Proverbios 11:24 Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo
que es justo, pero vienen a pobreza. 25
El alma generosa será
prosperada; Y el que saciare, él también
será saciado. 26 Al que acapara el grano, el pueblo lo
maldecirá; Pero bendición será sobre la cabeza del
que lo vende.
Proverbios 22:7 El rico se enseñorea de los pobres, Y el que toma prestado es siervo del que presta. 8 El que sembrare iniquidad, iniquidad segará, Y
la vara de su insolencia se quebrará. 9
El ojo misericordioso será bendito,
Porque dio de su pan al indigente.
2 Corintios 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente,
también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente
también segará. 7 Cada uno dé como propuso en su
corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8 Y poderoso es Dios para hacer
que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las
cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9 como está escrito: Repartió, dio
a los pobres; Su justicia permanece para siempre. 10 Y el
que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará
vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11 para que estéis enriquecidos en
todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de
gracias a Dios.
El hombre generoso, que da a los pobres, sin
apartar nunca el rostro de nadie en apuros, el Señor bendice sus bienes y el
pan se multiplica en su mano. Un hombre que siembra poco debe esperar cosechar
poco. Si siembra un pequeño pedazo de tierra, recogerá una pequeña cosecha; o
si es mezquino al sembrar y desea salvar su semilla y no la entregará a la
tierra, debe esperar cosechar poco. Así es en dar. El dinero dado en ofrendas,
dinero otorgado para ayudar a los pobres y necesitados, o para extender la
influencia del Evangelio es dinero otorgado de manera similar al acto de
sembrar la tierra. Será devuelto de alguna manera con un aumento abundante. No
se perderá. La semilla puede estar enterrada por mucho tiempo. Puede estar en
el suelo sin indicación de un retorno o de aumento. Quien no conociera los
arreglos de la Providencia podría suponer que estaba perdido y muerto. Pero a
su debido tiempo brotará y producirá un amplio aumento. Lo mismo ocurre con el
dinero entregado a los objetos de benevolencia. Para muchos puede parecer un
desperdicio, o puede parecer que se tira. Pero a su debido tiempo se pagará de
alguna manera con abundante aumento. Y el hombre que desea aprovechar al máximo
su dinero para uso futuro y comodidad personal dará generosamente a los necesitados
que lo nevcesitan, tal como el hombre que desea aprovechar al máximo su grano
no tolerará que esté en su granero, pero entregará la semilla a la tierra
fértil. “Echa tu pan sobre las aguas, porque después de
muchos días lo hallarás 2 Reparte a
siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.”
Eclesiastés_11:1-2; es decir, cuando las
aguas como del Nilo hayan desbordado las orillas e inundado todo el país
adyacente, entonces es el momento de esparcir tu simiente. Las aguas se
retirarán, y la semilla se hundirá en el fango fértil acumulado que se
deposita, y brotará en abundante cosecha. Así sucede con lo que se da con
misericordia. Salomón insta a los ricos a hacer el bien al
prójimo. Dar generosamente, aunque parezca que se tira y se pierde. Dar a
muchos. No te excuses del bien que tienes aún para hacer, con un bien que ya
hiciste. No se pierde, sino que es un bien depositado. Tenemos razón para
esperar el mal, porque nacimos con problemas; sabiduría es hacer el bien tanto
en el día de la prosperidad como en el de la escasez. Las riquezas no nos
pueden aprovechar si no beneficiamos a los demás. Todo hombre debe trabajar
para ser una bendición en el lugar donde la providencia de Dios lo ponga. Donde
estemos podemos hallar buena obra que hacer, si tenemos el corazón dispuesto.
Si
magnificamos cada pequeña dificultad, planteamos objeciones y penurias
fantásticas, nunca iremos adelante y, mucho menos, terminaremos haciendo el
bien. Los vientos y las nubes de la tribulación están en las manos de Dios
preparados para probarnos. La obra de Dios será según su palabra, sea que lo
veamos o no. Bien podemos confiar en que Dios nos provea, sin nuestros afanes
ansiosos e inquietos. No te canses de hacer el bien, porque, a su tiempo, en el
tiempo de Dios, cosecharás. Cosecharás en proporción a lo que sembró. Todo el
mundo sabe que esto es cierto con respecto al grano que se siembra. Tampoco es
menos cierto en lo que se refiere a las ofrendas y necesidades. La idea es que
Dios otorgará recompensas en proporción a lo que se da. Estas recompensas
pueden referirse a resultados en esta vida, o a las recompensas en el cielo, o a
ambas. Todos los que alguna vez han tenido el hábito de dar generosamente
pueden testificar que no han perdido nada, sino que han cosechado en proporción
a su generosidad. Esto sigue de varias maneras.
(1)
En el consuelo y la paz que resulta de
dar. Aquí se da a entender que a menos que un hombre persevere en hacer el
bien hasta el final de su vida, no puede esperar recompensa alguna. El que se
desanima, y el que desfallece en sus esfuerzos; el que se espanta ante los
obstáculos, y el que se desmaya a causa de las vergüenzas arrojadas en su
camino; el que suspira por la comodidad y se retira del campo de la
benevolencia, muestra que no tiene un verdadero apego a la causa, y que su
corazón nunca ha estado verdaderamente en la obra de Cristo. El que se
convierte en un verdadero cristiano, se convierte en tal para la eternidad. Se
ha alistado, para nunca retirarse. Se compromete a hacer el bien ya servir a
Dios siempre. Ningún obstáculo lo disuadirá, ninguna vergüenza lo alejará del
campo. Con el vigor de su juventud y la sabiduría e influencia de sus años
maduros; con los poderes que le quedan cuando está debilitado por la edad; con
la última pulsación de vida aquí, y con sus energías inmortales en un mundo
superior, debe hacer el bien. Para eso ha de vivir. En eso ha de morir; y
cuando despierte en la resurrección con poderes renovados, debe despertar para
un servicio eterno de hacer el bien, en la medida en que tenga la oportunidad,
en el reino de Dios.
(2) Dios puede y recompensará abundantemente a su pueblo en el cielo por toda su bondad hacia los pobres y todas sus abnegaciones al esforzarse por difundir la influencia de la verdad y el conocimiento de la salvación. De hecho, las recompensas del cielo se repartirán en un grado no pequeño de esta manera, y serán determinadas por la cantidad de benevolencia que hayamos mostrado en la tierra; Mateo_25:34-40 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Que
nuestra hospitalidad y nuestras ofrendas sean abundantes: porque no sabemos qué
reveses pueden ocurrirle a esa persona que por nuestra generosidad será
fortalecida, o a uno mismo que puede llegar a necesitar amigos agradecidos. Puede
que esté cerca el día cuando necesitaremos
el socorro de aquellos que han sido ligados a nosotros por nuestras bondades
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