1Samuel 3:18 Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces
él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere.
Job 1:20-21 20 Entonces Job se levantó,
rasgó sus vestiduras y se rasuró la cabeza. Luego, se echó en tierra, se postró
21 y dijo: Desnudo salí del seno de mi
madre y desnudo allá volveré. Yahvéh me lo dio, Yahvéh me lo quitó. ¡Bendito
sea el nombre de Yahvéh!
Juan 17:6-9
«He manifestado tu nombre a los que del mundo me diste. Tuyos eran, pero me los diste a mí, y ellos
han guardado tu palabra. 7 Ahora ya
saben que todo lo que me has dado viene
de ti; 8 pues las palabras que tú me
diste se las he dado a ellos, y ellos las han acogido, porque saben realmente
que yo salí de ti y creyeron que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo,
sino por los que me has dado, porque tuyos son.
Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas
obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
1Pedro 1:5 A quienes el poder de
Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar
en los últimos tiempos.
2Pedro 1:3 Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por
su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos
para vivir como Dios manda.
1Juan 5:14 Y ésta es la confianza
que tenemos en él: que si pedimos algo según su voluntad, nos oye.
¿Por qué los creyentes se deben
preocupar por orar si Dios ya ha decidido lo que va a suceder? O la pregunta
de, ¿Por qué deben hacer un esfuerzo los creyentes para llegar a ser mejores
personas, si Dios mismo está controlando sus vidas? Tal vez esté pensando que
es una injusticia y un agravio de Dios escoger sólo a ciertas personas para ser
salvas. Existen algunas preguntas que surgen en la mente de las personas cuando
piensan acerca de la soberanía de Dios. Ya hemos dicho que las personas son
incapaces de escoger ser salvos de sus pecados a menos que Dios mismo cambie su
naturaleza pecaminosa.
Entonces,
la primera pregunta que
responderemos es ésta: Si Dios hace el cambio en la naturaleza de las personas,
¿por qué deben esforzarse los creyentes
a predicar el evangelio a todos? Hemos aprendido que por naturaleza, los
hombres son tan pecaminosos que por sí mismos no pueden escoger creer en
Jesucristo. ¿Por qué entonces creyentes deben urgir a las personas a que crean?
La respuesta es esta: A los
creyentes le es mandado por Dios a predicar el evangelio a todos. No predicamos
el evangelio pensando que los oyentes inconfesos tengan en sí mismos la
capacidad para recibir a Cristo como su Señor. Predicamos porque sabemos que
eso es lo es lo que Dios nos ha comisionado. Sabemos que cuando el evangelio es
predicado, Dios mismo habla eficazmente a algunos de aquellos que escuchan. A
aquellas personas que Dios ha elegido, les es dada la disposición para creer.
Creer que Dios está en control de todo es de una gran ayuda y estímulo para la
predicación del Evangelio. Los creyentes sabemos que las personas elegidas por
Dios se arrepentirán de sus pecados cuando escuchen acerca de Jesucristo el
Salvador. 'De hecho, esta convicción de que Dios está realizando sus propósitos
mediante la predicación, es la base por la verdadera predicación. Leamos en:
Isaías 55:10-11 10 Como la lluvia y la nieve desciende de los
cielos y no vuelve allá, sino que empapa la tierra, la fecunda y la hace
germinar, y da semilla al sembrador y pan al que come, 11 así
es mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hace lo que
yo deseo y consigue aquello para lo que la envío.
2 Corintios.2:14-17,
14 Pero gracias sean dadas a
Dios, que, en Cristo, nos lleva siempre en su triunfo y que por medio de
nosotros manifiesta la fragancia de su conocimiento por todas partes. 15 Porque aroma de Cristo somos para Dios, tanto
en los que se salvan como en los que se pierden: 16 en éstos, fragancia que lleva de muerte a
muerte; en aquéllos, fragancia que lleva de vida a vida. Y para esto, ¿quién
está capacitado? 17 Porque nosotros
no somos como tantos que adulteran la palabra de Dios; sino que, con toda
sinceridad, como enviados de Dios, hablamos ante Dios en Cristo.
Romanos.10:14-15 14 Ahora bien, ¿cómo podrían
invocar a aquel en quien no tuvieron fe? ¿Y cómo podrán tener fe en aquel de
quien no oyeron hablar? ¿Y cómo van a oír, sin que nadie lo proclame? 15 ¿Y cómo podrán proclamarlo, sin haber sido
enviados? Como está escrito: «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian
cosas buenas!»
1 Pedro.1:23. Habéis
sido reengendrados, no de una semilla corruptible, sino incorruptible, mediante
la palabra viva y eterna de Dios.
En segundo lugar,
otra pregunta que puede surgir es ésta: Si Dios ha determinado lo que va a
suceder, y si también tiene el control sobre todo lo que acontece, entonces
¿existe alguna razón para orar? Si Dios ya ha tomado todas las decisiones,
seguramente la oración no tiene valor alguno. Nosotros no podemos cambiar la
voluntad de Dios. Nuestra respuesta es
la siguiente: Debemos entender el
significado verdadero de la oración. Algunos dicen que la oración es la
forma en que Dios permite que nuestras voluntades tengan injerencia en lo que
ocurre. Pero la Biblia enseña claramente
que es Dios quien hace que las cosas sucedan. Por lo tanto, la idea de
que nuestras oraciones hacen que las cosas ocurran es errónea. Otras
personas dicen que la oración es una forma para conseguir que Dios cambie su
voluntad. Pero como ya hemos visto, Dios ya ha decidido exactamente lo que ha
de acontecer. La oración no es algo que podemos usar para cambiar las cosas; nuestra oración no cambia la voluntad de
Dios. La oración es la manera señalada por Dios para
que le honremos. La oración es un medio de adoración a Dios. La oración es el reconocimiento
de que dependemos totalmente de Dios, por todo lo que somos y lo que tenemos.
