} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ROMANOS 1; 18 / 3; 20

viernes, 22 de enero de 2016

ROMANOS 1; 18 / 3; 20


1.18 ¿Por qué Dios revela su ira contra los pecadores? Porque sustituyen la verdad acerca de El con fantasías e imaginaciones .  Ahogan la verdad de Dios naturalmente revelada a todas las personas, a fin de creer cualquier cosa que sustente su estilo de vida egocéntrico. Dios no puede tolerar el pecado porque su naturaleza es moralmente perfecta. No puede pasar por alto ni condonar una rebelión tan deliberada.
 Dios quiere quitar el pecado y restaurar al pecador, y puede hacerlo en la medida que el pecador no distorsione ni rechace la verdad con obstinación. Pero su ira se revela contra los que persisten en pecar. Asegurémonos de no ir tras una fantasía en vez de ir tras el verdadero Dios. No despreciemos la verdad acerca de El por proteger nuestro propio estilo de vida.

 Romanos 1.18-3.20 desarrolla el argumento de Pablo de que nadie puede decir que por sus méritos es aceptable ante los ojos de Dios: ni las multitudes, ni los romanos, ni siquiera los judíos. Todas las personas, sin importar el lugar en que se hallen, merecen la condenación de Dios por sus pecados.

  ¿Posee alguien excusa para no creer en Dios? La Biblia responde con un enfático NO.  Dios ha revelado su existencia a través de la naturaleza. Cada persona, por lo tanto, debe aceptar o rechazar a Dios. No seamos negligentes. Cuando llegue el día en que debamos ser juzgados por lo que hayamos escogido, no habrá excusa. Empecemos a darle hoy nuestra devoción y adoración a Dios Padre por medio de su Hijo Jesucristo.

   ¿Cómo un Dios amoroso puede enviar a alguien al infierno, sobre todo a quien nunca oyó acerca de Cristo? Pablo dice que Dios se nos ha revelado ampliamente en su creación. Y la gente sigue aún rechazando este conocimiento básico de Dios. Además, cada uno sabe en su fuero interno lo que Dios demanda, pero optan por no vivir de acuerdo a ello. En otras palabras, nuestras normas morales son siempre mejores que nuestra conducta. Si la gente suprime la verdad de Dios a fin de vivir a su manera, no tiene excusa. Conoce la verdad y tiene que sufrir las consecuencias de pasarla por alto.

  Y lo que es más importante, aunque la naturaleza revela a Dios, a la gente hay que hablarle de Cristo y cómo, a través de El, pueden tener una relación personal con Dios.
No es suficiente saber que Dios existe. La gente debe aprender que Dios es amor. Debe entender lo que hizo para demostrarnos su amor. Debe mostrárseles cómo aceptar el perdón de pecados que ofrece Dios.  

  ¿Qué tipo de Dios nos revela la naturaleza? La naturaleza nos muestra un Dios poderoso, inteligente, minucioso, un Dios de orden y hermosura; un Dios que controla todas las cosas. Esta es su revelación general. A través de su revelación especial (la Biblia y la venida de Jesús), aprendemos acerca del amor, el perdón y la vida eterna que Dios ofrece. En su gracia se nos ha revelado de estas dos maneras, para que podamos creer en El.

  Dios se revela a través de la naturaleza a pesar de que este testimonio se ha distorsionado con la caída del hombre. El pecado de Adán motivó que la maldición divina cayera sobre la naturaleza (Gen_3:17-19). Los espinos y los cardos fueron los resultados inmediatos, y desde entonces y hasta nuestros días los desastres naturales han sido comunes. En Rom_8:19-21, Pablo dice que la naturaleza misma espera ansiosamente ser redimida de los efectos del pecado (Apocal._22:3).

1.21-23 ¿Cómo pueden las personas inteligentes volverse idólatras? La idolatría empieza cuando la gente rechaza lo que sabe acerca de Dios. En lugar de poner sus ojos en El, el Creador y sustentador de la vida, actúan como si fueran el centro del universo. Muy pronto inventan "dioses" que se ajustan muy bien a su egoísmo, sus planes y sus designios. Estos dioses pueden ser figuras de madera, pero también pueden ser metas o cosas que queremos tener tales como dinero, poder o comodidades. Aun podrían ser representaciones erróneas de Dios mismo en las que lo conformamos a nuestra imagen, en lugar de que sea al revés. El denominador común es: los idólatras adoran las cosas que Dios ha hecho antes que a Dios mismo. ¿Cuáles son nuestras prioridades?  ¿Rendimos culto a Dios o a ídolos  fabricados?

