} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: JOHN WYCLYF ( c. 1320-1384) Parte 1

domingo, 17 de enero de 2016

JOHN WYCLYF ( c. 1320-1384) Parte 1


John Wyclif nació en Ypreswell, la actual Hipswell, a 70 kilómetros al noroeste de York, Yorkshire, Inglaterra, tal vez entre 1320 y 1330 y murió en Lutterworth, a 19 kilómetros al sur de Leicester, el 31 de diciembre de 1384.
Su eminencia yace no sólo en sus obras, que todavía tienen influencia, sino también en sus actividades eclesiásticas. Aunque los reformadores del siglo XVI le conocieron y estimaron su vida y obras, su fama se incrementó aún más en tiempos posteriores, al generar sus producciones un conocimiento más completo que en tiempos anteriores, cuando permanecieron eclipsadas y desconocidas. Es cierto que hay muchos enigmas sobre su vida y actividades y que muchos sucesos ocurridos durante su periodo académico están todavía envueltos en la oscuridad, pero al menos se sabe lo suficiente para dar por seguro el rango que ocupa entre los hombres que precedieron a la Reforma, junto con las razones de su preeminencia. La forma de su apellido parece ser Wyclif. La familia procedía de antiguo origen sajón, asentada desde tiempo atrás en Yorkshire y extinguiéndose en la primera mitad del siglo XIX, permaneciendo siempre fieles a la Iglesia católica hasta el final. En su día la familia fue grande y cubrió una considerable porción de territorio, siendo su principal residencia Wyclif-on-Tees, del que Ypreswell era una destacada villa. Su año de nacimiento no está registrado en las fuentes contemporáneas y los datos obtenidos de sus escritos son tan generales que no permiten llegar a una conclusión segura al respecto. Sin embargo, parecen indicar que fue más bien antes de 1320 que después. Su infancia y juventud caen en el periodo en el que Inglaterra estaba obteniendo una creciente valoración en el exterior y cuando la posición eclesiástico-política del país estuvo marcada por un liderazgo influyente. Probablemente recibió su primera educación en las inmediaciones de su hogar.

No hay informes que determinen cuándo fue por primera vez a Oxford, con cuya universidad estuvo tan relacionado hasta el final de su vida. El currículo normal de las universidades del periodo es bien conocido y por tanto la carrera universitaria de Wyclif es también conocida aproximadamente. El tiempo cuando estuvo en Oxford fue hacia 1345, añadiéndose luego una serie de nombres brillantes que dieron fama a la universidad, como los de Roger Bacon, Robert Grosseteste, Thomas Bradwardine, Guillermo de Occam y Richard Fitzralph. Wyclif debió mucho a los escritos de Occam; su interés en las ciencias naturales y matemáticas era considerable, pero se aplicó diligentemente al estudio de la teología y el derecho eclesiástico, ganando pronto reconocimiento en filosofía. Incluso sus adversarios reconocieron la agudeza de su dialéctica. Sus escritos demuestran que estaba bien versado en el derecho romano y en el de su propio país, así como en la historia nativa, almacenando gran conocimiento por el Polychronicon de Ranulf Higden. En la universidad no faltaba la fricción política y científica. Como en otras universidades del periodo los estudiantes estaban inscritos por 'naciones'; en Oxford había dos de ellas: los septentrionales o boreales y los meridionales o australes, teniendo cada uno su procurador escogido por el conjunto de la nación. Wyclif pertenecía a los primeros, prevaleciendo en ellos una tendencia anti-curial, mientras que los segundos eran curiales en su preferencia. No menos aguda era la separación entre nominalismo y realismo. Wyclif era realista. En medio de tales controversias Wyclif llevó a cabo sus estudios universitarios. Una familia, cuya cuna estaba en las inmediaciones del hogar de Wyclif, en el castillo de Bernard, había fundado en Oxford el colegio que llevaba su nombre, Balliol, al que Wyclif perteneció, primero como estudiante, luego como profesor y finalmente como rector, no después de 1360.

