} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: JESÚS EXPULSA UNA LEGIÓN DE DEMONIOS

jueves, 21 de enero de 2021

JESÚS EXPULSA UNA LEGIÓN DE DEMONIOS

 Mar 5:1  Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.

Mar 5:2  Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,

Mar 5:3  que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.

Mar 5:4  Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.

Mar 5:5  Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.

Mar 5:6  Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.

Mar 5:7  Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

Mar 5:8  Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

Mar 5:9  Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

Mar 5:10  Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.

Mar 5:11  Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.

Mar 5:12  Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.

Mar 5:13  Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.

Mar 5:14  Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.

Mar 5:15  Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.

Mar 5:16  Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.

Mar 5:17  Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.

Mar 5:18  Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.

Mar 5:19  Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.

Mar 5:20  Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.

 

Aquí tenemos una historia gráfica y bastante macabra. Es la clase de historia en la que tenemos que esforzarnos por leer entre líneas, porque representa una forma de pensar que era muy familiar entre la gente de Palestina en los días de Jesús, pero que nos resulta sumamente extraña.

Si esto se ha de tomar en estrecha relación con lo que precede -y esa era la intención de Marcos-, debe de haber sucedido ya muy tarde por la tarde o hasta ya entrada la noche. La historia resulta todavía más fantástica y misteriosa si tenemos en cuenta que tuvo lugar en las sombras de la noche.

               El versículo 35 nos dice que era ya tarde por la tarde cuando Jesús y Sus amigos se hicieron a la Mar. El lago de Galilea tiene 20 kilómetros por lo más largo, y 11 por lo más ancho. En el lugar de nuestra historia hay unos 8 kilómetros de lado a lado. Habían hecho el viaje; y, durante la travesía, se habían enfrentado con la tormenta y habían conseguido por fin llegar a tierra. Era una parte de la orilla del lago en la que hay muchas cuevas en la roca caliza, muchas de las cuales se usaban como tumbas. En sus mejores momentos era un paraje misterioso; cuando caía la noche tenía que haber sido verdaderamente macabro.        

De las tumbas vino corriendo hacia ellos un hombre poseído por el demonio. Era un lugar especialmente adecuado para él, porque los demonios, según se creía entonces, vivían en los lugares sucios, en sitios solitarios y desolados y entre las tumbas. Era en medio de la noche y antes del canto del gallo cuando los demonios estaban especialmente activos. Era peligroso dormir a solas en una casa vacía por la noche; saludar a cualquier persona en la oscuridad, porque podría ser un demonio; salir por la noche sin una luz o una antorcha era arriesgarse demasiado. Aquel era un lugar peligroso, y una hora peligrosa, y el hombre era un hombre peligroso.

Hasta qué punto este hombre se sentía poseído se ve por su manera de hablar. Algunas veces usa el singular como si fuera él mismo el que hablaba; pero otras usa el plural, como si todos los demonios estuvieran hablando. Estaba tan convencido de que tenía demonios que sentía como que hablaban por medio de él. Cuando Jesús le preguntó cómo se llamaba, contestó que Legión. Probablemente había dos razones para aquello.

Una legión era un regimiento romano de 6,000 soldados. Probablemente aquel hombre había visto una de aquellas legiones romanas en marcha por la carretera, y estaba convencido de que tenía una legión de demonios dentro. En cualquier caso, los judíos creían que ninguna persona podría sobrevivir si se diera cuenta del número de demonios que la rodeaban. Eran «como la tierra que se echa alrededor de un bancal cuando se planta.» Había un millar a la mano derecha de un hombre y diez millares a su izquierda. La reina de los espíritus femeninos tenía no menos de 180,000 seguidoras. Había un dicho judío: «Una legión de espíritus dañinos está acechando a las personas,» diciéndoles: "¿Cuándo caerán estos en las manos de una de estas cosas y le apresarán?» Sin duda este desgraciado sabía todas estas cosas, y su pobre mente peregrina estaba segura de que una masa de aquellos demonios había hecho en él su residencia.

Además, Palestina era un país ocupado. Las legiones romanas, cuando más salvajes e irresponsables, podían a veces ser culpables de atrocidades que le helarían a uno la sangre. Bien puede ser que este hombre hubiera visto, y hasta tal vez experimentado, cómo sus seres amados sufrían los asesinatos y la rapiña que acompañaban a veces a las legiones. Bien puede ser que fuera alguna terrible experiencia así la que le hubiera dañado la mente. La palabra Legión conjuraba en él una visión de terror y muerte y destrucción. Estaba convencido de que tenía dentro demonios de esa clase.

No podremos ni empezar a entender esta historia a menos que veamos lo grave que era el caso de este hombre. Está claro que Jesús intentó más de una vez curarle. El v. 8 nos dice que Jesús había empezado usando Su método habitual una orden de autoridad al demonio para que saliera. En esta ocasión no fue suficiente. A continuación, le preguntó a aquel demonio cómo se llamaba. Siempre se suponía en aquel tiempo que, si se podía descubrir el nombre de un demonio, se adquiría un cierto poder sobre él. Una antigua fórmula mágica decía: " Te conjuro, cualquier espíritu demoníaco que seas, que digas quién eres.» Se creía que si se sabía el nombre, el poder del demonio quedaba quebrantado. En este caso aun aquello no resultó suficiente.