1.21-32  Pablo con toda claridad describe la inevitable espiral descendente del pecado. Primero, las personas rechazan a Dios; después, se hacen sus ideas de qué debe ser y hacer un dios; luego caen en pecado: pecado sexual, codicia, odio, envidia, homicidio, disensión, engaño, malicia, chisme. Por último, crece su odio hacia Dios y animan a otros a que sientan lo mismo. Dios no da inicio a esta progresión hacia el mal. Pero cuando las personas lo rechazan, les concede vivir como hayan escogido. Dios los entrega o los hace sentir la consecuencia natural de sus pecados. Una vez atrapados por la espiral descendente, no pueden librarse. Los pecadores deben confiar en Cristo solamente si han de hallar la vía de escape.
 Cuando adoramos a la criatura en lugar del Creador, perdemos de vista nuestra identidad como seres superiores a los animales, hechos a la imagen de Dios.

  Estas personas decidieron rechazar a Dios y El se lo permitió. Por lo general, Dios no interfiere en nuestras decisiones que van en contra de su voluntad. Nos permite declarar nuestra aparente independencia de El, a pesar de que sabe que en poco tiempo seremos esclavos de nuestra rebeldía, y perderemos la libertad de no pecar. ¿Tiene la vida sin Dios la apariencia de libertad para nosotros?   No hay peor esclavitud que la del pecado.

  La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias creencias egocéntricas. Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a los que permitimos moldear nuestras convicciones. A través de internet, la televisión, la música, las películas y el resto de los medios masivos de comunicación que nos presentan estilos de vida pecaminosos y valores malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias opuestas por completo a la Biblia. Tengamos cuidado con lo que permitimos llegue a formar parte de nuestras opiniones. La Biblia es la única norma de verdad. Evalúemos las demás opiniones a la luz de sus enseñanzas.

  El plan divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el ideal de Dios para su creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el uso natural de los dones de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a Dios, sino también negar la forma en que nos hizo. Cuando una persona dice que cualquier acto sexual es aceptable siempre que no hiera a nadie, se está engañando. A la larga (y por lo general en breve) el pecado hiere a la gente: individuos, familias, sociedad. ¡Qué lamentable que la gente adore las cosas que Dios ha hecho en lugar de rendir culto al Creador, al grado que muchas veces distorsione y destruya las cosas que realmente valen! Sin embargo, es imposible comprender el plan natural de Dios sin llegar a conocer al Creador mismo.

  La homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales naturales) se había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas prácticas paganas lo alentaban. La voluntad de Dios es recibir a todo el que acuda a El en fe y los cristianos debemos amar a los demás sin importar su procedencia. Sin embargo, la homosexualidad está estrictamente prohibida en las Escrituras (Lev_18:22).
En el mundo de hoy, muchos consideran aceptable esta práctica, incluso algunas iglesias. Pero la sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son indebidos y deben controlarse. Si tenemos estos deseos, podemos y debemos resistirlos. Conscientemente evitemos lugares o actividades que sabemos inflamarán tentaciones de esta naturaleza. No menospreciemos el poder de Satanás para tentarnos ni el potencial para causarnos un daño serio si cedemos a esas tentaciones.
Recordemos, Dios puede y perdonará pecados sexuales así como perdona otros pecados. Ríndámonos a la gracia y a la misericordia de Dios pidiéndole que nos muestre el camino para salir del pecado e ir a la luz de su libertad y amor.
La oración, el estudio de la Biblia y el firme compañerismo de los cristianos en una iglesia centrada en la Biblia pueden ayudarnos a cobrar energías para resistir estas tentaciones poderosas.  

  ¿Cómo sabía esta gente que el castigo que Dios impone a estos delitos es la muerte? Los seres humanos, creados a la imagen de Dios, tienen conciencia y naturaleza moral básica. Esta verdad se acepta más allá de los círculos religiosos. Los psicólogos, por ejemplo, dicen que la persona sin conciencia sufre un serio desorden de la personalidad que es muy difícil de tratar. Por instinto, muchas personas se dan cuenta cuando hacen algo incorrecto, pero pudiera no importarles. Algunas personas, incluso, se arriesgan a una muerte temprana por saciar sus deseos ahora. "Sé que es malo, pero lo quiero", dicen; o "Sé que es peligroso, pero correré el riesgo". Para este tipo de personas, parte de su distracción es ir contra la voluntad de Dios, las normas morales de la comunidad, el sentido común y su concepto de lo que es bueno o malo. Pero en lo profundo de su ser saben que la paga del pecado es la muerte


¿QUE ES FE?
Fe es una palabra con muchos significados. Puede significar fidelidad (Mat_24:45), confianza absoluta, como lo demostraron algunas personas que fueron a Jesús buscando sanidad (Luc_7:2-10). Puede significar una esperanza confiada (Heb_11:1). O, como Santiago menciona, creencia muerta que no se muestra en buenas obras (Santiago_2:14-26). ¿Qué quiso decir Pablo cuando, en Romanos, habla de la fe salvadora?