Cuando recibió del colegio la toma de posesión en 1361 de laparroquia de Fylingham en Lincolnshire, tuvo que dejar la dirección del colegio, aunque recibió el cortés permiso de residir en Oxford; el testimonio original indica que sus habitaciones estaban en los edificios del Queen's College. Su avance universitario siguió su curso usual. Mientras era baccalaureate se ocupó en ciencias naturales y matemáticas, teniendo el derecho como profesor de dar clase de filosofía y logrando pronto reputación. Pero de destacada importancia fue su celoso estudio de la Biblia, en el que se embarcó tras ser bachiller en teología. Su fidelidad, verdad y diligencia hicieron que Simon Islip, arzobispo de Canterbury, le pusiera al frente de Canterbury Hall en diciembre de 1365, donde doce jóvenes estaban preparándose para el sacerdocio. Islip había destinado la fundación especialmente para el clero secular, pero cuando murió en abril de 1366, su sucesor, Simon Langham, hombre de trasfondo monástico, entregó la dirección del colegio a un monje. Aunque Wyclif apeló a Roma, el resultado fue desfavorable para él. Este incidente fue visto erróneamente por algunos de los contemporáneos de Wyclif, como William Woodford, como la génesis de su posterior ataque contra Roma y el monasticismo. Entre 1366 y 1372 obtuvo su doctorado en teología. Como tal tenía el derecho a enseñar teología sistemática, lo cual ejerció celosamente. Pero es un error trazar a esas clases el origen de su Summa, que se debió a otros estímulos. En 1368 dejó su residencia en Fylingham y tomó el rectorado de Ludgershall en Buckinghamshire, no lejos de Oxford, lo que le permitió retener su relación con la universidad. Seis años más tarde (1374) fue nombrado rector de Lutterworth en Leicestershire, cargo que ostentó hasta su muerte. Ya había renunciado a una prebenda en Westbury, porque era contraria a sus convicciones de desempeñar más cargos de los que pudiera ejercer en la cura de almas.

En Oxford desarrolló una completa actividad académica como profesor; allí escribió sus primeros escritos reformadores y también predicó con éxito. Pero no fue en esos campos donde Wyclif obtuvo su posición en la historia, sino de sus actividades en la política eclesiástica, en las que se empleó a mediados de la década de los setenta cuando comenzaron también sus actividades reformadoras. En 1374 estaba entre los delegados ingleses en un congreso de paz en Brujas. Ha sido opinión generalizada que esta honorable posición se le concedió por su conducta patriótica manifestada el año 1366, cuando buscó el interés de su país antes que el del papado. Parece que ya entonces tenía un distinguido lugar como patriota y reformador, lo que hace que surja la pregunta de cómo llegó a sus ideas reformadoras. Ha habido muchas contestaciones erróneas a la misma, particularmente con referencia a la relación de Wyclif con movimientos anteriores de reforma en la Iglesia. Poco puede decirse en favor de una relación con los valdenses, cuyas actividades apenas llegaron a Inglaterra. Más bien la raíz de su movimiento se debe trazar hasta el estudio de la Biblia y especialmente a la legislación político-eclesiástica de su tiempo y del precedente. Estaba familiarizado con las tendencias de la política eclesiástica a las que Inglaterra debió la honorable posición que tuvo en el siglo XIV. Había estudiado los procedimientos de Eduardo I (1272-1306), el rey más popular de Inglaterra, y no solo atribuyó a ellos el fundamento parlamentario opuesto a las usurpaciones papales, sino que había encontrado métodos de procedimiento en asuntos relacionados con las cuestiones de las posesiones temporales y la Iglesia. Muchas declaraciones en su libro sobre la Iglesia recuerdan la institución de la comisión de 1274, cuya actividad deparó tanto dolor y sufrimiento al clero inglés. Wyclif consideró que el ejemplo de Eduardo I debería ser tenido en cuenta por el gobierno de su tiempo, lo que con aplicaciones prácticas y propósitos elevados resultaría en una reforma del sistema eclesiástico. Similar era su posición con respecto a las promulgaciones inducidas por la política eclesiástica de Eduardo III (1327-76), con las cuales estaba familiarizado y que aparecen totalmente reflejadas en sus tratados políticos. Su propia tendencia estaba en acuerdo completo con las leyes de Eduardo I y su nieto del mismo nombre.

