} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: Romanos 4; 1-25

viernes, 22 de enero de 2016

Romanos 4; 1-25


4.1-3 Los judíos se sentían orgullosos de llamarse hijos de Abraham. Pablo mencionó a Abraham como un buen ejemplo de alguien salvo por fe. Si las obras fueran la base de la justificación de Abrahán, tendría de qué gloriarse; pero por cuanto es absolutamente cierto que ninguna de ellas tiene valor ante los ojos de Dios, se sigue que Abrahán no podría haber sido justificado por obras.Para recalcar la fe, Pablo no dice que las leyes de Dios sean menos importantes  pero es imposible ser salvos simplemente por obedecerlas. 
Los expositores romanistas y protestantes arminianos hacen que esto signifique que Dios aceptó el acto de creer de parte de Abrahán, como substituto de la completa obediencia. Pero tal cosa está en contradicción con todo el espíritu y la letra de la enseñanza del apóstol. Al través de todo su argumento, la fe está contrapuesta directamente a las obras, en el asunto de la justificación—y asimismo en los dos versículos siguientes. El sentido, pues, no puede ser que el mero acto de creer—el cual en sí es tanto una obra como cualquier otro caso de obediencia exigida (Juan_6:29; 1Juan_3:23) fuera imputado a Abrahán como equivalente a toda obediencia. El sentido claramente es, que Abrahán creyó en las promesas que comprendían a Cristo (Gen_12:3; Gen_15:5,) así como nosotros creemos en Cristo mismo; y en ambos casos, la fe es tan solamente el instrumento que nos pone en posesión de la bendición gratuitamente impartida.


4.4 Este versículo significa que si una persona pudiera ganarse el favor de Dios siendo buena, la concesión de este regalo no sería voluntaria, sino obligatoria. La autoconfianza en este sentido es vana: todo lo que podemos hacer es cobijarnos con la misericordia y la gracia de Dios.

4.5 Cuando algunas personas se enteran de que Dios nos salva mediante la fe, empiezan a inquietarse. "¿Tengo suficiente fe?", se preguntan. "¿Es mi fe suficientemente sólida para salvarme?" Están confundidas. Jesucristo es el que nos salva, no nuestros sentimientos ni nuestras obras. Por débil que sea nuestra fe, El es suficiente para salvarnos. Jesús nos ofrece la salvación gratuitamente porque nos ama, no porque la hayamos ganado mediante una fe poderosa. ¿Cuál es entonces el papel de la fe? Fe es creer y confiar en Jesucristo y aceptar el don maravilloso de la salvación. El creyente  se arroja en brazos de la misericordia de Aquel que justifica a los que merecen sólo la condenación.

4.6-8 ¿Qué hacemos con la culpa? El rey David cometió pecados terribles: adulterio, homicidio, mentiras, y aun así experimentó el gozo del perdón. Nosotros también podemos experimentarlo cuando:
(1) dejamos de negar nuestra culpabilidad y reconocemos que hemos pecado
(2) reconocemos nuestra culpa ante Dios y pedimos su perdón
(3) desechamos la culpa y creemos que Dios nos ha perdonado.
Esto puede ser difícil, sobre todo cuando el pecado ha echado raíces y se ha enraizado por años, cuando es muy serio o cuando involucra a otro. Debemos recordar que Jesús quiere y está dispuesto a perdonar todos los pecados. Si tomamos en cuenta el alto precio que El pagó en la cruz, es arrogancia pensar que algún pecado nuestro sea demasiado grande para que El lo perdone. Aunque nuestra fe sea débil, nuestra conciencia sea sensible y los recuerdos nos atormenten, la Palabra de Dios declara que pecado confesado es pecado perdonado (1 Juan 1:9). (Salmos_32:1-2.) David aquí canta en términos que expresan solamente “las transgresiones perdonadas, el pecado encubierto, la iniquidad no imputada”

