} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: MALDICIÓN DE LA HIGUERA, ENSEÑANZA

lunes, 21 de junio de 2021

MALDICIÓN DE LA HIGUERA, ENSEÑANZA

 

 

Mar 11:12  Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.

Mar 11:13  Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.

Mar 11:14  Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.  


             La higuera, una fuente económica y popular de alimentación en Israel, demoraba tres años en dar fruto luego de plantarse. Cada árbol produce una gran cantidad de fruto, el cual se cosecha dos veces al año: a finales de la primavera y a comienzos del otoño. Este incidente ocurrió cerca de la primavera, cuando las hojas empezaban a brotar. Los higos casi siempre crecen junto con las hojas, pero este árbol en particular, aunque estaba lleno de hojas, no tenía higos, lo que significa que ese año no daría fruto. El árbol se veía prometedor, pero no tenía fruto. Las palabras duras de Jesús connotaban que la nación de Israel era como esta higuera. Debía dar fruto, pero era espiritualmente estéril.      

  Vemos al principio de este pasaje una de las muchas pruebas de que nuestro Señor Jesucristo era realmente hombre. Leemos que " tenía hambre." Tenía una  naturaleza y una constitución corporal, exactamente iguales a las nuestras en todo excepto el pecado Lloraba, se regocijaba, sufría dolores; se cansaba y  necesitaba descanso, tenía sed y necesitaba agua ; tenía hambre y necesitaba alimento.

Expresiones como estas debieran enseñarnos cuál era la condescendencia de Cristo. ¡Que -admirable cuando en ella reflexionamos! Aquel que es Dios eterno,  que hizo el mundo y lo que encierra, de cuyas manos brotaron los frutos de la tierra, los pescados del mar, los pájaros del aire, las bestias de los campos, se  dignó sufrir hambre, cuando vino al mundo a salvar a los pecadores. Este es un gran misterio. Bondad y amor que exceden la humana inteligencia. No es de  admirarnos, pues, que S. Pablo hable de las "insondables riquezas de Cristo." Efes. 3.8.

Expresiones como estas deberían mostrarnos como puede Cristo simpatizar con los fieles que viven sobre la tierra. Sabe por experiencia cuáles son sus penas.

Puede conmoverse con el sentimiento de sus miserias. Sabe lo que es tener un cuerpo, con sus necesidades diarias. Ha experimentado los sufrimientos más  terribles a que puede someterse el cuerpo humano. Ha probado lo que es debilidad, dolor, cansancio, hambre y sed. Cuando en nuestras oraciones le hablamos  de estas cosas, sabe lo que decimos, y no le cogen de nuevo nuestras angustias. Ciertamente que este es el Salvador y Amigo que requiere esta pobre  humanidad dolorida y quejosa.

Aprendemos, en segundo lugar, en estos versículos el gran peligro de una religión que consiste en formas y que no produce frutos Es una lección que nuestro  Señor nos da de una manera típica. Se nos dice que como se acercara a una higuera en busca de higos, y no encontrara "en ella sino hojas," pronunció esta  solemne sentencia: "Que ningún hombre coma fruto de ti nunca más en adelante." Y se agrega que al día siguiente se encontró la higuera "seca desde las  raíces." No podemos dudar que este acontecimiento fue un emblema de cosas espirituales. Fue una parábola en acción, tan significativa como cualquiera otra  de las parábolas habladas de nuestro Señor.

Pero ¿a quienes son a los que debe dirigirse y hablar esa higuera seca? Fue un sermón que podía aplicarse de tres maneras sermón que debería clamar en voz  muy alta a la conciencia de todos los que hacen profesión de ser cristianos. Aunque marchito y seca esa higuera habla aún. De ella salía una voz para la iglesia  judaica. Rica en hojas que eran las formas de su religión, pero estéril en frutos del Espíritu, esa iglesia estaba en gran peligro, precisamente cuando tuvo lugar  ese fenómeno. ¡Qué bueno hubiera sido para la iglesia judaica tener ojos para ver su peligro! De ella salía una voz para todas las ramificaciones de la iglesia  visible de Cristo en todas épocas y en todas las partes del mundo. Era un apercibimiento contra las profesiones huecas de Cristianismo que no estén  acompañadas de doctrina sana y de santidad de vida, y que harían bien en atesorar en su corazón algunas de ellas. Pero especialmente una voz salía de esa  higuera seca que se dirige a todos los cristianos carnales, hipócritas y falsos. ¡Qué gran bien reportarían todos los que se contentan con vivir en el nombre  aunque estén muertos en realidad, al contemplarse en el espejo de este pasaje!   Como las hojas de higuera de que se hicieron cubiertas Adán y Eva, no podrán  ocultar la desnudez de nuestras almas a los ojos de un Dios que todo lo ve, ni darnos valor cuando estemos en su presencia el día final.

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