Jesús vio que no había nada más que una manera de curar a este hombre -y era darle una demostración indudable de que los demonios habían salido de él, por lo menos indudable en tanto en cuanto concernía a su propia mente. No importa si creemos en la posesión diabólica o no; aquel hombre sí creía. Aun en el caso de que todo fuera una invención de su mente desquiciada, los demonios eran para él algo muy real.

El doctor Randle Short, hablando de la supuesta mala influencia de la Luna (Salm_121:6 ) que ha quedado en palabras como lunático y alunado, dice: " La ciencia moderna no reconoce ningún daño particular que produzca la Luna. Sin embargo es una creencia muy extendida que la Luna afecta realmente la mente de las personas... Es bueno saber que el Señor nos puede librar de los peligros imaginarios tanto como de los reales. A menudo los imaginarios son más difíciles de afrontar.»

Este hombre necesitaba liberación; ya fuera liberación de la posesión diabólica real, o de una ilusión sumamente poderosa, no importa. Aquí es donde entra la manada de cerdos. Estaban paciendo en la ladera de la colina. El hombre sentía que los demonios estaban pidiendo que no se los destruyera del todo, sino que se los enviara a los cerdos. Todo ese tiempo estaba dando gritos y alaridos y experimentando paroxismos que eran señales de su mal. De pronto, cuando sus chillidos alcanzaron una intensidad superior, toda la manada salió huyendo y se precipitó por una ladera escarpada en el mar ¡Allí estaba la prueba que el hombre necesitaba! Esto era casi la única cosa del mundo que podía convencerle de que estaba curado. Jesús, como sabio Médico que entendía con tanta amabilidad y simpatía y psicología la mente enferma, usó aquel acontecimiento para ayudar a aquel hombre a recuperar su sanidad, y su mente turbulenta recuperó la paz.

Hay personas excesivamente detallistas, mismo ecologistas o animalistas que culpan a Jesús por devolverle la salud a un hombre a costa de la muerte de unos cerdos. No cabe duda de que es una manera muy ciega de ver las cosas. ¿Cómo puede llegar a compararse el destino de los cerdos al de una persona con un alma inmortal? No tenemos ningún reparo, supongo yo, en que nos pongan carne de cerdo para la comida, ni la rechazamos porque haya supuesto la vida de un animal. Sin duda, si matamos animales para no pasar hambre, no podemos presentar ninguna objeción si la salvación de la mente y el alma de una persona supuso la muerte de una manada de esos mismos animales.

Hay en la sociedad actual una sensiblería blandengue que languidece de lástima por el daño que sufre un animal, y nunca mueve ni un dedo para remediar el estado lastimoso de millares de hombres y mujeres y niños de Dios. Esto no es decir que no tenemos por qué preocuparnos de lo que le sucede a la creación animal de Dios, porque Dios ama todas las criaturas que Sus manos han hecho; pero sí es decir que debemos conservar un sano sentido de la proporción, y en el baremo de Dios no hay nada tan importante como un alma humana.

Los que estaban apacentando los puercos salieron huyendo, y dieron la noticia de lo que había sucedido en el pueblo y en las ciudades. Y salió la gente a ver qué era lo que había pasado. Llegaron hasta donde estaba Jesús, y vieron al poseso -el hombre que había tenido la legión de demonios- sentado, totalmente vestido y en su sano juicio, y les dio mucho miedo. Y los que habían visto lo que había pasado les contaron lo que le había sucedido al poseso, y les dijeron lo de los puercos; y ellos se pusieron a insistirle a Jesús que se marchara de su territorio.

 

Naturalmente, los hombres que estaban a cargo de los puercos fueron al pueblo y a las granjas con la noticia de este suceso extraordinario. Cuando la gente curiosa llegó al lugar, encontraron al hombre que había estado tan mal, sentado, normalmente vestido y en plena posesión de sus facultades. El loco salvaje y desnudo se había convertido en un ciudadano sano y sensato.

Y entonces viene la sorpresa, la paradoja, lo que nadie realmente esperaría. Habríamos supuesto que aquella gente se habría alegrado mucho; pero reaccionaron más bien con miedo. Y se habría esperado que Le pidieran a Jesús que se quedara con ellos y ejerciera aún más Su extraordinario poder; pero Le dijeron que se marchara de su territorio lo más pronto posible. ¿Por qué? Un pobre desgraciado había recuperado la salud, pero ellos habían perdido los cerdos, y por tanto no querían saber más de Jesús. Aquello había alterado la rutina de la vida, y ellos querían que el elemento perturbador desapareciera lo más pronto posible.

Un frecuente grito de batalla de la mente humana es: «¡No me compliques la vida!» En general, lo único que quiere la gente es que se la deje en paz.