4.10 La circuncisión era una señal externa de que los judíos eran el pueblo escogido de Dios. La circuncisión de todos los niños judíos marcaba su separación de las naciones que adoraban a todo tipo de dioses. Era una ceremonia muy importante. Dios bendijo y le ordenó esta ceremonia a Abraham (Genesis 17:9-14). “No debe decirse que todo esto se refiere a los circuncidados, y que por tanto no hay evidencia alguna de una manera general de parte de Dios de justificar a los hombres; porque la justificación de Abrahán se efectuó muchísimo tiempo antes de que fuera circuncidado, y no pudo haber tenido dependencia alguna de aquel rito; más bien, “la señal de la circuncisión” le fué dada como “sello” de la justicia (justificadora) que tenía antes que fuera circuncidado, a fin de que se destacara en todas las edades como el padre de los creyentes—el hombre modelo de la justificación por la fe—conforme a cuyo tipo, como el primer ejemplo público de ello, habían de ser amoldados, fuesen judíos o gentiles, todos los que desde entonces creyesen para vida eterna.”


4.12 Los ritos no le aportaron recompensa alguna a Abraham, Dios le bendijo antes de implementarse la ceremonia de la circuncisión. Abraham halló el favor de Dios por la fe solamente, antes de ser circuncidado. Genesis 12:1-4 nos relata que Dios llamó a Abraham a los setenta y cinco años de edad; la ceremonia de la circuncisión comenzó cuando tenía noventa y nueve (Genesis 17:1-14). Las ceremonias y rituales sirven de recordatorio de nuestra fe e instruyen a los nuevos y jóvenes creyentes.
No debiéramos pensar que nos conceden algún mérito especial delante de Dios. Son señales externas de un cambio interno de corazón y actitud. El centro de nuestra fe debe ser Cristo y su obra salvadora, no las obras nuestras.

4.16 Pablo explica que Abraham agradó a Dios solo por la fe, cuando ni siquiera había oído de los rituales que serían tan importantes para el pueblo judío. Nuestra salvación es solo por fe. No es por amar a Dios ni hacer buenas obras. No es por fe más amor, ni tampoco por fe más las buenas obras. Somos salvos solo mediante la fe en Cristo, confiados en que El nos perdona todos nuestros pecados. 

4.17 La promesa (o pacto) que Dios le dio a Abraham afirmaba que sería padre de muchas naciones (Genesis 17:2-4) y que todo el mundo recibiría bendición a través de él (Genesis 12:3). Esta promesa se cumplió en Jesucristo. Jesús era de la descendencia de Abraham y en verdad el mundo entero recibió bendición mediante El. Tenemos aquí un resumen general que significa que: “La justificación es por la fe, a fin de que su carácter puramente de gracia sea revelado, y que todos los que siguen en las pisadas de la fe de Abrahán—sean o no de su simiente natural—estén seguros de la misma justificación de que gozó el padre de los creyentes”.

4; 18 La naturaleza y la grandeza de aquella fe de Abrahán que hemos de emular están aquí notablemente descritas. Siendo superior a la naturaleza lo que él debió creer, su fe tuvo que asirse del poder que Dios tiene para superar la incapacidad física a fin de crear lo que entonces no existía. Pero por cuanto Dios hizo la promesa, Abrahán creyó a pesar de estos obstáculos. Esto está ilustrado aun más en lo que sigue.


4.21 Abraham nunca dudó de que Dios cumpliría su promesa. Su vida estuvo marcada con errores, pecados y fallas así como con sabiduría y bondad, pero siempre confió en Dios. Su vida es un ejemplo de fe en acción. Si hubiera puesto los ojos en sus recursos para sojuzgar Canaán y fundar una nación, hubiera caído en la desesperación. Pero puso sus ojos en Dios, le obedeció y esperó a que El cumpliera su palabra. He aquí la aplicación de todo el argumento acerca de Abrahán: “Estas cosas no están escritas como meros datos históricos, sino como ejemplos para todos los tiempos, del método de Dios para la justificación por la fe.”

