} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: SEAMOS TESTIGOS DE CRISTO

martes, 19 de enero de 2021

SEAMOS TESTIGOS DE CRISTO

 

Mar 5:1  Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.

Mar 5:2  Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,

Mar 5:3  que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.

Mar 5:4  Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.

Mar 5:5  Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.

Mar 5:6  Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.

Mar 5:7  Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

Mar 5:8  Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

Mar 5:9  Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

Mar 5:10  Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.

Mar 5:11  Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.

Mar 5:12  Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.

Mar 5:13  Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.

Mar 5:14  Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.

Mar 5:15  Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.

Mar 5:16  Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.

Mar 5:17  Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.

Mar 5:18  Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.

Mar 5:19  Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.

Mar 5:20  Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban..

 

 

        La conducta que han observado después de su cura los que nuestro Señor Jesucristo sanó cuando estuvo en la tierra, no se menciona con frecuencia en los  Evangelios. La historia se ocupa de describir la cura milagrosa, y prescindiendo de la persona, para  otras cosas.

Pero hay algunos casos muy interesantes en que se ocupa de la conducta posterior de las personas curadas; y una de ellas es el hombre de quien fue expulsado el  diablo en el país de los Gaderenos. Los versículos que comentamos nos narran esa historia; aunque no son numerosos, están llenos de una preciosa enseñanza.

Aprendemos en estos versículos que el Señor Jesucristo sabe mejor que los miembros de su pueblo cual es la posición en que deben estar. Se nos dice que  estando el Señor a punto de dejar el país de los Gaderenos, el hombre "que había estado poseído por el diablo le suplicó que lo dejara permanecer con El".

Bien podemos explicarnos esa petición; agradecido por el cambio feliz que había tenido lugar en él, sentía un amor intenso hacia su Libertador, y creyó que no  podría hacer cosa mejor que seguir a nuestro Señor y ser su compañero y discípulo. Estaba determinado a abandonar patria y hogar para seguir a Cristo, y, sin  embargo, se le negó la petición, lo que parece extraño a primera vista. "Jesús no se lo permitió". Nuestro Señor le señaló otro trabajo, porque veía mejor que él  de su manera podía glorificar más a Dios. "Vete a tu casa con tus amigos", le dice "cuéntales que grandes cosas ha hecho el Señor por ti, y como ha tenido  compasión de ti.

 

En estas palabras hay tesoros de profunda sabiduría. Hay lugares en que los cristianos desean estar, y que no son los más apropiados para su alma. La  situación que algunas veces preferirían, si pudieran realizar sus deseos, no es siempre la que Jesús quiere que ocupen.

Nadie necesita más esta lección que los recién convertidos, porque son regularmente jueces muy malos de lo que les conviene. Llenos de las nuevas ideas que  han recibido por gracia, excitados por la novedad de su condición actual, contemplan todo lo que los rodea bajo una nueva luz, conociendo aún muy poco de las astucias de Satanás y la debilidad de sus corazones; pues solo saben que no ha mucho estaban ciegos, y ahora por misericordia ven, están en gran peligro de  errar. Con las mejores intenciones están expuestos a incurrir en mil errores respecto al plan de vida que deben adoptar, sus preferencias, los pasos que dan y  las profesiones que hace. Olvidan que lo que más nos gusta, no es siempre lo mejor para nuestras almas; y que la semilla de la gracia requiere para madurarse  y convertirse en Gloria, inviernos y veranos, calores y fríos.

Supliquemos a Dios que nos guíe en todos nuestros pasos después de habernos convertido, y que no nos permita errar en nuestras preferencias, ni tomar  decisiones precipitadas. Aquel lugar y aquella posición son más convenientes para nosotros en que nos mantenemos más humildes, en que mejor  comprendemos nuestra pecabilidad, en que podemos acercarnos más a la Biblia y a la plegaria y en que somos arrastrados a vivir más por la fe que por la  vista. Quizás no nos agrade mucho; pero si Cristo nos ha colocado en ese puesto providencialmente, no nos apresuremos a abandonarlo. Fijémonos en Él con  Dios. Lo importante para nosotros es no hace nuestra voluntad, y estar donde Jesús lo ordena.

Aprendemos, además, en estos versículos, que el hogar, que la familia del creyente tiene los principales títulos para fijar su atención antes que todo. Se nos  muestra en las notables palabras que nuestro Señor dirige al hombre que había estado poseído por el diablo. "Vete a casa, donde están tus amigos", le dice, "y  cuéntales que grandes cosas ha hecho el Señor por ti". Sus amigos probablemente no lo habían visto por muchos años sino bajo la influencia de Satanás.

Habría sido para ellos como muerto, o peor que muerto, fuente constante de disgustos, ansiedades y pesares. Este era, pues, el camino de su deber; esta la  manera de glorificar mejor a Dios. Que se dirija a su casa y diga a sus amigos lo que Jesús ha hecho por él; que sea ante sus ojos testimonio vivo de la  compasión de Cristo. Niéguese el placer de estar en la presencia corporal de Cristo, para hacer la obra más importante de ser útil a los demás.

¡Cuánto no encierran estas sencillas palabras de nuestro Señor! ¡Qué sentimientos no suscitan en el corazón de todos los verdaderos cristianos! "Ve a tu casa y  cuéntaselo a tus amigos" Su hogar es donde primero debe procurar hacer el bien el Hijo de Dios; es el lugar donde se le ve de continuo, y en que la realidad de  su gracia debe verdaderamente revelarse. En su hogar deben concentrarse todos sus afectos más puros; allí debe todos los días rendir testimonio a Cristo. Ese  es el lugar en que diariamente hace mal con su ejemplo, mientras sirva al mundo, y en donde está obligado a ser epístola viva de Cristo, tan pronto como por  misericordia ha aprendido a servir a Dios. Recordemos esto constantemente. Que nunca se diga de nosotros que somos santos fuera de casa pero malévolos en  su interior, que hablemos mucho de religión cuando estamos entre gente extraña, pero que somos mundanos e impíos en casa.

Pero, después de todo, ¿tenemos algo que decir a los demás? ¿Podemos asegurar que la gracia ha producido sus efectos en nuestros corazones? ¿Estamos  seguros de habernos librado del poder del mundo, de la carne y del diablo? ¿Hemos gustado alguna vez la gracia de Cristo? Estas son cuestiones muy graves.

Si no hemos nacido de nuevo, si no somos nuevas criaturas, nada tenemos que "contar.

Si tenemos algo que contar de Cristo, hagamos la resolución de decirlo; no permanezcamos en silencio, si hemos  encontrado paz y descanso en el Evangelio. Hablemos a nuestros parientes y amigos, a nuestras familias y santos vecinos,  y contémosles lo que el Señor ha hecho por nuestras almas. No están todos llamados a ser ministros, ni son aptos para  predicar; pero todos puedes seguir las huellas del hombre cuya historia hemos leído, así como la de Andrés, Felipe y la  Samaritana. Juan 1.41-45; 4.29. Bienaventurado el que no se avergüenza de decir a los demás, "Ven y oye lo que el Señor  ha hecho por mi alma" Salmo 66.16

No hay comentarios:

Publicar un comentario