Debemos ser muy cuidadosos para comprender cómo Pablo usa la palabra fe debido a que la relaciona con la salvación. No es algo que debemos hacer a fin de ganar la salvación; si fuera así, la fe sería solo una obra más y Pablo establece con claridad que las obras humanas nunca podrán salvarnos (Gal_2:16). En cambio, la fe es un don que Dios nos da porque es nuestro Salvador (Efes_2:8). La gracia de Dios es lo que nos salva, no nuestra fe. En su misericordia, sin embargo, cuando El nos salva nos da fe, una relación con su Hijo que nos ayuda a ser como El. Mediante la fe que nos da, pasamos de muerte a vida (Juan_5:24).

Aun en el período del Antiguo Testamento, la gracia, no las obras, fue la base de la salvación. Como Hebreos señala: "Porque la sangre de toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Juan_10:4). Dios procuraba que su pueblo, más allá de los sacrificios de animales, lo viera a El, pero a menudo ponían su confianza en el cumplimiento de las demandas de la Ley: llevar a cabo los sacrificios ordenados. Cuando Jesús triunfó sobre la muerte, canceló los cargos que existían en nuestra contra y abrió el camino al Padre (Col_2:12-15). Debido a su misericordia nos brinda fe. ¡Qué trágico que convirtamos la fe en obras y tratemos de efectuarlas dependiendo de nosotros mismos! No podemos acercarnos a Dios mediante nuestra fe, nunca más como en el Antiguo Testamento la gente se acercaba a Dios a través de sus sacrificios. En lugar de eso debemos aceptar su ofrecimiento con acción de gracias y permitirle plantar la semilla de fe en nosotros.

2.1 Cuando sintamos cólera justificada por el pecado de alguien, debiéramos tener cuidado. Debemos hablar en contra del pecado, pero debemos hacerlo con espíritu de humildad. A menudo los pecados que vemos con más claridad en otros son los que tienen raíces en nosotros. Si nos miramos con cuidado, descubriremos que cometemos el mismo pecado en las más diversas formas socialmente aceptables. Por ejemplo, un chismoso quizás critique con obstinación a otros que chismean en su contra.

   Cuando la carta de Pablo se leyó en la iglesia de Roma, sin duda muchas cabezas asintieron al condenar el culto idolátrico, las prácticas homosexuales y la violencia. Pero cuán sorprendidos se habrán sentido cuando se volvió a ellos y les dijo: "¡No tienen excusa. Ustedes son tan malos cono ellos!" Pablo afirmaba enfáticamente que nadie es suficientemente bueno para salvarse a sí mismo. Si deseamos evitar el castigo y vivir con Cristo para siempre, todos -no importa si somos homicidas, irrespetuosos, ni si somos ciudadanos honestos, trabajadores, excelentes- debemos depender por completo de la gracia de Dios.
Pablo no discute si algunos pecados son peores que otros. Cualquier pecado es suficiente para llevarnos a depender de Cristo en cuanto a la salvación y la vida eterna. No hay otro camino, aparte de Cristo, por medio del cual uno puede ser salvo del pecado y sus consecuencias, y todos hemos pecado reiteradamente.

2.4 En su bondad, Dios retarda su juicio para darle tiempo a la gente para que se arrepienta. Es muy fácil confundir la paciencia de Dios con la aprobación de la forma equivocada en que vivimos. La auto evaluación es difícil, y más difícil aún es sincerarnos con Dios y permitirle que nos diga en qué debemos cambiar. Sin embargo, como cristianos debemos orar siempre a fin de que Dios nos señale nuestros pecados y nos cure. Es lamentable, pero es más fácil sorprendernos de la paciencia que Dios tiene con otros, que humillarnos ante la que El tiene con nosotros.

2.5-11 A pesar de que por lo general no recibimos el castigo inmediato por cada pecado, el juicio final de Dios es cierto. No sabemos con exactitud cuándo ocurrirá, pero sabemos que nadie escapará del encuentro final con el Creador.  Juan_12:48 y Apocal._20:11-15.