La entrada del reformador en la escena de la política eclesiástica se relaciona con la cuestión del tributo feudal, del que Inglaterra era responsable por John Lackland (1200-16), que había permanecido sin pagar durante treinta años hasta Urbano V en 1365 y que éste había reclamado, se decía, en tono amenazante. Se dice que el país se levantó en contra de esta demanda del papa y el parlamento declaró al año siguiente que ni el rey Juan, ni ningún otro, tenían derecho, sin su permiso, a someter Inglaterra a una potencia extranjera. Si el papa hacía uso de las armas se encontraría con una resistencia unida. Además se dice que Urbano reconoció el error que había cometido y tuvo que abandonar sus pretensiones. Sin embargo, es seguro que aunque la demanda del papa fuera un hecho, no hay evidencia de tal surgimiento patriótico. El tono del papa de hecho no era amenazante y no era su intención arrastrar a Inglaterra a la corriente política de la Europa occidental y meridional. Se esperaba que se oyeran en Inglaterra nítidas palabras, por las estrechas relaciones del papado con el enemigo hereditario de Inglaterra, el reino de Francia. Se afirma que Wyclif también en esta ocasión resultó prominente, que sirvió como consejero teológico al gobierno y compuso un tratado polémico sobre el tributo, defendiendo a un monje anónimo contra la conducta del gobierno y el parlamento. Esta acción marcaría la entrada de Wyclif en política hacia 1365-66. Pero el tratado sobre el que esta conclusión se basa, que es conocido solo de una reimpresión incompleta e incorrecta de Lewis, toma la ocasión de circunstancias que surgieron un siglo después. Las actividades de Wyclif en esta dirección se ejercieron en el estrecho círculo de Oxford y su participación más importante comenzó con el congreso de paz en Brujas. Allí se llevaron a cabo negociaciones en 1374 sobre la paz entre Francia e Inglaterra, mientras que al tiempo los comisionados de Inglaterra trataban con los legados del papa sobre los perjuicios eclesiásticos. Wyclif estaba entre los que estuvieron en estos asuntos a consecuencia de un decreto fechado el 26 de julio de 1374. Si se afirma que su nombramiento se debió a su anterior postura contra las demandas del papado, esa afirmación ignora que la elección de un duro oponente del sistema de Aviñón habría roto las negociaciones de paz y que fue designado simplemente como teólogo, ya que se precisaba un erudito bíblico junto a los entendidos en derecho civil y canónico. No era necesario un hombre de renombre y mucho menos un mero defensor de los intereses del Estado. Es ilustrativo de esto que un predecesor en un caso similar fuera John Owtred, un monje que había formulado la declaración de que San Pedro había unido en sus manos el poder espiritual y el temporal, que era justo lo opuesto a lo que Wyclif enseñaba. En los días de la misión a Brujas este monje todavía pertenecía al círculo de amigos de Wyclif. Por lo tanto, hay que reconocer que el lugar que se le ha asignado a Wyclif en esta misión ha sido demasiado elevado, ya que en ninguna manera tomó un papel determinante.
  
