} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ROMANOS 5:1-21

viernes, 22 de enero de 2016

ROMANOS 5:1-21



5.1 Ahora tenemos paz con Dios, que no necesariamente equivale a sentimiento de paz como la calma y la tranquilidad. Paz con Dios significa que nos hemos reconciliado con El. No hay más hostilidad entre nosotros, ningún pecado bloquea la relación con El. La paz con Dios es posible solo porque Jesús con su muerte en la cruz pagó el precio de nuestros pecados.
 Este pasaje es la introducción de una sección que contiene algunos conceptos difíciles. Para comprender los próximos cuatro capítulos, es bueno tener presente la realidad de los dos lados de la vida cristiana. Por un lado, estamos completos en Cristo (que somos aceptos en El, es seguro); por otro lado, crecemos en Cristo (llegamos a ser cada vez más semejantes a El). A la vez tenemos categoría de reyes y responsabilidades de esclavos. Sentimos la presencia de Cristo y también la opresión del pecado. Disfrutamos la paz que viene como resultado de estar en buenas relaciones con Dios, pero aún enfrentamos problemas cotidianos que nos ayudan a crecer. Si recordamos estos dos lados de la vida cristiana, no nos desalentaremos al enfrentar las tentaciones y los problemas. En su lugar, aprenderemos a depender del poder de Cristo que está a nuestro alcance, porque El vive en nosotros en la persona del Espíritu Santo.

5.2 Pablo establece que, como creyentes, ahora estamos en un lugar muy privilegiado ("esta gracia en la cual estamos firmes"). No solo Dios nos declara sin culpa, sino que nos lleva cerca de El. En lugar de enemigos, ahora somos amigos; y más aún, somos sus hijos (Juan 15:15; Galatas 4:5).

  Como Pablo afirma con claridad en 1Corintios 13:13, la fe, la esperanza y el amor son la esencia misma de la vida cristiana. Nuestra relación con Dios empieza con la fe que nos ayuda a aceptar que la muerte de Cristo nos salva de nuestro pasado. La esperanza crece a medida que nos enteramos de todo lo que Dios tiene en mente para nosotros, de sus promesas en cuanto al futuro. Y el amor de Dios llena nuestras vidas y nos capacita para alcanzar a otros.

5.3, 4 Para los cristianos del primer siglo, el sufrimiento era la regla más que la excepción. Pablo nos dice que en el futuro vamos a triunfar, pero por ahora tenemos que luchar. Esto significa que experimentaremos dificultades que nos ayudarán a crecer. Nos regocijamos en las tribulaciones, no porque nos guste el dolor que nos causan, sino porque sabemos que Dios usa las dificultades de la vida y los ataques de Satanás para edificar nuestro carácter. Los problemas que encontramos acrecientan nuestra paciencia, la que a su vez fortalece nuestro carácter, profundiza nuestra confianza en Dios y nos da gran seguridad acerca del futuro. Gracias a Dios por estas oportunidades de crecer y por permitirnos enfrentarlas con su fortaleza (Santiago 1:2-4; 1Pedro 1:6-7).

5.5, 6 Los tres miembros de la Trinidad participan en la salvación. El Padre nos amó de tal manera que envió a su Hijo para que se convirtiera en puente (Juan 3:16). El Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo para llenar nuestras vidas con amor y permitir que vivamos por su poder (Hechos 1:8). Con todo este cuidado amoroso, ¡cómo podemos hacer menos que servirle completamente!

 Eramos débiles e incapaces de salvarnos. Alguien tuvo que venir a rescatarnos. Cristo no solo vino en un buen momento de la historia, sino a su debido tiempo, de acuerdo al plan del Padre. Dios controla la historia, y controló la ocasión, los métodos y los resultados de la muerte de Jesús.

5.8 Siendo aún pecadores son palabras maravillosas. Dios envió a Jesucristo para que muriera por nosotros, no porque seamos buenos, sino porque nos ama. Cuando no nos sinytamos seguros del amor de Dios, recordemos: si El nos amó cuando aún eramos rebeldes, puede sin duda fortalecernos ahora que le corresponde.

5.9, 10 El amor que motivó a Cristo a morir es el mismo que envió al Espíritu Santo a vivir en nosotros y a guiarnos cada día. El poder que levantó a Cristo de la muerte es el mismo que nos salva y está a nuestro alcance en la vida diaria. Asegúrese de que, habiendo empezado una vida con Cristo, tiene una reserva de poder y amor que puede usar todos los días al enfrentar cada desafío o problema. Podemos orar pidiendo el poder de Dios y su amor cada vez que lo necesitemos.

