Y  entonces esta parábola tendrá su completa realización. La semilla pequeña se convertirá en "un gran árbol" y llenará toda la tierra" Daniel 3.35 Al suspender nuestras meditaciones sobre esta parábola hagámoslo con la firme resolución de no despreciar ningún movimiento ni ningún instrumento de la iglesia de Cristo, por débil y pequeño que sea en sus comienzos. Acordémonos del pesebre de Belén y aprendamos a ser sabios. El nombre del que en el nació,  niño desvalido, es conocido ahora por todo el mundo. La pequeña semilla que fue plantada el día en que Jesús nación, se ha convertido en un gran árbol, y  nosotros mismos nos estamos solazando bajo su sombra. Sea uno de los principios fijos de nuestra religión "no despreciar nunca el día de los humildes  comienzos "Zac. 4.10. Un niño puede ser el principio de una escuela floreciente, una conversión el comienzo de una iglesia poderosa, una palabra la iniciativa  de una gran empresa cristiana, una semilla la seguridad de una rica cosecha de almas salvadas.

 

 

 

 

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