4.25 Cuando creemos, ocurre un cambio. Damos a Cristo nuestros pecados y El nos da justicia y perdón (2Corintios 5:21). No hay nada que podamos hacer para ganarlo. Solo a través de Cristo recibimos la justicia de Dios. ¡Qué oferta más increíble para nosotros! Muchos aún no la toman en cuenta y siguen "disfrutando" su pecado. Los que confiamos en aquel que ha hecho esto, así como Abrahán creyó que Dios despertaría simiente en la cual todas las naciones serían bendecidas. Los que confiamos en aquel que ha hecho esto, así como Abrahán creyó que Dios despertaría simiente en la cual todas las naciones serían bendecidas. Fue entregado por [a causa de] nuestros delitos—a fin de expiarlos por su sangre.
Ya que su resurrección fué la divina garantía de que él había “quitado el pecado por el sacrificio de sí mismo,” y la coronación de toda su obra, nuestra justificación se relaciona propiamente con acto tan glorioso.
Repasemos:
(1)   La doctrina de la justificación por las obras, por cuanto genera el ensalzamiento egoísta, es contraria a los principios más sobresalientes de toda religión verdadera.

(2)   El método usado para la justificación del pecador ha sido el mismo en todo tiempo, y el testimonio del Antiguo Testamento sobre el particular es el mismo que el del Nuevo

(3)   La fe y las obras, en el asunto de la justificación, son opuestas e irreconciliables, así como la gracia y la deuda son contrarias. Si Dios “justifica al impío,” no pueden las obras, en ningún sentido ni en ningún grado, ser la base de la justificación. Por la misma razón, el primer requisito para la justificación, debe ser (bajo la convicción de que somos “impíos”) el perder toda esperanza de lograrla por medio de las obras; y el segundo, “creer en aquel que justifica al impío,” es decir, en aquel que tiene una justicia justificadora que impartir, y está pronto para impartirla a aquellos que, sin merecerla, están dispuestos a aceptarla así.


(4)   Los ritos de la iglesia nunca se destinaron ni fueron establecidos con el fin de conferir gracia, ni las bendiciones propias de la salvación, a los hombres. Su debida función es el poner un sello divino en un estado ya existente, presuponiendo así que ellos (los ritos) no crearon este estado. Así como la circuncisión meramente “selló” la aceptación de Abrahán, ya existente de parte de Dios, así también los ritos del Nuevo Testamento desempeñan esta misión.

(5)   Así como Abrahán es “el heredero del mundo,” al haber sido bendecidas en él todas las naciones, por medio de su simiente Cristo Jesús, y justificados solamente según el modelo de la fe que él tuvo, así la transmisión de la religión verdadera, y toda la salvación que el mundo jamás experimentará, serán trazadas con admiración, gratitud, y gozo allá hasta aquella mañana cuando “el Dios de la gloria apareció a nuestro Padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Charán,” Hechos 7:2 .


(6)   Nada glorifica a Dios más que la sencilla fe en su palabra, especialmente cuando todas las cosas parecen hacer imposible su cumplimiento.

(7)   Todos los ejemplos de la fe en las Escrituras, están escritos con el fin de engendrar y alentar fe semejante en toda edad sucesiva.


(8)La justificación, en este argumento, no puede ser entendida—como los romanistas y otros erroristas insisten—en el sentido de un cambio operado en el carácter de los hombres; porque además de eso, significa confundirla con la santificación, doctrina que tiene su debido lugar en esta epístola; y todo el argumento del presente capítulo—en casi todas sus cláusulas más importantes, expresiones y hasta en sus palabras—sería en tal caso incompatible y apto sólo para engañar. Fuera de toda duda, la justificación significa exclusivamente un cambio del estado o condición del hombre para con Dios; o en lenguaje científico, es un cambio objetivo y no subjetivo: cambio de culpa y condenación a absolución y aceptación. Y la mejor evidencia de que esto es la clave de todo el argumento, es que explica muchos de los asuntos complejos enriqueciendo así esta epístola.