La oración hace que nos demos cuenta de que tan pequeños y débiles somos y que
tan grande es Dios. La oración es un Don de Dios para su pueblo a fin de que
ellos le pidan las cosas que necesitan. La oración no tiene el propósito
de alterar las cosas que Dios ha determinado. Leamos los siguientes textos que
afirman esta verdad:
Mat. 5:10 Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos.
I Juan 5:14 Y ésta es la confianza que tenemos en él: que si pedimos algo según
su voluntad, nos oye.
Rom 8:26-27. De igual manera, también
el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. Porque no sabemos qué hemos
de pedir para orar como es debido; sin embargo, el Espíritu mismo intercede con
gemidos inexplicables. 27 Pero
aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el anhelo del Espíritu, porque
éste intercede, según el querer de Dios, en favor de los santos.
Por otra parte Dios ha determinado que la
oración sea un medio para llevar a cabo su voluntad, tal como la predicación
del evangelio es el medio usado por Dios para salvar a los pecadores.
Las oraciones de los creyentes forman parte del plan de Dios para llevar a cabo
a sus propósitos eternos. Así que, cuando los creyentes oramos no lo hacemos
para cambiar el plan de Dios, sino para que el plan de Dios se efectúe. Los
creyentes podemos orar por ciertas cosas con confianza porque sabemos que están
incluidas en el plan de Dios. Cuando decimos a Dios nuestras necesidades, nos
estamos encomendando a su cuidado, y le suplicamos que trate con nuestras
necesidades de conformidad con su plan. Entonces, puede darse cuenta que la
oración es básicamente una actitud; una
actitud de dependencia total de Dios. La oración es lo opuesto de decirle a
Dios lo que tiene que hacer, porque la
oración pide para que la voluntad de Dios sea hecha, Así pues, esto
contesta nuestra pregunta acerca de la razón para orar. Los creyentes oramos por
cosas que concuerdan con el plan que Dios ya ha determinado, es decir, cosas
que son parte del mismo plan de Dios. Los creyentes oramos, no para cambiar el
plan de Dios. Los creyentes oramos, no para aceptarlo y encontrar la bendición
de Dios a través de dicho plan.
En tercer lugar,
quizás la siguiente pregunta pueda inquietarle. Si Dios ha decidido todo lo que
sucede, entonces ¿por qué hemos de preocuparnos los creyentes por ser buenos?
Si Dios ha planeado que los creyentes serán buenos, entonces ¿por qué deben
preocuparse de ser buenos ellos mismos? Una vez más, la respuesta básica es que
los creyentes hacemos bien, porque Dios nos ha mandado hacer lo que es bueno.
En realidad, el conocimiento de que Dios
controla todas las cosas ayuda a los creyentes a hacer lo bueno. Los
creyentes confiamos en que Dios puede darnos la capacidad para hacer cosas
buenas. Los creyentes verdaderos sabemos que en nosotros mismos no tenemos el
poder para hacer lo que Dios nos ha mandado. Es por lo tanto que confiamos en
que Dios nos puede dar la fortaleza que necesitamos para obedecer su voluntad.
Por último, quizás usted ha pensado que es injusto y cruel de parte de Dios, escoger sólo a ciertas personas para ser salvas. Pero recuerde lo siguiente, si Dios no hubiera escogido y salvado a algunos, entonces nadie sería salvo del pecado: Si Dios no hubiera escogido a nadie, entonces todos habríamos muerto en nuestros pecados. Dios, no es injusto al escoger salvar a algunos y no a otros, porque nadie tiene el derecho de ser salvo, es decir, Dios no "debe" la salvación a nadie. La salvación es enteramente un asunto de la bondad de Dios hacia personas que no la merecen. Dios ha mostrado su bondad a ciertas personas según le pareció mejor a Él. (Mateo 11:25-27 25 En aquel tiempo tomó Jesús la palabra y exclamó: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra; porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. 26 Sí, Padre; así lo has querido tú. 27 Todo me lo ha confiado mi Padre. Y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelárselo. ), Nosotros podríamos pensar que hubiera sido mejor que Dios salvara a todos, pero nosotros no estamos capacitados para decidir esto. No somos capaces de ver y comprender todo lo que Dios ve y comprende. Los caminos de Dios no son como nuestros caminos, y nosotros no podemos comprenderlos íntegramente. (Isaías 55:8- 9 8 Pues mis pensamientos no son los vuestros, y vuestros caminos no son mis caminos - oráculo de Yahvéh -. 9 Porque como el cielo es más alto que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos que vuestros pensamientos. Romanos 11:33-36 33 ¡Oh profundidad de la riqueza y de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus decisiones, y qué inexplorables sus caminos! 34 Pues «¿quién conoció el pensamiento de Dios? ¿O quién llegó a ser su consejero?». 35 «¿O quién le dio algo de antemano, de suerte que a éste haya que darle recompensa por ello?» 36 Porque de él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por siempre. Amén.)
Todo lo que
podemos decir es que Dios ha mostrado su amor en la elección y salvación de
gente que no merece su bondad. Así que, permítame hacerle una última pregunta:
¿Es usted una de las personas que Dios ha escogido para salvación? ¿Existe
algún deseo en su corazón por ser una de las personas que pertenecen a Dios?
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