  Pablo dice que los que con paciencia y perseverancia hacen la voluntad de Dios tendrán vida eterna. No contradice su declaración anterior de que la salvación es solo por fe (1.16, 17). Las buenas obras no nos salvan, pero cuando entregamos nuestra vida por completo a Dios, queremos agradarle y hacer su voluntad. Por lo tanto, nuestras buenas obras son una demostración de agradecimiento por lo que Dios ha hecho, no un prerrequisito para obtener su gracia.

2.12-15 La gente se condena no por lo que desconoce, sino por lo que hace con lo que sabe. Quienes conocen la Palabra escrita de Dios y su Ley serán juzgados por ellas. Quienes nunca han visto una Biblia saben diferenciar entre lo bueno y lo malo, y se les juzgará por no haber tomado en cuenta ni siquiera las normas que su conciencia les dictaba. A menudo, el juicio de Dios se ve obstaculizado por nuestro sentido moderno del proceso legal y los derechos del individuo. Pero recordemos que las personas suelen violar las normas que crearon para ellas mismas.

    Par ejemplo, todas las culturas prohíben el homicidio y aun así en todas las sociedades esa ley se quebranta. Pertenecemos a un género terco. Sabemos lo que es bueno, pero insistimos en hacer lo malo. Admitamos ante mosotros y ante Dios que encajamos en el molde humano y que a menudo no cumplimos con las normas establecidas (mucho menos con las de Dios). Ese es el primer paso hacia el perdón y la santidad.

2.17    Después de describir el fin de los incrédulos, los gentiles paganos, se ocupa de los religiosos privilegiados. A pesar del conocimiento que tienen de la voluntad de Dios, también tienen culpa por no vivir lo que creen. Quienes han crecido en hogares cristianos son los religiosos privilegiados de hoy. La condenación de Pablo es aplicable a ellos si no llegan a vivir conforme a lo que saben.

2.21, 22 Pablo indica a los judíos que necesitaban autojuzgarse por la Ley y no juzgar a otros. Conocían muy bien la Ley y sabían cómo justificar sus acciones mientras criticaban a los demás. Pero la Ley es más que la "letra". Es una pauta para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios y también es una advertencia de que no podemos vivir rectamente sin mantener una relación con Dios. Cómo Jesús destacó, retener lo que pertenece a alguien es robar (Mar_7:9-13) y mirar a otra persona para codiciarla es adulterio (Mat_5:27-28). Antes de acusar a otros, debemos mirarnos y verificar si ese pecado, en cualquiera de sus formas, está en nosotros.

2.21-27 Estos versículos son una crítica mordaz a la hipocresía. Es mucho más fácil decir a otros cómo comportarse que vivir como es debido. Es más fácil decir las palabras buenas que permitirles que echen raíces en nosotros. ¿Aconsejamos a otros que hagan algo que no estamos dispuestos a hacer? Procuremos que nuestras palabras las avalen nuestras acciones.

  Si decimos formar parte del pueblo de Dios, nuestra vida debe reflejar a Dios. Cuando le desobedecemos, deshonramos su nombre y por ello la gente incluso puede hablar mal de Dios. ¿Qué piensa de Dios la gente al contemplar nuestra vida?

2.25-29 La palabra circuncisión se refiere a la señal del pacto de Dios con su pueblo. Se requería que todos los varones judíos se sometieran a este rito (Gen_17:9-14). Para Pablo, ser judío (circuncidado) no significaba nada si la persona no obedecía las leyes de Dios. Por otro lado, los gentiles (incircuncisos) podían recibir el amor y la aprobación de Dios si guardaban sus mandamientos. Pablo pasa a explicarnos que el verdadero judío (uno que tiene el favor de Dios) no es la persona circuncidada (un judío "exteriormente"), sino aquel cuyo corazón es recto delante de Dios y le obedece (un judío "en lo interior").
  Ser judío significaba formar parte de la familia de Dios y heredar todas sus promesas. Sin embargo, Pablo aclara que la membresía en la familia de Dios se basa en cualidades internas, no externas. Todos los que tengan corazones rectos son judíos en verdad, o sea, miembros de la familia de Dios (Gal_3:7). Así como la circuncisión no era suficiente para los judíos, tampoco lo es asistir a la iglesia, ser bautizado, confirmado o aceptado como miembro. Dios busca nuestra sincera entrega y obediencia.   (Jeremías_4:4.)