5.11 Dios es santo y no se asocia con el pecado. Todos los seres humanos son pecadores y por lo tanto están separados de Dios. Además, cada pecado merece castigo. En lugar de castigarnos con la muerte merecida, sin embargo, Cristo cargó nuestros pecados y pagó el castigo muriendo en la cruz. Ahora nos "gloriamos en Dios". Mediante la fe en la obra de Cristo, nos podemos acercar a Dios en vez de ser enemigos y parias.

5.12 ¿Cómo pueden declararnos culpables por algo que Adán hizo miles de años atrás? Muchos piensan que no es justo que Dios nos juzgue por el pecado de Adán. Sin embargo confirmamos nuestra solidaridad con Adán cada vez que pecamos. Estamos hechos del mismo material, con tendencia a rebelarnos, y los pecados que cometemos nos condenan. Debido a que somos pecadores, no necesitamos imparcialidad sino misericordia.

5.13, 14 Pablo nos muestra que guardar la Ley no salva. Aquí añade que quebrantarla no es lo que trae la muerte. La muerte es el resultado del pecado de Adán y de los pecados que ahora cometemos aunque no se parezcan a los de Adán. Recuerda a sus lectores que durante miles de años la gente moría aunque la Ley aún no se había dado explícitamente. La Ley se introdujo, explica en el 5.20, como una ayuda para que la gente viera su pecaminosidad, para que notaran la seriedad de sus ofensas y para guiarlas a Dios en busca de misericordia y perdón. Esto fue así en los días de Moisés y lo es todavía hoy. El pecado constituye una gran discrepancia entre lo que somos y lo que fuimos al ser creados. La Ley pone de manifiesto nuestro pecado y coloca la responsabilidad exactamente sobre nuestros hombros, sin que la ley ofrezca algún remedio. Cuando estemos convencidos de que hemos pecado, debemos buscar a Jesucristo para recibir sanidad.

  Adán es una figura, la contrapartida de Cristo. Así como Adán representa a la humanidad creada, Cristo representa a la nueva humanidad espiritual.

5.15-19 Todos nacemos como parte de la familia física de Adán, del linaje que conduce a muerte segura. Todos cosechamos los resultados del pecado de Adán. Heredamos su culpa, una naturaleza pecaminosa (la tendencia a pecar) y el castigo de Dios. Sin embargo, por la obra de Cristo, podemos cambiar juicio por perdón. Podemos cambiar nuestro pecado por la justicia de Jesús. Cristo nos ofrece la oportunidad de nacer en su familia espiritual: del linaje que empieza con perdón y conduce a la vida eterna. Si no hacemos algo, nos espera la muerte mediante Adán, pero si acudimos a Dios por la fe, tenemos vida a través de Cristo. ¿A qué linaje pertenecemos nosotros?

  ¡Qué gran promesa para los que aman a Cristo! Podemos reinar sobre el poder del pecado, sobre la amenaza de la muerte y los ataques de Satanás. La vida eterna es nuestra ahora y por siempre. Podemos vencer la tentación en el poder y la protección de Jesucristo. 

5.20 Como pecadores, separados de Dios, nosotros vemos la Ley desde abajo, similar a una escalera que debe subirse para llegar a Dios. Quizás hemos intentado subirla en más de una oportunidad, solo para caer al piso cada vez que alcanzábamos uno o dos peldaños. O a lo mejor nos parecía tan abrumadora la escarpada escalera que nunca nos decidimos siquiera a iniciar su ascenso. En cualquier caso, ¡qué alivio debe ser  ver a Jesús con los brazos abiertos ofreciéndonos pasar  por encima de la escalera de la Ley y llevarnos directamente a Dios! Una vez que Jesús nos eleva hasta la presencia de Dios, somos libres para obedecer: por amor, no por necesidad, y mediante el poder de Dios, no el nuestro. Ahora sabemos que si se tambaleamos, no caeremos al suelo. Los brazos amorosos de Cristo no nos dejarán caer y  nos sostendrán.









LO QUE TENEMOS COMO HIJOS





Lo que tenemos como hijos de Adán
Bajo la ira 5.9
Pecado 5.12, 15, 21
Muerte 5.12, 16, 21
Separación de Dios 5.18
Desobediencia 5.12, 19
Juicio 5.18
Ley 5.20

Lo que tenemos como hijos de Dios
Rescate 5.8
Justicia 5.18
Vida eterna 5.17, 21
Relación con Dios 5.11, 19
Obediencia 5.19
Absolución 5.10, 11
Gracia 5.20