 

(i) La gente dice instintivamente: «¡No alteres mi tranquilidad!» Si alguien viniera a nosotros y nos dijera: "Te puedo dar un mundo que será mejor para la masa de gente en general, pero supondrá que tu comodidad, por lo menos por cierto tiempo, se verá perturbada e inquietada, y que tendrás que pasarte con algo menos que ahora por bien de los demás,» la mayor parte de la gente diría: «Prefiero que las cosas sigan como están.» De hecho, esa es casi exactamente la situación que estamos viviendo en la actual revolución social. Estamos pasando una época de redistribución, no sólo en este país, sino también en las naciones en vías de desarrollo. Estamos en una época en que se vive muchísimo mejor que en cualquier tiempo pasado; pero eso ha supuesto que la vida no sea tan cómoda como lo era para un número considerable de personas; y por esa misma razón hay resentimiento, porque algunas de las comodidades de la vida han desaparecido.

Se habla un montón de lo que nos debe la vida. La vida no nos debe absolutamente nada; somos nosotros los que le debemos a la vida todo lo que le podamos dar. Somos seguidores de Uno que dejó la gloria del Cielo por la estrechez de la Tierra, y el gozo de Dios por el dolor de la Cruz. Es humano no querer que nos alteren nuestra comodidad; es divino estar dispuestos a sufrir molestias para que otros estén mejor.

(ii) La gente dice instintivamente: «No te metas con mis posesiones.» Aquí tenemos otro aspecto de la misma cosa. Ninguna persona renuncia voluntariamente a nada que posea. Cuanto más tenemos, más queremos retener para nosotros mismos.

Borrow, que conocía a los gitanos, nos cuenta que la técnica de echar la buena ventura del gitano es prometerle al joven toda clase de placeres, y anunciarle al viejo riquezas y sólo riquezas. «Porque ellos tienen suficiente conocimiento del corazón humano para darse cuenta de que la avaricia es la última pasión que se extingue en todos nosotros.» La manera más rápida de ver si una persona realmente acepta su fe y si realmente cree en sus principios es si está dispuesta a volverse más pobre por ellos.

(iii) La gente dice instintivamente: «No me compliques mi religión."

(a)             La gente dice: " No hagas que los temas desagradables estropeen el decoro agradable de mi religión.»

Edmund Gosse señala una curiosa omisión en los sermones del famoso predicador Jeremy Taylor: " Estos sermones figuran entre los más elocuentes y profundos de la lengua inglesa; pero apenas alguna vez mencionan a los pobres, casi nunca sus angustias, y no muestran prácticamente ningún interés en su situación. Estos sermones se predicaron en el Sur de Gales, donde abundaba la pobreza. El clamor de los pobres y de los hambrientos, de los pobremente vestidos y de los necesitados ascendía al Cielo sin cesar, y clamaba por piedad y remedio; pero este elocuente predicador no parecía oírlo nunca; vivía y escribía y predicaba rodeado de sufrimiento y de necesidades, y sin embargo se mantenía casi inconsciente de su existencia.»

Es mucho menos inquietante predicar acerca de las sutilezas de las creencias y doctrinas teológicas que acerca de las necesidades humanas y de las miserias de la vida. De hecho, hemos sabido de congregaciones que informaban a sus posibles pastores que los aceptarían con la condición de que no predicaran sobre ciertos asuntos. Es una cosa notable que no fue lo que dijo Jesús acerca de Dios lo que Le trajo problemas; fue lo que dijo acerca del hombre y acerca de las necesidades del hombre lo que inquietó a los ortodoxos de Su tiempo.

(b)            Se ha sabido de gente que decía: " No hagas que las relaciones personales me compliquen la religión.»

James Bums cita algo sorprendente en relación con este tema de la vida de Angela di Foligras, la famosa mística italiana. Tenía el don de retirarse completamente de este mundo, y de volver de sus trances con historias de una comunión inefablemente dulce con Dios. Fue ella la que dijo: " En ese tiempo, y por la voluntad de Dios, murió mi madre, que era un gran obstáculo para que yo pudiera seguir el camino de Dios. Mi marido también murió, y en un tiempo relativamente breve murieron todos mis hijos. Y como yo había empezado a seguir el camino mencionado, y Le había pedido a Dios que me librara de ellos, tuve gran consuelo con sus muertes, aunque también sentí algún dolor.» Su familia era un obstáculo en su religión.

Hay una clase de religión a la que le gustan más los comités que el trabajo de casa, y tiene más interés en los momentos devocionales que en los actos de servicio. Presume de servir a la iglesia y de dedicarse a la devoción -pero a los ojos de Dios lo tiene todo al revés.

(c)             Hay personas que dicen: " No compliques mis creencias

Hay una clase de religión que dice: " Lo que estaba bien para mis antepasados es suficientemente bueno para mí.» Hay personas que no quieren saber nada nuevo, porque sospechan que en ese caso tendrían que pasar muchos sudores mentales y pensar de nuevo las cosas y llegar a nuevas conclusiones. Hay tal cosa como una cobardía de pensamiento y un letargo de mente y un sueño del alma que son cosas terribles.

Los gadarenos se deshicieron del Cristo inquietante -y sigue habiendo muchos que tratan de hacer lo mismo

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