3.1  En este capítulo Pablo afirma todos somos culpables ante Dios. Pablo desmantela la excusa común de la gente que no quiere reconocerse pecadora: (1) "Dios no existe" o "Sigo mi conciencia"; 1.18-32
(2) "No le hago mal a nadie"; 2.1-16
(3) "Soy miembro de una iglesia" o "Soy una persona religiosa"; 2.17-29.
Nadie está exento del juicio de Dios por el pecado. Cada persona debe aceptar que es pecadora y por lo tanto culpable ante Dios. Solo así puede comprenderse y aceptarse ese regalo maravilloso de Dios que es la salvación.

  Todos, gentiles paganos, gente humanitaria o religiosa, estamos condenados por nuestras acciones. La Ley, que el Señor dio para mostrar el camino a la vida, saca a la luz nuestras obras malignas. ¿Hay alguna esperanza? Sí, dice Pablo. La Ley nos condena, esto es cierto, pero la Ley no es la base de nuestra esperanza. Dios mismo lo es. El en su justicia y amor maravilloso nos brinda vida eterna. Recibimos salvación no a través de la Ley, sino mediante la fe en Jesucristo. No podemos ganarla, pero debemos aceptarla como un regalo de nuestro amoroso Padre celestial.

3.2 La nación judía recibió muchos beneficios.
(1) Se le confió las leyes de Dios ("la palabra de Dios", Exodo 19-20; Deu_4:8). (2) Fue la nación a través de la cual el Mesías vino la tierra (Isa_11:1-10; Mat_1:1-17).
(3) Fue beneficiaria de los pactos con Dios mismo (Gen_17:1-16; Exo_19:3-6). Estos privilegios no la hicieron mejor que las demás. Pero debido a estos, los judíos tuvieron siempre una mayor responsabilidad en cuanto al cumplimiento de los requisitos de Dios.

3.5-8 Algunos quizás piensen que el pecado no es preocupante porque: (1) Dios está para perdonar; (2) Dios es amor y no castiga; (3) el pecado no es tan malo, nos enseña lecciones valiosas, o (4) debemos mantenernos dentro de la cultura que nos rodea. Es cierto que la gracia de Dios es inmensa, pero Dios no puede pasar por alto el pecado. Los pecadores, sin importar las excusas que expongan, tendrán que responder ante Dios por sus pecados.

3.10-12 Pablo hace referencia al Salmos_14:1-3. "No hay justo" significa "nadie es inocente". Cada persona es valiosa ante los ojos de Dios porque El nos ha creado a su imagen y nos ama, pero no hay un solo justo (o sea, no hay persona que se haya ganado el estar a bien con Dios). A pesar de ser valiosos, hemos caído en pecado. Pero Dios, a través de Jesús su Hijo, nos ha redimido y nos ofrece perdón si nos volvemos a El en fe.

3.10-18 Pablo usa estas referencias del Antiguo Testamento para mostrar que la humanidad en general, en su actual condición pecadora, es inaceptable ante Dios. ¿Hemos dicho alguna vez: "No soy tan malo. Soy buena persona"? Meditemos estos versículos y veamos si se ajustan a nosotros. ¿Hemos mentido alguna vez? ¿Hemos herido los sentimientos de alguien a través de nuestras palabras o el tono de nuestra voz? ¿Somos rudos con alguien? ¿Nos enfurecemos con nuestros contrarios? En pensamientos, palabra y obra, como cualquier persona en este mundo, tenemos culpa delante de Dios. Debemos recordar lo que somos ante El: pecadores alejados. No neguemos que somos pecadores. Más bien permitamos que nuestra gran necesidad nos guíe a Cristo.

3.19 ¿Cuál fue nuestra reacción la última vez que alguien nos acusó de hacer algo indebido? ¿Negar, discutir y defendernos? La Biblia nos dice que el mundo permanece con la boca cerrada y bajo el juicio de Dios poderoso. No cuenta con excusas ni argumentos. ¿Hemos llegado al punto con Dios en el que estamos dispuestos a dejar de defendernos y esperar la decisión divina? Si no es así, detengámonos y reconozcamos nuestros pecados delante de El. Si lo hemos hecho,  los siguientes versículos son buenísimas noticias para nosotros.

3.20 En estos versículos vemos dos propósitos en la Ley de Dios. Primero, nos muestra dónde pecamos. La ley nos enseña que somos pecadores desvalidos y debemos acudir a Jesucristo en busca de misericordia. Segundo, el código moral revelado en la ley nos puede guiar en nuestra forma de vivir sosteniendo ante nosotros las normas morales de Dios. No ganamos la salvación cumpliendo la Ley (nadie, excepto Cristo, cumplió o pudo cumplir la Ley a la perfección), sino que agradamos a Dios cuando nuestras vidas se someten a su voluntad revelada.