A estas alturas todavía el reformador podía ser contemplado por los partidarios del papa como digno de confianza y no ser tenida en cuenta su oposición a la conducta dominante de la Iglesia. El testimonio para ello viene de una fuente posterior, pero bien informada, a la que le fue difícil catalogarle como hereje. Las controversias que absorbían a los hombres de Oxford eran más filosóficas que teológicas o político-eclesiásticas y el método de discusión era académico y escolástico. Walden muestra la clase de hombres con los que Wyclif trató, aunque muy pocos escritos preservados muestran el método. Se puede mencionar la discusión con el monjecarmelita John Kyningham sobre cuestiones teológicas (utrum Christus esset humanitas), o eclesiástico-políticas (De dominatione civili;De dotatione ecclesiæ). Las luchas de Wyclif con John Owtred y William Wynham (o Wyrinham) fueron anteriormente desconocidas, como las llevadas a cabo con su oponente William Wadeford. Cuando se recuerda que el propósito de Owtred era defender el interés político de Inglaterra contra las exigencias de Aviñón, probablemente se le verá en acuerdo con Wyclif más que en desacuerdo. Pero la unanimidad de sentimientos entre ellos en ninguna manera era completa. Owtred creía que cometería un pecado quien sostuviera que el poder temporal puede quitarse al sacerdote, incluso al que es indigno; Wyclif contemplaba a ese sacerdote un pecador que incitaba al papa a excomulgar a los laicos, cuando éstos privaban a los malos clérigos de su poder temporal y enunció el principio de que un hombre en pecado no puede gobernar. Posteriores investigaciones han arrojado luz sobre otro oponente de Wyclif, el monje William Wynham de St. Albans, donde la tendencia anti-Wyclif era considerable. Wyclif se quejó de que este benedictino y profesor de teología en Oxford había llevado a la calle las controversias, que estaban confinadas a la esfera académica. Pero al ser de dominio público se convirtieron en un acontecimiento, ya que estaban relacionadas con la oposición del parlamento a la curia. Wyclif mismo relata (Sermones iii. 199) cómo bajo la profunda impresión que le causaron sus estudios bíblicos llegó a la conclusión de que había un gran contraste entre lo que la Iglesia era y lo que debía ser, deduciendo la necesidad de reformarla. Sus ideas de reforma subrayaban particularmente lo pernicioso del gobierno temporal del clero y su incompatibilidad con la enseñanza de Cristo y losapóstoles, tomando nota de las tendencias que fueron evidentes en las medidas del 'buen parlamento' (1376-77). Se aprobó una enmienda con ciento cuarenta párrafos en la que se señalaban los perjuicios causados por la curia, eliminándose las reservas y comisiones, prohibiéndose la exportación de dinero y expulsando a los recaudadores extranjeros.
  Sus ideas.
En este periodo es cuando Wyclif comienza a destacar. Estaba entre los que veían que la secularización de los bienes eclesiásticos en Inglaterra era beneficiosa. Tenía como defensor nada menos que a Juan, duque de Lancaster. No quedando satisfecho con divulgar sus ideas en su cátedra, comenzó poco después de regresar de Brujas a expresarlas por escrito, produciendo su gran obraSumma theologiæ en apoyo de las mismas. Ya en el primer libro, sobre el gobierno de Dios y los Diez Mandamientos, atacó el gobierno temporal del clero, declarando que en las cosas temporales el rey está por encima del papa y que acumular anatas eindulgencias es simonía. Pero su entrada en la política de su día la hizo por su gran obra De civili dominio. Aquí anticipó las ideas por las que el buen parlamento sería gobernado, implicando la renuncia de la Iglesia al dominio temporal. De esta formulación se desprendieron luego las leyes posteriores. En este libro se hallan las más fuertes denuncias contra el sistema de Aviñón con sus comisiones, exacciones, derroches de beneficios para sacerdotes indignos y cosas semejantes. Cambiar todo eso es asunto del Estado. Si el clero usa mal la propiedad eclesiástica se le debe quitar y si el rey no lo hace está incumpliendo su deber. La obra contiene dieciocho tesis, en las que se opone a los métodos de gobierno de la Iglesia y a la resolución de sus posesiones temporales. Wyclif expuso estas ideas ante sus estudiantes en Oxford en el otoño e invierno de 1376, tras lo cual se vio envuelto en la controversia con hombres como William Wadeford, William Wynham y otros. Aunque hubiera preferido haber restringido estas discusiones al aula de clase, pronto quiso proclamarlas desde los tejados y que los señores temporales y espirituales las conocieran. Mientras que éstos le atacaban y querían ponerle bajo censura eclesiástica, él logró la defensa de los primeros por su ataque a las posesiones terrenales del clero. Aquí comienza una etapa de actividad literaria fructífera que solo acabó con su muerte.

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